OCTAVAS REALES
VIII
[1]
(Monja confitera)
La gala de la luz, a lo cohete
en el poliedro de la vidriera…
Una virgen constante, confitera,
ay, sustraendo Dios, pellas comete.
Al almidón su mano da en roquete,
o por lo que se riza o por lo cera;
de primor cuando hiñe se propasa
cuando repulga lo que emula masa.
(PL)
XIII
[2]
(Gallo)
La rosada, por fin Virgen María,
Arcángel tornasol y de bonete
dentado de amaranto, anuncia el día,
en una pata alzado un clarinete.
La pura nata de la galanía
es este Barba Roja a lo roquete,
que picando coral y hollando, suma,
a batallas de amor, campos de pluma.
(PL)
XVI
[3]
(Serpiente)
En tu angosto silbido está tu quid,
y, cohete, te elevas y te abates;
de la arena, del sol con más quilates,
lógica consecuencia de la vid.
Por mi dicha, a mi madre, con tu ardid,
en humanos hiciste entrar combates.
Dame, aunque se horroricen los gitanos,
veneno activo el más, de los manzanos.
(PL)
XXXVI
[4]
(Funerario y cementerio)
Final modisto de cristal y pino;
a la medida de una rosa misma
hazme de aquél un traje, que en un prisma,
¿no?, se ahogue, no, en un diamante fino.
Patio de vecindad menos vecino,
del que al fin pesa más y más se abisma:
abre otro túnel más bajo tus flores
para hacer subterráneos mis amores.
(PL)
XVII
[5]
(Sandía)
A Raimundo de los Reyes
Estío; postrer canto: tierno drama,
del blancor del mantel en menoscabo:
conforme con la luna más, se inflama,
en verde plenilunio desde el rabo.
Pero cuando el cuchillo le reclama
los polares cerquillos, tiene al cabo,
para frescas hacer, claras las voces,
un rojo desenlace negro de hoces.
(PL)
XXXII
[6]
(Noria)
Contra nocturna luna, agua pajiza
de limonar: halladas asechanzas:
una afila el cantar, y otra desliza
su pleno, de soslayo, sin mudanzas.
Luna, a la danzarina de las danzas
desnudas, a la acequia, acoge e iza,
en tanto a ti, pandero, te golpea:
¡cadena de ti misma, prometea!
(PL)