Cuando recuperó el sentido, Shrek le dijo:
—Dime mi destino, mujer, y te daré a cambio mis peores piojos.
—¡Espléndido! —gritó la bruja—. He aquí tu destino:
Abacadabra, pata de cabra,
presta atención a esta bruja.
Un burro te llevará a un caballero
al que vencerás en una puja.
Te casarás entonces con una princesa
cuya fealdad la tuya supera.
Ja, ja, ja, ríe el cara de rana,
las palabras mágicas son «pastel de manzana».
—¡Una princesa! —exclamó Shrek—. ¡Allá voy!