HISTORIA DE UN ERROR

1. El mundo verdadero, alcanzable para el sabio, el piadoso, el virtuoso: viven en él, son él.

(La forma más antigua de idea, relativamente inteligente, simple, convincente. Otra manera de expresar la tesis «yo, Platón, soy la verdad»).

2. El mundo verdadero, inalcanzable por ahora, pero prometido para el sabio, el piadoso, el virtuoso («para el pecador que hace penitencia»).

(Progreso de la idea: se hace más sutil, más capciosa, más inasible; se hace mujer, se hace cristiana…).

3. El mundo verdadero, inalcanzable, indemostrable, imprometible, pero ya como pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo.

(El viejo sol en el fondo, pero a través de la niebla y el escepticismo; la idea vuelta sublime, pálida, nórdica, regiomontana).

4. El mundo verdadero, ¿inalcanzable? En todo caso inalcanzado. Y en tanto que inalcanzado también desconocido. En consecuencia, tampoco consolador, redentor, obligante: ¿a qué podría obligarnos algo desconocido?…

(Gris comienzo del día. Primer bostezo de la razón. Canto del gallo del positivismo).

5. El «mundo verdadero» —una idea que ya no sirve para nada, que ya ni siquiera es obligante—, una idea que ha llegado a ser inútil y superflua, en consecuencia una idea refutada: ¡decretemos su abolición!

(Pleno día; desayuno; vuelta del bon sens[18] y de la jovialidad; rubor de Platón; diabólico bullicio de todos los espíritus libres).

6. Hemos abolido el mundo verdadero: ¿qué mundo queda?, ¿el aparente quizá?… ¡No!, ¡con el mundo verdadero hemos abolido también el aparente!

(Mediodía; instante de la sombra más corta; final de error más largo; punto culminante de la humanidad; INCIPIT ZARATHUSTRA[19]).