Construían mejor las casas en los cuarenta, con paredes gruesas y mucho aislamiento, lo cual tal vez explicara por qué los vecinos no habían reaccionado ante los estampidos y no se oían sirenas ululando en la noche neblinosa.
De pronto, sin embargo, Connie se preguntó si Tic-tac, en sus últimos instantes de vida, habría impuesto otra Pausa en el mundo, exceptuando únicamente su casa, con la intención de doblegarles y luego matarles sin prisa. Y si había detenido el mundo al morir, ¿alguna vez comenzaría de nuevo?, ¿o ella, Harry y el perro lo recorrerían a solas, entre millones de maniquíes?
Corrió a la puerta de la cocina y salió a la noche. Una brisa fresca le agitó el cabello. La niebla se arremolinó en vez de quedar congelada como un destello ornamental en un pisapapeles de acrílico. En la costa retumbaban las olas. Bellísimos sonidos de un mundo vivo.