Notas

[*] Es preciso que el lector, cuando lea Recherche, además de remitirse a la obra de Proust, lea, por regla general, su sentido concreto de búsqueda. Pues en esta ambivalencia de significados juega a menudo el escrito de Deleuze. (N. T.) <<

[1] P2, III, 375. <<

[2] TR2, III, 907. <<

[3] CG3, II, 547-552. <<

[4] JF3, I, 794. <<

[5] CS2, I, 276. <<

[6] SG2, II, 1115-1120. <<

[7] SG1, II, 608. <<

[8] SG1, II, 616. <<

[9] SG1, II, 851. <<

[10] CS1, I, 47. <<

[11] TR2, III, 867. <<

[12] P2, III, 375. <<

[13] TR2, III, 867. <<

[14] TR2, III, 878. <<

[15] JF1, I, 442. <<

[16] CS2, I, 282. <<

[17] CG1, II, 66. <<

[18] TR2, III, 880. <<

[19] TR2, III, 879. <<

[20] TR2, III, 897. <<

[21] TR2, III, 924. <<

[22] JF1, I, 433. <<

[23] CG1, II, 122. <<

[24] SG1, II, 755-760. <<

[25] SG1, II, 759-760. <<

[26] JF1, I, 579-581. <<

[27] AD, III, 616. <<

[28] AD, III, 607. <<

[29] TR2, III, 880. <<

[30] TR2, III, 906. <<

[31] TR2, III, 899.TR2, III, 899. <<

[32] TR2, III, 908. <<

[33] TR2, III, 896. <<

[34] TR2, III, 891. <<

[35] CS1, I, 155-156 y TR2, III, 892. <<

[36] CS1, I, 171. <<

[37] CG2, II, 205. <<

[38] CS2, I, 401. <<

[39] CG1, II, 66. “Françoise, la primera me dio el ejemplo (que yo no comprendí hasta más tarde…)”. <<

[40] CG3, II, 549. <<

[41] JF1, I, 567. <<

[42] JF3, I, 925. <<

[43] TR2, III, 888-896. Debemos evitar pensar que la crítica proustiana del objetivismo pueda aplicarse a lo que hoy día se llama la nueva novela (nouveau roman). Los métodos de descripción del objeto, en la nueva novela, no tienen sentido más que en relación con modificaciones subjetivas que sirven para revelarlas, y que sin ellas permanecerían imperceptibles. La nueva novela permanece bajo el signo de los jeroglíficos y de las verdades implicadas. <<

