Años de arenas movedizas, que me empujan hacia quién sabe dónde, fracasan vuestros planes, vuestras políticas, ceden vuestras líneas, las sustancias se escapan.
Sólo el tema que canto, el alma grande y enteramente poseída, no escapa ni me elude.
Mi propio yo no ha de ceder nunca; es la sustancia definitiva, lo único cierto.
De las políticas, los triunfos, las batallas, la vida, ¿qué queda al final?
¿Qué hay de cierto, cuando se quiebran las apariencias, excepto mi propio yo?
WALT WHITMAN,
«Años de arenas movedizas»