CANCIÓN PRIMERA

[49]

Se ha retirado el campo

al ver abalanzarse

crispadamente al hombre.

¡Qué abismo entre el olivo

y el hombre se descubre!

El animal que canta:

el animal que puede

llorar y echar raíces,

rememoró sus garras.

Garras que revestía

de suavidad y flores,

pero que, al fin, desnuda

en toda su crueldad.

Crepitan en mis manos.

Aparta de ellas, hijo.

Estoy dispuesto a hundirlas,

dispuesto a proyectarlas

sobre tu carne leve.

He regresado al tigre.

Aparta o te destrozo.

Hoy el amor es muerte,

y el hombre acecha al hombre.

(HA)