FÁBULA III

El Oso, la Mona y el Cerdo

(Nunca una obra se acredita tanto de mala como cuando la aplauden los necios.)

Un Oso con que la vida

ganaba un piamontés,

la no muy bien aprendida

danza ensayaba en dos pies.

Queriendo hacer de persona,5

dijo a una Mona: «¿Qué tal?»

Era perita la Mona,

y respondióle: «Muy mal.»

—«Yo creo, replicó el Oso,

que me haces poco favor.10

¿Pues qué?, ¿mi aire no es garboso?

¿no hago el paso con primor?»

Estaba el Cerdo presente,

y dijo: «Bravo, ¡bien va!

bailarín más excelente15

no se ha visto ni verá.»

Echó el Oso, al oír esto,

sus cuentas allá entre sí

y, con ademán modesto,

hubo de exclamar así:20

«Cuando me desaprobaba

la Mona, llegué a dudar;

mas ya que el Cerdo me alaba,

muy mal debo de bailar.»

Guarde para su regalo25

esta sentencia un autor:

Si el sabio no aprueba, ¡malo!

Si el necio aplaude, ¡peor!