NOTAS

NOTA GENERAL SOBRE LAS FUENTES

Por comodidad, a lo largo del libro reproduzco muchas citas y opiniones en nombre de los historiadores originales de Alejandro: Calístenes, Ptolomeo, Aristóbulo, Nearco y Onesícrito. No me cansaré de insistir en que todas estas citas y opiniones sólo son conocidas de segunda o tercera mano, tal como fueron parafraseadas por otros escritores clásicos cuatrocientos años más tarde, algunas de las cuales se escribieron quizá para dar cuenta de los banquetes, la geografía o la gramática. No puede esperarse que se haya conservado ninguna palabra o frase del original, sobre todo porque los autores macedonios eran conocidos por la mediocridad de su estilo; aun así, en ocasiones las fuentes secundarias mencionan a los autores originales, y, en otras, los nombres originales pueden restituirse, casi con seguridad, por medio de comparaciones y confrontando los resúmenes. En estos raros casos, en lugar de escribir «decía Aristóbulo, tal como es citado por Estrabón, el geógrafo augusteo», he escrito simplemente «como decía Aristóbulo». Sólo lo hago en los casos en los que considero que la identidad del original es segura y únicamente cuando deduzco que el sentido general, y no la redacción, es auténtico.

Una breve introducción a los nombres que hay tras las citas: Calístenes nació en Olinto, en el noreste de Grecia, una ciudad que fue destruida por Filipo; era pariente de Aristóteles, el tutor de Alejandro, probablemente su primo, y fue contratado como historiador ya de cierto prestigio para escribir sobre las hazañas de Alejandro en Asia, si no antes. Ptolomeo, el macedonio, era amigo de Alejandro desde la infancia y fue uno de sus oficiales. Escribió una historia después de la muerte de Alejandro, cuya fecha de publicación es desconocida. Gobernó Egipto después de la muerte de Alejandro, y fundó la dinastía de los Ptolomeos. Nearco había nacido en Creta, pero residió en la ciudad griega de Anfípolis, que Filipo conquistó y anexionó a Macedonia; también él fue un amigo de la infancia y acabó siendo almirante de Alejandro; publicó unas memorias de su servicio también tras la muerte de Alejandro. Onesícrito era de Astipalea, en la isla de Cos; estudió con el filósofo Diógenes y acabó sirviendo como alto oficial en la flota de Alejandro; su extravagante obra posiblemente fue la que apareció primero después de la muerte de Alejandro. Se ignora el origen de Aristóbulo, aunque el nombre es conocido en Olinto, pueblo natal de Calístenes y cercano a su última residencia en Casandrea; sirvió a Alejandro, pero el único trabajo que se le conoce es haber restaurado la tumba de Ciro en Pasargada. Quizás era arquitecto y, visto el tono apologético de su historia, resulta tentador llamarlo el Albert Speer del «Alexanderreich». Empezó a escribir tras cumplir ochenta y cuatro años, al menos treinta y tres años después de la muerte de Alejandro.

Hay otro historiador que nos interesa: el poco conocido Clitarco, cuyo padre había escrito una pintoresca historia de Persia y que probablemente nació en el pueblo jonio de Colofón, un lugar con una larga tradición de poetas. Escribió en un majestuoso estilo retórico y fue considerado poco fidedigno, aunque habilidoso. No se sabe que siguiera a Alejandro o que fuera testigo de su carrera, pero se puso a escribir hacia el año 310 a. C., al cabo de treinta años de la muerte de Alejandro, y había leído la obras de Calístenes, Onesícrito y Nearco. Se decía que se había instalado en Alejandría de Egipto, donde pudo haber hablado con los oficiales y veteranos macedonios, pues su obra abarcaba más de diez libros en los que se percibía que había tenido acceso a detalles precisos.

Los principales autores secundarios son Arriano, un griego de Bitinia (al noroeste de Turquía), que llegó a ser cónsul romano bajo el mandato del emperador Adriano y escribió la Anábasis de Alejandro Magno, probablemente cuando estaba en su madurez, hacia 150 d. C. Había leído mucho, pero compuso su obra basándose principalmente en Ptolomeo y Aristóbulo, y, para los últimos tres libros, en Nearco. Diodoro de Sicilia vivió quizás hacia el año 20 a. C. y escribió una historia universal resumiendo a la ligera historias originales, confundiendo fechas y seleccionando los episodios tanto por su contenido moral y su demostración de las vicisitudes de la fortuna como por su valor histórico; en el libro 17, se ocupa de Alejandro recortando simplemente la historia de Clitarco y añadiendo unos pocos comentarios de su cosecha. Justino vivió quizás hacia 150 d. C. y es una fuente de tercera mano; lo que hizo fue resumir la obra de Pompeyo Trogo, un galo cultivado, probablemente de la época augustea (hacia 10 a. C.), cuyos libros no se han conservado; a menudo sus fuentes muestran huellas de Clitarco, y también de Aristóbulo y Calístenes, pero al ser compendiado por Justino su narración resulta muy dispar y no puede analizarse de manera provechosa. Quizá Trogo se sirvió de uno de los muchos autores que escribieron después de las historias originales. El romano Quinto Curcio escribió una historia de Alejandro de la que se han conservado los libros III-X; al igual que Diodoro, hace pleno uso de Clitarco, parafraseándolo sin contemplaciones a su propia manera latina, e incorpora otra fuente, cercana a una de las de Arriano, quizás Aristóbulo, quizá Ptolomeo. Creo que había leído los originales en griego y que los tradujo. La fecha de su redacción es desconocida, pero en Tácito se menciona un senador que se ajusta a su persona; de ser así, supongo que escribió hacia 45 d. C., pues recuerda muchísimo al emperador Calígula, cuya preferencia por Alejandro y su supuesto gusto por las costumbres orientales no eran del agrado de los senadores contemporáneos, costumbres que a veces fueron registradas con palabras que corresponden a las de Curcio sobre Alejandro. Hay otras pistas en su libro que apoyan esta comparación; además, es interesante comparar su relato sobre los debates sucesorios después de la muerte de Alejandro con la crisis del año 41 d. C., cuando Calígula murió y Claudio (del que se decía que era retrasado, como Arrideo, el hijo bastardo de Filipo) obligó a los nobles a reconocerlo como emperador.

Por último tenemos a Plutarco, el griego de Queronea cuya Vida de Alejandro refleja sus numerosas lecturas y su amplio conocimiento de muchas de las historias originales, parafraseadas en sus propios términos a principios del siglo II d. C. y distorsionadas a veces por errores de detalle. La Vida que escribió formaba parte de una serie de biografías agrupadas en parejas; la biografía de Alejandro era paralela a la de César. También escribió obras retóricas defendiendo a Alejandro contra la acusación de que tuvo más suerte que talento.

Siempre resulta fácil criticar las insuficiencias de los historiadores coetáneos de Alejandro, pero deberíamos recordar que ningún griego había registrado anteriormente las hazañas de un rey vivo, de un modo detallado, sin moralizar o escribir panegíricos, y que nunca antes, ni después, ha habido un rey que haya realizado unas hazañas tan extraordinarias como las de Alejandro.

UNA NOTA SOBRE LAS NOTAS

Estas notas, de carácter selectivo, no pretenden ser completas; sin embargo, espero que contribuirán a explicar todas las afirmaciones que hay en el texto que parezcan poco corrientes o demasiado someras. La bibliografía sobre Alejandro elaborada por la investigación moderna ha aumentado repentinamente. N. J. Burich, Alexanderthe Great: a bibliography (1970) incluye más de mil artículos, muchos de ellos irrelevantes; E. Badian se ocupa de muchos artículos aparecidos durante los últimos veinte años en Classical World (1971), nos 3 y 4. El completísimo estudio de Jacob Seibert, Alexander der Grosse (1972)› abarca un amplio campo sin señalar los méritos más obvios que tienen los artículos que cita. Para quienes deseen acercarse a la vasta producción de estudios sobre Alejandro, me remito a Badian y Seibert; creo que he incluido cada uno de los artículos que mencionan, salvo cuatro que eran inaccesibles, y aquí me refiero sólo a los que amplían nuestro bagaje de conocimientos. Omito aquellos en los que se atacan los unos a los otros o los que, en mi opinión, se basan en lo que no conocemos; del mismo modo, he eludido los que confunden lo poco que sabemos. Enumerar las razones para rechazar tantas opiniones habría requerido un volumen complementario que no aportaría nada nuevo a la búsqueda de Alejandro, el único trabajo que verdaderamente interesa al historiador.

Para aquellos a quienes gusta multiplicar las referencias antiguas a un hecho a grandes rasgos similar, puede resultarles provechoso consultar las muy concienzudas observaciones a pasajes paralelos en el texto de la Vida de Plutarco de Konrat Ziegler (vol. II. 2 en la colección Teubner, 1968); sobre los muchos temas de carácter general, donde actualmente el interés suele ser muy amplio, he optado por destacar los mejores estudios o los más recientes, dejando para el lector el seguimiento de la bibliografía en las citas. Además de Arriano, Curcio, Plutarco, Justino y Diodoro, sólo hay dos libros indispensables para los estudiosos de Alejandro, un hecho alentador que la ingente bibliografía no debería ocultar: el de Félix Jacoby, Fragmente der Griechischen Historiker (1929), vol. 2B, n.° 117 ss., con un comentario en el vol. 2D que quizás es, con diferencia, el mejor de la serie, y el libro de H. Berve Das Alexanderreich auf prosopographische Grundlage, vol. 1, pp. 147, 180-186 y 276 (con mapa) y todo el admirable vol. 2 (1926). Nunca podría haber escrito este libro sin estas dos grandes obras de referencia, y mi profunda deuda hacia ellas resultará obvia a los colegas que se dedican a la investigación, que a su vez dependen también de su ayuda. Por lo demás, el estudio de Alejandro sólo avanzará, si es que puede hacerlo, cuando los historiadores saquen sus propias conclusiones y se liberen de las que han sacado otros. Un excelente ejemplo es el destino del libro de W.W. Tarn, Alexander the Great, 2 vols. (1950), el trabajo más influyente en inglés tanto para críticos como para admiradores; la breve narración del vol. 1 es explicada en treinta y seis apéndices en el vol. 2, pero, puesto que treinta y cinco de los treinta y seis son persistentemente erróneos, tanto por el método como por las pruebas, no he tenido en cuenta esta obra a la hora de escribir el presente libro. Sin embargo, los esfuerzos de creer o refutar a Tarn todavía continúan a ritmo acelerado.

Tras haber preparado largos apéndices sobre el ejército desde 331 hasta 323, una minuciosa recopilación de las fuentes y las discusiones detalladas de los testimonios de la batalla del Gránico, el asesinato de Clito y, sobre todo, la muerte de Alejandro, entiendo que es mejor relegarlos a las publicaciones especializadas porque sus resultados son en su mayor parte negativos y se alimentan de puntos de vista académicos antagónicos.

En pocas palabras, parto de la cuestión de la relativa escasez de hombres que tuvo Alejandro desde noviembre de 330 hasta el invierno de 329-328. Creo que en invierno de 329-328 se introdujeron siete hiparquías por razones estratégicas, cuando llegó un número masivo de refuerzos. Al mismo tiempo, tres nuevas brigadas de infantería, probablemente de mercenarios no macedonios semientrenados, se añadieron bajo el mando de Gorgias, Meleagro y Clito el Blanco (pronto reemplazado por Átalo, hijo de Andrómenes). Estos cambios precedieron al asesinato de Clito; puede que contribuyeran a aquella pelea, pero no lo reflejaban.

Los Compañeros habían disminuido a mil novecientos aproximadamente, pero creo que los jinetes iranios todavía no ocupaban las hiparquías interiores. A mi entender, ciento veinte mil hombres son, de hecho, una cifra verosímil para el inicio del viaje al Indo; como máximo, cuarenta mil habrían llegado a entrar en el Makran, probablemente menos, dependiendo del (¿considerable?) tamaño de la flota de Nearco. Sospecho que, en este caso, la flota era mayor que el ejército de tierra. Después del Makran, todos los cálculos son imposibles.

Por lo que se refiere al Gránico, sostengo que la historia de Diodoro de Sicilia es de una minuciosidad merecedora de respeto y está apoyada por otras fuentes y pasajes, aunque creo haber probado el cálculo erróneo que Diodoro hace del tiempo; la prefiero a las de Arriano, Ptolomeo, Aristóbulo y Plutarco por varias razones, y en Arr. i, 14, 8 sugiero que es Ptolomeo quien elaboró el tema del insensato consejo de Parmenión. En Quinto Curcio (¿Clitarco?) el consejo de Parmenión tiende casi siempre a ser aceptado; por tanto, también en Aristóbulo (apud Plut. 21). Pero en Arriano (excepto para Arr. 3, 9, 3-5, muy probablemente debido también a Aristóbulo), Parmenión siempre es rebatido. Del mismo modo que (creo) Calístenes pudo, en una ocasión, haber hablado con desdén de Pérdicas, también desairó a Parmenión (véase Plut. 33); sugiero que Ptolomeo elaboró el tema contra Parmenión, como evidentemente hizo contra Pérdicas.

En cuanto a Clito, considero que el moderado relato de Quinto Curcio y Justino debería diferenciarse de la tiranía, la filosofía, la divinidad y la decadencia oriental subrayadas por Arriano y Plutarco (que no usa a Cares como fuente principal). Contrastan los dos roles que atribuyen a Calístenes y Anaxarco y las diferentes cronologías del episodio; al igual que Arriano, el prólogo a DS 17 prueba que Diodoro relató el incidente «fuera de lugar». Sospecho que ello tiene que ver con el propio sesgo moral de Diodoro, no de Clitarco. Todas las fuentes apenas hablan acerca de la causa de la pelea. Ptolomeo la omite.

Sobre las fuentes, creo que Plutarco utiliza todo el tiempo una colección de «cartas» de Alejandro, y, si una de ellas es una falsificación (no hay duda de que una al menos lo es), entonces todas son sospechosas. No estoy de acuerdo en que cada una debería comprobarse según su propia importancia; además, un análisis de este tipo es circular. Sugiero que hay más verdad en la hostilidad peripatética de la que actualmente se acepta, aunque menos de la que Tarn deduce. Estoy convencido también, contra los recientes cuestionamientos, de que Clitarco fue la única fuente para DS 17 (las discrepancias entre F1 y DS 17, 14 pueden explicarse) y de que los abundantes paralelismos entre Quinto Curcio y Diodoro de Sicilia se deben a él (muy lejos de exagerar esta circunstancia, E. Schwarz, RE 4, 1873 ss. la planteó de un modo demasiado suave y vago). En cuanto a Ptolomeo, acepto los argumentos de sesgo personal en principio, pero no estoy de acuerdo con algunos detalles; sugiero que sus posteriores relaciones con Tais, Laomedonte, Cleómenes, Cirene, los reyes y la flota chipriota, la «libertad» griega, Pérdicas (aplicable incluso de un modo más amplio de lo que se ha demostrado), Siria e incluso Amón (Paus. 9, 16, 1) dejaron, todas o casi todas, una huella en Arriano.