[44] TR1, III, 720-723. <<

[45] TR1, III, 855. <<

[46] TR1, III, 862. <<

[47] CG3, II, 524. <<

[48] JF1, I, 567. <<

[49] JF1, I, 560. <<

[50] JF1, I, 533. <<

[51] SG2, II, 994. <<

[52] CG1, II, 47-51. <<

[53] CS2, I, 347. <<

[54] CS1, I, 209. <<

[55] CG1, II, 48.<<

[56] P2, III, 375. <<

[57] Ibíd. <<

[58] CS2, I, 349. <<

[59] P1, III, 159. <<

[60] P2, III, 277. <<

[61] TR2, III, 895. <<

[62] TR2, III, 895-896. <<

[63] CS2, I, 349-351. <<

[64] P2, III, 257. <<

[65] P2, III, 376. <<

[66] P2, III, 258. <<

[67] CS2, I, 350. <<

[68] P2, III, 374. <<

[69] P1, III, 187. <<

[70] CS2, I, 352. <<

[71] JF3, I, 906. <<

[72] CS1, I, 4-5. <<

[73] TR2, III, 899. <<

[74] P2, III, 377. <<

[75] TR2, III, 889. <<

[76] JF3, I, 835-837. <<

[77] P2, III, 260. <<

[78] P1, III, 159. <<

[79] P2, III, 259. <<

[80] JF3, I, 852. <<

[81] P1, III, 61. <<

[82] P1, III, 153. <<

[83] TR2, III, 879. <<

[84] P1, III, 27. <<

[85] JF2, I, 718-719. <<

[86] TR2, III, 889. <<

[87] Ibíd. (“… o incluso, así como la vida…”). <<

[88] P2, III, 375. <<

[89] TR2, III, 918. <<

[90] TR2, III, 889. <<

[91] TR2, III, 867. <<

[92] TR1, III, 865. <<

[93] JF2, I, 718-719. <<

[94] TR2, III, 873. <<

[95] SG2, II, 883-885. <<

[96] TR2, III, 872. <<

[97] TR2, III, 918. <<

[98] TR2, III, 875. <<

[99] JF3, I, 917-918. <<

[100] TR2, III, 904. <<

[101] TR2, III, 908. <<

[102] AD, III, 447. <<

[103] JF3, I, 894. <<

[104] JF3, I, 917-918. <<

[105] AD, III, 558. <<

[106] TR2, III, 915-916. <<

[107] JF1, I, 563. <<

[108] CS1, I, 30. <<

[109] TR2, III, 900-900. <<

[110] Ibíd. <<

[111] TR2, III, 904. <<

[112] TR2, III, 906. <<

[113] TR2, III, 899. <<

[114] TR2, III, 916. <<

[115] AD, III, 592. <<

[116] JF3, I, 944. <<

[117] SG2, II, 1113. <<

[118] AD, III, 596. <<

[119] AD, III, 561-562. <<

[120] SG1, II, 715. <<

[121] CS2, I, 279. <<

[122] AD, III, 610. <<

[123] SG1, II, 608. <<

[124] SG1, II, 616. <<

[125] SG1, II, 629. <<

[126] SG1, II, 622. <<

[127] SG1, II, 852. <<

[128] TR2, III, 1041. <<

[129] TR2, III, 901. <<

[130] CG2, II, 236. <<

[131] TR2, III, 900. <<

[132] TR2, III, 1031. <<

[133] SG1, II, 757. <<

[134] CS1, I, 179. <<

[135] CS1, I, 44. <<

[136] CS1, I, 47. <<

[137] P1, III, 88. <<

[138] P1, III, 88. <<

[139] La dialéctica no es separable de estos caracteres extrínsecos; Bergson de esta forma la define por los dos caracteres de la conversación entre amigos, y de la significación convencional de las palabras en la ciudad (cf. La pensé et le mouvant. Presses Universitaires de France, pp. 86-88). <<

[140] TR1, III, 713. En este pastiche de Goncourt, Proust lleva a lo más lejos su crítica de la observación, que forma uno de los temas constantes de la Recherche. <<

[141] SG1, II, 756, sobre la inteligencia que llega después, cf. TR2, III, 880 — y todo el prefacio de Contre Sainte-Beuve. <<

[142] P1, III, 88. <<

[143] JF1, I, 433, 497-499. <<

[144] CG2, II, 260: “M. de Norpois, ansioso por el cambio que los acontecimientos iban a tomar, sabía muy bien que no era por la palabra Paz, o por la palabra Guerra, que le serían significados sino por otra, banal en apariencia, terrible o bendita, y que el diplomático, con ayuda de su cifrado, sabría inmediatamente leer, y a la que, para salvaguardar la dignidad de Francia, respondería con otra palabra igualmente banal, pero bajo la cual el ministro de la nación enemiga vería también: Guerra”. <<

[145] CG1, II, 114. <<

[146] CS2, I, 236; JF1, I, 533. <<

[147] CS2, I, 352; P2, III, 249; TR2, III, 895-896. <<

[148] Cf. Esquilo, Agamenón (Henry Maldiney comenta estos versos analizando la oposición del lenguaje de los signos y del logos, Bulletin Faculté de Lyon, 1967). <<

[149] Cita de Chateaubriand, TR2, III, 920. <<

[150] P1, III, 186-187. <<

[151] CS1, I, 218-219. <<

[152] JF3, I, 841-842. <<

[153] CS1, I, 178-179. <<

[154] SG2, II, 1042. <<

[155] GG1, II, 11-12. <<

[156] CG2, II, 362-363. Los dos aspectos están muy señalados por “otra parte”. <<

[157] CS1, I, 47. <<

[158] Ya hemos señalado que la magdalena es un caso de explicación lograda (al contrario que los tres árboles, por ejemplo, cuyo contenido queda perdido para siempre). Pero sólo está logrado a medias; pues, aunque la “esencia” ya esté invocada, el narrador permanece en la cadena asociativa que todavía no explica “por qué este recuerdo (le) hacía tan feliz”. Sólo al final de la Recherche la teoría y la experiencia de la Esencia encuentran su estatuto. <<

[159] CS1, I, 156-157. <<

[160] CS1, I, 87: “…no era por el azar de una simple asociación del pensamiento”. <<

