FÁBULA XXIX

El Gozque y el Macho de noria

(Nadie emprenda obra superior a sus fuerzas.)

Bien habrá visto el lector,

en hostería o convento,

un artificioso invento

para andar el asador.

Rueda de madera es5

con escalones, y un Perro,

metido en aquel encierro,

le da vueltas con los pies.

Parece que cierto Can,

que la máquina movía,10

empezó a decir un día:

«Bien trabajo; y ¿qué me dan?

«¡Cómo sudo, ay infeliz!

y al cabo, por grande exceso,

me arrojarán algún hueso15

que sobre de esa perdiz.

«Con mucha incomodidad

aquí la vida se pasa:

me iré, no sólo de casa,

mas también de la ciudad.»20

Apenas le dieron suelta,

huyendo con disimulo,

llegó al campo, en donde un Mulo

a una noria daba vuelta.

Y no le hubo visto bien,25

cuando dijo: «¿Quién va allá?

Parece que por acá

asamos carne también.»

—«No aso carne, que agua saco»

(el Macho le respondió).30

—«Eso también lo haré yo

(saltó el Can), aunque estoy flaco.

«Como esa rueda es mayor,

algo más trabajaré.

¿Tanto pesa?… Pues ¿y qué?35

¿no ando la de mi asador?

«Me habrán de dar, sobre todo,

más ración, tendré más gloria…»

entonces el de la noria

le interrumpió de este modo:40

«Que se vuelva le aconsejo

a voltear su asador,

que esta empresa es superior

a las fuerzas de un Gozquejo.»

¡Miren el Mulo bellaco,45

y qué bien le replicó!

Lo mismo he leído yo

en un tal Horacio Flacco,

que a un autor da por gran yerro

cargar con lo que después50

no podrá llevar: esto es,

que no ande la noria el Perro.