En nuestro último episodio[1]

Dos años atrás los agresivos kif, nativos de Akkkht, tenían un hakkikt, un líder tan temible que logró reunir en una banda pirata a un número extraordinario de kif. Este hakkikt, Akkukkak, se había apoderado de una nave perteneciente a una especie hasta entonces desconocida, la humanidad, y aspiró a metas superiores a las habituales entre los kif, que se limitaban a los actos de bandidaje contra otras especies. Al tener como presa a una especie que no estaba bajo la protección del Pacto, podría llegar a conseguir suficiente poder para reunir bajo su influencia a toda la especie kif, y lanzarse luego sobre el Pacto en una ola de conquistas sin precedente en la historia.

Pero el rehén humano logró escapar. Mientras el hakkikt se encontraba en un muelle de la estación estelar Punto de Encuentro, el último prisionero sobreviviente huyó y buscó refugio a bordo de la Orgullo de Chanur. Ésta era una nave mercante hani capitaneada por Pyanfar Chanur, quien no había solicitado la presencia de este refugiado.

A pesar de eso y, por una cuestión de principios, Pyanfar y su tripulación se negaron a entregar al humano cuando Akkukkak se lo exigió. Esto representaba una doble calamidad para el kif: primero había perdido al humano y toda la información que éste podía proporcionar sobre su especie; y luego se había visto desafiado por una simple comerciante hani… que logró eludir al gran hakkikt en una cacería que les llevó a varias estrellas. Repentinamente, Akkukkak se encontró luchando no sólo por su presa sino también por su vida, pues el kif que pierde la reputación pierde rápidamente seguidores y se convierte en el blanco de otros kif con ambiciones. Akkukkak se vio obligado a buscar una venganza proporcional a su humillación, que estaba relacionada con una ambición tal que podía hacer temblar mundos enteros.

Dio un paso sin precedentes al dirigirse contra el mundo natal de las hani. Su primer objetivo era conseguir la humillación de Pyanfar Chanur y todo su clan para borrarlos de escena, aunque su acción quizá se debió a un concepto erróneo de la importancia que tiene una hani como individuo: Akkukkak pensaba como un kif e interpretó los movimientos de Pyanfar como fruto de una ambición agresiva. Su segundo objetivo era que se le devolviera su propiedad. En todas esas demandas juzgó muy mal a las hani, pues ninguna de sus posibles acciones las habrían enfurecido contra él más que esta intrusión en el territorio natal hani y la petición de que entregaran a un ser vivo que había buscado refugio dentro de un clan hani. Las hani le presentaron batalla en la estación de Gaohn y recibieron la ayuda de dos capitanes de naves de caza mahen. Dado que los nombres mahendo’sat no son fáciles para las demás especies, Pyanfar los conocía como Dientes-de-oro y Jik. Este combate ya habría sido lo bastante serio por sí solo, pero las hostilidades inquietaron a otra especie más del Pacto, los knnn. Estos seres son respiradores de metano, dotados de mala reputación y poseen la tecnología más avanzada de todo el espacio conocido. Los knnn, al intervenir, se llevaron al hakkikt Akkukkak rumbo a un destino imposible de adivinar. Y con eso el asunto quedó arreglado. El humano, Tully, volvió con su gente. Pyanfar Chanur creyó tener ante ella una nueva era de comercio y prosperidad en la cual no sólo su propio clan, sino todas las hani podrían sacar provecho del contacto con los humanos.

Por desgracia, no había contado con los stsho, cuya estación de Punto de Encuentro era el eje de todas las rutas comerciales del Pacto. Xenófobos sin paliativos, los stsho le retiraron a Chanur el permiso de comercio. Pero aún, lo cierto es que Akkukkak había perjudicado seriamente los asuntos hani con sus acciones. Chanur se vio obligada a defenderse contra el desafío de sus enemigos hani, quienes se aprovechaban del temor popular que inspiraban los knnn. Aunque el Señor Kohan Chanur pudo resistir, el clan perdió valiosos aliados dentro del consejo cuyo apoyo Pyanfar y otras hani Chanur echaron enormemente en falta.

Para aumentar aún más las dificultades, nadie cumplió sus promesas. Los humanos no volvieron y los mahendo’sat entraron en una etapa de aislamiento.

Dos años más tarde, una empobrecida Pyanfar Chanur se esforzaba por mantener en funcionamiento a la Orgullo… pero no era la única capitana Chanur que se encontraba metida en grandes apuros.

