Ruta de Alejandro a Kandahar: K. Fischer, BJ (1967), p. 136 se ocupa de toda el área con gran minuciosidad, pero dado que Alejandro empezó desde Farah, no hay ninguna razón que explique la amplia curva que describió al sur pasado el lago Vanishing, salvo posiblemente los suministros, pues Seistán era un granero famoso incluso en tiempos de los árabes. Arimasposi: F.W. Thomas, JRAS (1906), pp. 180 ss.; Cresias, apud Focio, ya había hecho referencia a Skythes amyrgioi en Sacastane; cf. Helanico F171 sobre esta llanura escita. Me pregunto si la afluencia de estos escitas puso fin a la cultura urbana de Seistán, como explican cada año los excavadores italianos en E & W. Aracosia = Hetumati (en el Avesta). Etimandro en Plin. 6, 92. Bisitum inscript. 40 s. sobre la lealtad de su sátrapa Vivana en 521; también los testimonios en los Textos Rituales y las Fortif. tabl. de Persépolis para los contactos con Persépolis y Aracosia como sede de un culto haoma. Sátrapas: Berve, s. v. «Menón», con la admirable carta de navegación en su vol. 1, p. 276. Kandahar. K. Fischer, véase más arriba: cf. A. Fussmann, Arts Asiatiques (1966), p. 33. Las inscripciones de Asoka muestran Kandahar como un área donde el helenismo estaba vivo, lo que finalmente refuta la declaración de Tarn de que esta Alejandría se encontraba en Ghazni. La derivación de Kandahar de Iskander es correcta. Elefantes: el marfil de Harahvatis en la inscripción de Susa de Darío y las sabias observaciones de A. J. Toynbee, Betiveen Oxus and Jumna (1961), pp. 71 ss. sobre Lashkari Bazar. Ruta de Alejandro: A. Foucher, La vieille route de Bactres á l’Inde (1947) es el mejor relato de las posibilidades, en especial vol. 1, pp. 209 ss. sobre los vínculos entre la India y Aracosia. Paisaje y suministros: Arr. 3, 28, 1; 28, 9 es mejorado por Curc. 7, 3, 6 = DS 82-83 (correcto para el paisaje), cf. Curc. 7, 4, 22-25 y Estr. 15, 621. Cito de Emil Trinkler, Through the Heart of Afghanistan (1928). Para los siguientes dos años, F. von Schwarz, Alex. Feldzugein Turkestan (1893) es una guía indispensable para la geografía, basada en doce años de servicio militar en la Sogdiana (aunque equivocadamente diferencia Balj de Zariaspa; para los topógrafos, como en Estrabón y Plinio, eran idénticas). Alejandría del Cáucaso: Arr. 3, 28, 4; 4, 22, 4-5; DS 83 seguramente corrige el texto de Curc. 7, 3, 23. Obsérvese Plin. 6, 92 sobre Ciro y Capisa; cf. R. Ghirshman, en Mem. Del. Arch. Fr. en Afghan. (1946). DS 83 implica otras ciudades cercanas; cf. Ptol., Geogr. 6, 18, 4, una de las cuales puede ser Kabul. No sabemos si los griegos y los nativos disfrutaban de un estatuto cívico similar. Para Prometeo: DS 83, 1 = Curc. 7, 3, 22 = Clit. (¿vía Onesícrito?) duda de Eratóstenes: Estr. 11, 5, 5; Arr. 5, 3, 1-45; uparisena y contexto persa en E. Herzfeld, The Persian Empire (1968), pp. 336-337. Aristóteles y el Hindu Kush: Arist., Meteor. 350a. Suministros: Curc. 7, 4, 22 s. y, para los precios, cf. W.K. Pritchett, Hesperia (1956), pp. 182 ss. Balj: Avesta, Vendidad 1, 7; Yasht 5 (Anahita). Para sus murallas, Monum. Preislam. d’Afghan. (DAFA, vol. 19, 1964). Para los pueblos, S.P. Tolstov, Drevnei Chorezmskoi Tsivil. (1948, trad. alemana 1953), pp.122-33. Recursos: W.W. Tarn, Greeks in Bacina and India (1951), pp. 78 ss. Lapislázuli en R.J. Gettens, Alumni (Rev. du cercle des Alumni des fondations scientifiques, 1950), pp. 342 ss.; G. Herrmann, Iraq (1968), p. 21. Administración persa: Esmerdis, hijo de Ciro, Histaspes, hermano de Jerjes, o Masistes son ejemplos de miembros de la familia del rey que gobernaron como sátrapas; de acuerdo con Ctesias, hubo una breve revuelta en Bactria bajo Artajerjes II. Desierto de la Bactriana: Curc. 7, 5 = prólogo a DS 17 = Clit. (correcto para el paisaje). ¡Arriano omite las dificultades! Resistencia de Alejandro: Curc. 7, 3, 17; 7, 5, 9 (mas verosímil aquí que en el Makran); 7, 5, 16. Beso: Arr. 3, 30, 4; 25, 8 con Arr. 3, 23, 4. Bránquidas: Curc. 7, 5, 28 = 5, 11, 4 = Calíst. (a pesar de F14, línea 22) es poco probable que haya llevado su historia tan lejos. Onesícrito (utilizado por Estrabón y Clitarco) es quizá el responsable (cf. Plut. 60, 3 para su cruzada espuria) y es imposible estar seguro de que su relato sea cierto. Sin embargo, no es una cuestión muy importante. Independencia sogdiana: Curc. 6, 3, 9, con la ausencia de su sátrapa y su comandante, junto con los indios independientes, a través de Beso en Gaugamela (Arr. 3, 8, 3). Porteadores de Alejandro: Curc. 7, 6, 7 s. Cirópolis: E. Benveniste, JA (1943-1945), pp. 163 ss. La última Alejandría: Arr. 4, 1, 3; 4, 1. Nómadas: cf. K. Jettmar, Die Frühen Steppenvolker (1969); M. Rostovtzeff, Iranians and Greeks in South Russia (1928); E.D. Phillips, Brit. Journ. of Aesthetics (1969), pp. 4-18 es una buena introducción a su arte; Arist., Pol. 1256a vio su importancia. Historia de amor: Cares F5 en el comentario de Jacoby. Espitámenes: Estr. 11, 8, 8 lo llama persa, no sogdiano o bactriano. Espitámenes era pariente de Zoroastro. Prohibición: Onesícr., frag. 5. Las máquinas en Arr. 4, 2, 2 debían de ser catapultas, pues las zanjas detenían las torres; asimismo lanzaban piedras, pues aporrearon las murallas (Arr. 4, 3, 1). Destrucción de Cirópolis (Curc. 7, 6, 21) omitida por Arriano y (¿de ahí?) llama a los nativos en 4, 4, 1 «voluntarios». Curc. 7, 6, 27 = Just. 12, 5, 4 dice prisioneros, lo que es correcto. Arriano omite a Meleagro y Pérdicas (Cure. 7, 6, 19); ¿fueron suprimidos por Ptolomeo? Nuevas ciudades/asentamientos en la Sogdiana y la Bactriana: Arr. 4, 16, 3; Curc. 8, 1, 1; Just. 12, 5, 13; Estr. 12, 517 (incluye las siete ciudades arrasadas). Límites de Baco: Curc. 7, 9, 15; Plin. 6, 92; presumiblemente un culto haoma en la frontera. Las bajas en Curc. 7, 9, 16 se han omitido, y se han perdido en 7, 7, 39 y minimizadas por Arriano; también omite las cifras de los refuerzos en 4, 7, 2. Kharezm: S.P. Tolstov, Drevnei Chorezmskoi Tsivil. (1948, trad. alemana 1953); cf. el minucioso relato de M.M. Diakonov, en Po Sledam Drevnikh Kultur (1954), pp. 328 ss.; B. Rubin, Historia (1955), pp. 264 ss. se ocupa de la caballería antigua; los jinetes de Kharezm también pueden verse en las terracotas, ampliamente difundidas, encontradas en los palacios occidentales (M. Rostovtzeff, YCIS (1935), p. 188, pl. 7) donde evidentemente servían como guarniciones, una cuestión demostrada ahora a través de los relieves en S.P. Tolstov, Po drevnim deltam Oksi (1962) de Koi-Kilgan-Kala. En la inscripción de Persépolis de Artajerjes II o III, Uvarazmis (Kharezm) se presenta como un área sometida; esto no significa que todavía lo fuera. Curc. 7, 4, 5 y Arr. 4, 15, 4 demuestran su independencia en los tiempos de Alejandro; la influencia arquitectónica de los estilos aqueménidas en Kharezm, observada por S.P. Tolstov (1962), pp. 112, 114 y 128, puede implicar o no su pertenencia al Imperio. Cifras del ejército e hiparquías: véase mi estudio de próxima aparición.
Augurio: Plut. 57,5; Arr. 4, 15, 7-8 (subraya el papel de Ptolomeo): Curc. 7, 10, 13-14. Merv: Plin. 6, 47 supone una Alejandría en ese lugar, y los testimonios de Plinio son buenos en estas ciudades; Curc. 7, 10, 15 lo apoya, y para una espléndida e ingeniosa deducción, F. Schachermeyer, Alexander der Grosse (1949), pp. 515-516, n. 187 aduce que Crátero era el oficial al mando en Merv. Bazaira: Curc. 8, 1, 10-19 con R. Merkelbach, Die Quellen der Alexanderroman (1954),pp. 48 y 252; cf. el prólogo de DS 27, es decir, Clitarco. Fuentes para Clito: véase mi estudio de próxima aparición. Su relegación: Curc. 8, 1, 20. Su sobrino: Berve, s. v. «Proteas». Muerte de Espitámenes: Arr. 4, 7, 7 no apoya a Curc. 8, 3,1-15, típicamente romántico. Rocas de la Sogdiana: Curc. 8, 4 = DS, prol. = Clit. sobre la tormenta de nieve. Trono de Alejandro: Curc. 8, 4, 15; Val. Máx. 5, 5, 1; Frontín., Strat. 4, 6, 3. Geografía: F. von Schwarz, Alex. in Turkestan, pp. 75 ss., especialmente sobre la inexpugnabilidad de la segunda roca. Curc. 7, 11, aunque 28-29 es intenso, sitúa la primera roca en invierno de 328; por tanto, también lo hace el prólogo de DS 17, una excelente prueba más de su fuente al pie de la letra. Clitarco. Arr. 4, 18, 4 (Ptolomeo, probablemente) omite la crucifixión de Ariamazes, pero la sitúa, seguramente de manera acertada, a principios de 327. La roca de Sisimitres (Curc. 8, 2, 19) lleva también el nombre regional de Roca de Coriene (Arr. 4, 21): sólo Curc. 8, 2, 20 menciona, correctamente, el río en su quebrada. Matrimonio con Roxana: Arr. 4, 19, 5 no es cronológicamente preciso; Estr. 11, 517 fecha la boda a partir de la roca de Sisimitres; Curc. 8, 4, 21 un poco después; los alimentos de Sisimitres (Curc. 8, 4,18 s.) son el preludio esencial a este banquete de bodas. Curc. 8, 4, 21 (enmienda el manuscrito para Oxiartes) implica que de regreso visitó a Oxiartes; probablemente la boda se sitúa aquí (a partir de Arr. 4, 21, 10). Plut. 47, 2 y Curc. 8, 4, 23 hablan específicamente de amor en el banquete; Arr. 4, 19, 5 (quien cita a Ptolomeo, a Aristóbulo y opiniones contemporáneas) insiste en el amor; Plutarco y Arriano aprueban la continencia de Alejandro (¿un tema de Aristóbulo?). Quinto Curcio no explica que Roxana ya había sido una cautiva; Arriano confunde la secuencia cronológica, por lo que el amor a primera vista parece incluso más plausible. Costumbre nupcial: M. Renard & J. Serváis, AC (1955), p. 29 no dan ningún argumento válido contra la observación de esta costumbre por Von Schwarz en el Turquestán; Curc. 8, 4, 27 es meramente una conjetura que ignora a Quinto Curcio. Tintura: Luc., Im. 7; Plin. 35, 34 para la fecha contemporánea de Etión, por lo que el estilo apasionado del cuadro refleja la historia de amor de los propios oficiales de Alejandro. Oxiartes y Artabazo: Arr. 3, 28, 10 (Oxiartes y Beso). Arr. 4, 17, 3 y Curc. 8, 1, 10 (nombramiento de Clito) fecha la renuncia de Artabazo unos meses antes del matrimonio de Roxana, por lo que es difícil que ambos estén relacionados; no obstante, Barsine había concebido a Heracles por la época de la boda de Alejandro, de manera que el asunto de Roxana debió de ser un desaire (DS 20, 20, 1 para la fecha de nacimiento del niño); sin embargo, obsérvese que Berve, s. v. «Cofen», resulta satisfactorio, por lo que una ruptura con Artabazo no se encuentra en ningún testimonio. Sucesores o Epígonos: Plut. 47, 6; Curc. 8, 5, 1 (importante). Posible quiliarca: lo razono del siguiente modo: Hefestión y Clito habían sido nombrados hiparcas en 330; en invierno de 329-328, creo que se nombraron más hiparcas, mientras que a Clito se le ofreció la Bactriana. Hefestión necesitaba un nuevo cargo, porque también él había sido ya un hiparca; en 327, la orientalización de Alejandro había dado su primer y último giro entre 330 y 324; sugiero que Hefestión se convirtió en quiliarca entonces, especialmente cuando Alejandro se estaba casando con una mujer y arriesgándose a provocar el resentimiento de su amor más antiguo. Para el cargo, que adoptó varias formas, sin que ninguna se distinga claramente por el término griego, sin contar a los lexicógrafos y las fuentes posteriores tan malas como El., V. H. 1, 21; cf. Arr. 3, 23, 3; Nep. 2 para su forma más elevada, aunque un ejército menor y los oficiales de la corte también podían denominarse «comandante de un millar»: Arr. 1, 22, 7.
