Cuando le trajeron del santuario el sarcófago de Alejandro, Augusto miró el cuerpo y, a continuación, dejó una corona de oro sobre la caja de cristal y esparció algunas flores para mostrarle sus respetos. Cuando le preguntaron si quería ver también a Ptolomeo, Augusto contestó: «Lo que deseaba era ver a un rey, no cadáveres».
SUETONIO, Vida de Augusto 18, I
En lo que se refiere a los pensamientos exactos que había en la mente de Alejandro, ni soy capaz de adivinarlos ni estoy interesado en hacerlo, pero esto es lo que creo que puedo afirmar: que su intención no debió de ser en absoluto ni común ni mezquina; que no se habría contentado con ninguna de sus conquistas, ni aun si hubiera añadido las Islas Británicas a Europa; que siempre habría ido más allá, en busca de lo desconocido, y que si no hubiera existido ningún otro competidor, Alejandro habría competido consigo mismo.
ARRIANO (hacia 150 a. C.),
Expedición de Alejandro 7, I