Agradecimientos

Hasta el momento en que una novela se termina y se edita son muchas las personas que, en mayor o menor medida, intervienen para lograr que la letra impresa llegue al lector. Todas esas personas son, en cierto modo, coautoras del resultado. Por eso quiero expresar mi más sincero agradecimiento a quienes me ayudaron a llegar a la meta.

Mi gratitud al grupo Planeta y, muy particularmente, a todo el equipo de Tagus, que ha trabajado con una gran profesionalidad para sacar lo mejor de esta edición. A Adelaida Herrera, mi editora, que creyó en esta novela, apostó por ella y con sus atinadas observaciones ha conseguido mejorarla; a Germán Molero y Carmen Nogueira, que hicieron una excelente revisión del texto; a mi amigo el profesor Cristian Fallas, que desde su Costa Rica natal me prestó una inestimable ayuda con el latín; a Paco Galván, que leyó el original y me dio acertados consejos; a Raquel Gisbert, que me prestó la mitad del nombre de la protagonista; a Pedro Rodríguez Oliva, catedrático de Arqueología de la Universidad de Málaga y excelente amigo; a José María García Eiras, que entre charlas amistosas me habló de georradares y detectores de metal; a María T. Bacoski, porque lo prometido es deuda; a Ana y Lakis, que tantas cosas me contaron de Grecia; a Victoria Chapa, mi agente, que ha peleado hasta el último momento para encontrarle un hueco a esta obra; a todos esos amigos que siempre acuden cuando los necesito. Y, desde luego, a mi mujer y a mis hijos, por soportar mis muchas manías sin que por ello decaiga el cariño que sienten por mí.

A todos ellos, gracias.