Proskynesis: J. Horst, Proskynein (1932) recoge los testimonios griegos; Feodora, princesa de Sachsen-Meiningen, trata de este tema extraordinariamente bien en Geschichte der Hunnen (1963, ed. Franz Altheim), vol. 2, pp. 125 ss.; sin embargo, su argumento lingüístico falla a la vista de Calíst. F31, pues las olas no pueden soplar besos y, evidentemente, en la época de Calístenes (o en la de quien lo cita), la palabra proskynein podía utilizarse también en un sentido más amplio. Herzfeld y otros han interpretado que la escena de la audiencia, en Persépolis, representa al mayordomo medo protegiendo su respiración del Fuego Sagrado; esto es absurdo, pues los quemadores que hay junto a él pueden ser para incienso, sin ser de carácter sagrado, y los nobles en la tumba de Artajerjes realizan el mismo gesto sin que haya cerca un quemador. La visión más plausible, según la cual la mano indica que el medo está hablando, es puesta en entredicho por una reproducción muy curiosa de la escena que hay en la parte interior de un escudo en el sarcófago de Alejandro, la cual aparece en la fotografía del excelente libro de V. von Graeve, Alexandersarkophag (1970), p. 7. Aquí la mano está sin duda tributando la proskynesis; cf. el jinete en la alfombra Pazyryk, actualmente en el Hermitage (siglo V a. C.). E. J. Bickermann, PP (1963), pp. 2141 ss. es otro buen estudio; Hamilton, HCPA, pp. 150-151 ha omitido este punto y no conoce la obra citada más arriba; para el contexto, B. Meissner, Berlín Akad. (1934), pp. 2 ss., y para las diferencias sasánidas, W. Sundermann, Mitteilungen der lnst. für Orientfor. (1964), p. 275. J.P.V.D. Balsdon, History (1950), pp. 363 ss. también es valioso, aunque la nota 48 sobre el curioso complejo del padre que tenía Alejandro cita mal el testimonio. Que los griegos creían que los persas tributaban la proskynesis a su rey porque era un dios (cf. «Jerjes, el Zeus de los persas», en el extravagante Gorgias, apud Longino 3, 2) está implícito en Isócr., Pan. 151 y afirmado en Curc. 8, 5, 11, ambos muy poco dignos de confianza. Jen., An. 3, 2, 13 no demuestra nada; Arist., Mund. p. 398, 22 (Bekker) no se debe tener en cuenta; los griegos se quejaban de que la proskynesis era esclavizante (Jen., Hell. 4, 1, 35; Plut., Them. 27, 4), no sacrilega: cf. R. W. Frye, Irán. Ant. (1972), p. 102 para la continuidad de la costumbre. Embajadores griegos: Hdt. 7, 136; Plut., Them. 27-28. Nep., Con. 3, 3 y, sobre todo, Plut., Artax. 22, 8 (donde kypsas descarta la postración) no son pruebas de que esta postración fuera una práctica estándar, sólo que el rey pensaba que los enviados griegos eran tan abyectos que a veces, cuando acudían como prisioneros o suplicantes, los obligaba ponerse a gatas. ¡La broma en Arr. 4, 12, 2 consistía en que el persa lo exageraba! Elefante: Arist., H. A. 498a 9, mejora las visiones de otros: cf. G. A. 709a 10; H. A. 630b, y El., N. A. 13, 22, 1. Reina persa: Arr. 2, 12, 6. Fuentes: Arr. 4, 10, 5 s. es completamente desechable e incluso poco probable que derive de un peripatético (y esto tampoco le otorgaría mucho valor, ¿verdad?). Arr. 4, 14, 2 es muy diferente de la visión de Aristóteles en Rhet. 1361a 36 (un honor bárbaro, ni más ni menos). Curc. 8, 5, 13 s. comparte la misma estructura: un discurso a favor, un discurso en contra de Calístenes, un veto a la práctica, una burla de los persas. Sin embargo, las opiniones y el estilo no son similares a los de Arriano: Arr. 4, 10, 3 y 14, 3-4 son una prueba de lo mucho que había leído Arriano sobre este punto, y puede que él mismo compusiera en buena medida los discursos (¡Arr. 4, 11, 9 saca a colación a Jenofonte!). Sin duda, los paralelismos más cercanos son romanos de la época imperial: Ps.-Calíst. 2, 22, carta de Claudio a los alejandrinos y la propuesta de Cime a Labeón; cf. M. Charlesworth, PBSR (1939), pp. 1 ss. Cares en Plut. 54, 4 y Arr. 4, 12, 3 están en lo cierto, a lo que se suma L.R. Farnell, JHS (1929), pp. 79 ss.; es cierto que sabemos que una eskhara había sostenido el Fuego Sagrado en las procesiones (Jen., Cyr. 8, 3, 12), pero es una moda alemana ver este tipo de fuego en la mención que se hace aquí de bestia. Actitud de Calístenes: F23, 24, 42 y 50 para su helenismo; T21 es importante, cf. T20; F31 está probablemente bastante cerca de sus propias palabras. Just. 12, 6,17; Curc. 8, 8, 22 (como consuelo). Anaxarco: Berve, s. v., con testimonios completos. Contra el sesgo de Clearco apud Aten. 548b (importante), cf. El., V.H. 9, 37; Timón F58; Filodemo, De vitiis 4, 5, 6 es muy interesante; cf. quizás Arr. 4, 10, 6-7 para el sentimiento; con 4, 11, 6, cf. 4, 9, 7. Vino de Calístenes: T12. Su discurso: Hermipo apud Plut. 54, 1 (dudoso, pues Hermipo estaba muy unido al peripatético). Burla de los persas: Arr. 4, 12, 2; Curc. 8, 5, 22; Plut. 74, cada uno de un oficial diferente. Sólo Curc. 8, 5, 20 y Plut. 53, 1 señalan a los más ancianos como especialmente hostiles, pero ambos pasajes son tendenciosos. Tenacidad de Crátero: cf. Plut., Eum. 6, 2. Omisión de la proskynesis: Sólo en la falsa versión de Arr., Just. 12, 7 y Curc. 8, 5, 21 se plantea que se omitió la proskynesis; Arr. 4, 14, 2 (aunque falso) implica una tradición diferente. El relato de Cares no dice nada en absoluto. DS 18, 61,1 demuestra que los macedonios se la tributaron postumamente a Alejandro como a un dios; no es inconcebible que Ptolomeo y Aristóbulo no dijeran nada, puesto que el incidente era insignificante, excepto para los seguidores de Calístenes. Pero su silencio (de ahí que Arriano no se refiera a ellos) puede haber sido cuidadosamente calculado. Complot de los pajes: Arr. 4, 12, 7; 13, 5; 14,1 demuestra lo mucho que había leído de Arriano sobre este tema. Sin embargo, la cercana y exacta similitud de Arr. 4, 13 con Curc. 8, 6, 1-23 sugiere que utilizaron una fuente común; Arr. 4, 13, 4; 13, 7 difiere trivialmente de Curc. 8, 6, 9; 6, 20. A la vista de Arr. 4, 13, 5 = 8, 6, 16, esta fuente puede muy bien ser Aristóbulo, desde el principio hasta el final. Curc. 8, 6, 11 es la única pista para las fechas posteriores a la proskynesis: Estr. 11, 11, 4 da al pueblo el nombre de Cariatas, un nombre del que se puede seguir el rastro cerca del Oxo. Costumbre de cazar de los persas: Ctesias 688 F40; Jen., Cyr. 1, 4, 14; Plut., Mor. 173d. Protestas: Curc. 8, 7 s. recoge el falso Arr. 14, 2. En 8, 7, 2, ¡Sópolis de hecho se había ido a casa! (Arr. 4, 18, 3). Padres: Sópolis (Arr. 4, 18, 3) y Asclepiodoro (Arr. 4, 7, 2, con el participio de pasado en 4, 13, 4). Caricles puede ser hijo de un sátrapa leal de Lidia, pero para otro Menandro véase Plut. 57, 3. Papel de Calístenes: Arr. 4, 12, 7 implica dos puntos separados, Calístenes como cómplice y Calístenes como instigador. Sabemos que Ptolomeo y Aristóbulo afirmaron la complicidad de Calístenes (Arr. 4, 14, 1; cf. Curc. 8, 6, 24; Plut. 55, 4); esto era una variante de la historia (Arr. 4, 12, 7). Curc. 8, 8, 20 afirma que Calístenes era totalmente inocente (cf. «algunos» en Arr. 4,14,1), aunque sugiere una cierta implicación como instigador (8, 6, 24). Carta de Alejandro: si Hamilton puede deducir la ausencia de destinatarios a partir de Arr. 4, 22, con Curc. 8, 5, 2 y 22, en 1961, una falsificación del siglo III podría haberlo hecho mucho más fácilmente teniendo las historias originales, y no la desigual narración de Arriano. No consigo ver cómo se conservaría esta carta ni por qué Alejandro debería haberla escrito de un modo tan claro. Plut. 55, 6 dice: «Nadie conocía los planes de los pajes»; ¿no es esto contradictorio respecto a la instigación de Calístenes? Comentario de Anaxarco: Diels, Vorsokr. 2, p. 239 (de Sobre la realeza). Carta a Antípatro: Plut. 55, 7, como si en vida de Calístenes sólo contara la acción retrasada de su muerte (¿apologética y, por tanto, falsa?). Su muerte: Arr. 4, 14, 3; Cares apud Plut. 55,9 (Malloi Oxydrakai, ¿puede ser un desliz del propio Plutarco?); Just. 15, 3, 3-7.
Mercaderes de la India: Aristób. F20 y cf. el comercio de bedelio, Teof., H. P. 9, 1, 2 y Plin. 12, 35. Leyendas indias: J.W. McCrindle, Invasión of India by Alexander (1896) es un buen manual para las fuentes;Ctesias 688 F45;Nearco F8,11 y17-20, y Betón 119 F4; E.J. Bickermann, CPh (1952), pp. 65 ss. es magnífico; cf. O. Murray, CQ (1972), pp. 200 s. Heracles y Dioniso: A. Dahlquist, Megasthenes and Ind. Relig. (1962) recoge muchos testimonios y presenta conclusiones equivocadas. La «fecha» en Megástenes apud Arr., Ind. 9, 9. El énfasis constante en la «antigua independencia» de la India y la ausencia de cualquier mención del precedente persa es interesante. Heracles: Berve, n° 353, a pesar de la voluntad de Tarn de no creerlo. Alejandro y los reyes: Plut. 4. Ejército: véase mi estudio de próxima aparición. Sátrapas: Arr. 4, 22, 5 y Berve 1, p. 276 (mapa de los sátrapas). Sasigupta: Berve, s. v. «Sisicoto», n. 707. Nicea: A. Foucher, CRAI (1939), pp. 435 s. Ejército indio: véase B.K. Majumdar, Milit. Syst. in Anc. India (1960). Elefantes: P. Armandi, Hist. Mil. des Éléphants (1843); H. Bonitz, Index Aristotelicus (1961), s. v. «Elefante»; H.F. Osborn, Proboscoidea (1936-1942), vols. 1-2 y R. Carrington, Eléphants (1958); un amplio tema, y también P. Goukowsky, BCH (1972), pp. 473 ss. sobre las howdahs. Ruta de Alejandro: Estr. 15, 1, 26 para su lógica; O. Caroe, The Pathans (1958), pp. 45 ss. mejora los puntos de vista de Stein. Las excavaciones de Swat por los italianos, referidas en East and West, no pueden relacionarse con el lugar o la fecha. Peucelaotis: M. Wheeler, Charsada (1962), establece un vínculo con Alejandro. Nisa: Arr. 5, 1-2; Curc. 8, 10, 7= DS, prol. = Clit.; Plut. 58, 6. Kafirs: E.T. Schuyler-Jones, Annotated Bibliog. Of Nuristan (1966) está lleno de cosas interesantes; G. Robertson, Kafirs ofthe Hindu Kush (1896); Eric Newby, A Short Walk in the Hindu Kush (1972, 2ª ed.) es el libro más deleitable al que remiten estas notas; K. Jettmar, Proc. Amer. Philos. Soc. (1961), pp. 79 ss. se ocupa del culto a la cabra montés y la danza extática de las mujeres (¿Bacantes?); cf. Robertson, p. 384; G.M. Grierson, JRAS (1900), pp. 501 ss. sobre la lengua kafir; F. Maraini, Where Four Worlds Meet (1964) para la religión kafir. Meru: Polien. 1, 1, 2; Curc. 8, 10, 12; Arr. 5, 1, 6. Cf. D.C. Sircar, Ind. Stud. Past and Pres. (1967) pp. 233 s. Ataúdes: Curc. 8, 10, 8. Pir-Sar: A. Stein, On Alexander’s Track to thelndus (1929), especialmente pp. 100-159, es una obra maestra; cf. R. Fazy, Mélanges Ch. Gilliard (1944), pp. 7 ss. Mito de Heracles: se dice que alentó a Alejandro (Arr. 4, 28, 4) a pesar de las propias dudas de Arriano en relación con su veracidad (28, 2). Curc. 8, 11, 5 da crédito a Eumenes (enemigo de Ptolomeo) con actos heroicos que Arr.-Ptol. 4, 29, 1 limita a Ptolomeo. Taxila: Sir John Marshall, Taxila, vols. 1-3 (1951) y M. Wheeler, Flames over Persepolis, pp. 112-115; cf. la inscripción aramea encontrada en este lugar, de fecha incierta (¿seléucida?), por Cowley y Barnett, JRAS (1915), p. 340. Costumbres indias: Nearco Fu, 28; Aristób. F42; Onesícr. F5. Gimnosofistas: Onesícr. F17; Aristób. F41; Nearco F23; Arr. 7, 2, 2 s. se basa en Megástenes, no en Onesícrito (cf. 5, 15, 1). Plut. 65, 3 demuestra que el capítulo es un pastiche (contra Hamilton, HCPA, p. 180). Sólo Megástenes menciona el tema del «hijo de Zeus», no el contemporáneo; la drástica enmienda de J. Enoch Powell (JHS, 1939, p. 238) para Plut. 65, 2 ni tiene sentido ni es necesaria. U. Wilcken, Sitzb. Berl. Akad. (1923), pp. 161 ss. argumenta erróneamente que Aristób. F23 refuta todo el relato de Onesícrito. Su leyenda: Arr. 7, 1, 5 s., y el nuevo papiro de V. Martin y P. Photiades, RhM (1959), PP. 77~139; a pesar de J.D.M. Derrett, C & M (1960), pp. 64 ss., no creo que sea una obra perdida de Arriano. P. Pfister, Hermes (1941), pp. 143 ss. sobre la leyenda de los gimnosofistas; cf. J.D.M. Derrett, ZRGG (1967), pp. 33 ss., el mejor relato con diferencia del Milindapanha y su vinculación con el Román d’Alexandre.
