Un príncipe kif llamado Akkukkak consiguió apoderarse de un botín que le proporcionaba una oportunidad sin precedentes: una nave alienígena y su tripulación cayeron en sus manos, abriendo con ello nuevos terrenos de caza para los kif y una nueva especie sobre la cual cebarse. Lo único que debía hacer era descubrir de dónde venía la nave y lo poderosos que podían ser esos alienígenas.
Pero el último alienígena sobreviviente se le escapó en los muelles de Punto de Encuentro y se refugió en la nave hani El Orgullo de Chanur.
Y así fue como Pyanfar Chanur conoció a Tully, el humano; y como el antiguo clan de Chanur acabó metido en una pelea intestina hani que en otras circunstancias habría evitado.
Akkukkak acabó con todo ello mediante un combate encarnizado que le permitió ocupar la Estación de Gaohn, situada en el sistema natal de la especie hani. El clan de Chanur se unió a un par de capitanes mahendo’sat llamados Dientes-de-oro y Jik para derrotar a los kif.
Akkukkak pereció en esa batalla… o, como mínimo, se vio obligado a desaparecer del mapa en compañía de una especie llamada knnn, seres respiradores de metano con una mentalidad más bien extraña.
Tully volvió al espacio humano. Pyanfar Chanur pensó que con eso conseguiría un buen negocio. Calculó que tenían por delante una nueva era de prosperidad hani, con el clan Chanur enriqueciéndose cada vez más.
Pero no tardó en ser doblemente traicionada. Primero por los stsho; propietarios de Punto de Encuentro, quienes le prohibieron el acceso a tan importante estación comercial, impidiéndole así el acceso a la humanidad. Después por sus compañeros mahendo’sat, que partieron para hacer un trato particular con los humanos. Finalmente, fue su propia especie quien la traicionó, pues bastantes clanes hani veían en el clan Chanur una amenaza para su propio poder y apoyaban cualquier acción que pudiera empobrecerlo.
Para las hani, Pyanfar Chanur había cometido un acto abominable al haber llevado alienígenas a Gaohn: la especie hani había llegado al espacio gracias a los mahendo’sat y esa deuda siempre la había molestado. A pesar de que los mahendo’sat habían procurado no influir directamente en Anuurn, el mundo natal de la especie hani, jamás lograron ganarse su confianza. Los kif les gustaban aún menos, desconfiaban de los stsho y no tenían el menor deseo de entrar en relaciones con los knnn. Pero lo que menos deseaban era relacionarse con alienígenas no pertenecientes al Pacto, como los humanos, a los cuales Pyanfar Chanur había llevado hasta el mismo centro de la civilización hani.
Y lo que era aún peor, se había convertido en una extraña. Cuando un señor hani es derrotado en un desafío, muere. Pero Pyanfar intervino cuando su hijo suplantó a su esposo: se llevó a su marido fuera del planeta, allí donde jamás se había permitido la presencia de ningún macho hani, y afirmó que formaba parte de la tripulación de la Orgullo. Más aún, Kohan, señor de Chanur, apoyó su acción, circunstancia que ocasionó el nacimiento de bromas groseras respecto a Chanur y que dañó todavía más la reputación de Chanur entre las hani.
Durante dos años la Orgullo de Chanur y otras naves del clan se dedicaron a los trayectos reducidos, pero apenas lograban mantenerse en funcionamiento, y se hundían cada vez más profundamente en la ruina financiera.
Pyanfar reiteró constantemente sus peticiones de que se le permitiera acceder a Punto de Encuentro; pero le faltaba el dinero necesario para los sobornos imprescindibles en todo trato con los stsho, carecía del apoyo de los mahendo’sat, y del prometido comercio humano nada había llegado. Con todo esto la fortuna de Chanur parecía condenada.
Pero inesperadamente y sin que ella pudiera adivinar la razón, los stsho le avisaron de que su petición había sido aprobada: la Orgullo puso rumbo a Punto de Encuentro con el último cargamento de importancia que Chanur fue capaz de reunir.
Una vez en el muelle, Pyanfar se dirigió inmediatamente a las oficinas de Stle stles stlen, maestro de estación en Punto de Encuentro, para firmar los documentos necesarios y renovar su licencia mercantil.
Allí se encontró con Dientes-de-oro, que la llevó a bordo de su nave, la Mahijiru, y la enfrentó con Tully, que había vuelto al espacio del Pacto justamente en una estación que estallaría en una oleada de tumultos xenófobos nada más saber que un humano estaba presente en ella.
