Pronto llegaron ante un puente levadizo donde una armadura hacía guardia. Shrek le dio unos golpecitos en el peto y preguntó:
—¿Quién vive en esta armadura y quién, en el castillo?
—Aquí, un caballero intrépido y allí, un espantajo de alcurnia —fue la respuesta.
—¡Hablas de mi princesa! —dijo Shrek—. ¡Con quien me voy a casar!
—¡Sobre mi cadáver! —tronó el caballero impávido.