En cuanto a la muerte de Alejandro, la perspicaz explicación de A. B. Bosworth, CQ (1971) pp. 112 ss., conduce a conclusiones que no puedo aceptar, y menos aún la supuesta «evidencia» en DS 18 de un complot para eliminar a Alejandro. Otras hipótesis pueden encuadrarse en los Diarios y me refiero, por ejemplo, a estudiar la influencia de Casandro (y, curiosamente, de algunos peripatéticos) como una alternativa. Serapis, buena parte del panfleto romano, la cita de Eliano de los Diarios y el probable papel que jugaron Ptolomeo y Aristóbulo necesitan un nuevo enfoque.

En las notas siguientes, utilizo estas abreviaturas:

Esquin.

Esquines

Esquil.

Esquilo

Am. Mar.

Amiano Marcelino

AP.

Antología Palatina

Apol. Rod.

Apolonio de Rodas

Ap.

Apiano

Ar.

Aristófanes

Arist.

Aristóteles

Aristób.

Aristóbulo

Aristóx.

Aristóxeno de Tarento

Arr.

Arriano

Asclep.

Asclepiódoto

Aten.

Ateneo

Aten. Mec.

Ateneo el Mecánico

B.E.

Expedición Yale a Babilonia, volumen y número de tablilla

Baquíl.

Baquílides

Berve

H. Berve, Das Alexanderreich aufprosopographische Grundlage, vol. 2 (1926). Cada nombre tiene un número, que cito cuando es necesario; de otro modo, «Berve, V. V.» significa «véase la entrada para el nombre en cuestión en Berve, vol. 2».

Calíst.

Calístenes

Callíx.

Calíxeno de Rodas

Cic.

Cicerón

Clit.

Clitarco

Curc.

Quinto Curcio

D. Cris.

Dión Crisòstomo

DC

Dión Casio

Dem.

Demóstenes

DL

Diógenes Laercio

DS

Diodoro de Sicilia; las referencias se ofrecen sólo con el número del capítulo (p. ej. DS 53) y se refieren únicamente al libro 17.

E. Byz.

Esteban de Bizancio

El.

Eliano

El. Táct.

Eliano el Táctico

En. Táct.

Eneas el Táctico

Eratós.

Eratóstenes

Eur.

Eurípides

Eus.

Eusebio de Cesarea

Frontin.

Frontino

Gel.

Aulo Gelio

GHI

M. N. Tod, A Selection of Greek Historical Inscriptions, vol. 2

HCPA

J. R. Hamilton, Hist. Comm. on Plutarch’s Alexander (1968)

Hdt.

Heródoto

Hes.

Hesíodo

Hesiq.

Hesiquio

Jer.

San Jerónimo

Hld.

Heliodoro

Hom.

Homero

Hig.

Higinio

Hip.

Hipérides

Isócr.

Isócrates

Jos.

Flavio Josefo

Jul.

Juliano

Jul. Val.

Julio Valerio

Just.

Justino

Lib.

Libanio

Liv.

Tito Livio

Luc.

Luciano de Samosata

Lis.

Lisias

Macrob.

Macrobio

Nep.

Cornelio Nepote

Onesícr.

Onesícrito

Ov.

Ovidio

Paus.

Pausanias

Pd.

Píndaro

Filóstr.

Filóstrato

Filarc.

Filarco

Plat.

Platón

Plin.

Plinio, Historia universal

Plin. J.

Plinio el Joven

Plut.

Plutarco, Vida de Alejandro (se cita sólo el numeral referente al capítulo; las otras obras del autor se citan con las abreviaturas comúnmente aceptadas).

Polien.

Polieno

Polib.

Polibio

Procop.

Procopio de Cesarea

Ptol.

Ptolomeo

Escim.

Escimmo

Sóf.

Sófocles

Estr.

Estrabón

Suet.

Suetonio

Sím.

Símaco

Tác.

Tácito

Teof.

Teofrasto

Tuc.

Tucídides

Teóc.

Teócrito

Teop.

Teopompo

Timot.

Timoteo de Atenas

Tzetz.

Tzetzes

Val. Máx.

Valerio Máximo

Virg.

Virgilio

Vitr.

Vitruvio

Jen.

Jenofonte

Otras referencias se explican por sí mismas. Las inscripciones y las publicaciones periódicas están citadas de una forma inteligible para los académicos, que son los únicos que las utilizan. Todos los fragmentos, a menos que se especifique otra cosa, hacen referencia a las cifras que aparecen en F. Jacoby, Fragmente der Griechischen Historiker (Efipo 126 F1 significa fragmento 1 de Efipo, historiador n.° 126 en la compleja disposición de Jacoby).

NOTAS AL CAPÍTULO 1

Datación: Arr. 1, 1, 1 (arconte «Pitodemo», seguramente Pitodelo) supone julio de 336; cf. IG 22, 1, 240, Jos., A. J. 19, 93 es un extraño malentendido. Matrimonio tío-sobrina: L. Gernet, Anthropologie de la Grèce antique (1968), pp. 344 ss. y los ejemplos de esta particular afinidad que J.K. Davies indica en su Athenian Propertied Families (1970), n.os 8792 y 11672. Filipo el caudillo: GHI, vol. 2, n.° 177 con notas, pp. 228-229. El hecho de que Filipo sea denominado el caudillo implica, a mi entender, que se daba por sentado la idea de una alianza desde el principio, quizás a través de las alianzas individuales suscritas con muchas ciudades en 338-337 (C. Roebuck, CP [1948], p. 73). Una simple paz no tendría un caudillo, sino un presidente: cf. el liderazgo de Esparta de sus aliados peloponesios (G. E. M. de Sainte Croix, The Origins of the Peloponnesian War [1972], pp. 303 ss. y la sugerencia de N.G.L. Hammond, Epirus [1967], pp. 538 ss., de una hegemonía similar por los molosos en el Epiro de Filipo). Matrimonio de Cleopatra: Berve, V. V. «Cleopatra», n.° 434. Pelea: Just. 9, 7, 3; Plut. 9, 6-10; Sátiro apud Aten. 13, 557d-e. La ocurrencia sobre la ilegitimidad seguramente no apuntaba a la falta de pura sangre macedonia de Alejandro; la propia madre de Filipo era iliria (Estr. 7, 7, 8) y el ejemplo de Dionisio II sugiere que puede que la pureza de sangre no importara (pero contrasta con el heredero de Pisístrato: Hdt. 1, 61; 5, 94; Tuc. 6, 55, 1). La observación se refiere al estatus de divorciada de Olimpia o, al ser sospechosas todas sus fuentes, a la tontería de la serpiente (Plut. 2, 6, y en especial Just. 9, 5, 9, donde esto debe de ser el stuprum de Olimpia). Hijos de Cleopatra: Carano (a pesar de Tarn) sin duda existe y la noverca debería, por lógica en Just. 9, 7, ser Cleopatra. Si fuera hijo de un anterior matrimonio —no conocemos su edad o su tribu natal— no habría sido el rival que fue (Just. 9, 7, 3; 11, 2, 3). Cleopatra tuvo una hija, Europa, de Filipo (probablemente); Aten. 13, 557e. Pero DS 17, 2, 3 no especifica el sexo del bebé nacido unos pocos días antes de la muerte de Filipo; Paus. 8, 7, 7 (confundido por Berve) se refiere explícitamente a un hijo varón de Cleopatra y no es demasiado grave que Sátiro, citado por Ateneo, no mencione a este niño (apenas vivió unos días). La fecha del nuevo matrimonio de Filipo es completamente incierta: puede que fuera a principios de la primavera de 337 y Eurídice-Cleopatra (un matrimonio por amor, según Sátiro) podía estar ya embarazada de Filipo. Puede que diera a luz a Europa en el verano de 337; DS 93, 9 y Plut. 10, 5 demuestran que estaba casada en la época del asalto de Pausanias (Hamilton, HCPA, acerca de Plut. 10, 5 está en desacuerdo con esto sin motivo, excepto por un deseo de desacreditar la historia) y, si esto estaba relacionado con una campaña iliria (DS 93, 6), puede que la campaña tuviese lugar en el verano de 337. Alejandro habría huido ese verano para regresar en otoño, cuando el asunto de Pixódaro, un prolongado proceso de idas y venidas, podía haber tenido lugar al final de la estación de navegación de 337 o (como yo prefiero) en la estación de navegación de 336. Carano habría sido concebido en octubre de 337; su nacimiento y el (¿reciente?) exilio de los amigos de Alejandro lo habrían apremiado en julio de 336. Sin duda Europa y Carano son distintos (Just. 9, 7, 3; 11, 2, 1 y el plural retórico fratres en Just. 12, 6, 14 como opuesto a Just. 9, 7, 12 y Aten. 557c), y esto anula la lógica de Just. 9, 7 para asumir a un hijo desconocido, por ejemplo, por Fila la elimiota (así Berve; entonces él sería mayor y todavía resulta más extraño que Sátiro-Ateneo no mencione a este hijo). Dada la cronología, Carano es seguramente el bebé varón de Cleopatra: su nombre también tiene una justa resonancia de realeza macedonia (Just. 7, 7, 7) que sólo pudo haber asustado más a Alejandro (¿cf. el nombre Europa?). La prueba del Filipeo en Olimpia es seductora (Paus. 5, 20, 9). Tenía estatuas del padre de Filipo, de Alejandro, Olimpia y Eurídice, probablemente encargadas hacia la primavera de 337. Por supuesto Eurídice puede ser la madre de Filipo, pero su nueva novia se llamaba Eurídice antes de su matrimonio (Arr. 3, 6) y puede que Filipo estuviera tan interesado en ella que la incluyera en el monumento. De ser así, el matrimonio se confirma para principios de 337. Alejandro del Epiro: Berve, n.° 38. Egas: Teof., Vent. 27 es decisivo para un emplazamiento en las estribaciones septentrionales del monte Olimpo; Teofrasto vivió en Macedonia y su conocimiento local, incluso de la Filipos tracia, da testimonio de sus viajes (P. Collart, Phillippes [1937], pp. 185 ss.). Edesa es un nombre muy moderno para la antigua Vodhena (si ésta deriva de la palabra frigia bedu, agua, deberíamos recordar el relato de la ocupación frigia del monte Bermio: Calíst. F54); quizá no se trate de la antigua Edesa, que por otro lado era distinta de la antigua Egas: véase Plut., Pyrrh. 26, 1. Las tumbas reales siempre están situadas en Egas, no en Edesa: véase DS 22, 12. En septiembre de 1970, observé el fenómeno de las nubes de Teofrasto en la actual Vergina: para los cementerios que hay allí, cf. Balkan Studies (1961), pp. 85 ss. y para, por lo demás, el inexplicable palacio: «Vergina», Studies in Med. Archaeol. XII (Lund). Ambos artículos son de M. Andronicos; a pesar de una moneda de Lisímaco en los cimientos del muro, la datación del palacio está lejos de ser segura. Véase Addenda. Fuentes sobre el asesinato de Filipo: Arist., Pol. 1311b es básico y puede que contribuyera a inspirar a DS 16, 92 ss. (a partir de Dilo el ateniense —DS 76, 5—, y observa el sesgo ateniense quizás en 77, 3 y 92, 2; el tema del sofista en 94 es un lugar muy común). Just. 9, 6-7 es de fuente desconocida, pero no menos valiosa; simplemente porque estas fuentes son dramáticas, sus «hechos», no sus motivos, no son necesariamente falsos. Entorno persa: Just. 10, 3 DS 17, 5, 3; El., V. H. 6, 8. Estatua divina: DS 16, 92, El., V. H. 5, 12; Aten. 6, 251 b; Luc., D. mort. 1, 3, 2; Callíx., FGH 627 F2; OGIS 332, 1, 27. S. Weinstock, HTR (1957), p 235, notas 142-143, sobre la probable utilización por Alejandro (Syll.3 589, líneas 41 ss.: sobre la pompa de aquellos momentos. O. Weinreich, «Lykien Zwolfgotterrelief», SHAW. (1913), pp 1 ss. es magistral. Para Julio César, cf. DC 43, 45, 2; Cic., Att. 13, 28, 3. ¿Inventó Filipo este honor? Honores divinos de Filipo: GHI 191, con el que cabe comparar Zeus Seleuceo y Afrodita Estratonice; la forma adjetiva probablemente significa «Zeus como patrono de Filipo», y no es una divinización muy directa de Filipo, a diferencia, por ejemplo, de Júpiter Julio, Pitionice Afrodita o Heracles Témiso (FGH 80 Fr). Con Arr. 1, 17, 10 ss., cf. A.D. Nock, HSCP (1930), p. 56, nº 2, cuyas dudas yo no comparto; más pruebas en C. Habicht, Gottmenschentum und die Gnechische Städte (1970), pp. 12 s. ¿Filipo fue adorado con seguridad en las ciudades recién fundadas por él? DS 92, 6-93, 1 demuestra que los motivos de Filipo no eran ningún sacrilegio, y Suda, V. V. «Antípatro» es irrelevante. Los lectores de J. Becker, De Suidae Excerptis Historicis (1915) vacilarán antes de aceptar cualquier entrada en la Suda como histórica, aparte de sus testimonios sobre el sacrilegio, cuando recurre en tantas ocasiones a compiladores como el monje cristiano Jorge. Muerte de Pausanias: DS 94, 4 (¿abreviado por DS?) insinúa el lugar del asesinato; Pap. Oxyrh. 1798. FGH 148, línea 16 menciona apotympanismós (aquí, autón, puesto que ha sido restablecido, se refiere probablemente a Pausanias, no a un cómplice). El extraordinario Ho Apotympanismós (1923) de A.E. Keramopoullos, con la completa revisión de L. Gernet, REG (1924), p. 261, y Ar., Teof. 930-946; Esquil., Pr. 1 ss., demuestra la verosimilitud de esto; Just. 9, 7, 10 latiniza la estaca convirtiéndola en una cruz, pero observa correctamente que el cuerpo fue enterrado. Esto se ajusta a apotympanismós con exactitud, y, encadenado, Pausanias pasó hambre durante unos días en los que pudo hablar. Oráculo: DS 91, 2; Paus. 8, 7, 6; cf. El., V.H. 3, 45 (Trofonio). Motivo: A.B. Bosworth, CQ (1971), pp. 93 ss. no es convincente; no explica la secuencia cronológica del asesinato, un año o más después del nuevo matrimonio de Filipo, o por qué la Lincéstide (cuya política debía más a los ilirios) no debió de sentirse igualmente «excluida» por la epirota Olimpia. Entre muchas otras objeciones, ¿cómo sabemos que Cleopatra era una habitante del llano? Puede que también fuera lincesta. Motivo de queja de Pausanias: DS 93, 8-9 demuestra que ocurrió después del nuevo matrimonio de Filipo; no hay motivos para una fecha anterior a 344. «Pleurias» puede ser Pleurato o Glaucias (Arr. 1, 5, 6) y hay suficientes campañas contra Iliria de las que no se sabe nada (véase Curc. 8, 1, 25; Frontín. 2, 5, 10, 3, 4, 5) para que una se ajuste al verano de 337 o incluso de 336. Pero la posición de Pausanias como Escolta (si es precisa) casa mal con su juventud (cf. Just. 9, 6, 5). Aristóteles, testigo poco fidedigno: véase Pol. 1304a, con R. Weil, Aristote et l’histoire (1960). Oréstidas: DS 93, 3 con Hammnond, Epirus, pp. 52 ss. Caballos: Just. 9, 7, 9, cuyo plural da un papel a los cómplices. El tema de la venganza, aplicable (en Aristóteles) sólo a Pausanias, y su muerte súbita en DS 16 (¿equivocada?) no descarta la purga de los cómplices en DS 17, 2, 1 y Just. 11, 2, 1 (cf. Arr. 1, 2, 5); otros, como Alejandro de Lineo, puede que hablaran, y Pausanias pudo utilizar ayuda en la puerta. Es un error analizar el asesinato a partir de versiones opuestas; todas ellas encajan, pero ninguna fuente es de fiar. Pausanias no fue asesinado por dos compañeros oréstidas, pues Leónato era también un lincesta por vía de la madre de Filipo (Berve, s. v. «Leónato» está equivocado aquí, dando lugar a la fantasía en C.B. Welles, Diodorus [1963], Loeb, p. 101, nº 2: no sabemos de qué Átalo se trata, dejando a un lado si Pérdicas —¿de mediana edad?— ya era amigo de Alejandro). Complicidad de Alejandro: sólo se insinúa en Just. 9, 7; Plut. 10, 6 demuestra mediante el conector gár que no tiene ninguna otra prueba que esta ingeniosa cita de Eurípides. Según Just. 9, 7, 3, es cierto que el nacimiento de Carano es un motivo para creer en la posible culpabilidad de Alejandro, pero no es una prueba, aunque Plut., Dem. 3 es oportuno. Alejandro le había salvado la vida a Filipo (Curc. 8, 1, 24) y la pregunta de la Vulgata en Siwa —véase DS 17, 51, 2— recuerda que todo sigue siendo un misterio. No obstante, la culpabilidad de Alejandro es una hipótesis antigua y sensacionalista —por ejemplo, Niebuhr en la década de 1820—; no hay pruebas, y E. Badian, Phoenix (1963), 244, simplemente las ha reavivado con retórica y sin Carano. En cualquier caso, el «silencio» de Diodoro no prueba nada acerca de la inocencia de nadie. Sin embargo, para un papel similar al de Olimpia, la seléucida Laódice y el asesinato de Antíoco III en 246 es una comparación sugerente: Ap., Syr. 65; Phylarc. FGH 81 F24; Polien. 8, 50 y Just. 27, 1, 1. El servicio de inteligencia de Demóstenes en 336 (Plut., Dem. 22; Esquin. 3, 160) no implica que fuera un cómplice (así Mary Renault, Fire from Heaven [1970]), sino que los «espías» atenienses en el norte (Esquin. 3, 77) naturalmente le llevaron las noticias primero a él, y con mucha rapidez.

