Prólogo

Al lado de la Sorbona hay un edificio del siglo XVI en el que Francisco I creó una anti-Sorbona, el Collège de France, una universidad sin estudiantes, exámenes ni títulos, sino sólo profesores, cuyo único deber es dar un curso nuevo todos los años. No hay estudiantes (a las clases asiste quien quiere). Los profesores son elegidos entre los más famosos de Francia.

Mi amigo Jacques Ruffié, profesor de antropología física en el Collège, me invitó a dar un curso sobre mis investigaciones de la evolución humana en 1981, y a repetirlo en 1990. Escribí las lecciones por anticipado, también la segunda vez, porque había acumulado muchos resultados nuevos después del primer curso. Invitado a publicar las lecciones en la colección de cursos del Collège recién estrenada (en francés, en la editorial Odille Jacob), tuve que escribirlas por tercera vez. Reuní en ellas los resultados que me parecen más significativos de mis investigaciones sobre los últimos 100 000 años de evolución humana, y que he ido extendiendo poco a poco de la genética a la demografía, la arqueología y la lingüística. La exposición de estudios multidisciplinarios me ha obligado a usar con la mayor prudencia y economía los términos científicos. He usado los menos posibles, y puede que a los profesionales les parezcan demasiado pocos. Siempre los he definido la primera vez que aparecen en el texto.

Las palabras holismo y reduccionismo se usan hoy con frecuencia. No me gustan, porque apestan a política de moda, a «ismos» superficiales. Siempre he evitado las modas, me parecen intelectualmente deprimentes. Creo que el verdadero «holismo» es, si acaso, el criterio multidisciplinario que uso lo más posible. Creo que hay una necesidad especial de las ciencias históricas, en las que falta la posibilidad de la confirmación experimental, y siempre se depende de la validez de hipótesis más o menos incontrolables. Pero se puede llegar a confirmaciones independientes estudiando los mismos fenómenos en distintas disciplinas.

La traducción italiana del texto francés, realizada con paciencia y habilidad por Elena Stubel, vio la luz en un momento muy propicio, porque el editor Adelphi está preparando la publicación en italiano de un libro que ha aparecido hace poco en inglés, editado por la Princeton University Press, Storia e geografia dei geni umani (que abreviaré en SGGU), escrito por mí en colaboración con dos colegas italianos: Paolo Menozzi, profesor de ecología en Parma, y Alberto Piazza, profesor de genética humana en Turín. Este libro abarca un campo bastante parecido, pero lo hace de un modo más completo, sobre todo en los aspectos genético, histórico, geográfico y arqueológico. La parte lingüística de mayor interés para la evolución humana se aborda de un modo más sistemático en SGGU, pero las bases generales de la evolución lingüística y cultural se encuentran en GPL (si puedo permitirme también el uso de unas siglas para este librito). SGGU se escribió para profesionales, pero una vez más hubo que prestar atención a la necesidad de ser entendidos por especialistas de varias disciplinas, y por lo tanto tuvimos que escribirlo de un modo que lo hace prácticamente accesible al profano. SGGU y GPL se complementan mutuamente. Conviene leer antes GPL, si es posible, pero este orden no es estrictamente obligatorio. La bibliografía que se proporciona en SGGU no está repetida en GPL, donde, en cambio, se encuentran, capítulo a capítulo, las referencias a secciones de SGGU para quien desee ampliar su lectura sobre distintos temas.

Espero que GPL transmita al lector las principales motivaciones de nuestro trabajo científico: el placer de la investigación, es decir, el descubrimiento de lo desconocido; la utilidad de ciertas técnicas de la ciencia, como los modelos científicos, el análisis cuantitativo (tratando de olvidar las matemáticas, que espantarían a muchos lectores, y recurriendo como mucho a valores numéricos que todos son capaces de entender), y la utilidad de la simulación; la necesidad de crear nuevos métodos para resolver nuevos problemas; y la tensión continua creada por la proliferación de interrogantes que acompaña a todo proceso científico (cada respuesta suele dar lugar a nuevas preguntas). En particular, espero que transmita la importancia que tiene el estudio de la evolución, tanto biológica como cultural, para los que deseen entender nuestra historia.