Pyanfar Chanur no se arredraba ante nada, pero esto era más de lo que podía soportar… hasta que Dientes-de-oro empezó a enumerar las ventajas del trato, entre ellas el comercio con los humanos, el dinero y una alianza. Entonces en su cabeza empezó a sonar una diminuta y silenciosa alarma que la avisaba de quién había logrado arreglar sus papeles y la facilidad con que se desvanecería todo si rehusaba el trato que le ofrecía Dientes-de-oro. Así que lo aceptó, junto con Tully y un paquete de documentos, volviendo luego a su nave para informar de lo ocurrido a su tripulación.
Pero los kif que había en la estación prepararon una pelea con la cual camuflaron el intento de secuestrar a Tully de su custodia. Dientes-de-oro abandonó precipitadamente el muelle. Pyanfar y su tripulación recibieron una abultada factura por los daños causados, gastos que cargó al gobierno mahendo’sat, mediante los documentos que Dientes-de-oro le había dejado. Stle stles stlen se ablandó bastante ante ello, y de hecho, quedó en tan buena disposición de ánimo, que aun siendo amigo declarado de los mahendo’sat le dio un consejo muy directo: «no confíes en Dientes-de-oro».
Los kif también se acercaron a Pyanfar con dos ofertas directas: comprarle a Tully, y aliarse con ella contra cierto kif que había puesto precio a su cabeza. Era una oferta tentadora. El dinero bastaba para resolver sus problemas: era un modo de salir del dilema en que se hallaba y abría las puertas a una posible paz con los kif.
Sin embargo, rechazó las ofertas. Dejó en los muelles su precioso cargamento, y abandonó Punto de Encuentro con Tully a bordo tan rápidamente como le fue posible. Su crédito ante Stle stles stlen dependía de una autorización mahendo’sat y esa autorización sólo tenía validez si jugaba su papel como mensajera de Dientes-de-oro. Con ofertas kif o sin ellas, jamás había hecho tratos con los kif y no tenía deseo alguno de hacerlos ahora. Por otra parte, Dientes-de-oro la tenía atrapada, y además había huido rumbo a lo más hondo del espacio stsho con naves de caza kif detrás suyo, algunas de las cuales estaban también interesadas en la Orgullo.
Más tarde se enteró de que llevar a Tully y su mensaje a la capital regional mahen era sólo parte del trato.
Un knnn les siguió al salir de Punto de Encuentro. Ésa no era una buena noticia. Era evidente que entre los respiradores de metano se habían filtrado rumores sobre su carga. Los knnn, tan extraños que nadie era capaz de hablar con ellos, tan avanzados tecnológicamente que nadie era capaz de combatirles, pertenecían al Pacto, pero actuaban fuera de la ley. En cualquier momento podían acabar con una nave y nadie movería un dedo al respecto… porque nadie podía hablar con ellos. Ya había sido un logro monumental el que los tc’a, parecidos a serpientes, hubieran hecho entender a los knnn el concepto del comercio: en los tiempos actuales los knnn aparecían en una estación, entraban corriendo en el muelle reservado a los respiradores de metano, dejaban sobre él lo que les placiera y se marchaban tras coger lo que les viniera en gana. Resultaba una gran mejora sobre su conducta anterior, que consistía simplemente en robar lo que querían y marcharse. O hacer pedazos una nave.
Tully, al ser interrogado, confesó que los humanos habían tardado tanto en volver al Pacto porque sus naves eran interceptadas. Alguien estaba pirateando las naves humanas dentro de su espacio y los kif eran con toda probabilidad los autores de esas rapacerías. El mensaje y la misión parecían estar relacionados con la decisión que habían tomado los mahen de abrir una ruta regular que pudiera ser fácilmente patrullada y que permitiera el paso de los humanos al espacio del Pacto, al mismo tiempo que les abría camino a través del espacio de sus viejos enemigos kif. Todo encajaba y Pyanfar estaba de acuerdo en todo lo que pudiera molestar a los kif.
Pero Tully le habló de algo que la hizo sospechar: no eran los kif quienes les atacaban, sino los knnn. Los humanos habían disparado sobre algunas naves knnn.
Pyanfar se quedó horrorizada.
Si Tully estaba en lo cierto entonces llevaban a bordo un blanco potencial para los knnn. Transportaban un mensaje relacionado con asuntos knnn, y eso era tan bienvenido como el tic-tac de una bomba. Si los knnn decidían actuar, no tendrían salvación. Peor aún, los kif que las perseguían controlaban la ruta más directa a la capital mahen por lo que se veían obligadas a trazar una nueva ruta hacia la estación fronteriza de Kshshti. Éste no era ni mucho menos un lugar seguro para alguien tan codiciado como Tully, pues se encontraba cerca del territorio kif y era frecuentada por los respiradores de metano.