Recompensa de Poro: Curc. 8, 12, 18; Estr. 15, 1, 28. Nuevas ciudades: M. Wheeler, Flames over Persepolis (1968), pp. 98-118 con nuevos testimonios. Lugar de la batalla: incierto, pero por mi parte prefiero A. Stein, Arch. Reconn. in N. W. India (1937), pp-1-36.Batalla: Arr. 5, 9-19; Curc. 8, 13-14; DS 87-89 (débil); Plut. 60 cita la propia carta de Alejandro, de la que sospecho profundamente; Plut. 60, 2 calcula el tiempo de la batalla (cf. Curc. 8, 14, 28), pero todos los demás detalles de la carta corresponden a Arriano, excepto a la absurdidad de los macedonios estupefactos (Plut. 60, 2) que, pese a Hamilton, HCPA, pp. 163 ss., seguramente la condena. Ptolomeo es dejado de lado en Curc. 8, 13, 23 y 27; no así en Arriano (y cf. Curc. 8, 14, 15). Curc. 8, 14, 5 nombra a Pérdicas; Ptol.-Arr. 5, 15, 1 ¿lo omite deliberadamente? En mi opinión, Ptolomeo-Arriano nunca menciona a los Compañeros de a Pie en la batalla (frente a DS 88, 2; Curc. 8, 14, 16 sobre sus sarisas contra los elefantes). En Arr. 5, 12, 2, creo que las brigadas de Clito y Ceno son hiparquías (cf. Arr. 5, 16, 3; y poco después, Arr. 5, 22, 6), y sospecho que Arriano ha confundido estos dos antiguos Comandantes de a Pie con sus antiguas unidades; Arr. 5, 13, 4 no menciona a Compañeros de a Pie en el frente de la infantería (falange sólo significa aquí «línea de batalla», al igual que muchas otras veces); Arr. 5, 14, 1 menciona a seis mil hombres de infantería (cf. 5, 18, 3), y a tres mil hipaspistas, mil agrianos y de dos mil a tres mil arqueros que inventa por su cuenta (Arr. 5, 12, 2; cf. sus tres comandantes en 5, 16,3); Arr. 5, 13, 4 implica que Alejandro tenía más hiparquías que las tres de 5, 12, 2 para escoger. Sugiero que tomó también las de Clito y Ceno, y que ya no eran líderes de la falange, aunque Arriano los confundió bajo la palabra neutral taxis. Carga de Ceno: contra la derecha del enemigo (Arr. 5, 16, 3); Curc. 8, 14, 18 está confundido. Armas-elefante: Curc. 8, 14, 29. Para Poro, cf. Berve, s. v., n.° 683. Bucéfalo: sello de piedra en A.D.H. Bivar, Journ. Num. Soc. Ind. (1961), pp. 314-316, y O. Rubensohn, Hellenistisches Silbergerät in antiken gipsabgussen (1911), pp. 45-46 y pl. 6; E.T. Newell, E. Seleucid Mints (1938), en especial p. 239 y pl. 51; E. Babelon, Les monnaies des Rois de Syrie (1890), introd., pp. 18-25; Ap., Syr. 56; Malalas, p. 202 (ed. Bonn); Suda, s. v. «Bucéfalo» (texto enmendado). Marco Polo: A. Ricci, Travels of Marco Polo (1939), p. 57. Medallón de Alejandro: cf. también W. B. Kaiser, JDAI (1962), pp. 227 ss. César: DC 37, 54, 2;Plin. 8, 155 y S. Weinstock, Divus julius (1972), pp. 86-87.
F. Schachermeyer, Innsbruck. Beitr. zur Kulturgesch. (1955), pp. 123-135 (reimpreso en G.T. Griffith, Main Problems) es debidamente indulgente con los objetivos de Alejandro. Sacrificios: Curc. 9, 1, 1; DS 89, 3. Clima: Ctesias F45: cf. Arr. 5, 10, 1, para el conocimiento de Alejandro. Madera: DS 89, 4 = Curc. 9, 1, 4 = Estr. 15, 1, 29 = Clit., Onesícr. Planes: Nearco (apud Estr.) F20; Arr. 6, 1, 2; sus citas no concuerdan; Teof., H. P 8, 4, 5 (¿es posible que estos pissatoi desconocidos sean indios?). Baniano: Onesícrito y Aristóbulo en Estr. 15, 21-24: Teof., H. P 4, 4, 4-5; El., H. A. 5, 21 sobre los pavos reales de Alejandro (Curc. 9, 1) es muy gracioso. Lluvias: Aristóbulo y Nearco en Estr. 15, 1, 17-18: cf. Ind. 6, 5. Serpientes: Nearco Fiob; Ind. 15, 11; Aristób. F38; Onesícr. F16 y 22. La Anábasis de Amano es imperdonablemente sosa, omitiendo de entrada todos estos detalles. Chenab: Ptol. apud Arr. 5, 20, 8. Misión de Poro: Arr. 5, 21, 2. Bajas indias: Arr. 5, 24, 5 .Reino de la Prosperidad: S. Levi,JA (1890), pp. 234-240; Onesícr. Fu. Perros: Aristób. F38, 40 (cf. Estr. 15, 1, 31). Refuerzos: DS 95, 3; Curc. 9, 3, 21. Ceilán: Onesícr. F12 y 13. Fegeo: DS 93, 2 = Curc. 9, 2, 1-7;Plut. 62. Magadha: véase Camb. Hist. Ind. pp. 279 ss.; K.A.N. Sastri, A History ofS. India from Prehist. Times… (Oxford 1966), pp. 82 ss. Ksandrames: contra Camb. Hist. Ind., el nombre se deriva mejor de Augrasainya, hijo de Ugrasena (B. Prakash, Stud. in Ind. Hist. and Civ. [1962], pp. 104 ss. demuestra el vínculo con la dinastía de Magadha, por otro lado atestiguada en fuentes budistas). Paisaje: Arr. 5, 25, 1 conoce una tierra fértil al otro lado del Beas (¡cf. El., H. A. 15, 7!); DS 93, 2 (Curc. 9, 2) se refiere a una tierra desértica «al otro lado del río Indo», es decir, el desierto de Thar. D. Kienast, History (1965), pp. 184 ss. desea enmendar este «Indo» también para el Beas, y, por tanto, critica la geografía de Clitarco. Sin embargo, Alejandro pudo, en efecto, haber preguntado también acerca del Indo; cf. Estr. 15, 1, 26 y 32 para este (inicial) conocimiento del desierto de Thar, adquirido quizá gracias a Fegeo en esta ocasión. Puesto que Alejandro pudo haber ido mucho más allá del Beas de lo que cree Kienast (Estr. 15, 1, 32 no excluye esto), el desierto de Thar pudo, en efecto, haberse encontrado cerca del sur (desconocemos cómo eran los ríos y la geografía esteparia del área en 326 a. C.). Sin duda el alejandrino Clitarco (que escribió unos veinticinco años antes que Megástenes) no se inventó esta referencia directa a Ksandrames, y, tanto si su geografía es un desliz como si no, el alto mando de Alejandro conocía la verdad al otro lado del Beas (cf. Arr. 5, 25, 1). Ganges: Policlito F10; Arr. 5, 26, 2; DS 18, 6, 2 no son descartables, sobre todo porque un camino real con mojones discurre desde Taxila hasta Palimbothra (Plin. 6, 61 s.). Joyas en el río: Plin. 37, 1-77. Soborno: DS 94, 3; Just. 12, 4, 11-12, ¡de nuevo omitido por Arriano! DS 94, 1-3 es excelente. Motín: Arr. 5, 28-29 (una vez más, Alejandro se enfurruña «durante dos días»); DS 95 = Curc. 9, 3,19 = Plut. 62, 7 = Just. 12, 8,16, y dudo que sea una mera leyenda. Filóstr., V. Ap. 2, 43 es interesante. Dhana Nanda: F.F. Schwarz, «Die Griechen und die Maurya-Dynastie», en F. Altheim, Die Geschichte Mittelasiens im Altertum (1970), pp. 267 ss. Hijo de barbero: B. Prakash, Studies in Ind. Hist., pp. 114 ss. y el Jain Hermacandras Parisistaparvan 6, 232 y 8, 2-3; para su papel, véase el Visnupurana 4, 24. Sobre las cifras: B.K. Majumdar, Milit. Syst. in Anc. India (1960) con paralelismos épicos; cf. S. Digby, Warhorse and Elephant in the Delhi Sultanate (1971), pp. 55 ss. para contrastar cifras. Chandragupta: Plut. 62, 9; Mor. 542d; B. Prakash, Studies, passim. Sobre Kautilya, los estudios son innumerables; véase U.N. Goshal, Hist. oflnd. Pol. (1966); H. Scharfe, Unters. zur Staatsrechtl. des K. (1968); Megástenes necesita un estudio; R.C. Majumdar, Class. Accounts of India (1960) y JAOS (1958), p. 273, (1960), p. 248 van en una mejor dirección que O. Stein, Megastbenes und Kautil. (S-B, Viena 1921). Palimbothra: L. A. Waddell, Report on Excav. At Patna (1903); M. Wheeler, Flames over Persepolis (1968); Megástenes, FGH 715 F18, 19 y 32; El., H. A. 13, 18.
Aborto de Roxana: Epit. Mett. 70. Flota: cf. Ind. 19-20 con los diferentes detalles y cifras de Arr. 6, 2, 3-4. Nearco da unas cifras relativas a la flota inferiores a las de Ptolomeo, y, respecto a la cantidad de ciento veinte mil hombres, véase mi estudio de próxima aparición. Qurqurrus: L. Casson, Ships and Seamanship in Ancient World (1971), p. 163. El transporte de caballos por mar es, en sí mismo, una práctica que, por ejemplo, los normandos aprendieron de los árabes, y de este modo consiguieron embarcar a la caballería para cruzar el canal: Dictionnaire des Antiquités, s. v. «Hipagogos» para los testimonios. ¡Uno se pregunta cómo los persas sasánidas llevaron caballos desde la India hasta Persia por mar! Séquito del equipaje: cita de Multan a partir de J. Dunlop, M. D. (1849). Velas púrpuras: Plin. 19, 22. Malios: Arr. 5, 22, 2 es importante en lo tocante a una enemistad previa. Estilo de la campaña: Arr. 6, 14, 2; 6, 20.1-2, cf. 6, 15, 1; 6, 6, 1 y en especial 6, 15, 7 yAristób. apud Arr. 7, 20, 1-2: restauración de la libertad y autonomía. Implica que las informaciones sobre el gobierno persa en el curso bajo del Indo eran escasas (Arr. 6, 14, 2, pero obsérvese el asombroso Curc. 9, 7, 14, que, en vista de los vínculos con Aracosia tratados por A. Foucher, La vieille route (1947), vol. 1, p. 209, puede no estar equivocado; cuantas más cosas sabemos de Aracosia, más debe tenerse en cuenta). Atrocidades: Arr. 5, 24, 3-5 para su existencia antes del motín. Los que se rindieron fueron tratados con clemencia (DS 96, 2, 3; Arr. 6, 4, 2; DS 102; Curc. 9, 8, 4-7), pero se ensañaron con quienes se resistieron: DS 96, 3; Curc. 9, 4, 5-6; Arr. 6, 6, 3; 6, 6, 5-6, 7; 6, 11, 1 y DS 99, 4. Objetivos de Alejandro: M.E.L. Mallowan, Iran (1965), p. 1; W.F. Leemans, For. Trade in the Old Babylonian Period (1958), pp. 159 ss. da de ellos una visión objetiva. Para Alejandría-Opiane, cf. E. Byz. y Arr. 6, 15, 2, con E. Byz., s. v. «Opias», que cita a Hecateo (F299) y (en última instancia) a Escílax; DS 102, 4; Curc. 9, 8, 8 probablemente se refiere también a esta Alejandría, cuya localización (bajo un nombre antiguo equivocado) es tratada por Maj.-Gen.; A. Cunningham, Ancient Geography of India, vol. 1 (1871), pp. 170 ss. Dudas de los amotinados: Arr. 6, 7, 6; Curc. 9, 4, 16. Multan: Arr. 6, 8, 4 (la «ciudad más grande») y su topografía apoyan su emplazamiento (Plut., Mor. 327b y 344c son mera retórica). Rescatadores de Alejandro: la omisión de Aristónoo por parte de Arriano (Curc. 9, 5, 15) es menos probable que se deba a la tendenciosidad de Ptolomeo, que el vilipendio de Pérdicas en Arr. 6, 9, el cual no se encuentra en ningún otro lugar. Pero se ajusta a la visión de la historia «personal» de Ptolomeo, cuya presencia gloriosa desmentía la historia de Clitarco; el desmentido no prueba cuál de ellos escribió primero. Audacias previas: véase Arr. 4, 3, 3; 26, 6; Curc. 4, 4, 10. Teoría médica: véase Galeno 4, 78-79; F. Steckerl, Fragms. of Praxagoras (1958), pp. 17 ss. F Lammert, Gymnas. (1953), pp. 1-7 sobre la herida. Recuperación de Alejandro: Arr. 6, 12-13. Ofertas de paz: Curc. 9, 7, 15; 9, 8, 1. Proyectos de construcciones: Arr. 6, 16, 7; 6, 17, 1; 17, 4; 18, 1, 18, 7; 20, 1; 6, 20, 5, es seguramente Quilinépolis, la Ciudad de Madera, de Onesícrito y Nearco F13. Brahmanes: DS 102, 5 es más breve y oscuro que el creíble Arr. 6, 15, 6, prueba de por qué era necesaria la severidad; cf. los «ochenta mil» asesinados en el reino de Sambo, Curc. 9, 8, 15 = DS 102, 6 = Clit., donde Arr. 6, 16, 4 es más sutil y más realista. Arriano-Ptolomeo lo omite (¿Clitarco?) elogiando el asunto de la curación de Ptolomeo: Curc. 9, 8, 25; DS 103, 6; Curc. 5, 15, 2 y 7. Destacamento de Crátero: Arr. 6, 15, 5, lo recoge de nuevo en Arr. 6, 17, 3 (a pesar del cargo de Crátero en 6, 15, 7). Es concebible que la masacre de los brahmanes fuera omitida por Ptolomeo o Aristóbulo (o ambos), y que Arriano diera una nueva fuente para esto, regresando a Crátero (cf. Just. 12, 10, 1), donde lo deja. Pero puede que el desliz sea simplemente estilístico, como muchos de los míos. Sacrificios en Pátala: Arr. 6, 19, 4-5, ambos referentes al (distinto) orden de Amón. Para la marea, cf. Arr., P. 37-40. Nearco: Ind. 20, especialmente 20, 2 (cercano a pothos) y 20, 11. Financiación: Plut., Eum. 2.