Entonces, por algún milagro imposible de imaginar, sus documentos fueron nuevamente legalizados y se la invitó a volver a Punto de Encuentro para recuperar su licencia de comercio.

Atracó en Punto de Encuentro con el único cargamento que podía permitirse comprar y cayó directamente en los efusivos brazos de Dientes-de-oro, el mahendo’sat, quien le entregó unos mensajes con el humano Tully como pasajero secreto y le dijo que huyera rápidamente para salvar su vida: los kif la perseguían.

Entre los problemas de Pyanfar se contaba también el de haber transgredido la costumbre hani. Los machos hani eran tradicionalmente una clase protegida dentro de su sociedad: los pocos que lograban triunfar en un desafío se convertían en señores y jefes ceremoniales de clan aunque carecían de autoridad significativa ya que el auténtico poder legal y financiero descansaba en las hembras, quienes dirigían el negocio exterior. El resto de los machos vivía y moría en el exilio rural, apartados de toda sociedad que no fuera la suya propia. A este grupo de machos debía retirarse el señor de un clan que hubiera sido derrotado, para pasar una breve y desgraciada existencia entre machos más jóvenes y ambiciosos que estarían poniendo a prueba sus habilidades combativas. El esposo de Pyanfar, Khym Mahn, fue depuesto por su hijo Kara tras haber sido derrotado; pero retrasó su exilio para ayudarla en su combate contra los kif y acabó convirtiéndose en uno de los pocos machos hani que habían salido de la superficie de su planeta. De hecho, un acuerdo interestelar les prohíbe salir de él ya que tienen reputación de ser presa de rabias incontrolables que los convierten en peligrosos para la vida y la propiedad ajenas.

Pero Pyanfar, ante la perspectiva de mandar a Khym de regreso a su planeta para que muriera, desafió el tratado y la costumbre, y decidió llevárselo a bordo de la Orgullo. Más aún, le consiguió documentación de tripulante sobornando a un funcionario mahendo’sat y le hizo figurar en la lista de su nave. Como había viajado y trabajado con machos de otras especies, Pyanfar empezó a ver en su propio esposo ciertas características que ninguna hani había visto jamás en un macho de su especie. En lo más hondo de su corazón concibió la idea de que su emotividad inestable quizá se debía más a la educación que a la biología y, a pesar de todo… a pesar de todo, Pyanfar es todavía una hani; y dudar de algo incorporado al lenguaje, las costumbres y la tradición, algo que brota directamente de la sabiduría de su pueblo, es muy difícil y más aún porque el mismo Khym duda de sus teorías. Después de todo, también él es producto de su cultura, iodo el complejo de creencias que le impulsan y le dan ánimos para ser un macho generan también sus impulsos agresivos y la inseguridad en sus facultades. En suma, la situación tampoco es muy cómoda para la tripulación de la Orgullo, que sigue sin decidir si debe tratar a Khym como a un macho o hacer caso omiso de tal desventaja y tratarle como a un igual. Pero, en este caso, la decencia, las costumbres y el lenguaje se convierten en obstáculos: el humor femenino y las maldiciones tradicionales hacen referencia a hijos y machos; y las instalaciones de la nave no han sido diseñadas para resultar cómodas a un macho, cuya talla es mucho mayor. Por último, siempre se ha supuesto que los procesos mentales masculinos son impulsivos y nada precisos, lo cual es algo que no ofrece confianza cuando se trata de utilizar maquinaria peligrosa.

Pero Khym, antiguo señor de Mahn, adquirió lo que para la especie hani era un calificativo sin precedentes: tripulante a bordo de la Orgullo de Chanur.

Rápidamente ocurrió lo peor: Khym se vio involucrado en unos disturbios que causaron graves daños en la estación Punto de Encuentro. Pyanfar logró evitar perder de nuevo su licencia pasando toda la factura a los mahendo’sat, quienes le concedieron el crédito con unos propósitos muy diferentes: ayudarla con el transpone del humano, Tully.

Por desgracia, los disturbios tuvieron lugar bajo la desaprobadora mirada de Rhif Ehrran, agente del gobierno hani.