NOTAS AL CAPÍTULO 2

Véase la Bibliografía para las obras sobre Macedonia. Nuevo reino de Filipo: A. Momigliano, Filippo il Macedone (1934). passim. Obsérvese cómo el mito real de Hdt. 8, 137 s. se amplía en Teop. F393 para incluir la Oréstide en el legado de Carano. Liv. 45, 18, 3 y 29, 11 son una excelente prueba de cómo Macedonia podía unificarse mejor. Inundación de los pantanos: Hom., Il. 21, 157-158. Pesca: véase Aten. 7, 328; Dem. 19, 229; Hdt. 5, 16, 4 para Peonia. Minerales: mapas útiles en O. Davies, Román. Mines in Europe (1935) Y DS 16, 8, 6-7 (probablemente viejos intereses mineros de Pisístrato). Berve, s. v. «Gorgo» con R.J. Hopper, BSA (1953). pp. 200-254 (1968), pp. 293-326 para las técnicas disponibles; R.J. Forbes, Metallurgy in Antiquity (1953); R. Pleiner, Iron-work. in ancient Greece (1969). Canalización: Estr. 9, 2, 18; Teof., C.P. 5, 14, 6 y la inscripción de Filipos en CRAI (1938), p. 251, Bosques: Tuc. 2, 100, 2; Teof., loc. cit.; Hdt. 7, 131 y G. Glotz, REG (1916), p. 292; Teof., H. P. 9, 2, 3 (vivido). Caza: véase Hdt. 7, 125-126; Jen., Cyn. 11. Trucha: El., N. A. 15, 1 .Frutos: véase Teop. 115 F152. Heracleo: Ps.- Escílax 66 s. sobre el conjunto de esta costa. Dío: Estr. 7 F17; Liv. 44, 7, 3; AD (1915), pp. 44 s.; PAE (1931), pp. 47-55; PAE (1933)» pp.59 s.: ArchD. (1966), pp. 346 ss. Orfeo: Paus. 9, 30, 5; O. Kern, Orphicorum fragmenta, F342; Timot., Persae 234-236; Estr. 7, 17-18. Ciudades costeras: U. Kahrstedt, Hermes (1953), pp, 89 ss. no es convincente. Ciudades ricas: Ps.-Arist., Oec. 1350 a 22. Territorio de la ciudad: DS 16, 8, 5 y 34, 5.Murallas: Polien. 4, 2, 15; DS 13, 49, 1 Momentos de libertad: Dein 1, 14; IG 42, 94 para 360 s. Comercio en el interior. Meiggs y Lewis, Greek Inscriptions 65, líneas 20 s. Tribunales: Ps.-Dem. 7, 12 ss.; A.R.W. Harrison, CQ (1960), pp. 248 ss. Hoplitas: Tuc. 4, 124. Pela: Ps.-Escim. 624-625; Estr., Epit. F20, 22; Plut., Mor. 603c; Ph. Petsas, Balkan Studies 4 (1960), pp. 157 ss. (bibliografía completa). Mosaicos: C. M. Robertson, JHS (1965), pp. 71 ss.; de nuevo en C. Picard, RA (1963), p. 205. León-grifo: las monedas con este emblema procedentes de las acuñaciones en Asia sobre la llegada de Antípatro a Siria en 321-320 (G. E Hill, JHS [1923], pp. 160-161) quizás implican que era su insignia o sello de regente; el tema cae en desuso en Macedonia, hasta donde yo sé, después de su muerte. A.M. Bisi, Il Grifone (1965 ) es útil; los modelos de alfombras iranios pueden ser relevantes (E von Lorentz, Rom. Mitteil. [1937], p. 165), especialmente según J. Boardman, Antiquity (1970), p. 143, por su influencia en las pinturas de las tumbas macedonias. Pinturas: véase Ph. Petsas, Ho Taphos Tes Leukadias (1966); K.A. Romaios, Ho Taphos Tes Berginas (1951) y dibujos de Dio en PAE (1930), pp. 45 ss. Rosas: Teof., H. P 6, 6, 4; Hdt. 8, 138, 2; Teof., C. P 1, 13, 11 y Rosalia en HTR (1948), pp. 153 ss. Habitantes de las tierras altas: E Papazoglou, ZAnt (1959), pp. 167 ss.; N.G.L. Hammond, Epirus (1967); J.B. Wace, BSA (1911-1912), pp. 167 ss. Títulos: véase Arr., Ind. 18 oP. Perdrizet, BCH (1897), pp. 112 ss. Poblados fortificados: Tuc. 2, 99 ss.; 4.125 s.; A.E. Keramopoullos, PAE (1933), pp. 63 ss.; AE. (1932), pp. 48-133; Stud. Pres to Ed. Capps, pp. 196 ss. Tinfeos: Estr. 7, 7, 9; Hesiq., s. v. «Dipaturo»; E. Byz., s. v. «Tinfe»; Tzetz. sobre Licofrón, Alex. 800 (Poliperconte); Berve, s. v. «Amintas», hijo de Andrómenes, y sus hermanos «Átalo», «Simias», «Polemón» y «Filipo», hijo de Amintas. Oréstides: Estr. 7, 7, 8; Hammond, Epirus, p. 528 (muy relevante si está correctamente fechado). Berve, s. v. «Pérdicas», «Crátero», «Anfótero», «Alcetas», «Pausanias, hijo de Cerasto». Lincéstide: Estr. 7, 7, 8; Tuc. 4, 125 s.; Hdt. 5,92 s. sobre los Baquíadas; Plut., De lib. educ. 20; Plut. 40, 1 = Filarco apud Aten. 539d. Vestimenta de las tierras altas: ZAnt (1953), pp. 226 y 234. ¿Es casualidad que el esclavo de precio más elevado en Meiggs y Lewis 79 y p. 347 («Hermocopid Lists») sea una mujer macedonia? Ovejas: Arr. 7, 9, 2 (fuente sospechosa); A.M. Woodward, JHS (1913), p. 337 —magnífica inscripción—. Obsérvense las carretas tiradas por bueyes en la Alta Macedonia: Tuc. 4, 128, 4. Política elimiota: Escolios a Tuc. 1, 57, 3; Arist., Pol. 1311b 11 y obsérvense las ricas tumbas elimiotas en AE (1948-1949), pp. 85 ss.; Berve, s. v. «Ceno», «Cleandro» y posiblemente los hijos de Macatas, Hárpalo, Tauro y Filipo (¿y Calas, hijo de Hárpalo?). Pero hay un Macatas conocido en el Epiro (Polib. 27,15, y otro en S. G. Dial. Inschr. 1371) y las tierras bajas (IG 10, 1032 —¿hacia el siglo III a. C.?—; otro en Syll. 13, 269 J); éste es sin embargo un ejemplo del extremo peligro de razonar sobre las facciones simplemente a partir de las pistas geográficas del nombre del padre de un hombre. La facción elimiota, por ejemplo, en E. Badian, JHS (1961), p. 22 sigue siendo una conjetura y nada más. Nuevas ciudades de Filipo: véase DS 16, 71; Estr. 7, 6, 2; Plin. 4, 41; Etym. Magn., s. v. «Bine». Suda, s. v. «Doúlon pólis» y «Ponerôn pólis»; just. 8, 5, 6. Feudalismo: Arr. 1, 16, 5; Plut. 15, 3; SIG 332 da a los titulares de tierras libertad para vender sus propiedades hereditarias. Doble residencia de Ptolomeo, hijo de Lago, Ptolomeo, hijo de Aristónoo, Pérdicas y otros en Berve. Clanes: a efectos actuales, J.K. Campbell, Honour, Family and Patronage: a Study of Institutions and Moral Valúes in a Greek Mountain Community (1964). Compañeros: DS 17, 16, 4 (número aproximado);J. Kalléris, Les Anciens Macédoniens (1954), s. v. «hetaireídia» y «peligán» (una palabra también usada en inscripciones de colonias macedonias en Siria). Títulos: W. W. Tam, Alexander the Great, vol. 2, pp. 138 ss. Kalleris (véase «edeatros») recopila unos pocos oficiales de la corte macedonia, pero el estilo del siglo IV de la monarquía macedonia es desconocido. Enemistad de sangre: Curc. 6, 11, 20; DS 19, 51. Matrimonio: Hdt. 5, 92 sobre los Baquíadas incestuosos. Para su propósito general, en especial el papel de la dote y el kýrios, cf. W.K. Lacey, Family in Classical Greece (1968); también W. Erdmann, Die Ehe im alten Griechenland (1934). Liv. 45, 29 demuestra su importancia en el poder macedonio. Juicios: Curc. 6, 8, 25 (la verdadera lectura del manuscrito no es la que hacen los alemanes) puede ser la propia conjetura de Curcio; las teorías del «Staatsrecht» y las Asambleas del Ejército claramente definidas son irrelevantes y no las puedo refutar aquí. Polib. 5, 27, 6 es demasiado vago para probar nada. Choque de lanzas: Curc. 10, 7, 14 y, por su importancia, G.E.M. de Sainte Croix, The Origins of the Peloponnesian War (1972), p. 348 (excelente). Matrimonios en masa: la discrepancia en las cifras entre Polibio y Calíst. F33 y Arr. 1, 29, 4, ¿puede deberse a Polibio, que incluye a cientos de novias casadas en 334? Curc. 7, 5, 27 sobre reyes y tasa de natalidad. Amintas, hijo de Pérdicas: Berve, s. v., con Cínane, Filipo, hijo de Arrideo (en especial Plut. 10, 2 y 77, 7). El asunto de los carios: debió de suceder durante la estación de navegación en el Egeo, es decir, en el otoño de 337 o, más probablemente, mientras se esperaba la invasión de Filipo, a finales de la primavera de 336; de ser así, sería casi un preludio del asesinato de Filipo. Plut. 10, 1-4; Arr. 3, 6, 5 lo menciona; cf. Isócr., Pan. 162. Sucesión;. Hdt. 8, 139, 2 con los estimulantes paralelismos en el estudio de M. Southwold sobre modelos de sucesión en Buganda, en Assoc. Soc. Anthrop. Monographs, n.