La marcha a través del Makran ha sido brillantemente tratada en el único artículo actual destacable sobre Alejandro: H. Strasburger, Hermes (1952), pp. 456 ss., y su nota en Hermes (1954), p. 251. Estoy de acuerdo en que Arr. 6, 23 = Ptol.; Arr. 6, 24-25 = Estr. 15, 2, 6-7, 1 = Teof., H. P. 4, 4, 13 = Nearco. Sin embargo, polloi en Arr. 6, 24, 1 implica que Nearco no era la única fuente (¿original?) para ofrecer un relato claro. Embajada de los gedrosios en 330: Arr. 3, 28, 1, una fuente importante del «conocimiento» de Arriano. Geografía: actualmente se sabe que la costa se ha hundido bastante (cf. la inspección más reciente por el Pennsylv. Mus. Team, publicado en su boletín «Expedition» de 1962). Las ciudades del tercer milenio quizás implican una prehistoria más amable de lo que Strasburger (y Sven Hedin) cree: cf. Antiquity (1962), p. 86 (1964), p. 307 para los informes. Pero R.H. Raikes y E. Dyson en Americ. Anthropologist (1961) y (1963) argumentan, a partir de un estudio, que este temprano asentamiento no presupone un clima más suave; obsérvese, sin embargo, Estr. 15, 2, 3, donde el Makran es «menos atroz» que la India. El calor por sí solo no constituía su principal horror. Alejandría-Rambacea: Arr. 6, 21, 5; 22, 3 para su hallazgo; DS 104, 8 la sitúa «cerca» del mar; Arr., P. 37 tiene noticias de una ciudad-capital que se encuentra a siete días tierra adentro, en un río. E. Byz., s. v. «Alejandría» habla de una Alejandría de Makarene (Makran), en el río Maxates; probablemente estaba cerca de Coccala (Ind. 23, 5 para el encuentro de Leónato con la flota), quizás en el actual río Purali y, sin duda, en un emplazamiento antiguo. Hasta qué punto importaba más el comercio de las especias (Arr. 6, 22, 4) que el contexto que lo rodeaba (P. 37), no pretendo saberlo. El emplazamiento de la ciudad junto a Aracosia (Curc. 9, 10, 7) no es un error; bajo la administración persa (véase Darío Bisitun 47, y el hecho de que ninguna provincia se llamara Gedrosia), el Makran formaba parte de Aracosia (de ahí Arr. 3, 28, 1), una disposición que recuperó Alejandro tras la muerte de los sátrapas. Escaramuzas: el énfasis puesto en Ptolomeo en DS 104, 5 = Curc. 9, 10, 7 = Clit. se omite a partir de Ptolomeo-Arriano; cf. el muy interesante DS 103, 6 = Curc. 9, 8, 21-28 = 5, 15, 2 y 7, probablemente Clitarco; cf. P. Goukowsky, REA (1969), p. 320 (no es convincente). Deberíamos recordar también la fuente «pro-Ptolemaica» (¿Clitarco?) en DS 18. Motivos para la marcha: Nearco en Arr. 6, 24, 2-4 (en demasiadas ocasiones mal traducido); Estr. 15, 2, 5 (obsérvese «ellos dicen»-¿Nearco y Clitarco?-); Ind. 20, 1; 32, 10 (importante). Semíramis: Curc. 7, 6, 20; 9, 6, 23 y W. Eilers, Semiramis (1971) para su leyenda. Comercio marítimo: H. Schiwek, BJ (1962), pp. 43-86, pesado, pero contiene mucha bibliografía sobre la ruta de Nearco. N. Pigulewskaya, Byzanz auf den Wegen nach Indien (1969) merece la pena. Especias: J.I. Miller, The Spice Trade of the Roman Empire (1969) cita muchos testimonios, pero hay que usarlo críticamente. Comercio marítimo persa: Dar. Susa inscrip. 30-35. Alejandro y el alto mando: autoi ge en Arr. 6, 23, 1 es el único rastro de desacuerdo. Suministros: Arr. 6, 20, 5 y Curc. 9, 8, 29; no para la guarnición, sino para la stratia (expedición, pero en Arr. 6, 21, 3 = ejército de tierra, no la flota). Puede que algunas de estas provisiones fueran consumidas por Nearco mientras duraron los vientos adversos (en los dos primeros meses), pero Ind. 21, 13 implica que los hombres pasaron hambre desde muy pronto. Muerte del sátrapa: Ind. 23, 5; Arr. 6, 17, 1; llamarlo un inocente chivo expiatorio es una pura fantasía. La victoria de sus soldados: DS 106, 8 tergiversa Curc. 9, 10, 19, cuya fuente y orden está siguiendo; Ind. 23, 5 (cf. Arr. 7, 5, 5) es el propio informe de Nearco y obviamente es correcto (R.D. Milns, Alexander the Great [1968], p. 235 es absurdo). Fuentes para la marcha: Strasburger, pp. 478-486 es excelente. Viaje de Nearco: Ind. 21-35. Sus barcos para el grano: kerkouroi en 31, 3, 23, 3. Canela: J.I. Miller, The Spice Trade, pp. 154 s. Camellos de rescate de Alejandro: DS 105, 6; Curc. 9, 10, 17; Plut. 66, 3; Arr. 6, 27, 3 (la nota de C.B. Welles en su Diodorus, pp. 426-427, Loeb, es otra de sus meteduras de pata). Kirman: Estr. 15, 2, 14; Onesícr. F32. Diversión tras el triunfo: Arr. 6, 28, 2; las dudas son importantes (a diferencia de 5, 1, 2, no tenían dioses para aplacarlos; cf. la diversión en Arr. 5, 2, 7, increíble para él), pero probablemente no había leído a Clitarco, que apadrinó primero la historia. DS 106, 1 = Curc. 9, 10, 22 = Plut. 67, 1-3 = Clit.; aunque era un alejandrino (Jacoby T12). Clitarco quizás escribió antes de que el mito de Dioniso fuese plenamente adoptado por los Ptolomeos. Resultados: cf. A. Alföldi, Rom. Mitt. (1954), pp. 88 ss.; F. Pfister, RE, suppl. 4, 177 ss., s. v. «Epifanía» (muy minucioso); Calíxeno, FGH 627 F2; Val. Máx. 3, 6, 6; Plin. 33, 150; DC 77, 7, 1. El silencio de Ptolomeo y Aristóbulo no tiene trascendencia: ¿podría haber empezado todo esto a partir de una mera leyenda literaria? Regreso de Nearco: Ind. 33-36, en especial 35, 8. Bagoas: Dicearco apud Aten. 13, 603a-b. Cifras de las pérdidas: inciertas, pero Strasburger, pp. 486-487, está equivocado.
Consejo de Aristóteles: Mary Boyce, trad. Letter of Tansar (1968) pp. 27 ss.; Maquiavelo, El Príncipe, cap. 4. Descontento provincial: el mapa en Berve, vol. 1, p. 276 es inestimable. Bactriana: Curc. 9, 7, donde sospecho que Berve, nº 27 y 29 son el mismo hombre. La elección de un rey no es compatible con la medida de ir a casa, quizás un intento minoritario (Curc. 9, 7, 11 es vago). Revueltas iranias: Berve, s. v. «Tiriespis» (cf. Proexes); Arr. 6, 27, 2 (India); Menón (con Arr. 6, 27, 3); Arr. 6, 29, 3 (¿cuántos socios?) Berve, s. v. «Autofrádates» (reunidos ya de nuevo en el invierno de 328-327: Arr. 4, 18, 2; Curt, 8, 3, 17 y el arresto eludido; regnum affectasse suspectus, al final fue llevado a Susa en 325-324 y merecidamente ejecutado; Curc. 10, 1, 40-42 es una buena advertencia contra la propia retórica de Quinto Curcio); Berve, s. v. «Astaspes» (cf. Ind. 36, 8-¿la causa o el efecto de su arresto?-; Plut. 68, 6 sugiere que fue la causa); Berve, s. v. «Orontes» y «Sabictas»; Zopirión (una marcha muy interesante: Just. 12, 2, 16; 37, 3, 2 sobre su alcance; Macrob., Sat. 1, 11, 33 sobre su dirección, recordando los objetivos de Alejandro en Arr. 4, 15, 6; obsérvese cómo Olbia era una aliada de la Mileto «libre», GHI 195). Supuesto reinado del terror: E. Badian, en JHS (1961), pp. 16 ss. ha inspirado libros enteros de divulgación a través de sus mordaces comentarios; por desgracia, no sólo en sus opiniones sino también en muchos puntos básicos sus testimonios están equivocados. Hace tiempo que se le debe una minuciosa refutación. En su lista de víctimas, Apolófanes (no un chivo expiatorio, sino explicable simplemente en términos de una revuelta nativa y los deficientes caminos del Este), Autofrádates (mencionado antes), Antípatro (incierto) y quizás Agatón deberían eliminarse, dejando ocho destituciones seguras, cinco iranios, cuatro de ellos gobernadores bajo el reinado de Darío. Las estadísticas para 331-328, cuando los arrestos se hicieron en la corte, son mucho más impresionantes; por entonces, Alejandro no se había visto frustrado en el Beas. (Podemos omitir a Maceo, Frasaortes y otros entre 331 y 327 que «murieron a tiempo».) La lista de Badian de las detenciones no tiene en cuenta la geografía (en el caso de Atrópates), los testimonios (Estasanor: Arr. 6, 29,1; Peucestas: llegó la víspera de la muerte de Alejandro), la posible calumnia en el panfleto del último banquete de Alejandro (¿estaban presentes los veinte oficiales o sólo fueron acusados de haber estado presentes?) e, incidentalmente, los testimonios en relación con los sátrapas ausentes que a menudo vivían en la corte en la época persa (un amplio tema, Driver, Aramaic Documents, passim sobre Arsames, y especialmente Jen., Cyr. 8, 6, 4-5). Creciente severidad de Alejandro: Ind. 36, 1-2 es interesante; Arr. 6, 27, 4 no demuestra nada; 6, 27, 5 es un comentario del propio Arriano; 7, 4, 3 recoge 6, 17, 4 y es relevante (pero ¿quién dijo legetai?). Aristóbulo en 7, 18, 1 es el mejor testimonio, pero, de nuevo, Alejandro estaba castigando, ¡no dando rienda suelta a su frustración! DS 106, 2 (obsérvese el término misoponeria; ¿estaba esta idea presente en Clitarco?) piensa que está plenamente justificado; no hay ninguna fuente original objetiva con la que «arrancar» ningún «velo de irrealidad», pues incluso Clitarco escribió un elogio y todas las demás fuentes decentes eran cortesanos. Hay sólo la necia retórica del propio Curcio; cf. su tergiversación de los arrestos de Astaspes (deliberadamente mal fechados: Curc. 9, 10, 21 y 30), Autofrádates (mal interpretado) y Orxines (confuso, véase más abajo). Me gustaría saber más de Plut. 68, 7, el propio Alejandro atravesando a un sátrapa con una lanza, pero obsérvese Plut. 68, 3, la reivindicación de la purga de Alejandro. Personalmente, no veo que fuera más severo que en el momento de su entronización (aunque a las fuentes posteriores les gustaba enfatizar su cambio para peor, al estilo romano). Curc. 10, 9, 18 y DS 18, 37, 2; 19, 51 dan una amplia visión de esta breve purga. Generales medos: Berve, s. v. «Cleandro», «Sitalces el Tracio», «Agatón» (en una ocasión tracios) y «Heracón». Es de lo más extraño que Badian no incluya el asesinato en masa de seiscientos mercenarios, pero después tampoco se refiere a los cargos esgrimidos contra sus líderes. Saqueo del templo: Polib. 10, 27 es muy relevante; para la ofensa, cf. la muerte de Antíoco III en Persia, DS 28, 5. Violación: véanse las anécdotas en Plut. 22, 41 y Mor. 333a. Disolución de los mercenarios: cf. Escolios a Dem. 1, 19 para el precedente; DS 106, 2-3, aunque por motivos geográficos Kirman (¿enero-febrero de 324?) sugiere que esta orden se sitúa después (¿a causa?) la huida de Hárpalo (¿para quién más había reunido dinero para escapar?). Hárpalo huyó de Tarso (Teop. F253-254), no de Babilonia, que está absurdamente lejos como para arrastrar semejante tesoro. Debería haber alcanzado Atenas hacia el 22 de julio de 324; fue admitido por Filocles, cuyo cargo de general (tal como es descrito en Dinarco 3, 1) se sabe que había pasado a otro hombre en 324-323 (IG 22, 1631). Badian, p. 42 llega a la misma conclusión por una razón equivocada y añade un argumento extraordinariamente vago del Delio de Timocles. Yo diría que Hárpalo llegó en julio, como Nicanor; habría huido de Tarso en junio con sus seis mil mercenarios. En este caso, la orden de los mercenarios corresponde aproximadamente a mediados de verano de 324; aparentemente los hombres que estaban en las Alejandrías no se vieron afectados (DS 18 ,7, 1 s.; ¿eran también mercenarios o ciudadanos del reino?) y me pregunto si Cleómenes, por ejemplo, tuvo que entregar sus tropas. Ciertamente, muchos no serían griegos ¡por no hablar de los exiliados! Pasárgarda: Aristób. apud Arr. 6, 29; Estr. 15, 3, 7; F51. La «primera visita» a la línea 22 fue a principios de 330; la orden de reparación se dio en la segunda visita. Plut. 69, 3 nombra a Polímaco como culpable. Aristób. F51b, línea 27 insiste en que no fue obra del sátrapa; Curc. 10, 1, 27 s. es, de este modo, una majadería, pues si el sátrapa había sido acusado de desvalijar Pasargada, el apologético Aristóbulo no habría refutado la acusación. De hecho, Orxines fue colgado en Persépolis por expoliar tumbas reales (H. Strasburger, Gnomon (1937)» p. 492 pregunta «¿qué tumbas reales, entonces?». Respuesta: todas las que estaban alrededor de la terraza de Persépolis, que actualmente todavía puede verse). Arr. 6, 30, 1 no excluye a Bagoas entre los acusadores. Curc. 10, 1, 37 s. ¡es sólo efectismo romano! Susa: Abulites y Oxatres, Berve, s. v.; Ps.