A principios del verano de 2010, el diario VG publicó una serie de artículos sobre la violencia infantil, una loable tarea periodística realizada por los periodistas Anne Vinding y Tanja Irén Berg. Dicha serie hizo que, por fin, me decidiera a tratar el tema desde un punto de vista literario, algo que había querido hacer durante muchos años sin que encontrara las fuerzas necesarias para ello.
Es difícil encontrar cifras exactas sobre la cantidad de niños que están expuestos a la violencia doméstica. Esto se debe en parte a que las cifras probablemente sean enormes. Sin embargo, a partir de las numerosas fuentes que he consultado, a las que no menciono, pero que tampoco olvido, es plausible que se trate de miles de niños tan solo en Noruega. Algunos hablan de una cifra superior a los veinte mil casos. Algunos de estos niños mueren a causa de las lesiones infligidas por sus cuidadores. Muy pocos son condenados, como se documenta en la mencionada serie de artículos.
Aunque la labor preparatoria de este libro se ha llevado a cabo principalmente a través de la búsqueda de fuentes en Internet, deseo destacar el texto Jeg tenker nok du skjønner det sjøl, de Jon Gangdal (Editorial Kagge, 2010), como mi principal inspiración. El libro trata del homicidio de Christoffer Gjerstad Kihle, cuando tenía ocho años, en 2005. Es un documento estremecedor sobre las deficiencias del sistema en muchos aspectos. También interpreto el libro como un oportuno aviso a cada uno de nosotros: el maltrato infantil ocurre porque permitimos que ocurra. Porque no nos lo podemos creer. Porque lo más fácil es mirar a otro lado. Este pequeño libro está entre los más importantes que he leído en toda mi vida y agradezco al autor que lo haya escrito.
Sander Mohr no es, como queda patente de muchas maneras en esta novela, Christoffer Gjerstad Kihle. Sander es un personaje creado por mi imaginación, una ficción, igual que lo son todos mis personajes literarios.
Durante el proceso de elaboración de este libro también he empleado, por primera vez, Twitter como ayuda para hacerme con ciertos detalles correctamente. Gracias a todos, aunque solo mencionaré a uno: @aslak_gatas (Aslak Borgersrud, músico e informático), quien durante el último día de trabajo con el manuscrito me libró de meter la pata respecto a las direcciones IP. Todavía puede que haya algún que otro error. La responsabilidad es enteramente mía y ¡en el próximo cruce de caminos abusaré más de mis compañeros tuiteros!
Iohanne y Tine han mostrado, como siempre, una inconcebible e inmerecida paciencia al tener que soportar a una escritora gruñona en casa. De vez en cuando hice alguna escapada a Larvik para dejarlas tranquilas.
Gracias, queridas.
Larvik, a 11 de junio 2012
ANNE HOLT