[161] JF2, I, 716; JF3, I, 794. <<

[162] CS2, I, 401. <<

[163] P1, III, 172-173. <<

[164] JF2, I, 610-611: “Era en un largo y cruel suicidio del yo quien en mí mismo amaba a Gilberte que me encarnizaba con continuidad, con la clarividencia no sólo de lo que hacía en el presente, sino de lo que de ello resultaría para el futuro”. <<

[165] Sobre los dos momentos asociativos en sentido inverso, cf. JF2, I, 660. Es esta decepción la que será recompensada, sin ser llenada, por los placeres de la genealogía, o de la etimología de los nombres propios: cf. Roland Barthes, Proust et les noms (To Honor Roman Jakobson, Mouton edt.) y Gerard Genette, Proust et le langage indirect (Figures II, Editions du Seuil). <<

[166] TR1, III, 705. <<

[167] Acertadamente dice Georges Poulet: “El universo proustiano es un universo en trozos cuyos trozos contienen otros universos, ellos también, a su vez, en trozos… La discontinuidad está precedida, incluso dominada por una discontinuidad más radical todavía, la del espacio” (L’espace proustien, Gallimard, pp. 54-55). Sin embargo, Poulet mantiene en la obra de Proust los derechos de una continuidad y de una unidad de las que no busca definir su naturaleza original muy particular (p. 81, p. 102); ello es debido a que por otra parte, tiende a negar la originalidad o la especificidad del tiempo proustiano (bajo pretexto de que este tiempo no tiene nada que ver con una duración bergsoniana, afirma que es un tiempo espacializado, cf. pp. 134-136).

El problema de un mundo en fragmentos, en su tenor más general, ha sido planteado por Maurice Blanchot (principalmente en L'entretien infini, Gallimard). Se trata de saber cuál es la unidad o la no unidad de un mundo tal, una vez dicho que no supone ni forma un todo: “Quien dice fragmento no debe decir tan sólo fragmentación de una realidad ya existente, ni momento de un conjunto todavía por llegar… En la violencia del fragmento, se nos da una relación totalmente distinta”, “nueva relación con lo Exterior”, “afirmación irreductible a la unidad” que no se deja reducir a la forma aforística. <<

[168] CS1, I, 135. <<

[169] TR2, III, 1029. <<

[170] AD, III, 489. Y CG1, II, 159, 174-175. <<

[171] CG2, II, 365-366: “Aprendí, de estos detestables signos, que al fin iba a besar la mejilla de Albertine”. <<

[172] AD, III, 430. <<

[173] CG2, II, 354-357; P2, III, 337-341. <<

[174] CS2, I, 278; P1, III, 179. Tanto para Odette como para Albertine, Proust invoca estos fragmentos de verdad, que, introducidos por el ser amado para autentificar una mentira, tienen por el contrario como efecto el denunciarla. Pero antes de conducir a la verdad o a la falsedad de un relato, este “desacuerdo” conduce a las palabras en sí mismas que, reunidas en una misma frase, tienen orígenes y alcances muy diversos. <<

[175] CS2, I, 371-373. <<

[176] JF2, I, 655. “El tren giró… y ya me desolaba por haber perdido mi franja de cielo rosa cuando la volví a ver de nuevo, pero esta vez roja, en la ventana de enfrente que abandonó en una segunda vuelta de la vía férrea; de tal suerte que pasaba el tiempo corriendo de una ventana a otra para acercar, para cambiar de tela los fragmentos intermitentes y opuestos de mi bella mañana escarlata y versátil, y para poseer una visión total y un cuadro continuo”. Este texto invoca una continuidad y una totalidad; pero lo esencial consiste en saber dónde se elaboran — ni en el punto de vista ni en la cosa vista, sino en la transversal, de una ventana a otra. <<

[177] JF2, I, 644. “El placer específico del viaje… radica en hacer la diferencia entre la salida y la llegada no insensible, sino lo más profunda que se pueda, en plasmarla en su totalidad, intacta…” <<

[178] AD, III, 545-546: “En el sufrimiento físico no tenemos que escoger nosotros mismos nuestro dolor. La enfermedad nos lo determina y nos lo impone. Pero en los celos hemos de experimentar siempre sufrimientos de todo tipo y de todo tamaño, antes de detenernos en el que parece que pueda convenirnos”. <<