-Arist., Oec. 1353a da un contexto valioso; cf. Ind. 38, 9. Iranios leales: Berve, s. v. «Atrópates», «Fratafernes», «Artabazo», «Oxiartes». Realmente no sabemos que sus sustitutos fueran «personas insignificantes». Puede que todos ellos fueran príncipes: DS 19, 48, 1-2 es muy relevante en cuanto a sus méritos; para Arcón, sátrapa de Babilonia, cf. su prestigiosa inscripción en BCH (1959), pp. 158-166, fechada por J. Bosquet para referirse a una victoria en los juegos antes de 334. Adivino de Babilonia: Aristób. apud Arr. 7, 18. Hárpalo: Berve, s. v., con todos los testimonios. Pórtico de Babilonia: F. Wetzel & E. Schmidt, Das Babyl. Der Spätzeit (1957), pp. 24 ss.; Teop. 115 F255-257 Y 253-254, en especial 253, líneas 25 ss., un comentario fundamental. Berve incluye también todos los valiosos testimonios de poetas cómicos. DS 108, 4: no sabemos si Hárpalo era el tesorero jefe o uno entre muchos. Para Pitionice Afrodita, cf. Aten. 254a, 588c, 587b y Plut., Amat. 9 (Belestice) y el conjunto de testimonios para Arsínoe Afrodita. Monedas de Tarso: E.T. Newell, Tarsos under Alex., pp. 16-22, seguramente un rastro de Hárpalo. H. von Aulock, JNG (1964), p. 79 no afecta a esto. El cercano tesoro en Cinda es tratado por R.H. Simpson, History (1957), 503. Hermanos de Hárpalo: Berve, s. v. «Tauron», posiblemente «Filipo» y «Calas, hijo de Hárpalo», pueden ser pertinentes; simplemente no sabemos que Macatas, el padre de Hárpalo, fuera elimiota (véanse mis contraejemplos en el cap. 2), o que este vínculo con el elimiota Cleandro hubiera sido más importante de lo que, al parecer, fue para Ptolomeo, quien favoreció a Aristónoo, su compañero de Eordia, o para Crátero, que favoreció a Pérdicas, también oréstida, en medio del caos no tan distinto que se produjo cuando finalmente Alejandro murió. Los antiguos vecinos pueden odiarse los unos a los otros más violentamente que a los extranjeros. Arresto de mensajeros: si la primera «huida» de Hárpalo fue planeada (como yo creo) por espionaje, Plut. 41, 8 debe de referirse a la segunda. Carta de Grecia: Curc. 10, 1, 43, donde Coeni es seguramente un error muy tonto del manuscrito o un desliz de Curcio para tou koinou del original griego. Exiliados: DS 18, 56, 3, y sobre todo 4-5, son un buen recordatorio de que los exiliados no dejaron de ser exiliados en 336-334. Arcadia, de donde procede la única inscripción segura que se refiere al Decreto de los exiliados (GHI 202), apoyó a Agis en 332-331 y se opuso a Alejandro en 336-335. En cada caso, los hombres habrían sido exiliados; cf. DS 18, 56, 4, lo que implica que muchos exiliados fueron desterrados desde 334 al interior de Grecia. P.A. Brunt, CQ (1969), pp. 241 ss. hace de un total de veinte mil una cifra plausible: DS 18, 8, 5 es bastante explícito acerca de que todos los exiliados se habían reunido, sumando más de veinte mil (¡ninguna razón para «añadir a sus esposas y familias», con Badian!). Decreto de los exiliados: ¡no es relevante para la deificación de Alejandro o para sus mercenarios! Si Alejandro hubiese querido que los mercenarios que deambulaban se fueran a casa, habría promulgado un Decreto de los mercenarios; de hecho, nada da a entender que estos mercenarios fueran mayoritariamente exiliados y no vagabundos hambrientos; que se sepa, había muy pocos que fueran griegos. Badian, pp. 25-40 confunde toda la cuestión; en este caso, sólo observo que, incluso hacia finales de 323, meramente ocho mil estaban esperando en el Ténaro, y, mucho después del Decreto de los exiliados, no mostraron el más leve signo de regresar «a casa» (DS 18, 9, 1 y 18, 21, 1 son probablemente sus vestigios); que sin duda no había «más mercenarios en el servicio persa que aquellos que había en Isos» (la referencia a Hammond, Hist. Of Gr., p. 665 es vacía); que sólo en el Gránico (donde Alejandro masacró a la mayoría de griegos disponibles para Darío) hubo algunos griegos mercenarios tachados de traidores, y que éstos fueron enviados a las minas de Macedonia, no castigados con el exilio (Arr. 1, 16, 6); que los pocos griegos mercenarios que se dejaron después de la masacre en el Gránico y la dispersión de Isos, o bien murieron en Gaugamela o se redujeron a 330, y, por lo que se sabe, no se envió a ninguno de ellos al exilio (Arr. 3, 24, 5). Podrían complicarse las cosas, pero los mercenarios y los exiliados no son en absoluto el mismo problema; supongo que el Decreto de los exiliados se aplicó sólo a la Liga griega (DS 111, difícilmente es «una macabra y vivida descripción», no refuta esto, como tampoco especifica que los hombres involucrados fueran exiliados griegos, en vez de carios, egipcios, etc. Al igual que 106, 2, imagino que esto es una mera hipérbole; DS 18, 8, 5 es decisivo para las cifras en cuestión, ¡como también para los que fueron atraídos por Agis!). Si la orden de disolución se sitúa después de la huida de Hárpalo, el Decreto de los exiliados puede que fuera remitido a Grecia antes de que ningún mercenario estuviera deambulando. GHI 202, líneas 9-16 demuestra que en Tegea, al menos, muchos exiliados que regresaron habían sido extremadamente ricos. Arcadia fue famosa por los mercenarios, pero en Tegea, el lugar donde hay la prueba más sólida del regreso de los exiliados, también tenemos noticia de levantamientos después de Agis (Curc. 6, 1, 20), un aspecto más relevante. Deberíamos tener muy en cuenta las masas de exiliados que fueron expulsados incluso antes de 338. El Decreto: E. Bickermann, REA (1940), pp. 25 ss. es la única disertación sobresaliente, señalando su legalidad (en teoría) y la recuperación táctica de diagrammas en 319 (DS 18, 56, 1 y 56, 3). No tengo nada que añadir a un artículo que debería haber resuelto el asunto. Portador del decreto: Berve, s. v. «Nicanor», nº 557. Fecha: R. Sealey, CR (1900), p. 185. Calano: Plut. 69, 6-70, 2 (la orgía); Arr. 7, 3; 18, 6; DS 106; Estr. 15, 717-718; Aten. 437a; El. V. H. 2, 41; Cic., Div. 1, 47; Val. Máx. 1, 8, ext. 10; Suda, s. v. «Cálano». Bodas: Cares F4 y Arr. 7, 4, 4-8. Sobre los puntos del estatuto, cf., por ejemplo, W.K. Lacey, The Family in Classical Greece (1968). El matrimonio de Dura —el testimonio es notable—: F. Cumont, Fouilles de Dura (1926), cap. 6, nº 62-67 y pp. 344-345. Estr. 14, 5, 25 es correcto desde el punto de vista cultural; cf. Estr. 17,1,12, donde seguramente migades sólo significa griegos de origen griego mixto, no greco-egipcios.
Deudas: Arr. 7, 5, donde 7, 5, 2, a mi entender, no se lee como una invención de Amano (a pesar de Arr., prol. 2), sino como un relato directo de las (supuestas) palabras de Alejandro. Sólo la monarquía persa hacía alarde de la verdad como una virtud de los gobernantes. Arr. 7, 5, 3 está de acuerdo, lo que es interesante, con Just. 12, 11, 2-3 para el importe; el preciso Plut. 70, 3, con Curc. 10, 2, 9-11 (cf. DS 109, 2), parece preferible. Arriano subraya que era una deuda (khrea) superior a la paga (Arr. 7, 5, 1); resulta creíble que a los soldados se les debiera dinero para su trophe, y que hubieran podido pedir prestado dinero para comprar, en lugar de que se les diera dinero oficialmente durante la campaña india. Sin embargo, los indios no utilizaban un tipo de moneda fácilmente equiparable y los cálculos griegos eran inexactos. Epígonos: Arr. 7, 6; Plut. 71, omitido por Quinto Curcio. Pérdidas de los Compañeros: al parecer, siete hiparquías o más se redujeron a cuatro hacia 324 (Arr. 7, 6, 4); ciertamente, Hefestión es nombrado en el otoño de 324 quiliarca, liderando una quiliarquía de caballería, pero no era necesario que fueran mil hombres, como tampoco que una deca macedonia fueran diez hombres, o una centuria romana cien. En cualquier caso, la unidad sólo es llamada así después de volverse a abastecer en Susa: no creo que el número de las hiparquías se hubiese reducido a la mitad, puesto que las fuerzas de cada una habían ascendido a mil antes de que apareciera el nombre de quiliarquía. No puedo esclarecer el texto de 7, 6, 4, si de hecho está viciado; cf. 7, 8, 3 para un uso similar de alia gar: me ocupo de las hiparquías en otra parte. Pasitigris: Arr. 7, 7 con Estr. 16, 1, 9. Cf. los mapas en G.B. Le Rider, Suse (1965). Alejandría: Plin. 6, 138-139 conj. Hansman, IA (1967), pp. 21-58 (no todo es convincente); E. Herzfeld, The Persian Empire (1968), p. 9, un punto brillante; cf. Isaías 22, 5. El nombre árabe Karkh Maisan podría significar «fortaleza», como también «carios». Reunión en Opis: un asunto sutil, desaprovechado en Curc. 10, 2, 12, que ni siquiera informó de la llegada de los Epígonos: no sabemos si Ptolomeo o Aristóbulo registraron esto; hay acuerdo en los grandes rasgos, quizá todos a través de Clitarco; el virulento discurso de Alejandro (DS 109, 2; Curc. 10, 2, 14; Plut. 71, 4; Arr. 7, 9; Just. 12, 11, 7; por supuesto, el actual discurso en Arriano es su propia interpretación a partir de retazos de amplias lecturas y sin un valor independiente, no más que el de Quinto Curcio), el arresto de los cabecillas (Arr. 7, 8, 3; Just. 12, 11, 8; Cure. 10, 2, 30 están de acuerdo en que fueron trece) o el enfurruñamiento que duró dos días (Arr. 7, 11, 1; Plut. 71, 7; muy sospechoso después de una espera similar en el Beas y después del asesinato de Clitarco). Nombramientos persas: DS 109, 3; Plut. 71, 4; Curc. 10, 2, 5;Just. 12, 12, 3 y Arr. 7, 11, 3, el texto decisivo para la existencia tanto de asthetarioi como de pethetairoi. Rendición entre llantos: DS 109, 3; Just. 12, 12, 6; Curc. 10, 3, 5; Plut. 71, 6-8; Arr. 7, 11. Ocurrencia acerca de Amón: Plut. 71, 3 tiene una variante que quizá desacredita a Arr. 7, 8, 3 =Just. 12, 11, 6. Lugar del motín: Quinto Curcio es demasiado fragmentario para ser específico; también lo son Diodoro de Sicilia (a pesar de 110, 3) y Justino; Plut. 71 no da ninguna localización, excepto un lugar entre Susa (70) y Hamadán (72). Sin duda, el descontento empezó en Susa. Banquete: Arr. 7, 11, 8-9 con Plut. 70, 3 (en orden trastocado, pero da el interesante detalle del regalo de una copa de oro). Plutarco conoce el logos en Arr. 7, 11, 9. Homonoia: Dem. 14, 36; Isócr., Philipp. 39-40; Pan. 173-174, etc. Cf. E. Skard, Zwei religios. polit. Begriffe (1932), un estudio de lo más útil, especialmente acerca de las virtudes de Heracles ajustándose a Alejandro. DS 18, 4, 4-5 y GHI 201, línea 30 demuestran que Arr. 7, 11, 9 no es sólo una adaptación de Arriano: la palabra homonoia, aunque bastante vacía de contenido, estaba definitivamente en el aire. Promesa a los niños: Arr. 7, 12, 2; cf. 7, 8, 1 con Plut. 71, 10. Ethelontai ede en Arr. 7, 12, 1 dice mucho: la partida de los veteranos había sido planeada desde Arr. 6, 17, 3; en Opis, sus correligionarios macedonios protestaron diciendo que, si se enviaba a casa a algún macedonio, todos ellos se marcharían (Arr. 7, 8, 3; Plut. 71, 3; Just. 12, 11, 5; Curc. 10, 2, 12 olvida el detalle de los reemplazos persas). Imitación del banquete de Alejandro: DS 19, 22. Alejandro y los métodos persas: véase Estr. 2, 69 (gazophylax); 2, 1, 6 (archivo real). Episkopoi en 3, 22, 1 y 28, 4 son presumiblemente los antiguos «ojos del rey». Ataviados con la Púrpura en Plut., Eum. 8, 7. Orígenes de la cultura griega: no es un ideal anacrónico para verlo en Alejandro; cf. Isócr. 