LIBRO VII
… rechinando sus blancos dientes, las Keres de terrible mirada, ensangrentadas y espantosas, descendían sombríamente sobre los caídos, deseosas de beber su negra sangre. Tan pronto como cogían a uno ya muerto o que caía recién herido, una de ellas echaba sobre él sus largas uñas; y el alma de aquél bajaba gritando al Hades, hacia el tenebroso Tártaro. Después de saciar su corazón de sangre humana, ella arrojaba el cadáver detrás de sí y se precipitaba otra vez en el tumulto y el fragor del combate…
Hesíodo