Este libro se habría quedado en el limbo si no hubiera sido por la ayuda de algunas personas.
Gracias a Walter y Francesca Forli por su asistencia en el campo médico (entendida como asesoría teórica; Walter es neurocirujano y, gracias a Dios, aún no he tenido necesidad de sus cuidados). Por el mismo motivo, gracias a Laura Caponi: perfeccionó cuanto habían sugerido los Forli y leyó el manuscrito con una atención enorme, enmendando varios errores y sugiriendo algunas mejoras.
Gracias a Virgilio, Serena, Mimmo, Letizia, Christian, a mi padre y a mi madre y a todos los que leyeron este libro cuando aún era un boceto.
Por encima de todo, gracias a Samantha: en primer lugar, por haberme proporcionado el motivo principal de la trama y haberme ayudado a definirla. En segundo, por haber leído y releído estas páginas hasta la náusea y haberlas mejorado bastante. Por último, por haberme soportado mientras lo escribía; creo que fue, con mucho, la tarea más fatigosa.
Para terminar, quisiera expresar mi reconocimiento a dos personas que me han inspirado dos de los personajes. Ampelio es un retrato bastante fiel de mi abuelo Varisello, que se pasó noventa y tres años comentando todo lo que no le parecía bien en el mundo (que no era poco). Finalmente, en 1992 conocí a un camarero que no está en ayunas de matemáticas y que con Massimo tiene en común el nombre y un modo particular de tratar al cliente; si vais a Pineta y os tomáis un café en uno de los bares del centro, corréis un serio riesgo de encontrároslo.