Nota aclaratoria de la autora

Las palabras atribuidas en esta novela a personajes históricos en actos o sesiones públicas son asimismo históricas (incluida la carta de convocatoria del rey a la Asamblea de Notables), que he extraído, extractado y traducido de las fuentes documentales que se citan al final de este libro.

No creo que el lector tenga ninguna dificultad en distinguir a los personajes históricos de los de ficción, pero quisiera hacer dos aclaraciones: el lugarteniente general de Policía, Thiroux de Crosne, es un personaje histórico; el secretario de la reina es un personaje de ficción.

La conocida como condesa de La Motte se fugó de la prisión de La Force de la Salpêtrière meses después de ser condenada y se refugió en Londres, donde escribió sus Memorias. Todo esto es histórico, pero, como el lector habrá adivinado, los detalles de la fuga y la trama orquestada en torno a ésta nada tienen que ver con los narrados en esta novela.

No existe la certeza histórica de quién o quiénes fueron los organizadores de la fuga, pero las sospechas apuntan al duque de Orleans, a quien, por otra parte, se le atribuyen muchas acciones durante esa época. Trasladando esa falta de acreditación al argumento de la novela, puede entenderse la causa por la que Courtain no consigue ninguna prueba contra el duque, ni siquiera la confirmación de sus propias sospechas, en concordancia con la misma laguna histórica.

No he encontrado en las fuentes documentales consultadas rastro alguno de la posible existencia de un proceso penal que enjuiciara a los presuntos y desconocidos autores de la fuga de la condesa de La Motte. Este dato, la inexistencia de juicio al respecto, trasladado de nuevo a la historia de ficción, quizá contribuya a que el lector extraiga sus propias conclusiones sobre la suerte de Didier Durnais y sobre el trámite que Bramont dio al expediente de la investigación.