Y después de haber visto el límite

de tantos dolores, él se sumergirá

por segunda vez en el Hades implacable,

sin haber conocido jamás en la vida

un día sereno.

LICOFRÓN

Nadie es mi nombre; así me llaman. Nadie mi madre

y mi padre y los compañeros que traigo conmigo.

HOMERO, Od. IX, 366,7