Rhif Ehrran había ido a Punto de Encuentro por un asunto muy diferente. El número de los clanes espaciales hani que habían sufrido pérdidas durante el conflicto de Gaohn era tan grande que los clanes sedentarios se apoderaron del control del han, el senado hani. Mientras tanto los xenófobos stsho, la especie más rica del Pacto, habían sobornado a ciertos políticos hani con el propósito de alterar su política desde el interior, ya que temían a otras dos especies: los humanos, que habían traspasado las fronteras stsho y podían hacerlo de nuevo; y los kif, porque dos de los antiguos lugartenientes de Akkukkak, Akkhtimakt y Sikkukkut, habían llegado a erigirse en hakkikktun. Estos dos kif combatían ahora para decidir quién sería el hakkikt, pero ya habían polarizado a la sociedad kif y la habían convertido en un grupo de temibles bandas depredadoras. Los kif habían dejado de ser una fragmentada especie de piratas y se habían convertido repentinamente en un conjunto unido hasta un punto que ni el mismo Akkukkak había conseguido jamás.

El problema más candente entre los kif, como entre todas las demás especies, eran los humanos. Continuos rumores afirmaban que esta especie se dirigía hacia el Pacto a través del espacio de los respiradores de metano para unirse con los mahendo’sat, lo cual implicaba problemas para los kif. Los rumores resultaron ser ciertos. Y los stsho, que llevaban mucho tiempo confiando su protección a los guardias mahen porque eran incapaces de combatir por sí mismos, sospecharon de pronto que ya no podían seguir fiándose de los mahendo’sat. De ahí su repentina amistad con los clanes sedentarios hani que no navegaban por el espacio y la lluvia de dinero stsho que cayó en ciertos bolsillos hani.

El han también había oído rumores sobre que una hani cooperaba activamente con los kif: la pirata Dur Tahar, de la Luna Creciente de Tahar. Rhif Ehrran había llegado hasta Punto de Encuentro en persecución de esa nave, pero también para llevar a cabo un asunto secreto: estaba negociando con los stsho en nombre de algunos patronos políticos suyos. Ciertamente, Ehrran sintió un agudo interés cuando Pyanfar Chanur se vio involucrada en un considerable jaleo que la comprometía al mismo tiempo con agentes secretos mahen y un kif de alto rango. Por lo tanto, cuando Pyanfar pagó un enorme soborno al maestre de estación stsho, Stle stles stlen, para partir a toda velocidad de Punto de Encuentro con el humano Tully a bordo, Rhif Ehrran la siguió, ya que olía algo de sangre política y consideraba este movimiento de Pyanfar como una amenaza.

Akkhtimakt consiguió desviar a Pyanfar de su rumbo al ocupar Punto Kita, una entrada estratégica al espacio mahen y hani, y al obligar a que todo el tráfico diera un rodeo por las Zonas en Disputa que se hallaban en la frontera kif/mahen. La Orgullo había sufrido varias averías durante el trayecto, y Pyanfar no tuvo más elección que ir a la Estación de Kshshti, en las Zonas, en busca de ayuda y reparaciones. Su destino teórico era Maing Tol, la capital regional mahen; su meta, entregar a Tully y el mensaje de la humanidad a los superiores de Dientes-de-oro. Pero a su llegada a Kshshti se topó con Rhif Ehrran, el kif Sikkukkut y la nave mercante hani La Prosperidad de Ayhar, que había perdido su carga en Punto de Encuentro gracias a ella. Por ello su capitana, Banny Ayhar, no estaba nada complacida.

Rhif Ehrran pidió que se le entregara a Tully y, en un intento de apoderarse de él a la fuerza, provocó un combate en los muelles que puso a Tully y a la joven sobrina de Pyanfar, Hilfy Chanur, en manos de su enemigo Sikkukkut. Sikkukkut se marchó, pero dejó a Pyanfar el mensaje de que podía recobrar los rehenes en Mkks, una estación situada justo en la frontera kif. Era una trampa demasiado obvia.

Mientras ocurría todo esto, el compañero de Dientes-de-oro, Jik (cuyo auténtico nombre mahen es Keia Nomesteturjai), apareció en Kshshti con su poderosa nave de caza, la Aja Jin; y ordenó a la capitana hani Banny Ayhar que se dirigiera a Maing Tol con el mensaje que hasta el momento había llevado Pyanfar. Apoyó a la capitana de la Orgullo en su decisión de ir a Mkks: la acompañó en su visita a Rhif Ehrran y, sin que nadie supiera muy bien cómo, convenció a Rhif Ehrran para que se les uniera.

