FÁBULA XXIV

El Papagayo, el Tordo y la Marica

(Conviene estudiar los autores originales, y no los copiantes y malos traductores.)

Oyendo un Tordo hablar a un Papagayo,

quiso que él, y no el hombre, le enseñara;

y con solo un ensayo

creyó tener pronunciación tan clara,

que en ciertas ocasiones5

a una Marica daba ya lecciones.

Así salió tan diestra la Marica

como aquel que al estudio se dedica

por copias y por malas traducciones.