Como si necesitaran aún más problemas, tenían ahora un nuevo perseguidor. Una nave del gobierno hani capitaneada por una tal Rhif Ehrran andaba a la caza de una renegada hani llamada Tahar. Tahar se había aliado con los kif en la batalla de Gaohn, y se había ganado una merecida fama como persona al margen de la ley: se decía que operaba como pirata en las cercanías de Kefk y Punto de Encuentro. Pero la Orgullo de Chanur apareció justo bajo el hocico de Rhif Ehrran, concertando negocios con los mahendo’sat y los kif. De esta forma, la agente de policía del han se olvidó de una presa para centrarse en otra potencial traidora. Los jefes políticos de Rhif Ehrran se alegrarían mucho más de ver arruinada a Chanur que de la captura de una simple pirata que ya no tenía poder alguno en los asuntos hani. Por lo tanto, las prioridades fueron revisadas. Rhif Ehrran se enteró, probablemente gracias a Stle stles stlen, de que Chanur tenía a Tully en su nave y de que se hallaba al servicio de un gobierno extranjero, con lo cual Rhif Ehrran vio una excelente ocasión para arruinar a Chanur de una vez por todas.
Ehrran pidió ayuda: Banny Ayhar, de la Prosperidad de Ayhar, se vio obligada a dejar su cargamento y acompañarla como aliada, partiendo las dos en la única dirección que aún era posible.
Pyanfar apenas si logró llegar a Kshshti con vida: la Orgullo, que llevaba ya mucho tiempo funcionando sin las reparaciones necesarias, se averió bajo la tensión del salto. Llegó a duras penas a Kshshti para descubrir en el muelle a un comité de bienvenida: Rhif Ehrran, Banny Ayhar… y el mismo kif que había intentado comprar a Tully en Punto de Encuentro.
El nombre de este kif era Sikkukkut an’nikktukktin, antiguo vasallo del viejo enemigo de Pyanfar, Akkukkak. Este último había tenido dos lugartenientes: Akkhtimakt y Sikkukkut. Ahora los dos se encontraban luchando entre ellos por la supremacía entre los kif. Akkhtimakt era el que habían logrado evitar en su camino hacia Kshshti. Akkhtimakt había impuesto el bloqueo no sólo para detener el tráfico, sino para ponerle obstáculos a su rival Sikkukkut. Ahora, por una increíble casualidad, Sikkukkut tenía en bandeja todo el plan de los mahendo’sat para vencer a los kif… en las personas de Pyanfar Chanur y Tully.
Las autoridades mahendo’sat en Kshshti sabían lo que pretendía Sikkukkut, y estaban más que ansiosas por sacar de allí a la Orgullo a cualquier precio. Desmontaron la parte trasera de la Orgullo para sacar sus motores y empezaron a instalar unos nuevos, reconstruyendo prácticamente toda la nave. Pero mientras la Orgullo se encontraba inmovilizada en la última fase de las reparaciones, un grupo de kif secuestró a Tully y, por accidente, a la joven sobrina de Pyanfar, Hilfy Chanur, hiriendo gravemente a la prima de Pyanfar, Chur Anify.
Fueran quienes fueran los que armaron todo el jaleo, agentes de Akkhtimakt o de Sikkukkut, no hubo duda alguna de que fue la nave de Sikkukkut, la Harukk, la que salió a toda velocidad de Kshshti con Tully e Hilfy a bordo mientras la Orgullo se encontraba indefensa y sin poder moverse del muelle.
Además, los tc’a, respiradores de metano, le hicieron a Pyanfar una ambigua advertencia sobre las múltiples facciones y bandos que había entre los kif; así como del peligro que ellos mismos corrían y la implicación de los knnn en todo el asunto.
Cuando la situación era más desesperada, otra nave apareció en Kshshti: era la nave de caza mahen Aja Jin, a cuyo mando iba nada menos que Keia Nomesteturjai, Jik para los amigos. Era el compañero de Dientes-de-oro, agente del gobierno mahen, provisto de la cantidad suficiente de autorizaciones como para intimidar incluso a Rhif Ehrran.
Pyanfar seguía conservando los documentos que debía llevar a Maing Tol, pero el último mensaje de Sikkukkut indicaba que si deseaba ver con vida a Hilfy y Tully, debía dirigirse a Mkks. Esto implicaba adentrarse todavía más en la zona fronteriza, donde predominaba el poder de los kif.
Jik convocó una conferencia de capitanas y le entregó el paquete de documentos a Banny Ayhar con la orden de que lo llevara a Maing Tol; al mismo tiempo, mostró a Rhif Ehrran tal cantidad de autorizaciones que logró su cooperación en el asunto.
Así pues, un mensaje ha partido hacia Maing Tol; Hilfy y Tully siguen como rehenes a bordo de la nave kif, dentro de su territorio; Dientes-de-oro no ha hecho acto de presencia; y otro muelle más ha sido destrozado.
Todos hacen lo que deben hacer. Y la Orgullo sale de Kshshti, sabiendo perfectamente que se dirige hacia una trampa de los kif.