En Mkks, Sikkukkut les devolvió a Hilfy y Tully gracias a un acuerdo. También entregó a Pyanfar un regalo como muestra de estima kif… un esclavo llamado Skkukuk. Y todo lo que habían accedido a realizar, a cambio de esto, era cruzar el territorio kif y ayudar a Sikkukkut para que conquistara la estación de Kefk, el principal eslabón de los kif con Punto de Encuentro, un claro acto de piratería.

Jik estuvo de acuerdo en ello, para consternación de Pyanfar. Más aún, tras haber oído los persuasivos argumentos de Jik, también Rhif Ehrran estuvo de acuerdo.

Dieron el salto y tuvieron éxito. Sus naves ocuparon Kefk al estilo de los kif, contrarrestando las amenazas de los contrarios con las suyas propias, y con un balance de daños mínimo.

Dientes-de-oro apareció entonces, furioso con su socio Jik, pues había estado oculto y en silencio cerca de Kefk, observando la situación. Durante cierto tiempo había estado lejos, luchando con Akkhtimakt e intentando abrir el camino para una flota humana que en aquel momento se dirigía hacia el espacio del Pacto. Y ahora se encontraba con que Jik había hecho un trato que tendría como efecto la alianza de Sikkukkut con los mahendo’sat en contra de Akkhtimakt, lo cual desde luego no era la situación por la que Dientes-de-oro estaba luchando. Un gran número de humanos se dirigía hacia el espacio del Pacto y todo el plan de Dientes-de-oro para una alianza entre humanos y mahen se veía amenazado por la toma de Kefk y su entrega a Sikkukkut, quien a consecuencia de ello uniría a los kif bajo un solo hakkikt mucho más rápidamente de lo que convenía a los planes de Dientes-de-oro.

Mientras tanto, Pyanfar recibió una segunda muestra de aprecio por parte de Sikkukkut, en la persona de su vieja enemiga Dur Tahar, la pirata. Ella había sido una respetable capitana y comerciante hani antes de haberse opuesto a Pyanfar en Gaohn y acabar como aliada accidental de los kif, lo que arruinó su reputación. Ahora se encontraba prisionera de Sikkukkut, ya que había sido capturada junto con los partidarios que Akkhtimakt tenía en la estación. Tahar había llegado al punto más bajo de su carrera y le suplicó a Pyanfar que intercediera ante los kif para salvar las vidas de sus primas, que seguían en manos de Sikkukkut.

Inmediatamente, Rhif Ehrran se presentó pidiendo la custodia de Tahar. Pyanfar se negó, pues los métodos que empleaba Ehrran, que por su mentalidad de agente estatal se acercaba a los de la policía secreta, sólo le causaban disgusto. Tahar debía llegar al hogar y a la justicia hani, pero a bordo de la Orgullo de Chanur. Eso era una bofetada directa a Ehrran, una amenaza para su prestigio y un movimiento que se oponía a los objetivos de sus patronos políticos. Era una indicación de que Chanur, en lugar de inclinarse ante la fuerza política, iba a utilizar la vieja autoridad de un clan para hacer sus propios prisioneros y administrar su propia justicia antes de entregar al ofensor en manos del han. La consecuencia práctica de eso era que los superiores y aliados políticos de Rhif Ehrran no podían tocar a Tahar sin tratar antes en un consejo abierto con Chanur como cabeza de la causa, y sin hacer que todo el asunto de la política extranjera se viera debatido en el han con Chanur como portavoz principal de la oposición, exactamente la situación que deseaban evitar los enemigos de Chanur.

Entonces, mientras que Pyanfar iba a negociar con Sikkukkut, Dientes-de-oro se encontró en secreto con Ehrran. Por otra parte, un grupo desconocido inició una revuelta en los muelles, lo cual hizo que los partidarios de Akkhtimakt, que hasta entonces habían permanecido ocultos en la estación, atacaran a las fuerzas de Sikkukkut. Pyanfar y las tripulantes de Tahar, cuya libertad se había negociado unos minutos antes con Sikkukkut, quedaron atrapadas en mitad del combate, mientras que Dientes-de-oro y Rhif Ehrran se aprovechaban de la confusión para huir sin más preámbulos del muelle y correr hacia Punto de Encuentro… juntos.

El esclavo Skkukuk salvó la vida de Pyanfar durante los disturbios, deuda que disgustó profundamente a Pyanfar.

Pero Jik, que también intentaba rescatar a Pyanfar de la contienda, cayó en manos de Sikkukkut, quien tenía algunas preguntas conflictivas que hacerle respecto a Dientes-de-oro, las ambiciones mahen, el rumbo de las naves humanas y su paradero actual.