5, 154 (quizá como es limitado por S. Perlman, History [1967], p. 338) y DS 1, 28, 9 (que utiliza a Hecateo de Abdera, que escribió bajo Ptolomeo I: O. Murray, JEA (1970), pp. 141 ss., especialmente p. 152 para la fecha y su importancia). A. Diller, Race mixture among the Greeks before Alexander (1937) ofrece un contexto útil para comprender la disolución por parte de Alejandro de su clase gobernante helénica, así como la tenacidad de los cuerpos civiles griegos en el extranjero (puede que fuera diferente en el campo, debido a los pocos griegos que vivían allí). Fuera de la cora de Egipto, obsérvese la rareza de los matrimonios mixtos en los (hay que admitir que escasos) testimonios referentes a los «ciudadanos» griegos en Egipto; W. Peremans, Vreemdelingen en Egyptenaren (1937) todavía es el estudio más completo, con los juiciosos puntos de vista de V. Martin, Actes du 8º Congrés Int. de Papyrol. (1955), pp. 85-90, que disminuyen ampliamente las cifras. F. Chamoux, Cyréne sous les Battiades, pp. 215-225 hace hincapié en esto. Estr. 14, 5, 25 descarta firmemente cualquier cultura greco-bárbara; obsérvese el famoso caso del macedonio que se casó con una árabe y educó a sus hijos como griegos (a juzgar por sus nombres): DS 32, 10. Esto coincide con Arr. 7, 12, 2; obsérvese el dispuesto favor hacia los hijos bilingües de Artabazo (por ejemplo 7, 4, 6); las hijas de Darío sólo se casaron tras aprender griego (DS 67,1). Peucestas fue la única excepción (Arr. 7, 6, 3 sólo tiene sentido si era alguien único); Alejandro, a pesar de Bagoas, los Magos y las diademas, estaba sobre todo a favor de una cultura y una clase helenizada. Veteranos de más edad: Arr. 7, 12, 6 (su condición); Just. 12, 12, 8 (valioso); para Poliperconte, cf. Curc. 8, 5, 22; Antígenes era un hombre de Filipo (Plut. 70, 5); Crátero (Plut., Eum. 6; Plut. 47; DS 18, 4, 1). Antípatro: obsérvese que las órdenes todavía se dirigían a él (Plut. 71, 8 y DS 18, 8, 4). En Arr. 7, 12, 7 (¿basado en las amplias lecturas de Arriano?) es decisivo el hecho de que todas las ideas siniestras sobre el futuro de Antípatro eran conjeturas, y, en consecuencia, todavía lo son. A Plut. 49, 14 le falta algún dato o precisión (no hay razón para fecharlo en 324-323 más que en 330 o cualquier otro año); Antípatro puede que se ganara a los etolios con un tratado en 332-330, con el fin de liberarse de Agis; cf. DS 18, 25, 5 para un tratado falso similar con ellos. No hay ningún otro signo (¡y todavía menos después de 323!) de una amistad íntima entre Etolia y Antípatro. Regreso de los veteranos: la presencia de Antígenes y los puntos aducidos porF. Schachermeyer, Alex. In Bab. (1970),pp. 14, nota 10, y 160, nota 147, implican que los veteranos Escudos Plateados partieron todos para casa; DS 18, 12; Arr. 7, 12, 1; DS 109, 1; Just. 12, 12, 7 todos calculan entre diez mil y once mil. Las cifras en DS 18, 16, 4 corresponden a los propios veteranos de Alejandro y a los reclutas de Crátero «sobre la marcha» (es decir, en 323/322). Generales fallecidos: sólo Demetrio (aparentemente) y Ceno, los hiparcas. Escoltas: Berve I, p. 27. Camarilla de Pérdicas: Alcetas y Átalo, hijo de Andrómeno, con su familia: sólo dos de los cuatro (?) seguían siendo generales de brigada de los Compañeros de a Pie. F. Schachermeyer, Alex. in Bab., pp. 13 ss. describe las alianzas de la corte en 323, pero hace demasiadas deducciones del comportamiento de los hombres después de la muerte de Alejandro, que lo cambió todo, especialmente las lealtades personales. Aristandro: El., V. H. 12, 64 (omitido por Berve). Cenas de Alejandro: Efipo 126 F2. Odios: Plut. 47; Arr. 7, 12, 7; Plut., Eum. 10 y 55 (Antípatro). Bísitum: DS 110, 5. La ruta en 110, 3-4 no deja de tener lógica, una vez que nos damos cuenta de que se refiere a su viaje desde Susa a Spasinou Charax (los pueblos carios), después a través de Sitacene (cf. Estr. 16, 1, 17); Sambana se remonta a Kampanda (el viejo nombre persa para el distrito de Bísitum); después, a los Celones (emplazamiento de los exiliados de Éritras, Hdt. 6, 119, ¡no beocios!), después a Bísitum. Los intervalos de los días están incompletos y el orden en la lista está desordenado, pero ciertamente este itinerario se remonta a un testigo ocular. Campos de Nisa: DS 110, 6, redondeado en Arr. 7, 13, 1. Amazonas: Arr. 7, 13, 2 con S. Runciman, A History of the Crusades, vol. 2, p. 262, n. 1; también Jen., An. 4, 4, 17. Hamadán: DS 110, 6 (¿influenciado por la fabulosa ciudad de Heródoto o por Deinón, a través de su hijo Clitarco?) es refutado por el lúcido Polib. 10, 27. Comedia de Hárpalo: Aten. 586d; 595e-596b con B. Snell, Scenes from Greek Drama (1964), pp. 99 s. y H. Lloyd Jones, Gnomon (1966), pp. 16 ss. Hefestión: Arr. 7, 14, basado en amplias lecturas; una crítica muy justa (obsérvese que la historia dada en la forma abreviada de Epicteto 2, 22, 17, es repetida aquí con incredulidad). Arr. 7, 14, 8 omite el papel de Pérdicas (DS 110,8) pero, en este caso, esto puede ser debido al recorte de Arriano, no a la malicia de Ptolomeo. Plut., Pel 34,2 y El., V. H. y, 8 tienen las almenas desmanteladas; Polib. 10, 27 se refiere a Hamadán como una «ciudad sin murallas», lo que puede ser pertinente. Cabellos cortados: cf. Plut. 72, 3 con Hdt. 9, 24. Cf. también Plut., Eum. 2, 9-10; Polien. 4, 3, 31 (con el comentario de Plut. 72, 5). León de Hamadán: Al Masudi, Les Prairies d’Or 9, 21 (trad. francesa 1865), cuya probabilidad fue correctamente planteada por el profesor Luschey en una conferencia en Teherán, todavía sin publicar; el León de Queronea, el León de Anfípolis (para Nearco) e incluso tal vez los leones en las columnas de Asoka sugieren que este estilo fue introducido y difundido por los macedonios (que vivían entre leones de la montaña). Augurio: Aristób. en Arr. 7, 18; preferible a Plut. 73, 3-5.
Finanzas de Alejandro: DS 114, 4 (contribución al funeral por parte de los súbditos) con Plut., Artax. 23, 5; Eum. 2, 5 (otra contribución personal). F. Altheim & R. Stiehl, Die Aram. Sprache unter den Achaimen. (1963), vol. 1, pp. 109 ss. se ocupa plenamente de los testimonios; Just. 13, 1, 9 es el texto crucial, una medida de la imposibilidad de conjunto del tema. Si 30.000 talentos parecen una suma tan absurda para un tributo anual (y lo es), ¡entonces no podemos simplemente enmendarla y, al mismo tiempo, sostener la cifra de cinco mil para las reservas! Generosidad de Alejandro: véase Plut. 39 con Jen., Cyr. 8, 2, 7 sobre la generosidad tradicional del rey persa: cf. Plut. 69, 1. También Teop. F224 (¿tendencioso?) para la actitud de Filipo. El tesorero Antímenes: Berve, s. v. con Ps.-Arist., Oec. 1352b; 1353a. A. Andreades, BCH (1929), pp. 10-18. Quiliarca: J. Marquart, Philolous, Supplem. (1907), pp. 222 ss.; P. J. -Junge, Klio (1940), p. 13; E. Benveniste, Titres et noms propres en Iranien (1966), pp. 68 ss.; W. Fíinz, Irán. Funde (1968), pp. 63 ss., el punto de vista más razonable; F. Schachermeyer, Alex. in Bab., pp. 31 ss. Éumenes: Plut., Eum. 2, 4. Pompa: DS 18, 60, 5 (trono y cetro —18, 27, 1—); Phylarc. 81 F (cf. DS 17, 17, 4; Curc. 9, 7, 15); Polien. 4, 3, 24; Duris 76 F49 con Cares 125 F4 (la tienda de audiencias servía también para las bodas). Paralelismos persas: cf. A. Alföldi, La Nouvelle Clio (1950), pp. 537; también Studies in Hon. of A. M. Friend (1955), p. 50 para el elemento teatral y el precedente de Dioniso. Deificación: Teop. F253, líneas 27 s. son decisivas para los honores divinos tributados por los griegos en algunos lugares antes de 324 a. C. (las timai deberían ser las mismas que las ofrecidas a Pitionice, por el sentido de la frase; para time como honor divino, cf., por ejemplo, Plut., Mor. 804b). Honores: GHI 201, líneas 45 s. (restaurado de un modo verosímil). Estoy de acuerdo con Welles y Bickermann en fechar esto para 332; deberían recordárselas monedas de Amón en NC (1962), p. 65, de Mitilene. F. Salviat, BCH (1958), pp. 193 ss. contiene juegos de cumpleaños en Tasos hacia 300 a. C. Ch. Habicht, Gottmenschentum und Griechische Städte (1970, 2ª ed.) incluye testimonios posteriores en pp. 17 ss. S. Weinstock, HThR (1957), p. 234 da argumentos convincentes para la estatua de Alejandro en divina procesión. Pienso que no hay que tener reparos en admitir esto durante la vida de Alejandro en, por ejemplo, la Asia griega; esto era lo que Teop. F253 quería decir. Aristóteles: M. m. 1208b, no es refutado por K. Latte, Kleine Schriften, p. 51 sobre la afición por las deidades locales. Convertirse en Zeus: Pd., I. 5, 14; O. 5, 56, cf. el testimonio (posterior) para el mito de Salmoneo; Apd. 1, 89; Hig., Fab. 61. Pitágoras y Empédocles: El., V. H. 2, 26; 4, 17; 12, 32; 13, 19; Empédocles 31b, 112n, 4 s. (Diels). Eutimo: Plin. 7, 152, que cita a Calímaco; Paus. 6, 6, 4-12; El., V. H. 8, 18; Estr. 6, 1, y, Inschr. von Olymp., nº 144, cf. el atleta de Tasos en J. Pouilloux, Thasos, vol. 1, pp. 62 ss. Dión y Lisandro: Habicht, pp. 1-16, con el nuevo y decisivo testimonio en AA (1965), p. 44. Filipeo: Paus. 5, 20, 9 con K. Scott, TAPhA (1931), pp. 101 ss., un valioso punto de vista no refutado del todo por P. Herrmann, Istanb. Mitteil. (1965), p. 87, n. 49. Cf. el Aminteo en Pidna (Escolios a Dem., Ol. 1,5; Aristides 1, 715d). También el Timoleonteo (Plut., Tim. 34; DS 19, 6, 4); ¿era póstumo el Mausoleo? Consejo del panfleto: Isócr., Philipp. 132, 137, 145 y especialmente Epist. 3, 5; cf. Hes., Teof. 96; Isócr., Nic. 3, 26; Arist., Pol. 1288a 15; Nic. 1145A 23; Rhet. 1361a. Libertad y reyes divinos: Habicht, pp. 160 ss. y A.D. Nock, Papers pres. to F. C. Grant (1951), pp. 127 ss. Alejandro y Atenas: E. Bickermann, Athenae (1963), p. 70 con los testimonios completos sobre este tema insoluble. Hip., Epitaph. 21 es un contexto demasiado altisonante para empezar a ser decisivo; ¡no sabemos lo que Hipérides quería decir con ananke! La tumba para la amante de Hárpalo en el Camino Sagrado podría ser relevante en relación con la ocurrencia sobre los «sirvientes como héroes». Sin embargo, la acusación de Démades sugiere, a mi entender, que algunos honores se repitieron en 324-323 (El., V. H. 5,12; Aten. 251b). Debería reflexionarse sobre Arr. 1, 1, 3; Arr. 7, 23, 2 no prueba nada. Para la posterior actitud de Atenas, cf. Plut., Dem. 10, 1 y DS 20, 46. La supuesta «petición» de Alejandro: EL, V H. 2, 19; Plut., Mor. 219c comparten la única fuente que se ha conservado sobre ello y, al igual que Hogarth (cf. J.P.V.D. Balsdon, History 1950, pp. 383 ss.) creo que es «una afirmación tan carente de valor que no merece el crédito de ningún historiador responsable». El hecho de que los enviados se ciñeran coronas (como los theoroi) en Arr. 7, 14, 6 (donde dethen es una ironía de Arriano, lo que no significa necesariamente que la comparación fuera falsa) puede implicar adoración por parte de los griegos, pero no dice nada acerca de las peticiones de Alejandro. Su religiosidad: Luc., Sol. 8 (¡obsérvese la carta de Éumenes!); Val. Máx. 7, 3, ext. 1 (cf. Suet., Aug. 96, 2). Delfín: Duris apud Aten. 13, 606; EL, N. A. 6, 15; Plin. 9, 8; Pólux 9, 84, demostrado, a mi entender, por la moneda de Head, Hist. Num. 528. Su credibilidad: A. Heuss, A & A (1954), p. 65 (excelente); L. C. Ruggini, Athenaeum (1965), p. 3; D. Michel, Latomus (1967), p. 139. M. Simón, Rech. d’hist. judéo-chrétienne (1962); DS 18, 60-61 es básico. Zapatos color azafrán: A. Alföldi, Studies in Hon. of A. M. Friend (1955), pp. 60 ss.; M. Bieber, Archaeol. Jahrb. (1917), p. 21. Rayo: Plin. 35, 92; Plut. 4 y el Medallón de Poro. Castor y Pólux: Plin. 35, 93 con F. Cumont, Le Symbolisme funéraire des Romains (1942), pp. 64 ss. Gema de Niso: Furtwangler, Antik. Gemm., placa 32, 11. Estatuas egipcias: P. Perdrizet, Monum. Piot (1913), pp. 59 ss.; J. Bernouilli, Erhalt. Darstell. des Alex. (1905), p. 112. El retrato en cerámica vidriada y decorada descrita en Bull. van der Antik. Besch. (1965), p. 80 sugiere que se trataba de un cuenco para el culto como los que se usaban en el culto ptolemaico al gobernante. Monedas de Apolo: Kraay-Hirmer, placa 171. Cf. Mausolo y Ártemis como Heracles y Deméter en las monedas. Alejandro y Dioniso: A.D. Nock, JHS (1928), pp. 21 ss. sigue siendo definitivo, aunque a veces peca de cierto exceso de lógica. Dioses distantes: P. Merlán, ZPhF (1967), p. 485 es importante; cf. el Himno a Demetrio (Duris F14). Efipo: 126 F5. No tiene absolutamente ninguna relación con el Efipo de Arr. 3, 5, 2, ¡cuyo patronímico no debería ser enmendado para hacerlo más étnico! Kock, CAF, vol. 2, pp. 250 ss. me parece que es el mismo hombre (probablemente); su victoria en Atenas en la década de 360 (IG 22, 23, 25, 145) sitúa su nacimiento hacia 390, y aun cuando si sus F3 y 5 han sido atribuidos con demasiada precipitación a las acciones de Alejandro en 335, F14 (contra Platón) y F17 son sugestivos. Ateneo, hay que admitirlo, no lo especifica como «calcidio» cuando lo cita; sin embargo, no tengo inconveniente en suponer que el Efipo comicus escribiría también en prosa. Atuendo divino: O. Weinreich, Menekrates Zeus und Salmoneus (1933) es un estudio brillante con un amplio despliegue de notas. Parrasio: El., V. H. 9, 11; Plin. 35, 71; J. M. Edmonds, Elegy and iambus, n.