° 7 (1968), sobre todo subrayando la importancia de la edad. Purgas: cf. Filipo en Just. 8, 3, 10; también Libro de Daniel 6, 24; véase Hdt. 3, 119; Just. 10, 2, 5; Am. Mar. 23, 6, 81; 24, 5, 3; 17, 9, 51 Eus., Praep. Evang. 8, 14 y los paralelismos de Buganda de Southwold. Alejandro de la Lincéstide: Arr. 1, 25 y Berve, s. v.; DS 16, 93 s. es demasiado breve para ser tachado de «incompatible» con los cómplices mencionados en DS 17, 2 y Arr. 1, 23; 2, 14; Just. 9, 6, 9 les da un posible papel. Éropo: Polien. 4, 2, 2; cf. la útil lista de nombres macedonios en I.I. Russu, Ephemeris Dacoromana (1938). Amigos de Amintas: J. R. Ellis, JHS (1971), pp. 15-25 cita las inscripciones necesarias; pero su conclusión es casi toda inaceptable. Debería haberse hecho referencia a A. Aymard, Études d’Hist. Anc. (1967), pp. 100-122 y 232-235 (valioso); comparto sus importantes dudas de la página 120. Obsérvese a partir del ejemplo de Dosón y Filipo (Aymard, pp. 234-235) cómo un regente podía hacerse llamar rey; incluso si esta inscripción de Lebadea se leyó correctamente (en la actualidad, se ha perdido), ¿quién la grabó, cuándo y hasta qué punto era oficial? No lo sabemos (IG 12, 71, en especial líneas 25 ss., es una prueba tentadora de la existencia de varios reyes a la vez en Macedonia, y no sólo de las tribus de las tierras altas; posiblemente el reino de Alejandro I se dividió entre los hermanos, cada uno de los cuales adoptó el título; el paralelismo puede ser relevante para Filipo y Amintas IV). Berve, s. v. «Amintas», «Aristomedes» (con la nueva inscripción de AD (1966), pp. 45 ss. posiblemente restaurada), «Neoptólemo, hijo de Arrabeo» (¿seguramente el famoso Arrabeo de la Lincéstide?). Arr. 1, 5, 4 fecha la muerte de Amintas lo más aproximada posible. Amintas, hijo de Arrabeo: ¿hermano de Neoptólemo, sobrino de Alejandro de la Lincéstide? Just. n, 5, 8 puede que se refiera a él, pues los exploradores a caballo estuvieron en Asia —estoy de acuerdo con R.D. Milns, JHS (1966), pp. 167-168— y fue su líder en 334 (Arr. 1, 14, 1). Vínculos de Parmenión: Curc. 6, 9, 17 y 10, 24. Ejecución: Just. 11, 2, 2; 12, 6, 14. Arenga al ejército: DS 17, 2, 2; Just. 11, 1, 10 (Arr. 1, 16, 5 implica que estas exenciones de impuestos eran temporales). Funeral de Filipo: DS 2, 15, 19, 52, 5; Liv. 40.; Hesiq., s. v. «Xanthiká». En Beocia se conocen festivales similares; cf. Curc. 10, 9, 11 para la muerte de Alejandro. Sobre el estilo «macedonio» de las tumbas, cf. Ph. Petsas, en Atti del 7 Congresso Internazionale di Archeologia Classica (1961), pp. 401 ss. con una amplia bibliografía. Asesinato de Euríloco: Berve, s. v. con Just. 12, 5, 14. Átalo: DS 17, 2, 4-5 (órdenes de llevarlo de vuelta, a ser posible vivo); Plut., F)em. 23,1; Berve, s. v. Mecateo, el guía griego: DS 17,2,5 con Plut., Eum. 3; DS 18, 14, 4 (un conocimiento tal de Cardia sería inestimable; ¿quizá ya en 336 era amigo de Antípatro? En este caso, constituiría una razón para la enemistad entre Antípatro y Éumenes, también de Cardia: Plut., Eum. 5, 5). Oréstidas: Berve, s. v. «Crátero», «Pérdicas», «Anfótero», «Alcetas», «Atalante» y «Pausanias, hijo de Cerasto». Tinfeos: Amintas, hijo de Andrómenes, su hermano Átalo, Simias, Polemón, Poliperconte, Filipo, hijo de Amintas. Eordia: Ptolomeo, hijo de Lago, Aristónoo. Elimea: Cleandro, Ceno y posiblemente (no seguro) Hárpalo (obsérvense los muchos Macatas conocidos fuera de Elimea), y, de ser así, Tauro y Filipo, hijo de Macatas. Posiblemente también Calas, hijo de Hárpalo, que terminó al frente de la vanguardia, 335-334. No insistiré lo bastante en que, a pesar de la utilización que hago de las localidades en este libro, estos lugares de origen pueden ser irrelevantes (por ejemplo, para los pajes de Filipo, realojados en las tierras bajas), engañosos (véase Hárpalo) o incluso controvertidos. Tomemos, por ejemplo, a Pitón, hijo de Crátero; cuando en 321-320 ayuda a Ptolomeo, su colega de Eordia, a asesinar a Pérdicas, puede verse un vínculo bastante grande. Sin embargo, se cree que a Ptolomeo no le gustaba Aristónoo, también de Eordia, incluso hasta el punto de introducir un sesgo en su historia; los eordos habían sido expulsados por los reyes de Egas y puede que sus tierras fueran colonizadas con extranjeros exóticos; la propia ciudad natal de Pitón es discutida. Arr. 6, 28, 4 lo hace proceder de Eordia: Ind. 18, 6 (seguramente basado en un documento oficial) hace de él un hombre de Alcómenas que, con Estr. 7, 326 y muchos otros, ha sido identificado sin ningún genero de dudas por F. Papazoglou, Klio (1970), p. 305 como en la Lincéstide. Esto explica por qué Just. 13, 4, 13 (que se basa en Jerónimo) lo llama Pitón de Iliria. ¿Podía un noble poseer tierras en dos o tres áreas de las tierras altas, como había hecho Pitón en la Lincéstide y (Argead) Eordia? ¿Llevaron sus esposas sus posesiones con ellas? No lo sabemos, y todos los intentos de construir facciones macedonias, incluso aunque sea algo válido en principio (por mi parte soy escéptico), conllevan una importante cuestión de detalle. En conjunto, observo hombres con (posibles) vínculos o nombres o padres epirotas: Neoptólemo, el jefe de los hipaspistas, Aribas, el Escolta Personal hasta 332, posiblemente Meleagro, hijo de Neoptólemo. Los diferentes destinos de los diferentes lincestas en 336-333 son una advertencia ante un enfoque de este tipo. Apariencia de Alejandro: los textos literarios están recopilados en C. de Ujfalvy, Le Type physique d’Alexandre (1902) y son seleccionados por T. Schreiber, Studien über das Bildnis Alex. (1903). La bibliografía es amplia (cf. J. Seibert, Alexander der Grosse [1972], pp. 51-61): actualmente los mejores resúmenes están en E.J. von Schwarzenberg, BJ (1967), pp. 58 ss., y T. Hölscher, Ideal und Wirklichkeit in den Bildnissen Alexanders des Grossen (1971); H.P. L’Orange, Apotheosisin Ancient Portraiture (1947) es fascinante; G. Kleiner, en JDAI (1950-1951), pp. 206-230 y «Über Lysipp», en Festschrift B. Schweitzer (1954), pp. 227 ss. son más válidos que M. Bieber, Alexander in Greek and Roman Art (1964). Artistas oficiales: Plut. 41-43 con J.P. Guepin, BABesch (1964), p. 129. Afeitado: cf. Teop. F225, línea 32. Estilo de corte de pelo: véase Plut., Pomp. 2; El., V.H. 12,14 y todos los monumentos salvo la escena de caza del sarcófago de Alejandro. Tiene implicaciones heroicas (Holscher, pp. 27-28) y leoninas (Ps.-Arist., Phy- siogn. 806b; cf. E. Evans, TAPhS [1969] para este tema desatendido). La creencia en Éforo 70 F217 es relevante; Ps.-Calíst. 1, 13; Jul. Val. 1, 13. El mosaico de la caza del león de Pela muestra el color de su cabello; cf. El., V. H. 12,14. Ojos: Plut. 4; Pomp. 2 y von Schwarzenberg, p. 70 s. La tradición de los ojos de distinto color en Ps.-Calíst. i, 13; Jul. Val. i, 7; Tzetz. 11, 368, 8 s. seguramente no tiene ningún valor. Fragancia: Aristóx. apud Plut. 4,41; el bizantino Tzetzes, en su Quilíada (citado por Ujfalvy, p. 31), también atribuye esta opinión a Teofrasto, probablemente (no es seguro) a través de una lectura errónea de Plut. 4, 4. Altura: Curc. 5,2,13 (aunque los tronos persas eran elevados); 7, 8, 9; 6, 5, 29; Arr. 2, 12, 6; Ps.- Calíst. 2,15 y sobre todo 3, 4. No desearía tener que llevar el pequeño yelmo de caballería macedonio que hay en el Ashmolean Museum de Oxford. Hazañas de juventud: Plut. 9 con GHI 129, línea 21 (restituida), para un ejemplo de un sello de un rey suplente. Curc. 8, 1, 24-25 es seductor. No hay ninguna «deslealtad» en bautizar una ciudad como Alejandrópolis durante el reinado de Filipo; nada sugiere que fuera una mera colonia. Just. 9, 5, 5 puede ser la única visita de Alejandro a Atenas.

