PREFACIO

Dedico esta novela a los jóvenes de Norteamérica que están rebelándose porque saben que existen anomalías muy injustas en su nación, aunque no saben exactamente en qué consisten. Tengo la esperanza de que este libro les ayude a esclarecer algunas de sus dudas.

No existe ni ha existido, que yo sepa, ninguna familia como la «Familia Armagh» en Norteamérica, y todos los personajes, excepto aquellos obviamente históricos, son producto de mi imaginación. No obstante, los escenarios históricos y políticos de esta novela son auténticos. El «Comité de Estudios Extranjeros» existe realmente, hoy como ayer, al igual que la «Sociedad Scardo», aunque no bajo estos nombres.

En verdad existe una «conjura contra el pueblo» y probablemente siempre la habrá, ya que los gobiernos han sido constantemente hostiles hacia los gobernados. Esto no constituye ninguna novedad, aunque conspiradores y conspiraciones hayan variado de época, según fuera la situación política o económica de sus diversas naciones.

Pero sólo cuando llegó la época de la Liga de los Hombres Justos y de Karl Marx se unieron conspiradores y conspiraciones con un propósito, un objetivo y una determinación. Esto no tiene nada que ver con ninguna «ideología» ni forma de gobierno, de ideales o de «materialismo», ni con cualquier otro tipo de fraseología de clisé generosamente prodigada a las masas irreflexivas. No tiene absolutamente nada que ver con razas o religiones, ya que los conspiradores están por encima, de lo que ellos llaman «tamañas trivialidades». También están más allá del bien y del mal. Los Césares que ellos colocaron en el poder son creaciones suyas, lo sepan los Césares o no, y los pueblos de todas las naciones se hallan indefensos, vivan donde vivan: América, Europa, Rusia, China, África o Sudamérica. Continuarán siendo desvalidos hasta que no logren tener plena conciencia de quién es su verdadero enemigo.

El presidente. John F. Kennedy sabía perfectamente lo que decía cuando aludió a «los Gnomos de Zurich». ¡Quizá sabía demasiado! Los golpes de estado configuran una vieja y reiterada historia, pero actualmente se están produciendo con creciente y excesiva frecuencia. Con probabilidad ésta es la última hora para la humanidad comprendida como una especie racional, antes de que se convierta en esclava de una «sociedad planificada».

Esta novela termina con una bibliografía. Pienso que muchos de mis lectores sacarán por sí mismos las adecuadas consecuencias de los hechos reales. Ésta es toda mi esperanza.

Taylor Caldwell