VII

—Eres un palurdo —dijo bruscamente Shrek—. ¿Qué llevas en el morral?

—Solo un poco de faisán frío.

—¿Un faisán, pobre inocente? ¡Qué magnífico presente!

Lo último que vio el campesino antes de desmayarse fue a Shrek calentando su cena con la mirada. El ogro comió y se marchó.