FÁBULA XXXVII

El Buey y la Cigarra

(Muy necio y envidioso es quien afea un pequeño descuido en una obra grande.)

Arando estaba el Buey; y a poco trecho,

la Cigarra, cantando, le decía:

«¡Ay, ay!, ¡qué surco tan torcido has hecho!»

pero él la respondió: «Señora mía,

si no estuviera lo demás derecho,5

usted no conociera lo torcido.

Calle, pues, la haragana reparona;

que a mi amo sirvo bien, y él me perdona

entre tantos aciertos un descuido.»

¡Miren quién hizo a quién cargo tan fútil!10

una Cigarra al animal más útil.

Mas ¿si me habrá entendido

el que a tachar se atreve

en obras grandes un defecto leve?