º 3. Clearco: Just. 16, 5, 8; Suda, s. v.; Isócr., Epist. 7, 12; Memnón 434 F11; M. Wallisch, Philologus (1955), p. 250. Menécrates: Aten. 289c; Weinreich, passim y en especial pp. 92 ss. para fuentes en todo Isócrates. Para Nícocles, 32 es valioso para la cuestión del exceso real en el atuendo. Pretensiones divinas en Macedonia: no creo que los macedonios encontraran estos cultos repugnantes a escala nacional; simplemente las inscripciones son demasiado escasas hasta la fecha para probar su base, o de otro tipo, en Macedonia, donde por otro lado había pocas ciudades en la mayoría de las regiones. P. Perdrizet, BCH (18), p. 417 es un buen preludio; los lectores de J. Bekker, De Suidae Excerpt. Histor. (1916) no quedarán muy impresionados por el supuesto shock de Antípatro en la entrada de la Suda, elaborada tendenciosamente con pasajes seleccionados por un monje bizantino a partir de un epítome sobre Virtudes y Vicios. Festivales sagrados: Diodoro el Cómico apud Aten. 239b;Plut., Dem. 12; Ant. 24; W. Herzog, Heilig. Gesetze von Kos, n. 10 (Ab. Berl. Ak. 1928). Más en A.B. Cook, Zeus 2, 1168 s.; A.D. Nock, HThR (1944), pp. 150 ss. F. Herter, WS (1966), p. 556 sobre DS 18, 61; cf. Teóc. 17, 18. Debería compararse el banquete de Zalmoxis en Tracia; Teop. F31 con F. Pfister, en Studies pres. to D. M. Robinson, pp. 1, 112 ss. Estas prácticas son las que explican las ocurrencias que aparecen en Quereas y Calírroe de Caritón (6, 17, 2); el mejor ejemplo romano es la inscripción Gytheum para Augusto; Ehrenberg y Jones, nº 102. Sobre las epifanías, cf. F. Pister, RE, Supplem., vol. 4, 301 ss. Atuendo de Alejandro: E. Neuffer, Das Kostum Alex. (1929) todavía es útil; J.P. Tondriau, RPh (1949). p. 41 es un complemento inestimable. Hermes: Aten. 289c con Furtwangler, Antike Gemmen., pl. 31, 24, vol. II, 158, 24. Heracles: Varrón en Servio apud Virg., Aen. 8, 564. Lista completa en RE 3, nº 9. También A.R. Anderson, HSCP (1928), pp. 8 ss.; Ártemis: la estatua de Filipo en el templo de Ártemis de Éfeso es probablemente irrelevante. DS 18, 4, 5 es el vínculo de Alejandro con ella. Paralelismos romanos: en la inscripción Gytheum, Druso se vincula con Afrodita; Calígula en DC 69, 26, 6; Suet., Cal. 52; Filón, Emb. G. 78 omite el papel de la diosa; H. Delbruck, A & A. (1932), p. 21; Historia Augusta, Heliog. 28; Plut., Dem. 23 s.;DL6, 102 (Menedemo el Cínico). Como Ártemis, Efipo se refiere a la sibyne de Alejandro: para su significado macedonio, cf. Hesiq., s. v. “Sibine”; DS 18, 27, 2; Papiro Cairo Zenon 59362, líneas 34 s. Para las actitudes hacia el atuendo divino: Suet., Aug. 70 (un relato difamatorio). Sin embargo, obsérvese Suet., Aug. 94, 6. Weinreich, pp. 82 ss. trata bien a Salmoneo. Más paralelismos romanos en H. G. Niemayer, Stud. zur Statuar. Darstell. Der Rom. Kais. (1968), p.198; los sellos de piedra en E. Porada, Iraq (1960), pp. 220 ss., en especial pl. 31, 3, 9, constituyen un paralelismo muy curioso, posiblemente todos ellos describen a dioses y diosas. Véase también R. Merkelbach, Ouellen des Alexanderroman, pp. 252-253. Alejandro como melancólico: Efipo F5, línea 34; (véase Addenda). Bebida: los Diarios son la prueba más contundente del «creciente alcoholismo» de Arriano y son sospechosos; Aristób. F59 y 62 puede ser apologético, pero uno sólo hace una apología cuando piensa que hay un caso que merece ser defendido. Nómadas: Arr. 7, 15, 1; DS 111, 4-6; Arr., Ind. 40, 7-8 (importante); Plut. 72, 4 (el propio comentario de Plutarco); Estr. 11, 13, 6; DS 19, 19, 3. Embajadas: Arr. 7, 15; DS 113, 2; Just. 12, 13, 1. Clit. F31 especificó romanos, un detalle demasiado trivial como para habérselo inventado en torno al año 310 a. C.; el silencio de Ptolomeo y Aristóbulo (Arr. 7, 15, 6) puede explicarse por el desinterés o por la inclusión de los romanos en los tirrenos. Arr. 7, 15, 5 cita a dos oscuros historiadores, no necesariamente porque Arriano no hubiese leído a Clitarco, sino porque sólo estos dos contienen la profecía de Alejandro relativa al futuro renombre de Roma (naturalmente omitida por Clitarco). El silencio de Diodoro de Sicilia no prueba nada, aunque puede deberse al propio entorno de Diodoro más que a su negligencia. S. Weinstock, HThR (1957), p. 247 tiende a apoyar esta embajada romana; por tanto, también los acontecimientos de 334-329 en el sur de Italia. Arr. 7, 15, 5 pone un interesante énfasis en el dominio del mundo —cf. legousin, que incluye a Ptolomeo-Aristóbulo—; cf. «realeza de Asia» en 15, 4. De hecho, Dionisio I puso en contacto a los griegos con los celtas y los íberos. Nuevos planes: la embajada de Cartago es importante: Just. 21, 6, 1; Frontín. 1, 2, 3; Orosio 4, 6, 21. QC 10, 1, 17 (que sigue los tratos con Nearco, en última instancia sacados de los Indica) cabe la posibilidad de que vuelva también a Nearco vía Clitarco. Arr. 7, 1, 2 habla de «algunos historiadores» al referirse a un plan en el que la palabra eiso después de Gadeira demuestra que se trata de la circunnavegación de toda África: cf. Plut. 68, 1 (fuente desconocida). Hdt. 4, 42-43 da una visión más amplia del plan. Sólo falta que Arr. 5, 26, 1 proceda de este rumor; no es cierto que la «geografía no sea de Alejandro», pues no conocemos las propias opiniones de Alejandro, y todavía menos lo que habría dicho para alentar a sus hombres. Arr. 7, 16, 2 insinúa que pensaba que el Caspio podría ser el Océano. ¿Cómo podía saber la verdad? Sin duda no se sabía de memoria las obras secundarias de Aristóteles. Apeles y la guerra: Plin. 35, 93-94; Virg., Aen. 1, 2945 RE 8 A, col. 2526 s. Arabes: Arr. 7, 20 (un logos, pero de hecho Aristób. F56: la cita de Estrabón no sugiere que el propio Aristóbulo considerara esto sólo como un logos). P.A. Brunt, G & R (1965), p. 211 cita este pasaje como testimonio para apoyar la «petición» de ser adorado que hizo Alejandro; en realidad, no hay aquí ni una palabra relativa a con ninguna demanda. En Arr. 7, 20, 1, Alejandro «no pensaba que fuera poco adecuado ser tan adorado»; en el pasaje de Estrabón, «supuso que sería tan honrado». A la vista de los honores que recibió en la Asia griega, era un comentario justo (y cáustico). Sobre los árabes, cf. F. Altheim & R. Stiehl, Die Araber in der alt. Welt (1964), vol. I. Por desgracia, Estrabón y Arriano difieren en sus citas; Estrabón, en Jacoby, línea 22, dice que Alejandro «deseaba ser el señor de todos»; Arr. 7, 19, 6 (que cita esto, sin reconocerlo, como si lo adaptara a su propia visión, como hace en otras partes) dice que era insaciable (Arr. 7, 1, 4 sugiere que Estrabón puede estar más cerca del original). Estr. 785c dice que Alejandro deseaba fabricar su basileion en Arabia. Especias: Arr. 7, 20, 2; Aristób. F57; Estr. 16, 4, 19; Arr. P. 29. Exploradores: Arr. 7, 20, 7; Estr. 16, 765-766; Berve, s. v. “Hierón”, “Arquias” y “Andróstenes, hijo de Calístrato”, quiero suponer que hijo del famoso ateniense que fue exiliado a Tasos: Dem. 50, 52; Escílax 67. Esto se ajusta convenientemente a la conducta favorable a los macedonios de su pariente Calimedonte; Ps.-Esquin., Ep. 12, 8. Gorgo: Efipo F5; SIG 312; Berve, s. v. Puede tratarse muy bien del mismo hombre que era prospector de metales. Samos: SIG 312; DS 18, 8, 7; notas a GHI 90. Obsérvese en SIG 312 y DS 18, 8, 6 lo popular que fue esta decisión entre otros griegos. Samos en 334: Arr. 1, 19, 8. F.W. Mitchel, Athens in the Age of Lycurgus (1970) es útil para el contexto. Trasibulo: CIA 2. 808a, 39. Ataque a Atenas: Just. 13, 5, 1 y Curc. 10, 2, 2, son meras habladurías; cf. Aten. 59E para un mayor contexto del campamento, todo lo hizo posible Hárpalo. Cuando se conoció el fracaso de Hárpalo, estas habladurías se vinieron abajo. Deificación: El., V. H. 5, 12; Val. Máx. 7, 2, 13; Gnom. Vatic. 236 (Sternbach); Timeo apud Polib. 12, 12, 3; Deinón en Dem. 94; Hipérides en Dem. 31, 15 s. Carta de Alejandro: Plut. 28, 2 (para ser rechazada a falta de pruebas). Actitud de Atenas: Duris 76 F13. Marcha de Crátero: ¡no hay nada siniestro en el tiempo que tardó! Eran hombres enfermos (Arr. 7, 12, 14); se perdieron la estación de navegación de 324; habían tenido problemas en Cilicia (DS 18, 22, 1), posiblemente en 324-323. Descansarían en invierno. Leóstenes: la cronología es muy difícil. Badian, JHS (1961), p. 27 la fecha erróneamente en un período anterior. DS 17, 111 (nuestro único guía, junto con 18, 9) es bastante explícito; en primer lugar, Alejandro licenció a sus mercenarios (orden dada en el verano de 324, ¿probablemente recibida y obedecida en julio?); los mercenarios anduvieron sin rumbo fijo (mejor no confundir el tema con Curc. 9, 7, 11, un pasaje muy embrollado); «después» (meta tauta) huyeron a Ténaro. «Finalmente» (to teleutaion) eligieron a Leóstenes como líder. Eran meramente ocho mil (DS 18, 9); no prestaron atención al Decreto de los exiliados porque no tenía nada que ver con la mayoría de ellos (cf. los otros —¿o los que quedaban?— dos mil quinientos, todavía en Ténaro en DS 18, 21). DS 18, 9, 4 sugiere que las negociaciones de Leóstenes tuvieron lugar en la primavera o a principios del verano de 323, cuando era general (cf. Berve). 50 talentos (111, 3) no garantizarían una fuerza muy importante; obsérvese la escasa ayuda ateniense en julio de 323 (DS 18, 11, 3). Paus. 8, 52, 5 es despreciable (para la cifra, cf. Curc. 5, 11, 5, por otro lado excesiva; Alejandro había asesinado a la mayoría y el resto se malogró con Agis o Amintas en Egipto; la sugerencia de E. Lepore, PP (1955), p.169, de que Pausanias copió la cifra de una inscripción votiva es absurda). Paus. 1, 25, 3 es asimismo caótico, aunque implica que esto tuvo lugar en vida de Alejandro. Me inclino a creer que Leóstenes nunca fue a Asia, que no gestionó ningún «servicio de ferry» y que simplemente se encontró con los hombres en el Ténaro (DS 111, 2-3 lo confirma). Los hombres de Hárpalo habían huido a África, llevando dinero (¿y otros mil mercenarios?) con ellos: (DS 18, 19, 2 con 17, 108, 6; hay que contrastar los seis mil hombres que da Arriano 156 F9, 16 s.). En la primavera de 323, las perspectivas de Leóstenes eran incluso peores que las de Agis (nótese el apoyo cauteloso de Atenas desde el principio hasta el final); incluso después de la muerte de Alejandro su esfuerzo fracasó, y quizá sólo contrató a cinco mil quinientos mercenarios (DS 18, 9 menos DS 18, 21). Su padre: los Escolios a Esquin. 2, 21 implican que había huido a Macedonia después de su exilio, tras la derrota infligida por Alejandro a Tesalia. Almirantes persas: la respuesta a Badian, p. 28 consiste en hombres como Autofrádates (nunca capturado o retenido en 331) y Cares (asimismo, Plut., Mor. 84c). Después de 331, Farnabazo se había unido a Alejandro y Barsine, que era familiar suya (Plut., Eum. 7, 1). Adivinos babilonios: Aristób. apud Arr. 7, 16, 5 s. (cf. Ap., Civ. 2, 153) explica la entrada de Alejandro en Babilonia como si sólo se hubiera hecho después de un intento sincero de obedecer a los sacerdotes —¿es esto apología?