Quien me roba la bolsa, me roba una fruslería,
una insignificancia, nada;
fue mía, es de él y había sido esclava de otros mil;
pero el que me hurta mi buen nombre,
me arrebata una cosa que no le enriquece
y me deja pobre de verdad.
WILLIAM SHAKESPEARE, Otelo,
acto III, escena III