NOTAS AL CAPÍTULO 3

Historias de la infancia: Suda, s. v. «Marsias»; DL 6, 4, 84 con Berve, s. v. «Onesícrito» y «Filisco» (¿su tío o su padre?). Cumpleaños: Plut. 3, 5; Arr. 7, 28, 1; El., V. H. 2, 25 con W. Schmidt, Geburtstag im Alterum (1908); Hdt. x, 131; 9, 110; Plat., Alc. 121c; Génesis 40, 20 (el Faraón); Ester, passim. Éfeso: Plut. 3, 6-7 (los magos están en lo cierto). Leyendas sobre el nacimiento; Arr. 4, 10, 1; Plut. 3, 3 (Eratóstenes). Olimpia: Plut. 2, 2; Curc. 8,1 , 26; Just. 7, 6, 10-11; Aten. 557 b-c (cronológico) con Samothrace, vol. 2, parte 1: «The Inscriptions» (1960), p. 13 con Syll.3 372, líneas 5-6. Retratos de Olimpia: U. Scchilone, Enciclopedia dell’arte antica (5), p. 672 (demasiado poco crítico). Monedas: W. Baege, De Macedonum Sacris (1913), p. 86, con Duris 76 F52 y la carta (¿espuria?) de Aten. 14, 659 s.; Cic., Div 2, 135; E. R. Dodds, Eurípides’s Bacchae (introducción, passim). Teof., Peri Eusebeias F8 (ed. Potscher) da en el blanco; cf. Plut. 2, 2. Dodona: N.G.L. Hammond, Epirus, p. 438, n. 5. Atrocidad: Just. 9, 7; Paus. 8, 7, 7; DS 19, 11. Votos a la Salud: Híp, Eux. 31. Tutores: Berve, s. v. «Leónidas»; n, 469 y 470 puede ser el mismo hombre; Plut. 5 y 24. La lista en Ps.-Calíst. 1, 13 está viciada y es imposible de verificar; Menecmo, discípulo de Eudoxo, también es citado (¿correctamente?) por Estobeo; Anaxímenes estaba en efecto en la corte (Paus. 6, 18, 3). Primera aparición: Esquin. 1, 168. Música: El., V. H. 3, 32; Suda, s. v. «Timoteo»; D. Cris. 2, 26; también la moneda en C. M. Kraay Max Hirmer, Greek Coins (1966), pl. 171.565, ¡donde Apolo presenta el aspecto de Alejandro! Caza: Jen., Cyn. 13, 18; Hdt. 7, 125-126; Plut. 23. Perros: Plut. 61, 3; Teof. 115, F340; DS 92. Bucéfalo: Cares apud Gel. 5, 2; Plut. 6 y A. R. Anderson, AJPh (1930), pp. 1-21 para su leyenda; E. Byz., «Bucéfalo» es interesante. La fecha (¿345-344?) la ofrecen Plut., Tim. 21 y DS 76, 6 contra Ps.-Calíst. Montar: Curc. 6, 5, 18 con Jen., Eq. 6,16 ;Pólux 1, 213. Mecenazgo macedonio: Hdt. 5, 22; Tuc. 2, 99, 3; Hes. F3 (West); Pd. F120-121 (Snell);Baquíl. F20b (Snell); Suda, s. v. «Hipócrates» y «Melanípides»; Plut., Mor. 1095d; Timot. F24 (Page); El., V. H. 14, 17; Aten. 8, 345d; El., V. H. 2, 21; Eur., F232-246 (Nauck) con Hig., Fab. 219 y B. Snell, Griechische Papyri der Hamburg… (1954), pp. 1-14. El., H. 13, 4, 1 y el epigrama del macedonio Adeo (AP 7, 51; Gel. 15, 20, 9) es ingenioso (cf. Am. Mar. 27, 4, 8); Eur., Bacch., especialmente versos 556 s. con las notas de Dodds. Inmigrantes: Paus. 7, 25, 6; Teop. F387; Dem. 50, 46; 19, 196; Isócr., Philip. 18-19; Escolios a Esquin. 2, 21; Ps.-Esquin., Ep. 2, 14; Jen., Hell. 5, 2, 13. Emigrantes: Tuc. 6, 7, 3; Plut., Pel. 26. Jenofonte: Dem. 19, 196; cf. Curc. 5, 9, 1; DS 16, 52, 3-4. Pintura: la amistosa junta militar en Sición en C.M. Robertson, Greek Painting (1955) y Berve, I, pp. 73-79. Cf. la estela macedonia de Vergina en N. Andronicos, BCH (1955), p. 87 y la tosca cerámica gris «minia» encontrada en el siglo IV cerca de Pela, Kozani y Vergina; sus primitivos antepasados fueron clasificados por W.A. Heurtley, Prehistoric Macedonia (1939). Campaspe: Plin. 35, 86; Luc., Imagin. 7; El., H. 12, 34. Macedonios y griegos extranjeros: Arr. 2, 10, 7; 3, 22; 5, 26, 6; 7, 9, 4 distingue griegos y macedonios. Ind. 18, 3 y 18, 7 subraya el contraste particularmente claro; Plut., Eum. 8 sugiere una reacción violenta. Antes de idealizar una sólida tradición campesina de Macedonia traicionada por Alejandro, deberíamos recordar la diversidad de las tribus de la Alta Macedonia, cada una de las cuales tenía sus tradiciones propias, ya «traicionadas» por Filipo. Cuando Arr. 2, 14, 4 identifica a griegos y macedonios en una carta de Alejandro, esto puede reflejar el propio estilo de escritura de éste (cf. Hdt. 5, 20 para las ganas de los Argéadas de ser griegos); asimismo, puede reflejar las propias creencias de Arriano, pues en la época romana Macedonia parecía una «parte de la Hélade»: obsérvese que Ind. 18, 4-6 compara a Nearco y a otros con los griegos; GHI 182 insinúa algo distinto, quizá porque se trata de un documento más temprano. «Macedonio», como bajo los sucesores, ya es un título de prestigio, no de pureza racial. Cosmopolitas: véase Berve, s. v. «Éumenes», «Critobulo», «Hipócrates», «Jenócrates», «Anaxarco», «Aristónico», «Poliído», «Gorgo», «Filónides» y «Aristandro», y Luc., Philip. 21-22. Idiotas en Teof. F236. Orientales: Berve, s. v. «Sisines», «Artabazo» y «Barsine»; DS 16, 52, 3-4 con Plut., Eum. 1 y Aristób. apud Plut. 21. Pertenecía a la realeza gracias a su madre Apame, hija de Artajerjes II; Tarn no se debe tener en cuenta. Pajes: Arr. 4, 13,1; Berve, s. v. «Pérdicas» (Arr., Ind. 18,5; Curc. 10, 7, 8). Leónato (Arr. 6, 28, 4; Ind. 18, 3; Curc. 10, 7, 8). Aristónoo: An., Ind. 18, 5 y Arr. 6, 28, 4. Ptolomeo: ídem; cf. Berve, I, pp. 25 ss. sobre la identidad de los escoltas reales. Habitantes de las tierras altas: Menelao en GHI 143 y 148; Jen., Hell.; Suda, s. v. «Antípatro»; Esquin. 2, 43 y 47. Hefestión: cf. la lista de títulos de obras de Aristóteles y Jenócrates. Lisímaco: Arr. 7, 5, 6; Just. 15, 3, 6. Hárpalo: Teof., H.P. 4, 4, 1. Dioses arcaicos: véanse en especial los hallazgos de Kallipolitis de los siglos V-IV en Kozani, en Elimea, excelentemente publicados en AE 1948-1949 p. 85. Joyas: H. Hofmann & P. F. Davidson, Jewellery from the Age of Alexander (1965). Amantes: Berve, s. v. «Tais», «Glícera», «Pitionice». Heródoto: Ptol. F2; Calíst. F38; Nearco F8, 17, 18 y 20 (aunque Arr. 6, 28, 6 deduce que su estilo era tosco y su gusto por Heródoto se debe únicamente a Arriano); Teop. F1-4 (¿preparado por Filipo en Asia?). El propio Alejandro lo recoge en Plut. 34, 3. Véase ahora también O. Murray, CQ (1972), pp. 200 s. Alexarco: O. Weinreich, Menecrates Zeus (1933), p. 12 ss. y 108 ss. con completa bibliografía. Tutor de Alejandro: Carta de Espeusipo (ed. Bickermann-Sykutris), passim. Panegírico de Teopompo: F255-256; fue discípulo de Isócrates (de ahí, quizá, la maliciosidad de Isócr., Ep. 5, escrita después de su rechazo en favor de Aristóteles). Los vínculos platónicos de Filipo pasaron a través de Eufreo, Jenócrates, los tiranos de Sición y Hermias, etc. No hay ninguna razón para ver la elección de Aristóteles como política. M. Brocker, Aristotles ais Alexanders Lehrer (1966) y W. Hertz, Gesammelte Abhandlungen (1905), pp. 1 ss. son ambos excelentes. Su padre: DL 5, 1. Estagira: Brocker, pp. 28 ss. y el manuscrito en DS 16, 52, 9, y la maldad de Demócares apud Eus., Praep. Evang. 15, 13-15. Sus honorarios: Aten. 9, 398e; Sen., Dial. 27, 5; DL 5, 12-16; Gel. 3, 17. Contra Plin. 8, 16 y 44, cf. J.D’Arcy Thompson, PCPhS (1948), p. 7. Riquezas: DL 5, 12-16 para su testamento, con el exagerado Aten. 398e; Gel. 3,17. Hombre sabio: DL 5, 31. Mieza: Ph. Petsas, en Makedonika (1967), pp. 33 ss. Datación: DL 5, 2 y Filócoro apud Filodemo, Index Acad. 6, 28 sobre la ausencia de Aristóteles en Macedonia el año de la muerte de Espeusipo. Escritos para Alejandro: Brocker, p. 30, ninguno de ellos pueden fecharse y todos son desconocidos. F658 (Rose) puede ser espurio. Filósofo armado: Onesícrito F 17a. Aristóteles y los jóvenes: Rhet. 1389a; Pol. 1340b 30. Amistad con Antípatro: El., V.H. 14, 1; Suda, s. v. «Antípatro»; DL 5, 9; Paus. 6, 4, 8. Hefestión: DL 5, 1, 12; G. A. Gerhard, Phoenix von Kolophon (1909), pp. 140 ss., y Carta de Diógenes, Epist. 24, p. 241 (Teubner). El único busto posible de Hefestión se encuentra en el Museo de Estambul, aunque la identidad es discutida. Homosexualidad: G. Devereux, SO (1965), pp. 68 ss. es interesante, pero no universalmente cierto; H. Licht, Sexual Life in Ancient Greece (1932) necesita ser superado; K. Bethe, RhM (1907), pp. 438 ss. sólo es parcialmente refutado por K.J. Dover, BICS (1964), pp. 31 ss.; Jen., Lac. 2, 12 con H. I. Marrou, A History of Education in Antiquity (1965), pp. 61 ss.; Teop. F 225. Alejandro y el sexo: Plut., Mor. 717F 65f y, en especial, Plut. 22, 6 con Arist., Nic. 1102b; Plut. 22; 40, 2; 41, 9. Teof. apud Aten. 43 5a. Su hermana: Plut., Mor. 818c. Carta de Isócrates: Epist. 5, que yo acepto como auténtica. Orígenes de Ptolomeo: Plut., Mor. 458b y Nobil. 19. Mieza: Berve, s. v. «Peucestas». Filipo y Homero: Ps.-Calíst. 1, 35, en la recensión citada por Brocker, p. 55. Aquiles: Plut. 5, 8; Arr. 1, 12; Plut. 8, 2; Estr. 13, 1, 27; Plin. 7, 108; Aten. 537c; Onesícr. F38; Plut. 26,1-2 (de muchas fuentes). Apodos: Pericles como Néstor (Plat., Conv. 221c): obsérvese Suet., Caes. 50, 1 para Pompeyo y César. Homero en Macedonia: Aten. 620 (Casandro); DL 4, 46 y Plut., Mor. 182f. Cf. la vasija de Mégara en la Lincéstide, publicada en AJA (1934), p. 474; también SEG (15), n. 473: una inscripción de una vasija helenística. Filipo: DS 16, 87, 2; Isócr., Panathen. 74-80; Hdt. 1, 2 s. y el precedente de Agesilao en Jen., Hell. 3, 4, 3-4. Margites: Esquin. 3, 160; Plut., Dem. 23, 2; Marsias 135 F3; cf., quizá, Hip. pro Licofrón 6, 21; Polib. 12, 4a; Escolios a Esquin. 3, 160; Arist., Nic. 1141a 12; Plat., Nic. 2, 147b; Suda, s. v. «Margites» y especialmente Eustatio 1669, 41 (citado en Homeri Opera, vol. 5 [Oxford], p. 158); sobre la autoría del poema, Suda, s. v. «Pigres el Cario» (más o menos de la edad de Filipo) es interesante. Calístenes: 124 T10, F10, F14, línea 18, F32, F53; cf. Aristób. F6. L. Pearson, Lost History of Alexander (1960), pp. 36 ss. ve la verdad básica pero se hace un lío con los detalles. Arte: T. Holseher, Ideal und Wirklichkeit (1971), p. 28 y notas 80, 82, 183; von Schwarzenberg, BJ (1967), sobre todo p. 106, notas 65-66; C. Heyman, Antidorum W. Peremans (1968), p. 115, para las monedas. Embajada de Aquiles: Arr. 3, 6, 2. Relevancia de Homero: Plat., Ion, passim; Rep. 1-3; Dem., discursos 18 y 19; Arist. F495-500. A. W.H. Adkins, Merit and Responsibility (1970); Moral Valúes and Political Behaviour in Ancient Greece (1972); muy relevante es J. G. Peristiany (ed.), Honour and Shame: the Valúes of Mediterranean Society (1965): y cf. los magníficos libros de P. M. Leigh-Fermor, en especial Mani and Roumeli, passim. Para to philotimon, cf. Arr. 7, 14, 4-5. Costumbres macedonias: Arist., Pol. 1324b (¿fecha?); Ptol.- Arr. 4, 24, 4; Aten. 18a; Plut., Mor. 338d con la excelente nota de E. Fraenkel, Aeschylus’s Agamemnon, vol. 3, p. 754. Caza: cf. la inscripción en BSA (1911-1912), p. 133 para Heracles el Cazador; el deporte era esencial para el sustento. Brindis: Efipo 126 F1 y 2 con Nicóbulo 127 F1; amigos invitados en Berve, s. v. «Ifícrates», «Píndaro»; Arr. 2, 5, 9. Compañeros: C. A. Trypanis, RhM (1963), pp. 289 s. ve su contraste con la realeza; cf. F. Carrata Thomas, Gli eteri dell’Aless. Magno (1955) para una recopilación de sus diferentes nombres. El término idioxenos puede que se aplicara a los cortesanos griegos de Filipo y puede que hubiera una creciente clase de Amigos (oficiales); la terminología de Diodoro (a pesar de K.M.T. Atkinson, Aegypt. [1952], pp. 204 ss.) no basta para demostrarlo. Hetairídeia: Aten. 527d. Filipo y la gloria: la carta de Espeusipo, publicada por E. J. Bickermann & J. Sykutris en Abhandlungen der Sächsischen Akademie, vol. 80 (Leipzig 1928), es una prueba espléndida, junto con mucho de Isócrates, como Philip. 114, 118-120 y 132-145. Compárense los fragmentos similares del Arquelao de Eurípides, ed. Nauck: por ejemplo, 236-240, 244 y 246. Para Alejandro, Démades, Peri dodekaet. 12 es una prueba contemporánea. Motivos de los hombres: Tuc. 1, 75-76; 3, 82. Verso de Homero favorito de Alejandro: véase Plut., De fort. an. 1,3 (el verso varía en otras fuentes). Todas estas anécdotas en sus diversas formas deben leerse con cuidado, debido al gusto de la Segunda Sofística por los paralelismos con Homero, especialmente sobre los deberes de la realeza: cf. O. Murray, JRS (1965), pp. 161 ss., con copiosas notas. Cf. Luc., D. Mort. 12. Sueño homérico: Plut. 26, 3; E. Byz., s. v. «Alejandría» cuenta una historia similar refiriéndola a Jasón de Argos y haciéndola sospechosa, a menos que Jasón y Heraclides la tomaran de un prototipo fiable (como yo sugiero). La posibilidad de que su narrador Heraclides pueda haber sido el autor alejandrino no representa nada en cuanto a su veracidad; es una simpleza confiar en los historiadores locales para los «hechos» locales. Habitantes de las tierras bajas de Creta: Estr. 6, 3, 2 y 6; Estr. 7 Fu; Arist, F443 (todo se refiere a Botiea). Micenas: Paus. 7, 25, 6.