—; Just. 12, 13, 3 (especifica a Borsipa); DS 17, 112; Plut. 73 (seguramente especifica en última instancia que Nearco es fuente) hace que los sacerdotes le adviertan que se quede completamente fuera de Babilonia. En Diodoro de Sicilia, Anaxarco lo convence para que entre. La firme autoridad de Nearco y Aristóbulo garantiza que Alejandro intentó tomarse estas advertencias (fuera cual fuera su naturaleza) en serio. Planes para la flota: Arr. 7, 19, 3 = Aristób. F56, confuso (ininteligible, creo) en Curc. 10, 1, 19; Plut. 68, 2; Plin. 7, 208 (importante); DS 18, 4, 4. Canales: Arr. 7, 21, 1 con Aristób. F56, línea 12 (Arabia, su motivo). La geografía aquí es muy controvertida: cf. R.D. Barnett, JHS (1963), pp.1 ss.y G.B. Le Rider, Suse (Mém. de la mission archéol. en Irán 1965), sobre todo los mapas. Probablemente la ciudad se encontraba en un antiguo puesto de avanzada, quizás el Diridotis de Ind. 41, 6. Diadema: Aristób. en Arr. 7, 22; cf. Ap., Syr. 64, con el breve DS 116, 5 (fuera del orden cronológico). Aristóbulo (contra Diodoro) insiste en que fue el resto de la flota el que se perdió, no la de Alejandro, y que el hombre no fue asesinado. Cf. Just. 15, 3,11 para el tema de la historia. Ejército: Arr. 7, 23, donde 23, 3-4 implica que, al menos, había unos seis mil setecientos macedonios en el campamento, si todos los veinte mil persas habían sido enrolados en la nueva «falange». Los refuerzos carios pueden incluir mercenarios que habían sido licenciados. Festivales: Cares F9 con Arr. 7, 23, 5. Embajadas: Arr. 7, 23, 2; DS 113, 3-4 (revelador). Pira de Hefestión: DS 115 (para el coste, cf. Arr. 7, 14, 8, que no menciona el papel de Pérdicas: DS 10, 8). Tanto Arriano como Diodoro de Sicilia especifican que iba a ser una pira (cf. DS 18, 4, 2); en Just. 12, 12, 12 aparece tumulus; Plut. 72, 5, un taphos y otras cosas. Soy bastante propenso a creer que Alejandro preparaba una pira inflamable; DS 115, 2 tiene el imperfecto perietithei, y nada sugiere que esta pira se terminara nunca (cf. 18, 4, 2, evidentemente todavía incompleta). Hamilton, p. 188 dice: «Sabemos que sin duda el monumento se acabó». Pero no lo sabemos. Puede que los rumores hincharan las dimensiones simplemente porque los trabajos nunca se terminaron; cf. los Últimos Planes. En Babilonia, el precedente de Hárpalo relativo a una tumba para su amante fallecida no debería olvidarse. Aparte de la forma de cubo de un zigurat, el componente griego del diseño es subrayado por C. Picard, Manuel d’art grecque, vol. 4, p. 1182. Monte Atos: Plut. 72, 7; Mor. 335c; Estr. 14, 641; Luc., Im. 9; Vitr. 2, 2, 3. Funeral: DS 114, 4-115, 1. Culto: Arr. 7, 14, 7; 23, 6 con Plut. 72, 4 (¡heroico enagismos!). DS 115, 6 con Luc., Cal. 17 están equivocados pero son explicados por E. Bickermann, Athenaeum (1963), pp. 81 ss. Hip., Epitaph. 21 es demasiado vago y oscuro para garantizar que finalmente Alejandro «pidió» las ciudades súbditas adoraran a Hefestión, y el plural anankazometha puede referirse a toda Grecia, no sólo a Atenas. Cleómenes: Berve, s. v.; Ps.-Arist., Oec. 1352a debería leerse teniendo en cuenta el acertado comentario de van Groningen y los movimientos similares hechos por Cabrias bajo Tacos (E. Will, REA [1960], p. 254). Dem. 56, 7 s. simplemente es una queja desde el punto de vista ateniense; el hambre en Egipto (Ps.-Arist., Oec. 1352b 14-20) es el contexto de la ingeniosa práctica de Cleómenes. A pesar de la retórica de E. Badian, JHS (1961), p. 19, Arr. 7, 23, 6 (¡probablemente Ptolomeo!) todavía es el mejor testimonio para los «pecados» de Cleómenes; por otro lado, gobernó como cualquier otro oficial astuto en el Egipto ocupado, lo que convenía a las necesidades de Alejandro y demuestra la habilidad de muchos financieros actuales a la hora de intercambiar productos (que ningún socialismo «filantrópico» ha intentado nunca frenar). La carta en Arriano no es original; obsérvese su akhari que suena a Heródoto (cf. Arr. 156 F130). En cualquier caso, sospecho que Ptolomeo interfirió aquí. Para los contratos, cf. Papyr. Hibeh 199, líneas 11 s. para hallar un paralelismo ptolemaico temprano; también Welles, RC 36; al parecer, posiblemente se había previsto un sacerdote de Hefestión por medio de una orden de este tipo, y de ahí que Clitarco, que era un alejandrino, creyese erróneamente, a partir de los contratos, que Hefestión era plenamente un dios. Extraño en el trono: Arr.-Aristób. 7, 24, 1-3 (el mejor relato, que en 24, 3 menciona la tortura infligida por Alejandro; a diferencia de Diodoro de Sicilia y Plutarco, Aristóbulo no dice que el hombre fuera asesinado. ¡Cf. su relato sobre la diadema recuperada!). DS 116, 2-4 (que recoge el relato alternativo en Arr. 24, 2); Plut. 73, 7-74, la Peor versión (refutable por la anacrónica mención de Serapis). R. Labat, Le Caractére religieux de la royauté assyro-babylonienne (1939), PP-95-110 es un buen estudio del contexto. Beroso 680 F2 da la fecha de la Sacea, descartándola de este modo aquí; la descripción en Estr. 11, 8, 4-5 tampoco coincidiría con este asunto. DC 4, 1, 26 puede que meramente hiciera conjeturas basándose en este pasaje. Para el Festival del Año Nuevo babilónico, cf. Labat, p. 13, también irrelevante aquí. Reyes sustitutos: R. Labat, Rev. d’Assyr. (1945-1946), pp. 123-42; W.G. Lambert,. AOF (1957-1958), pp.109-112; (1959-1960), p. 119; S. Smith, en Myth, Ritual and Kingship (ed. S. Hook, 1958), pp. 58-59. Más recientemente, el comentario de Parpóla en LESEA (1971), pp. 54-65, una referencia que debo al profesor O.R. Gurney. Para la costumbre persa, que los eunucos invocaron e quivocadamente, cf. Curc. 8, 4, 15. Es muy relevante que los caldeos hubieran advertido a Alejandro que se quedara fuera de Babilonia; el gran respeto de Teofrasto por sus predicciones de muerte (registrado por Proclo, In Tim. 3, p. 151, ed. Diehl) puede derivar del modo en que la condena de Alejandro fue «predicha». «En Egipto, un dios»: cito de Tarn, Alex., vol. 1, p. 138. El error de Alejandro fue ejecutar al sustituto-chivo expiatorio, en vez de dejar que él cargara con la condena.
Desde la primera página hasta la última, el estudio de A. B. Bosworth, CQ (1971), pp. 112 ss. es el mejor; no obstante, véase mi estudio de próxima aparición. Resistencia de los sucesores: Onesícr. F37; DS 118, 2; Curc. 10, 10, 18; Just. 12, 13, 10. Efipo: F3, cf. Nicóbulo 127 F1 y 2, pero obsérvense las dudas en F1 sobre su identidad. Panfleto: planteado y discutido del modo más acertado por R. Merkelbach, Die Quellen des Alexanderromans (1954), pp. 220 ss., basado en A. Ausfeld, RhM (1895), p. 339; (1901), p. 517; cf. P. Ruggini, Athenaeum (1961), p. 285. Me ocupo de sus problemas, junto con los Diarios, en un próximo estudio. Antípatro: DS 118; Curc. 10, 10, 14; Arr. 7, 27; Just. 12, 14, 1; Plut. 77 con el agua de la Estigia en Paus. 8, 17, 6; Plin. 30, 149; Teof. apud Antígono de Caristo, Mir. 158 es citado erróneamente por Hamilton, HCPA, p. 215; Teofrasto menciona el milagro del agua venenosa, no su utilización por parte de Antípatro. Posiblemente, Aristóteles fue el primero que lo comentó y, por tanto, entró en la historia de la muerte de Alejandro (¡naturalmente se decía que Aristóteles lo envenenó a través de un infalible método aristotélico!) Posterior miedo de Casandro hacia Alejandro: Plut. 74; Mor. 180f, ambas historias no pueden fecharse. Venenos: cf. J. Berendes, Die Pharmacologie bei den alt. Culturvolkern (1891). Cuando R. D. Milns, Alexander (1968), p. 257 cita la estricnina como un veneno que los antiguos mezclaban en el vino, está confundiendo la soporífera withania somnífera con el mortífero datura strymonium; Teof., H. P. 7, 15, 4, también 9, 11, 5, los distingue claramente. Sólo la primera se utilizaba en el vino; no es letal. Por otro lado, la estricnina mata instantáneamente, nunca al cabo de diez días. Diarios: U. Wilcken, Alexander the Great (2ª ed., 1968), p. 236 fue el primero en ver este punto como propaganda. A.E. Samuel, History (1965), pp. 1 ss. aduce un paralelismo babilónico que es irrelevante y, por otro lado, falso, pues tales Diarios no eran conocidos (o posibles) en los reinos babilónicos. Gran parte depende de la fecha de F2a, pues si se lee Diou menos, Dios, en la correcta ecuación, debería ser octubre-noviembre. Véase mi artículo. La topografía de la enfermedad de Alejandro: V. Schachermeyer, Alex. in Bab. (1971),pp. 65 ss. Inmersión en el Éufrates: H. Pease, HSCP (1942), pp. 10 ss: con DL 8, 69; Suet., Gramm. 26 y C. Honn, Stud. zur Geschichte der Himmelfahrt in Altertum (1928). Aristóbulo: F59, contrastar Diarios F3, líneas 24-25. Decreto para Yolao: Mor. 849 (soy muy escéptico respecto a esto). Testigos oculares en Atenas: DS 18, 9, 4. El envenenamiento en la historia: David Douglas, William the Conqueror (1964.),pp. 408 ss. es una comparación útil; para Constantino, cf. Jul. 277d; Lib., Or. 18, 42; Am. Mar. 16, 2, 8. Aristóteles y Caracalla: DC 77, 7, 3. Alejandro «más que mortal»: Polib. 12, 23, 5. Oscuridad: Curc. 10, 5, 15-16. No puedo entender que esto tenga nada que ver con el querido Fuego Real de Schachermeyer (Alex. in Bab., p. 47). Ascensión de Alejandro: DS 18, 4, 1; 18, 56, 1 y IG 12, 2, 645. Alejandro y las estrellas: F. Salviat, RA (1966), pp. 33 ss. para Tasos;Plin. 35, 93; W. Wirgin, Hist. of Coins and Symb. In Anc. Israel (1958), placas 6-7. Últimas palabras: omitidas por Ptolomeo y Aristóbulo —cf. Arr. 7, 26, 3, donde porro significa «más allá», como de costumbre, pues sabemos que Aristóbulo (Plut. 59) decía cosas «diferentes» de los Diarios—. DS 117, 4; 18, 1, 4; Curc. 10, 5, 5 (¡con un comentario romano sobre la deificación!); Just. 12, 15, 6; Arr. 7, 26, 3; Ps.-Calíst. 3, 33, 26. La fecha de la muerte de Alejandro es fijada por D.M. Lewis, CR (1969), p. 272; la leyenda de la implicación de Aristóteles es trazada por Plutarco, a través de un tal Hagnótemis, para Antígono. Esto implica que surgió hacia 308-306, cuando Antígono era hostil a Casandro y su «peripatético» esbirro, especialmente Demetrio de Fáleron, quien finalmente huyó a Egipto temeroso de Antígono; cuando Teofrasto, el asesor de Casandro, estaba escribiendo (¿por qué?) acerca del veneno del «agua de la Estigia», ¡la leyenda fue un regalo para la propaganda de Antígono! Finalmente, debería hacer hincapié en Diódoto, el coautor de Eumenes; Isócr., Ep. 4 se refiere al único Diódoto conocido en los círculos macedonios entre 360 y 320 y el hombre, un ex discípulo educado, que es empleado por Antípatro (4, 9). El autor de los Diarios procedía de Eritras: el discípulo de Isócrates había trabajado para «dinastías asiáticas» (4, 7), lo que se ajusta magníficamente a esta alusión. Si Diódoto trabajó con el personal de Antípatro, de hecho los Diarios pudieron publicarse como si fueran de Antípatro y Pérdicas, en nombre de sus respectivos secretarios. Quiénes fueron realmente los autores es otro asunto; sospecho que fueron retocados por el círculo de Casandro, posiblemente también por Demetrio de Fáleron, que escribió libros sobre las curaciones de Serapis. DS 19, 56, 1 puede ayudar a explicar algunos de los nombres citados favorablemente en Arr. 7, 26, 2.
El destino de los oficiales puede seguirse en Curc. 10, 5 (¿Jerónimo?); Just. 13, 1 s. y DS 18 y 19;E. Will, Histoire politique du monde hellénistique, vol. 1 (1966) es el mejor estudio de la lógica de la lucha, con bibliografía completa sobre fechas y acontecimientos. En la descripción del carro fúnebre de Alejandro (DS 18, 26, 3), deberíamos fijarnos en su nombre, harmamaxa, un vehículo específicamente persa, y aplicar los precedentes de Mitra en A. Alföldi, Rom. Mitteil. (1935), pp. 127 ss., con una bibliografía completa. Los planes de Alejandro han sido puestos en una perspectiva reveladora por E. Badian, HSCP (1968), pp. 183 ss.; A.B. Bosworth, CO (1971),pp. 112 ss. ha planteado el problema de Pérdicas y Crátero. R. M. Errington, JHS (1970), pp. 49 ss. toma la pelea de los sucesores paso a paso hasta 321-320, pero deberíamos leer a Curcio (véase P. Schachermeyer, Alex. in Bab. [1970], pp. 81 ss. para el punto de vista menos plausible de que su fuente era Clitarco) con la crisis de la sucesión de 41, no de 14 d. C. claramente en mente. No obstante, Just. 13,1 s. es un buen apoyo. El amplio tema de la expansión del helenismo sólo puede cubrirse aquí en la bibliografía; uno de los pocos persas helenizados conocido con el nombre de «Boxos» en los Geographi Graeci minores, vol. I, p. 111 s., 2-4, se basa en Agatárquides; está también el persa sin nombre cuyo epitafio griego en Alejandría es conocido en AP 7162. Obsérvese que hombres como Mitrídates (DS 19, 39, 2) y el medo Orontóbates (DS 19, 46, 5) aparecen brevemente en los ejércitos de los sucesores, en la corte de los Seléucidas y en su administración, de hecho los iranios siguen siendo muy raros. Las inscripciones de la Asia griega y de las cercanas islas del Egeo son una fuente rica en iranios helenizados, naturalmente bastantes entre los descendientes de nombres de familia medos y hombres de la Bactriana helenizados que hacen dedicatorias en Delfos.