La sociedad define lo normal y la locura, y luego dice que todo aquel que ponga en duda la definición está loco. En nuestra sociedad, por ejemplo, los actos destructivos hacia la propia persona son considerados muestra de locura, tal como sucede con la mutilación del propio cuerpo y el suicidio. El que se abre las muñecas debe ser encerrado, como corresponde a los locos.
En la sociedad maya, el suicidio era un acto perfectamente respetable. La diosa patrona del suicidio se llama Ixtab. Generalmente se la representa como una mujer que pende en el vacío, sostenida sólo por el lazo alrededor del cuello. Sus ojos están cerrados; sus manos relajadas, y su expresión, calma, como si estuviera contemplando extasiada alguna visión interna. Ixtab escolta directamente hasta el paraíso a la gente que muere por suicidio o que se sacrifica. La automutilación también era parte esencial de muchos rituales: perforarse los lóbulos de las orejas, los labios y la lengua para que sangraran profusamente era un acto de sabiduría.
Los dioses de los mayas eran muy exigentes; mucho más que el distante patriarca que venera la mayoría de los cristianos. Los dioses de los mayas gobernaban las actividades de cada día, y en cada jornada debía alabarse y propiciarse a determinadas deidades.
Y un maya que ignorara los dictados de los dioses y decidiera comportarse según su parecer sería tan loco para su sociedad como lo sería el residente de Los Ángeles que ignorara el código de circulación y decidiera conducir a su aire.
La comparación tal vez les resulte frívola. Acaso ustedes piensen que el código de circulación está para protegernos, y que es peligroso ignorarlo. Si se lo preguntaran a un antiguo maya, les explicaría que las reglas de conducta legada por los dioses son para protección de la gente. Ignorarlas sería sumamente peligroso. Sería peligroso, por ejemplo, no ofrecer parte de la miel a Bacab Hobnil, dios de las abejas; sería insensato ofender a Yuntzilob yendo de caza en el día inapropiado.
El panteón de deidades mayas nos resulta peculiar. Según nuestros parámetros, el suicidio y los sacrificios humanos son inaceptables. Tendemos a omitir las peculiaridades de nuestra propia cultura. Aceptamos que miles de niños usen aparatos para corregir la dentadura, pero consideramos extraños a los mayas por perforar los dientes para embellecerlos. Cada cultura define su propia idiosincrasia y luego olvida que lo ha hecho.