No salieron jamás…

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No salieron jamás

del vergel del abrazo,

y ante el rojo rosal

de los besos rodaron.

Huracanes quisieron

con rencor separarlos.

Y las hachas tajantes.

Y los rígidos rayos.

Aumentaron la tierra

de las pálidas manos.

Precipicios midieron

por el viento impulsados

entre bocas deshechas.

Recorrieron naufragios

cada vez más profundos,

en sus cuerpos, sus brazos.

Perseguidos, hundidos

por un gran desamparo

de recuerdos y lunas,

de noviembres y marzos,

aventados se vieron:

pero siempre abrazados.

(CRA)