NOTAS AL CAPÍTULO 4

Tesalia: DS 17, 4, 1; Just. 11, 3; Polien. 4, 3, 23. Estado de Grecia: obsérvese en especial P.A. Brunt, CQ (1969), pp. 245 ss.; una sociedad más abierta puede deducirse, en Atenas, de J.K. Davies, Athenian Propertied Families (1970) y S. Perlman, Athenae (1963), p. 327 y P. del P. (1967), p. 161; obsérvense, por ejemplo, los orígenes de Lisandro, Epaminondas, Ifícrates, y las discusiones internas en Esparta a mediados del siglo IV. Arbitraje: GHI 179, y, sobre la Liga, U. Wilcken, Sitzb. Berl. Akad. (1922), pp. 97 ss., (1929), pp. 291 ss. (fundamental, pero hay que leerlo de manera crítica). Guarniciones: Plut., Arat. 23, 2; DS 16, 87, 3; 17, 3, 3; El., V. H. 6, 1. Libertad: Polib. 9, 28 con 18, 13-14; nótese SIG3 317. Esparta: G.E.M. de Sainte Croix, The Origins of the Peloponnesian War (1972) cita los testimonios; las alianzas con Atenas en el Peloponeso en 340 deberían considerarse contrarias al compromiso de Esparta en otras partes del sur de Italia; cuando regresan los reyes espartanos, los estados del Peloponeso miran rápidamente de nuevo hacia Macedonia. Diógenes: Plut. 14, 2; Arr. 7, 2, 1; Plut., Mor. 331. Invencible: Plut. 14, 6; DS 93, 4; SIG 251h y Tarn, vol. 2, p. 338. Hip. en Dem. 32, 4. S. Weinstock, HThR (1957), pp. 211 ss. (brillante). Instrucción de Filipo: Polien. 4, 2, 1; 2, 2; 2, 15; Frontin., Strat. 4, 1, 6. Criados: Tuc. 3, 17, 3; 7, 75, 5; IG 22, 1751 (therapontes como criados); Teof., Char 25, 4; Hdt. 7, 229 y 9, 29 (¡siete ilotas por espartano!). Provisiones: Frontin., Strat. 4, 1, 6; Polien. 4, 2, 10; Polib. 16, 24, 5 y 9 (sobre los higos). Dem. 18, 157, sobre las responsabilidades de los aliados, es muy interesante (cf. GHI 183 y notas, y, para el principio, Tuc. 6, 31, 5; Jen., Cyr. 6, 2, 38). Ingenieros de Filipo: E.W. Marsden, Greek and Román Artillery (1969-1970) es la obra definitiva: Aten. Mec. 10, 5 s. y Filón, Par. 83,7. Ala derecha: Polien. 5, 16, 2 (Pámenes) y por tanto ya en 359 conocido por Filipo (DS 16, 45). Cf. el ala izquierda en Leuctra: Plut., Pel. 23, 1. Caballería: Teop. F225b (¿qué fecha en la línea 30?); DS 16, 4, 3 con 17, 17, 3-5. Yeguas: Just. 9, 2. Compárense los caballos sobre monedas de Alejandro I con las de oro de Filipo en el dibujo de la tumba de Dio, finales del siglo IV (PAE [1930], p. 45), o en el sarcófago de Alejandro. Compañeros: V. von Graeve, Der Alexandersarkophag (1970), pp. 88 s.; A. Rump, Abh. Berl. Akad. (1943), pp. 1 ss. En el arte, véase la tumba de Alcetas en Termessos. En otra parte quiero estudiar el número creciente de monumentos que muestran a soldados macedonios. Tácticas de caballería: Hdt. 4, 126-128; Tuc. 7, 30; Jen., An. 6, 3, 7-8; Tuc. 7, 78; Jen., Hipp. 7-8. Jinetes macedonios: Tuc. 2, 100; cf. Jen., Hell. 5, 2, 41. Obsérvense las monedas de Alejandro I con jinete y dos lanzas, una para alancear, otra para arrojar. Es concebible que los Compañeros copiaran esto y que el arte sólo los muestre con la segunda lanza. Lanzas de la caballería: Arr. 1, 15, 5 contrasta con Jen., Hell. 3, 4, 14 y Polib. 6, 25. Portadores de sarisa: Berve, vol. 1, p. 129. M. Rostovtzeff, Iranians and Greeks in South Russia (1922), placa 29; J. Baradez, Tipasa, ville antique deMaurétanie (1952), p. 18 y quizá los portadores de jabalina de los ejércitos romanos en el este: En. Táct. 4, 3; Estr. 10, 1, 12. Al parecer, la caballería de los cruzados medievales utilizaba lanzas de más de veinte codos de largo (Ibn Munqidh 1,131); cf. el sello de Pons de Trípoli en G. Schlumberger, Sigillographie de l’Orient (1943), placa 18, n. 5. Prodromoi: sugerido en Jen., Hipp. 1. Para la sarisa con las dos manos, cf. el ejemplo en F. Studnicza, JDAI (1923-1924), pp. 68-72. Cuñas: Asclep., Tact. 7, 3; Migne, PG 36, 6ra; Arr. 1, 6, 3; 3, 14, 2; El. Táct. 16, 6. Arnés: J.K. Anderson, Ancient Greek Horsemanship (1961), pp. 40-78; también I. Venedikov, Bull. de l’Inst. Arch. Bulgare (1957), pp. 153 ss.; P. Vigneron, Le Cheval dans l’Antiquité gréco-romaine (1968), cap. 2 (excelente). Compañeros de a Pie: el término «falange» en Arriano simplemente significa un frente de infantería (véase Arr. 5, 21, 5), como en otras partes en griego, y no debería aplicarse a las brigadas provistas de sarisa sólo como término técnico. Sarisa: M. Andronicos, BCH (1970), pp. 91 ss.; también Teof., H. P. 3, 12, 2 = Asclep., Tact. 5, 1; Polib. 18, 29, 2 (empezando por las longitudes helenísticas). Cf. la estela del Pangeo en BCH (1931), p. 172 n. 1. El «codo corto macedonio» es una fantasía: cf. Jen., An. 4, 7, 6 para un codo corto calíbico. En las primitivas crónicas egipcias hay referencias a enemigos de «cinco codos» de alto; no había un codo faraónico corto. Los cornejos serían Cornus mas y, posiblemente, australis. La especie sanguínea es demasiado endeble. Invención de Filipo: DS 16, 3, 2 (un largo proceso) con Marsias, FGH 135 F17. Las puntas de lanza en D.M. Robinson (ed.), Olynthus, vol. X, pp. 378-446 son quizá sarisas, aunque no tan largas como los hallazgos de Andronicos en Vergina. Cf. las encontradas en Lion de Queronea; Polien. 4, 2, 2 (que menciona el synaspismos, una maniobra de la falange) sugiere que la formación de los Compañeros de a Pie luchó en esta batalla, pero todas sus informaciones son vagas y argumenta a partir del «silencio» sobre la falta de peso. Filas y capas: Calíst. en Polib. 12, 19, 6; Arr. 1, 6, 1 para la básica 8 en fondo, contra la de 10 de Arr. 7, 23, 3 y el fragmento de Anaxímenes, FGH 72 F4. Asclep. 6, 2 y Arr. 15, 2 implica que 16 se convierte en la profundidad helenística. Plut., Aem. 18, 3 (cf. Jen., An. 1, 2, 16) sobre las capas. Orígenes: DS 15, 44 (¿de 2,5 a 4 metros?); Nep., Iphicr. 1, 3-4; Chabr. 1; Jen., An. 1, 8, 9; Cyr. 6, 2, 10; 7, 1, 33; Hdt. 7, 8, 1 (para el precedente egipcio); Escol. Townley a Iliada 13, 152 y Polib. 18, 29-30; Asclep., Tact. 4, 3 (importante); véase ahora W.K. Pritchett, Ancient Greek Military Practices, vol. 1 (1971), pp. 144 s. (más pruebas arqueológicas actualmente disponibles que utiliza para el escudo macedonio y demasiado dogmático en sus asunciones). Coraza: G.T. Griffith, PCPhS (1964), pp. 3 ss. no es convincente; los petos pueden ser costosos (Ar., Pax 1210 s. no es del todo absurdo) pero Filipo tenía minas, podía utilizar piel (obsérvese la hoguera de corazas de repuesto en Curc. 9, 3, 22), y Arr. 1, 20, 10, ¿implica que los macedonios siempre llevaban armadura? Cf. A. Hagemann, Griechische Panzerung (1919) para testimonios arqueológicos más completos; cf. también el peto del soldado de infantería ptolemaico en Berytus (1964), pp. 71 ss. A veces algunas brigadas de los Compañeros de a Pie son llamadas «las más ligeras» o «más móviles»: véase Arr. 3, 23, 2. Quizá los hombres del centro no llevaban mucha armadura, una noción a la que ayuda un frecuente error editorial en el texto de Arriano. En Arr. 2, 23, 2; 4, 23, 1 y 6, 6, 1, el único manuscrito fiable (A) lee astheteroi, que no debería ser enmendado por pezetairoi; Arr. 7, 10, 5 tiene los dos términos juntos en el manuscrito, lo que implica que eran distintos. Algunos de estos astheteroi fueron (en parte) liderados por el elimiota Ceno, después por su sucesor Pitón, y servían en el centro de la «falange», donde uno esperaría tropas más ligeras; la brigada de Ceno a menudo fue elegida por Alejandro para unirse a los Portadores de Escudo en escaramuzas más ligeras (la brigada de Amintas en 330 pudo haber sido similar). El significado de su nombre es oscuro y Arr. 4, 23, 1 s. deduce (¿equivocadamente?) que abarcaba a todos los Compañeros de a Pie; no había ciudades o ciudadanos (¿asthétairoi?) en Elimea, por ejemplo. Escudo macedonio: obra magistral de M. Launey, Recherches sur l’armée hellénistique (1949), pp. 346 ss.; P. Couissin, Institutions militaires et navales (1932), pp. 76 ss.; R. Zahn, en Festschrift für C. Schuchhardt, p. 48; si el soldado con un escudo de este tipo en las monedas peonias del rey Patrao es un peonio (o más probablemente un macedonio), este escudo puede ser otro de los préstamos de Filipo. Cf. también los escudos en las monedas de muchas colonias militares en Asia Menor: véase L. Robert, Villes d’Asie Míneure, pp. 32-33; Asclep., Tact. 5, 1 para el tamaño. Dagas: Plut., Aem. 20, 5. Cretenses y honderos: Olynthus, vol. X, pp. 378-446. Portadores de Escudo: probablemente una creación de Filipo. Teop. apud Escolios a Dem., Ol. 11 (Dindorf, p. 76) es demasiado confuso para ser pertinente. Coraza: los soldados macedonios en el sarcófago de Alejandro aparecen armados como describo; a pesar de Von Graeve, pp. 93-95, no pueden ser Compañeros de a Pie, pues sus escudos son demasiado grandes para permitirles sostener una sarisa. Seguramente los Portadores de Escudo llevaban un escudo adecuado (de ahí, por ejemplo, Arr. 1, 1, 9) y, por tanto, no una sarisa, que requería ambas manos. Su ligereza: Arr. 2, 4, 3 y, en especial, Arr. 3, 18, 1;3, 18, 5 y 3, 28, 2-3 son decisivos. Naturalmente se los llama parte de la «falange», porque falange sólo significa línea (o unidades) de infantería. Esclavos y reclutamiento de ejércitos: A.W. Gomme, A Historical Commentary on Thucydides, vol. 1, pp. 14 ss.; Tuc. 1, 141, 3: Población: la recuperación y el tamaño de las tribus de las tierras altas (lo bastante populosas como para proporcionar todo el contingente de los Compañeros de a Pie, o la mayor parte de él, a Alejandro. Cf. Berve 1, p. 114 con DS 57, 2, donde supongo que Crátero, el oréstida, y Amintas, el tinfeo, lideraban a los oréstidas y los tinfeos, haciendo dos brigadas de cada una de estas dos tribus a las que primero Filipo hizo formar parte de «los macedonios») y el tamaño de la nueva y populosa «Macedonia Oriental» no son tenidas en cuenta para calcular la ascendente tasa de natalidad en el interior de Macedonia desde 359 hasta 320. Asimismo, los posibles reclutamientos de esclavos como macedonios pudieron haber hecho aumentar las cifras. Esclavos: véase Polien. 4, 2, 21; Just. 9, 7, 15; Dem. 19, 305; 19, 139. Plut. 16, 2 es explicado por el Etym. Magn., s. v. «Desio» (mes de la cosecha); la fiesta Desia (¿cosecha?) es actualmente conocida en una inscripción de la Lincéstide, hacia el siglo II a. C. (F. Papazoglou, Klio [1970], pp. 305 ss.).

NOTAS AL CAPÍTULO 5

Just. 9, 1-4 es el marco (¿con Curc. 8, 1, 24?) para Arr.-Ptol. 1, 1, 4-1, 4, 8 y Estr.-Ptol. 7, 3, 8 (las citas de Arr. 1, 4, 7-8 y Ptol. F2 difieren, pero sugieren que Ptolomeo había leído personalmente a Heródoto; cf. Hdt. 4, 93). Agrianos: Arr. 1, 5. Dioniso: Suet., Aug. 94, 5; Macrob., Sat. 1, 18, con Arist., Mirab. 122; Hdt. 6, 125, y BCH (1961), pp. 812 ss. para hallazgos allí; cf. la vasija y el papiro dionisíacos en AD (1963), pp. 192 ss.: Perros de caza: Polien. 4, 2, 16; también En. Táct. 22, 14. Balsas: Jen., An. 1, 5, 10; su historia se extiende desde las esculturas asirias a los utricularii del ejército romano. Hdt. 4, 72 (caballos rellenos de los escitas). Ilirios: N. G. L. Hammond, BSA (1966), p. 239. Asesinatos de Olimpia: Just. 9, 7, 2; 12, 6, 14; Paus. 8, 7, 7. Demóstenes: Esquin. 3, 239; Dem. 1, 10, 18; Plut., Dem. 20. Trasfondo tebano: Just. 9, 4, 6; Paus. 4, 27, 5; 9, 1, 3. Démades, Peri tes dodekaetias 3 s. Beotarcas que regresan: Arr. 1, 7, 11. Asedio: Arr.-Ptol. 1, 7, 7; 1, 7, 10-11; 1, 8, 5 subraya la vacilación de Alejandro para atacar (cf. Plut. 11, 7; DS 9, 2). Arriano-Ptolomeo 1, 8 culpa a Pérdicas, el enemigo de Ptolomeo; cf. DS 12, 3 (seguramente correcto). Arr.-Ptol. subraya la profunda opinión dividida de Tebas (1, 8, n; cf. Plut. 11, 12); los macedonios sólo entraron en la ciudad gracias a la apatía de los tebanos (x, 8, 5) y ganaron con facilidad (1, 8, 5 s), los beocios de menor valía sobresalieron en el saqueo (Arr. 1, 8, 8 y DS 13, 5; Just. 11, 3, 8; Plut. 11, 5). Pero DS 9, 1 subraya la unanimidad tebana, el entusiasmo (9, 5; 10, 2; 10, 6; 11, 4) y la fuerte resistencia; las reservas en 12, 1 posiblemente son las fuerzas bajo el mando de Antípatro mencionadas en Polien. 4, 3, 12. Todos están de acuerdo en la incursión desde Cadmea; sólo Diodoro de Sicilia menciona las pérdidas macedonias (DS 14, 1). Destino de la ciudad: Arr. 1, 9, 9 implica que la devastación se atribuyó sólo a los aliados del momento (la mayoría beocios). Plut. 11, 11 es poco específico; DS 14 describe un decreto de todo el consejo aliado, cf. Just. 11, 3, 8, aunque el saqueo de Tebas se convirtió en el tema favorito de la retórica. Las secuelas en Atenas, etcétera (Arr. 1, 10), me parece que se ajustan mejor con el encuentro en aquel lugar. Dada la parte de los beocios (subrayada también por DS 13, 5), la cuestión es de carácter académico; finalmente seguiría una ratificación oficial. Venta de prisioneros: Clit. F1 debe ser leído en el contexto del orador de Ateneo (4, 146-148), preocupado por minimizar las riquezas de los griegos y probablemente sin citar directamente, sino resumiendo (¿injustamente?) la descripción de Clitarco. Seguramente, Clitarco también es la fuente de DS 14, 4, donde no queda del todo claro que esta plata se obtuviera únicamente de la venta de prisioneros. El enorme botín (no vendido) en 14, 1 no es incompatible con Clit. Fi (la segunda parte del cual probablemente no es de Clitarco), dada la tendencia del orador citado por Ateneo a minimizar las riquezas de los griegos. El «conjunto de las riquezas» significa «el conjunto de las riquezas de las que se apercibió Alejandro». Para el precio de los esclavos en lotes más pequeños, cf. W.K. Pritchett, Hesperia (1956), p. 277. Los prisioneros eran vendidos en bloque como ganga; véase Hellen. Oxyrr. 12, 4; Tuc. 8, 28, 4 (¡20 dracmas por cabeza!). Pérdidas tebanas: DS 14, 1 = Plut. 11, 12. Casa de Píndaro: Plut. 11, 6 y Arr. 1, 9, 10 con Pd. F106; D. Cris. 2, 33. W. Slater, GRBS (1971), p. 141 no es convincente. Flota cargada de grano: ¿se refiere Ps.-Dem. 17, especialmente 20, a las actividades de otoño de la flota del Danubio de Alejandro en 335? De ahí que no se mencione el desastre tebano (cf. G.L. Cawkwell, Phoenix [1961 , p. 74, que fecha el discurso hacia 332-331). Pero Macedonia ya había ocupado Sestos y el Helesponto en 335, y la vanguardia de la flota necesitaba alimentos. Víctimas atenienses: Plut., Dem. 23 (Aristób., a pesar de Jacoby); DS 15, 1; Plut., Phoc. 9; Suda, s. v. «Antípatro» (diez víctimas); Arr. 1, 10, 4 (¿Ptolomeo, no Aristóbulo?). Festival: DS 16; Arr. 1, 11. Propuesta matrimonial: DS 16, 2; Plut., Dem. 23, 5; Berve, s. v. «Balacro» 200, «Ceno» 439; Arr. 1, 24, 1-2. Amigos de Parmenión: «Filotas» 802, «Nicanor» 554, «Asandro» 165, «Ceno» 439, «Hegéloco» 341, «Amintas» 57, «Átalo» 181, «Poliperconte» 654, «Simias» 704. Invasión de Italia: Arist. F614 (Rose); Just. 12, 2,1; 23, 1, 15; Estr. 6, 280; Liv. 8, 24, 4. Alejandro y Roma: Estr. 5, 23, 2 es verosímil; Memnón, FGH 434 F18, 2 ligeramente menos por tanto (cf. el sorprendente paralelismo en Ps.-Calíst., Arr. 1, 29-30). También, W. Hoffman, Rom und die Griechische Welt in 4 Jhdt. (1934) para un resumen del contexto.