[179] Cf. las descripciones célebres del dormir y del despertar, CS1, I, 3-9 y CG1, II, 86-88. <<

[180] CGI, II, 88. <<

[181] SG2, II, 981. <<

[182] AD, III, 593. Ahí es el olvido quien tiene una fuerza de interpolación fragmentada, introduciendo distancias entre nosotros y los acontecimientos recientes; mientras que en SG1, II, 757 es el recuerdo quién se interpola e introduce contigüidad entre las cosas distantes. <<

[183] P1, III, 150-151. <<

[184] AD, III, 611. <<

[185] AD, III, 535. <<

[186] SG1, II, 615. Y Contre Sainte-Beuve, Cap. XIII: “La raza maldita”. <<

[187] AD, III, 489. “En una multitud, estos elementos pueden…”. <<

[188] SG1, II, 616. <<

[189] SG1, II, 626, 701. <<

[190] SG2, II, 907, 967. Cf. el comentario de Roger Kempf, Les cachotteries de M. de Charlus, Critique, enero 1968. <<

[191] SG1, II, 620. <<

[192] SG1, II, 602, 626. <<

[193] Gide, que milita por los derechos de una homosexualidad-logos, reprocha a Proust que no considera más que casos de inversión y afeminamiento. Gide permanece en el segundo nivel, y parece que no comprende del todo la teoría proustiana. (Igualmente los que permanecen en el tema de la culpabilidad en Proust). <<

[194] SG1, II, 622. <<

[195] JF3, I, 794. <<

[196] CS2, I, 276. <<

[197] SG2, II, 1115. <<

[198] JF1, I, 563. Y AD, III, 434. <<

[199] P1, III, 172-174. <<

[200] Este tema de la profanación, tan frecuente en su obra y en su vida, Proust lo plantea generalmente en términos de “creencia”: por ejemplo, CS1, I, 162-164. Creemos que más bien remite a toda una técnica de contigüidades, de separaciones y de comunicaciones entre vasos cerrados. <<

[201] Amar sin ser amado: JF3, I, 927. Cesar de amar: JF2, I, 610-611; P1, III, 173. Ser duro y pérfido con lo que amamos: P1, III, 111. <<

[202] CG2, II, 366; JF3, I, 945-946. <<

[203] TR2, III, 1041. <<

[204] JF3, I, 794, 810, 831. <<

[205] TR2, III, 1033. Y III, 911: “Pero otras particularidades (como la inversión) pueden hacer que el lector tenga necesidad de determinada manera para leer correctamente; el autor no tiene por qué ofenderse con ello sino, al contrario, tiene que dejar la mayor libertad al lector diciéndole: Mire usted mismo si ve mejor con este cristal, con este otro o con aquél”. <<

[206] Malcolm Lowry, Choix de lettres, Denoël edit., pp. 86-87. <<

[207] TR2, III, 1033. <<

[208] TR2, III, 900: “Un hombre nacido sensible y que no tuviera imaginación podría a pesar de todo escribir novelas admirables”. <<

[209] Sobre el concepto de producción en sus relaciones con la literatura, cf. Pierre Macherey, Pour une théorie de la production littéraire, Maspero edit. <<

[210] TR2, III, 909. <<

[211] TR2, III, 879. Incluso la memoria, todavía demasiado material, tiene necesidad de un equivalente espiritual: cf. P2, 374-375. <<

[212] TR2, III, 898, 932, 967. <<

[213] La configuración del Tiempo recobrado a partir de “la función en casa de Mme. de Guermantes” es la siguiente: a) el orden de las reminiscencias y de las esencias singulares como primera dimensión de la obra de arte, TR2, III, 866-896; b) transición entre el sufrimiento y el amor en virtud de las exigencias de la obra de arte total, III, 896-898; c) el orden de los placeres y de los sufrimientos, y sus leyes generales, como segunda dimensión de la obra de arte, confirmando la primera, III, 899-917; d) transición, retorno a la primera dimensión, III, 918-920; e) el orden de la alteración y de la muerte, como tercera dimensión de la obra de arte que contradice a la primera, pero superando la contradicción, III, 921-1029; f) el Libro con sus tres dimensiones, III, 1029-1048. <<

