[1] «Let’s have some…», en inglés en el original: «Y ahora un poco de…» (N. del T.)
[2] «Por pseudoindividualización entendemos el hecho de dotar a la producción cultural de masas de una aureola de libre elección o de mercado libre sobre la base de la propia estandarización». (T. W. Adorno, On popular music, «Studies in Phylosophy and Social Sceince», Vol. IX, 1941, pág. 25).
[3] «El arte lleva en sí mismo una limitación, por lo que pasa a formas más elevadas de la consciencia… Para nosotros el arte no es ya la manera más elevada en la que se encarna la verdad… Todo pueblo, en el continuo desarrollo de su cultura, conoce una época en la que el arte se remite a algo que está por encima de él mismo… La muestra es una de esas épocas». (Hegel, Vorlesungen über Astehetik, I. Berlín, 1842, pág. 132). En la segunda parte de la Estética, Hegel ha tratado sobre la tendencia histórica inherente al arte a disolverse en sí mismo, relacionándola con el progreso de la civilización. La frase que citamos a continuación nos hace pensar inmediatamente en las cuestiones relacionadas con el cine y con la planificación estética: «Para el artista actual los lazos con un contenido particular y con un género de representación que solamente es válido para este material, son una cosa pretérita y con ello el arte se ha convertido en un instrumento libre que el artista puede manejar, uniformemente de acuerdo con su talento subjetivo aplicándolo a cualquier contenido, sea cual fuere». (Op. cit., II, pagina 232).
[4] El problema de la evolución de la música hacia lo cómico está indisolublemente unido a la significación del cine: «Esta experiencia ha sido realizada de una forma extremadamente convincente en los films de los hermanos Marx, que demolen un decorado de ópera como si la toma de conciencia histórico-filosófica de la decadencia de la forma de la ópera debiese ser presentada de una manera alegórica o que destrozan, un piano interpretando un respetable divertimento de elevado nivel, para apoderarse del marco en el que van fijadas las cuerdas del instrumento, que consideran como una verdadera arpa del futuro en la que se puede interpretar un preludio. Esta evolución de la música hacia lo cómico en su fase actual puede explicarse por el hecho de que la actividad musical, prefectamente inútil desde el punto de vista práctico, exige el mismo esfuerzo que un trabajo serio. La distancia entre la música y los hombres activos pone al descubierto su recíproca alienación y la conciencia de esta distancia se libera a través de la risa». (T. W. Adorno, Über den Fetischcharachter in der Musikund die Regression des Hörens, 1938, publicado ahora en Dissonanzen, 2a edición ampliada, Göttingen, 1958, pág. 43).