NOTAS AL CAPÍTULO 6

Antípatro y Olimpia: Berve, s. v.; también Berve, s. v. «Cleopatra» para sus peleas; GHI 196, líneas 10 y 21 demuestran que Olimpia fue regente de Macedonia, Cleopatra del Epiro; sus dos reinos no figuran en el catálogo del grano y su presencia como las dos únicas personas privadas (con un gran número de recibos) es por otro lado absurda. Invasión griega: Filóstr., V. Sóf. 1, 9, 4; Lis. 33; Jen., Hell. 6, 1, 12; Isócr. 5, 119; Paus. 6, 17, 9; Plut., Mor. 1126d; Isócr., Epist. 3, 3 es importante; cf. 5, 18, Panath. 10-14; Philip. 129-131; N. FL Baynes, Byzantine Studies and Other Essays, pp. 144-167 (excelente) y S. Perlman, Hist. (1957), pp. 306-317. Paz entre aliados: GHI 177, 183; Ps.-Dem. 17 (muy importante), GHI 179, 192 y en especial A. Momigliano, Terzo contributo alla storia degli studi classici e del mondo antico (1966), pp. 406 ss. Atenas: la extraordinaria inscripción ha sido muy bien tratada por M. Ostwald, TAPhA (1955), pp. 103-128. Monedas de la Victoria: A.R. Bellinger, Studies, pp. 12-13 no lo ha entendido. H.A. Thompson, Studies in athenian Architecture, Sculpture and Topography. W.S. Ferguson (1940), pp. 183 ss. puede estar en lo cierto; S. Pedman, NC (1965), p. 57 es sugestivo; obsérvese DS 18, 26, 6 para el tema de la niké. Opinión de Alejandro: Onesicr. F19; DS 62, 7. Cruzada: no ocupa un lugar preponderante en Isócrates (pero cf. 4, 3, 15); DS 16, 89, 2; Just. 9, 4, 6-10; Arr. 2, 14, 4 con Plut., Per. 17 y Tuc. 1, 96, 1. Polib. 3, 6, 12-14 es muy interesante. Atenas: Licurgo en Leócrates; Ps.-Dem. 17, passim; Hip. 3, 29-32, cf. F.W Mitchel, Athens in the Age of Lycurgus (1970). Polib. 5, 10 es engañoso: IG 22, 1628, 22 sobre los barcos de Atenas (cf. DS 18, 10, 2). También U. Kahrstedt, Hermes (1936), pp. 120 ss. sobre el contingente ateniense. Arriano (a través de Ptolomeo, ¿el eventual garante de la libertad griega?) no resalta toda la hostilidad griega y ateniense hacia Macedonia, en cualquier caso una idea extraña para él. Tespios: AP 6, 344- Sicilia: Berve, s. v. «Demarato». Empleo de sátrapas: Isócr., Philip. 103-104. Calístenes: FGH 124 con F. Jacoby, RE (Pauly) 10.2, col. 1680, un estudio excelente, aunque no se sabe que Calístenes fuera pro tebano o entusiasta de la regeneración nacional. T2 es posible, pero no una prueba indiscutible del parentesco exacto con Aristóteles; Cares F15 demuestra el carácter muy íntimo de su vínculo, probablemente como discípulo y tutor (A.B. Bosworth, Hist. [1970], pp. 407 ss. sólo es una nimiedad y ciertamente no impide un estrecho vínculo entre Calístenes y muchos peripatéticos). Cf. T23 con F42, F10 (Troya), F23, F24, F29 (poesía arcaica F19, F38 [Hdt.]. Tontería: T5, Plut. 54, T20 y especialmente T21 (el estudioso Filodemo probablemente es digno de confianza); F1 (heredera), F50 (Esparta), F43 con J.K. Davies, Athenian Propertied Families (1970), pp- 50-51; el mito de las dos esposas de Sócrates fue rebatido de un modo decisivo por E. Zeller, Die Philosophie, der Griechen (1963), vol. 2, 1, 54, que es sorprendente que volviera a aparecer al mismo tiempo en CQ (1970), p. 56; F46. Panegírico: F20, F2. Deberíamos recordar los débiles modelos literarios a disposición de Calístenes para su historia de un rey (Ciropedia, Teopompo, etc.). La referencia a la muerte de Darío en F14, línea 25 demuestra que esta sección no fue publicada como un despacho directo y enviada de regreso a la Grecia rebelde en 331. Atenas y Egipto: F51 con Anaxímenes 72 F20 y Plat., Tim. 23d. Cruzada: Jacoby sobre F28 es ingenioso; F10 puede ser pertinente; F36 no demuestra nada. Homero: T10, quizá T6, F10a, 12, 13, 14, 32, 33 y 53. L. Pearson, Lost History of Alex. (1960), pp. 36 ss. es correcto en principio, pero no en los detalles. Persia: véase la bibliografía al final del libro para la mayoría de lo que sigue. Límites del Imperio: Plut. 65, 6, una historia predilecta, cf. Hdt. 1, 134, 2. Darío: Berve, s. v., también s. v. «Bistanes, hijo de Oco», cf. Arr. 2, 14, 5. Comunicaciones: Plut. 69, 1 con la carta de efecto retardado en L. Robert, Hellenica, vol. 7, p. 7 y A. Aymard, REA (1949), p. 34. F. Oertel, Festschrift Braubach (1964), pp. 32 ss. se ocupa de Damastes FGH 5 F8 en términos de un viaje por el canal de Suez, para el cual cf. J. Breebart, Mnemosyne (1967), pp. 422 ss. F. Lammert, RE 21.2, cols. 2438-2442 subraya de manera acertada los muchos puentes flotantes del Imperio. Sobre las señales de fuego, un tópico descuidado, Esquil., Ag. 282 para la palabra persa; Arist., Meteor. es esencial. Sobre los camellos, cito a un viajero chino Tang a la Bactriana, como en el magnífico estudio sobre sinología de E.H. Schafer (1950), pp. 165 ss. Gobierno personal del rey: muchos testimonios tempranos, especialmente Persep. Fort. Tablets, n.° 6764; cf. Jos., A. J. 13, 4, 4; Hdt. 3, 84 sobre broches. La tradición personal perduró, de ahí el arte del apretón de manos en la época de los Sasánidas. Iguales honorarios: Jen., Cyr. 2, 1, 3; 7, 5, 7 y sobre todo DS 17, 59 para un millar de «Parientes» reales en el ejército. Burocracia: para las raciones por nacimiento, Persep. Fort. Tablets, ed. R.T. Hallock (1969), n.° 1219; cf. Hdt. 1,136. Los pesos y medidas en testimonios arameos de Elefantina mezclan los de las tablas de Persépolis. Papeletas de suministros: Persep. Fort. Tablets, nº. 1351, 1358, 1404. Debilidad persa: final en Jen., Cyr., probablemente genuino; Isócr. 4, 140-149; 5, 95-100. Para su poder, compárese su flota en 334-333 con los informes similares en la invasión de Egipto de DS 15, 42 s. Agrimensores de Alejandro: compárese GHI 188 con SEG 14, 376 y H. Bengtson, SO (1956), pp. 35 ss. sobre Filónides. Suministros: Jen., Cyr. 6, 2, 25-40 es básico; en 396, el reducido ejército de Agesilao llevó comida a Asia para seis meses (cf. Jen., Hell. 3, 4, 3); acerca de la misma cantidad que llevó Alejandro, Jen., An. 1, 10, 18 es crucial (cuatrocientas carretas para diez mil hombres durante quince días). Nicias recomiénda los panaderos a Sicilia en Tuc. 6, 22; probablemente hasta Isos, los soldados de Alejandro se preparaban sus propias comidas (Arr. 2, 8, 1; cf. Jen., Hell. 7, 2, 22). ¡Allí capturaron a los cocineros de Darío! Los soldados también podían ser pagados con dinero y dejar que se sirvieran ellos mismos en una ágora acordada de antemano, por lo que quizá los suministros de Alejandro estaban descentralizados. Jardines persas: P. Grimal, Les jardins romains (1943), pp. 86 ss. es excepcional; cf. Jen., Oec. 4, 13 -14 y 20; los jardineros, de una clase, quizá pueden detectarse en Persep. Treas. Tabl. (ed. G.E. Cameron) nº. 14 y 31. Edad de la paradoja: Esquin. 3, 132. Hambre: GHI 1961, línea 3, con notas en pp. 275-276. Templos que albergaban el fuego sagrado: K. Schippmann, Iran. Feuerheiligtumer (1968) sobre una tradición que, como están demostrando ahora las excavaciones, se extiende hasta Media; cf. el probable templo del fuego aqueménida encontrado en Seistán y del que han informado los italianos en East & West en los últimos diez años. Contrato de arrendamiento prolongado: B. E. 9, 48, de 420 s.

NOTAS AL CAPÍTULO 7

Revuelta de Egipto: F. Kienitz, Politische Geschichte Ägyptens (1953), pp. 185 ss. dedica mucho espacio a la controvertida figura de Khabgesha; que su rebelión continuara en 335-334 todavía es una posibilidad. Acercamiento: Arr. 1, 11, 5 s.; DS 17, 2 = Just. 11, 5, 10 (Clitarco y, por tanto, no un anacronismo romano). Las vírgenes: A. Momigliano, CR (1945). PP- 49~53; también G.L. Huxley, Studies in hon. Of V. Ehrenberg (1967), pp. 147 ss.; E. Manni, Miscellanea Rostagnea (1963), pp. 166 ss.; la datación es incierta, pero el milenio de Licofrón puede ser el de Alejandro (véase más abajo). Sacrificios troyanos: Arr. 1, 12,1-3 (su palabra légousin no excluye a Ptolomeo ni a Aristóbulo como sus fuentes); DS 17, 3; Just. 11, 5, 12; Plut. 15, 8; El., V.H. 12, 7; cf. Cic., Arch. 24; Sím., Epist. 60, 72, Jer., Vit. Hil. 1; Petrarca, África 9, 51-54 sigue el tema. También Ps.-Calíst. 1, 42, 9-12. Menecio: Arr. 1, 12, 1, y obsérvese el veleidoso Cares (Curc. 4, 5, 22). Dicearco: F. Wehrli, Die Schule des Aristoteles (1967), vol. 1, pp. 13 ss., especialmente frag. 23 .Jerjes: H.U. Instinsky, Alexander der Grosse am Hellespont (1949) no es convincente, nada menos porque los detalles de Hdt. 7, 43 y 54-55 son diferentes de los de Arriano; para la copa de oro, cf. Arr. 6, 19, 5, donde Jerjes no está en entredicho, y para los dejes heroicos de las phialai (muy pertinente aquí) H. Luschey, RE, s. v. «Phíale», con testimonios de culto. Tesalios: Filóstr., Her. (ed. Teubner), p. 208, líneas 8 s.; también Hld. 3, 5; ¿permaneció la caballería siempre con Parmenión (Arr. 1, 11, 6)? Caracalla: DC 79, 16, 7; 18, 2 y F.G. Millar, A Study of Cassius Dio (1964), pp. 214 ss. Estoy agradecido a C.G. Hardie por llamarme la atención sobre esto. Camino homérico: Hom., Il. 6, 13-15. Tributos de Alejandro en Troya: Estr. 13, 1, 26-27, donde remite el tributo incluso antes de su victoria.

NOTAS AL CAPÍTULO 8

Cifras de soldados: DS 17, 3, con Plut., Mor. 327d-e (Arr. 1, 11, 3 prefiere Ptolomeo a Aristóbulo); Plut. 15, 1; Just. 11, 6, 2; Calíst. Apud Polib. 12, 19, 1; sobre la confrontación con Polien. 5, 44; DS 7, 10 (que nombra a los macedonios en la vanguardia), véase, por ejemplo, P. A. Brunt, JHS (1963), pp. 341 s., y R. D. Milns, JHS (1966), pp. 167 ss. Todas las cifras son especulaciones; la caballería es en especial incierta. Cícico: Polien. 5, 44, 5; DS 17, 7. Salarios de Memnón: Ps.-Arist., Oec. 1351b. Lámpsaco: la fuente común de Paus. 6, 18, 2, Val. Máx. 7, 3, 4 y Suda, s. v. «Anaxímenes» no es probable que sea buena, pero puede haber una verdad en esta sarta de anécdotas predilectas, y es que finalmente Alejandro visitó el lugar. En Arr. 1, 12, 6 el único manuscrito fiable lee prosaktios, por lo general enmendado para el dudoso río Practio, lo que da como resultado un desvío curioso en la ruta de Alejandro sobre el impracticable desfiladero de un río (W. F. Leaf, Strabo on the Troad [1923], pp. 71 ss. contiene toda la geografía). Si leemos par’akten como «a lo largo de la costa», Alejandro iría naturalmente al norte, a Lámpsaco, una ciudad conocida por su opulencia: cf. Jen., Hell. 2, 1, 19; obsérvese Ps.-Arist., Oec. 1351 para la acuñación de monedas persas en ese lugar. Planes persas: Arr. 1, 12, 9 = DS 18, 2 = Calístenes a través de una prisionera persa, quizá Barsine, ¿la esposa bilingüe de Memnón? Tirano en Zelea: SIG3 279 con Berve, s. v. «Nicágoras» es, a mi entender, prueba suficiente. Monedas de Memnón: A. E. M. Johnston, JHS (1967), p. 86. Haciendas persas: un amplio tema, Jen., Hell. 3, 1, 25-27; 3, 2, 12; 4, 1, 15-16; 4, 1, 33; Jen., An. 4, 4, 2; 4, 4, 7; Oec. 4, 5; 4, 20; Plut., Alc. 24 y, en especial, Jen., An. 7, 8, ¡demuestra que doscientos siervos no eran más que un puñado! ¿A quién pertenecían los once khoroi en la fuente del Gránico (Kaibel, Epigr. Graec., n.° 335)? Seguramente a los persas; cf. E. Benveniste, Paideuma (1960), p. 199 para el nombre persa de estos dominios. Sobre pyrgos-tyrsis-baris, cf. L. Roben, Noms indigènes en Asie Mineure (1963), pp. 14-16, con bibliografía. J. Keil-Premerstein, Dritte Reise, p. 102 proporciona el plano de una «torre» de este tipo. Desio: Plut. 16, 2, Etym. Magn., s. v. «Desio». Cifras persas: Arr. 1, 14, 4, Pero DS1 9, 5 da incluso menos caballos. Armadura persa: ]en., An. 1, 8, 7; Eq. 12; P. Bernard, Syria (1964), p. 195 es notable, amplía a K. Anderson, JHS (1960), pp. 7-8, quien cita a un tesalio con armadura en una moneda, ¿quizá relevante para la caballería de Alejandro? Cf. E. Ebeling, Zeits. Assyr. (1952), pp. 203 ss. Batalla: véase mi próximo estudio. Plut. 16 es similar a Arr. 1, 13-16, a pesar de los añadidos y lapsus de memoria; Aristób. Apud Plut. 16, 15= Arr. 1, 16, 4, pero sin duda Aristóbulo no fue la única fuente de Plutarco o la única autoridad de Arriano. Arr. 1,13-16 debería concordar también con Ptolomeo. DS 19-21 = Fragm. Sabbait. FGH 151 F1, líneas 3-4 (acampados); Curc. 8, 1, 20 = DS 20, 6, contra Arriano y Plutarco. Obsérvense los hircanos en DS 19, 4: totalmente correcto; Estr. 13, 629; Tác., Ann. 2, 47; Plin. 5, 120; Head, BMC Lydia, p. 122; A. Fontrier, Mouseion (1886), p. 11 para el emplazamiento. Apoyo a Diodoro de Sicilia-Clitarco contra Arriano-Ptolomeo-Aristóbulo; obsérvese Jen., An. 3, 4, 35; Curc. 3, 3, 8 sobre los hábitos nocturnos de los persas, muy relevantes para una batalla al amanecer. Odio de Esparta: véase Isócr. 5, 74-75; Dem. 5, 18; 6, 9; 6, 13-15; 19, 10-11, 260-262, 303-306. Véase G. E. M. de Sainte Croix, The origins of the Peloponnesian War (1972), pp. 159 ss. y en especial Apéndice XXX. Consigna: Arr. 1, 16, 4; Plut. 16, 18. ¿Quién la redactó? ¿Calístenes? Nuevo milenio: Duris FGH 76 F41, y, para las posibles resonancias homéricas del mes (Targelión = Desio), Calíst. 124 F10a y b (importante). Némesis: Calíst. F28; cf. Just. 11, 6, 10. Para los bactrianos en la fuerza lidio-jónica en DS 19, 4, cf. los nombres bactrianos en Jonia en L. Robert, Noms indigènes y «Orontes the Bactrian», líder de la revuelta de los sátrapas en 360 s.