[214] TR2, III, 899-907. <<

[215] TR2, III, 911. <<

[216] TR2, III, 900. <<

[217] TR2, III, 878. <<

[218] TR2, III, 889. <<

[219] P2, III, 260; TR2, III, 874. <<

[220] Sobre el carácter estático de la resonancia, cf. TR2, III, 874-875. <<

[221] Cf. el elegante análisis de Michel Souriau, La matière, la lettre et le verbe, Recherches philosophiques, III. <<

[222] CG2, II, 327. <<

[223] TR2, III, 878, 889. <<

[224] TR2, III, 889. “La propia naturaleza, en este punto de vista, ¿no me había colocado en el camino del arte, no era ella un comienzo del arte?” <<

[225] Cf. Joyce, Stephen the Hero (hemos visto que ocurría lo mismo en Proust, y que, en el arte, la esencia determinaba por sí misma las condiciones de su encarnación, en lugar de depender de condiciones naturales dadas). <<

[226] Umberto Eco, L'oeuvre ouverte, Editions du Seuil, p. 231. Tr. cast. Obra abierta, Seix Barral, Barcelona. <<

[227] TR2, III, 957. <<

[228] SG1, II, 758. <<

[229] TR2, III, 1037. <<

[230] SG1, II, 759-760; TR2, III, 988. <<

[231] SG1, II, 759. <<

[232] TR2, III, 939-940. <<

[233] TR2, III, 933. <<

[234] TR2, III, 977. <<

[235] TR2, III, 1048. <<

[236] TR2, III, 924-925. <<

[237] TR2, III, 1033-1034. <<

[238] P2, III, 257. Es incluso el poder del arte: “Sólo mediante el arte podemos salir de nosotros mismos, saber lo que ve otro de ese universo que no es el mismo que el nuestro, y cuyos paisajes nos serían tan desconocidos como los que pueda haber en la luna. Gracias al arte, en vez de ver un solo mundo, el nuestro, lo vemos multiplicarse, y tenemos a nuestra disposición tantos mundos como artistas originales hay, unos mundos más diferentes unos de otros que los que giran en el infinito…” <<

[239] JF3, I, 839-840. <<

[240] Proust leyó ciertamente a Leibniz, aunque sólo fuese en clase de filosofía: Saint-Loup, en su teoría de la guerra y de la estrategia, invoca un punto preciso de la doctrina leibniziana (“te acuerdas de aquel libro de filosofía que juntos leíamos en Balbec…”, CG1, II, 115-116). En general, creemos que las esencias singulares de Proust están más cerca de las mónadas leibnizianas que de las esencias platónicas. <<

[241] P1, III, 161. <<

[242] Contra Sainte-Beuve, pp. 207-208. Y p. 216: “estilo desorganizado”. Todo el capítulo insiste sobre los efectos de literatura, análogos a verdaderos efectos ópticos. <<

[243] Habría que comparar la concepción proustiana de la imagen con otras concepciones post-simbolistas: por ejemplo, la epifanía de J. Joyce, o el imaginismo y el “vorticismo” de Ezra Pound. Los siguientes rasgos parecen comunes: la imagen como lazo autónomo de dos objetos concretos en tanto que diferentes (la imagen, ecuación concreta); el estilo, como multiplicidad de puntos de vista sobre un mismo objeto, e intercambio de puntos de vista sobre varios objetos; el lenguaje, como integrando y comprendiendo sus propias variaciones constitutivas de una historia universal, y obligando a hablar cada fragmento según su propia voz; la literatura como producción, como creación de máquinas productoras de efectos; la explicación, no como intención didáctica, sino como técnica de enrollado y desenrollamiento; la escritura como procedimiento ideo-gramático (al que Proust invoca en varios lugares). <<

[244] En relación con investigaciones psicoanalíticas, Félix Guattari ha formado un concepto muy rico de “transversalidad” para dar cuenta de las comunicaciones y relaciones del inconsciente: cf. La transversalité, Psychothérapie institutionnalle, núm. 1. <<

[245] TR2, III, 1029. <<

[246] Cf. los amplios párrafos sobre el arte en la Recherche: la comunicación de una obra con un público (TR2, III, 895-896); la comunicación entre dos obras de un mismo autor, por ejemplo, la sonata y el septeto (P2, III, 249-257); la comunicación entre diferentes artistas (CG2, II, 327; P1, III, 158-159). <<

[247] TR2, III, 1029. <<

[248] CG3, II, 549. <<

[249] TR2, III, 878-880. <<

[250] TR2, III, 880. <<

[251] Platón, República, VII, 523 b - 525 b. <<