NOTAS AL CAPÍTULO 9

Asia Menor: W. Judeich, Kleinasiatische Studien (1892); G. Glotz-Cohen, Histoire grecque, 4, 1, pp. 21 ss. También M. Rostovtzeff, en Studies pres. to W. Ramsay (1923), pp. 366 ss.; sobre los tiranos y los favoritos persas, la lista en H. Berve, Die Tyrannis bei den Griechen (1967), pp. 332-340 y vol. II, pp. 690 ss. son inestimables; el hallazgo de una inscripción que documenta el impuesto sobre la tierra del rey persa en los estados griegos propietarios fuera de las poleis de Asia Menor ha sido anunciado por J. Crampa, pero su estudio aún no ha sido publicado. Cf. Jen., Hell. 3, 4, 25-26 para las prioridades persas; el tributo viene primero. Primeros movimientos: Just. 11, 6, 1; Arr. 1, 17. Troya: Estr. 13, 593. Zelea: Berve, s. v. «Nicágoras» en la (imposible de datar) Syll. 1, 297. Sardes: Arr. 1, 17, con los abundantes testimonios sobre la intromisión de los jueces y la ley persa en los asuntos provinciales: véase Hdt. 3, 14; 3, 31; 5, 25; 7, 194 y declaración general en Dar. Bis. 1, 21. Amplia visión en E. B. Kraeling, Brooklyn Aramaic Pap. (1953), pp. 36 ss. En el papiro Cowley de Elefantina hay jueces persas activos en Menfis, así como en la colonia (16, 7; 20, 4; 27, 9; 42, 2 y 7: los typt, por ejemplo en Daniel 3, 2, pueden ser oficiales de policía y el frasaka, un interrogador: W. Eilers, Irán. Beamtennamen, pp. 5-43; Cowley 37 con Eilers, p. 28); también en Babylonia, passim; véase B. E. X 97, jueces del canal del rey en B. E. X 8, 92; jueces de la casa de Parisatis, UM 133; jueces de la corte de la satrapía de Gobrias, B. E. X 84, 97, 128; jueces de los Pueblos del Mar, B. E. IX 75. También el terreno jurisdiccional de los Ojos del Rey: véase Cowley 27, 9; Jen., Cyr. 8, 6, 16; también los comandantes de guarnición tenían poderes judiciales (Cowley 1, 3; 25, 2; Kraeling 8, 2 s.), y Sardes tenía una guarnición irania formada por un millar de soldados y un gran número de colonos hircanos acampados en las cercanías. Asimismo, Persia alentó de forma persistente los golpes de estado de los oligarcas en las ciudades griegas; a la vista de esta breve selección a partir de los documentos, las observaciones de E. Badian, AncSoc (1966), p. 45 no son afortunadas. Los judíos no son un argumento opuesto, pues si Ezra aplicaba la Torá, también tenía que aplicar la propia ley del rey (Ezra 7, 25 s.). En Sardes, Alejandro llevó el cambio, como había anunciado. Libertad y democracia: A. H. M. Jones, Greek City (1940), p. 157, con OGI 222, 226, 229, 237. Alejandro y los aristócratas: Arr. 5, 2, 2 .Nueva era: C. Habicht, Gottmenschentum un dgriechische Städte (1970, 2ª. ed.), p. 24. Culto: Estr. 14, 640; Plut., Mor. 335a. Habicht, pp. 18 s. y 251. Véase SEG 4, 521 para su persistencia. Precedente: véase Lisandro (AA [1965], p. 440, decisivo). Sintaxis: véase GHI 185. Arr. 1, 17, 7 implica que también se pagó en Sardes, por tanto, no limitado a una liga griega. La cuestión de si los griegos de Asia pertenecían a la Liga de Corinto es un moderno misterio cuya importancia se me escapa (e, imagino, se le escapó a Alejandro) por completo; E. Badian, AncSoc, pp. 43-53 replantea la visión de A. H. M. Jones, Greek City, p. 316, nota 14 como sigue: algunas ciudades griegas en Asia Menor pagaban una contribución; los miembros de la Segunda Confederación Ateniense pagaban contribuciones; por tanto, todas las ciudades griegas de Asia eran miembros de la Liga de Corinto. Aparte de ser un non sequitur, esto no tiene en cuenta a Arr. 1, 17, 7, lo que supone (a mi juicio) ¿que Sardes también pagaba contribuciones sin pertenecer a ninguna liga? Alcímaco: Berve, s. v., con W. G. Forrest, Klio (1969), pp. 201-204. Creo que era el macedonio enviado a Atenas en 338. Mileto: Arr. 1, 18, 3 s. con DS 22 (detalle diferente). Motivos para la flota en 22, 5 = Arr. 1, 20 (la mayoría) = ¿Calístenes? En 1, 18, 7 tal vez deberíamos recordar que Ptolomeo utilizó él mismo la flota chipriota después de la muerte de Alejandro. ¿Es Ptolomeo o Arriano responsable de omitir a los atenienses retenidos (DS 22, 5)? Jen., Hell. 4, 1, 14 es pertinente para los méritos del transporte por mar, en contra del transporte por tierra, en Asia Menor. La financiación de barcos por los aliados de Quíos en 332-331 (GHI 192, 9), ¿no se pidió probablemente a todos los aliados en 334? Magistratura de Mileto: Inschr. von Milet 112. Hijo de Darío: Berve, s. v. «Ariobarzanes», 116. Caria: SIG 345, 46; Head, Hist. Num., p. 617 (monedas), Panunyes’s elegiacs (SEG 4, 191), J. M. Cooky G. E. Bean, BSA (1955), pp. 143 ss.; G. Bockisch, Klio (1969), pp. 118 ss. acumula una historia completa de las dinastías carias. Ada: Estr. 14, 656 y 635, y Berve, s. v.; Alejandría de Latmo (E. Byz., «Alejandría») es probablemente Alinda, pues a mi juicio no hay otra alternativa en esta área. Halicarnaso: G. E. Bean y J. M. Cook, BSA (1955), pp. 85 ss. es esencial, señala los méritos de DS 23, 4-27. De nuevo, Arriano omite la hostilidad de los atenienses (DS 25, 6). La escapada de Pérdicas (Arr. 1, 21, 1) no puede ser una mera ficción maliciosa de Ptolomeo como también aparece en DS 25, 5 (Diodoro de Sicilia-Clitarco no utiliza a Ptolomeo); quizás ocurrió realmente, o en Calístenes, y por tanto inspiró a Ptolomeo para sus mentiras sobre Tebas. Destrucción: Vitr. 2, 8, 10-14; Plin. 35, 172 contra Arr. 1, 24, 6; DS 27, 6. Ptolomeo hizo campaña allí a favor de sí mismo en 309-308, ¿quizá pertinente en su historia? Nuevos edificios en Asia: J. M. Cook, BSA (1958), p. 34; Plin. 5, 117; Estr. 1, 58 (Clazómenas); Éritras (Plin. 5, 116), Ilion (DS 18, 4, 5). Priene: GHI184-185 (donde el encabezamiento basileus no es decisivo para la fecha). Regalo de tierras; la formulación de GHI 186, 9-13 recuerda muchísimo frases similares en SIG 278, líneas 9-11 y OGIS 9, 10, donde los sucesores también otorgaron tierra a los Favoritos Reales. K.M.T. Atkinson, Antichthon (1968), pp. 32 ss. es un buen estudio que corrige las cuestiones que no son plausibles en Rostovtzeff. Nuevos propietarios: Plut., Eum. 8, sólo cierto testimonio, pero también deberían añadirse los sátrapas. También los tiranos macedonios como Eupólemo, Antipátrides (Polien. 5, 35), Filétero, Filomelo y los muchos otros reunidos en Berve, Tyrannis (1967), vol. I, p. 418 y notas a p. 718; no habrían estado satisfechos con las propiedades ordinarias. Obsérvese, sin embargo, la posibilidad de que, a pesar de Alejandro, los descendientes de Proeles y Demarato continuaran con sus estados eolios (¿y su tiranía?) tal como estaban (T. Homolle, BCH [1896], pp. 505 ss.). Siervos: G. Sventiskaya, VDI (1967), pp. 85 ss. cita un testimonio muy completo, con la correcta parcialidad de Party. K.M.T. Atkinson, pp. 37-41 es decisivo contra el punto de vista de Rostovtzeff de que los siervos fueron liberados. Hircanos: Estr. 13, 629; Jen. An. 7, 8, 15 (magnífico testimonio); DS 17, 19, 4 (Espitrídates también fue sátrapa de Lidia), la columna Pozzuoli tallada bajo el reinado de Tiberio, el testimonio de Tácito y las inscripciones son admirablemente resumidas por L. Robert, Hellenica (6), pp. 19 ss. Deberíamos recordar siempre estas colonias: cf. A. Keramopoullos, Athena (1904), pp. 161 ss.; también lugares como Cambisene, Jer- jene, Come de Dares, Ciropedion. Ciudadanos iranios: necesita un estudio. Las sabias observaciones de P. Bernard, Syria (1964), pp. 211 ss., con una completa bibliografía señalan un tema que, por mi parte, debería elaborar en otro lugar. Anahita: L. Robert, Hellenica (6), caps. 2-4 es el mejor estudio; los testimonios de los magos de Asia Menor se extienden ahora desde los relieves de Dascilio hasta Pausanias, con una amplia bibliografía correspondiente. Cf. P. Herrmann, Ergebnisse einer Reise in Nordost Lydien (1962) para más detalles. Neokóroi iranios: Berve, s. v. «Megabizo» y la sorprendente inscripción (que irritantemente no se ha publicado) referida por L. Robert, CRAI (1953), pp. 410-411, también dice que contiene algunos «beaux noms Cariens», confirmando que la helenización de los carios del interior fue una cuestión del siglo III a. C. Obsérvense las monedas del iranio Maifernes en Celenas (Noms indigénes, p. 349) con Anahita como un símbolo. Obsérvense también los magos de Éfeso en Plut. 3, 7, en aquel lugar sacerdotes de Ártemis-Anahita.

NOTAS AL CAPÍTULO 10

Campaña licia: Arr. 1, 24, 5-29. Freya Stark, JHS (1958), pp. 102 ss. se ocupa de las cualidades de los testimonios. Augurio: Plut. 17, 4, muy interesante. Teodectes: Plut. 17, 95 Onesícr. F22. Alejandro el lincesta: Arr. 1, 25; Aristób. F2b, líneas 8 ss., un pasaje de cierta importancia para la fuente histórica de Alejandro que ha pasado desapercibido: Alejandro el lincesta lideró a los tracios en 335 (Arr. 1, 25, 1) y se pensó que, sin duda, había estado presente en Tebas (Arr. 1, 7, 6). En este fragmento 2b, línea 4, se insiste en que el culpable fue un macedonio; Plut. 12,3 dice «un tracio», pero se trata sólo de un desliz, provocado por el hecho de que Alejandro el lincesta lideró a tracios. A pesar de la frecuencia del nombre Alejandro, estoy dispuesto a apostar que estos dos Alejandros son el mismo hombre y que (una vez más) Aristóbulo ha confundido (¿deliberadamente?) el fallecimiento de un sospechoso. DS 32, 1 tiene la fecha correcta; para Sisines, cf. Curc. 3, 7, 11, muy explícito y creíble. El sobrino del lincesta: Berve, s. v. «Amintas», hijo de Arrabeo; Arr. 1, 28, 4 con su subsiguiente desaparición. Muerte de Alejandro el lincesta: DS 80, 2 especifica que estuvo encarcelado tres años, es decir, un arresto en 333; cf. Curc. 7, 1, 8 («tres años enteros»). Curc. 8, 8, 6 y 10, 1, 40 se refiere a «dos pruebas» contra el lincesta; probablemente se trata de un intento de Quinto Curcio o de su fuente de combinar las dos historias del arresto. Obviamente, Quinto Curcio conocía ambas historias, pues la ausencia del arresto en Bk 3 significa que habló de él en Bk 2, durante 334, prefiriendo la versión de Arriano. ¡Pero su preferencia no es una prueba de la verdad! Naturalmente Arriano no señala esta (probable) discrepancia entre Ptolomeo y Aristóbulo; durante 334, Aristóbulo no dice nada, habiéndolo dicho todo en 335 en la historia de Timoclea, que Arriano omite; por tanto sólo tomó el relato de Ptolomeo, el único disponible. Monte Clímaco: Calíst. F31; presumiblemente Calístenes también menciona una ayuda divina, de ahí Arr. 1, 26, 2 y el acuerdo general sobre ello por parte de los historiadores de Alejandro, bien observado por Jos., A. J. 2, 2, 348. Marcha frigia: Curc. 3, 1, 1-8. Nudo gordiano: Arr. 2, 3; Curc. 3, 1, 14; Just. 11, 7, 3; EL, N. A. 13, 1. Macedonia y Frigia: Calíst. F54; Marsias FGH 135 F4. cf. E. A. Fredricksmeyer, CPh (1961), pp. 160 s. Telmiseos: Arr. 2, 3, 3. El aspecto importante es que Alejandro esperó hasta el último día de su estancia: cf. Arr. 2, 4, 1, «sobre el día siguiente». Obsérvese que el dios frigio se identificó con Zeus Soberano (Arr. 2, 3, 6), particularmente apropiado cuando Alejandro era un rey bajo la protección, evidentemente en aumento, de Zeus (por ejemplo, lluvias en Sardes, águila en Mileto, Clímaco, etc.). Regreso a casa de los griegos: Curc. 3, 1, 9.