Capítulo 23

Carta de Patrick Boyd a Araceli Domínguez.

Aranjuez.

Domingo, 9 de noviembre de 1873.

Mi amor:

Tu nota del jueves me conmocionó, me tiene todavía subyugado, por su ternura, por su bondad, por su valentía, por su arrojo. Eres única.

No te he podido contestar hasta ahora, esto va tan deprisa. Estoy pasando el fin de semana en una fonda de Aranjuez que me recomendó Muñiz, vine ayer en el tren. Necesitaba escaparme un poco de Madrid, para reflexionar, para repasar mis apuntes, para escribirte con tranquilidad. ¡Con tranquilidad, digo! Pues tranquilidad no puede haber, entre otras razones porque pienso constantemente en ti, como si tuviera fiebre, y estoy inquieto por los anónimos, que casi me están produciendo la sensación de estar siempre espiado. Miraba a mi alrededor en el tren (con el rabillo del ojo), y casi me sorprendió no ver a nadie sospechoso.

He recibido una carta de López. ¿Sabes lo que ha ocurrido? No te quiero asustar más de la cuenta, pero ¡qué espanto!, han matado a su primo en el Saladero, en el patio. Me ruega que no le vuelva a visitar porque él también está en peligro. No lo haré, por supuesto.

He estado con Ciprés —el guardia del que te hablé, el que denunció a Pastor— en una taberna cerca de la plaza del Progreso. Me dijo que una mujer que vio a Pastor en la calle del Turco, María Josefa Delgado, cuyas declaraciones me consiguió Pérez, falleció hace un año de algo raro. ¿Otra muerte sospechosa? Aparte de esto no me pudo decir mucho que no supiera ya. Está convencido de que, detrás de todo, está Pastor. ¿Y detrás de Pastor?, pregunto yo.

Le voy a pedir a Muñiz que trate de procurarme una entrevista con el mismo sujeto cuando regrese a Madrid después de nuestra famosa excursión a Doñana. Como bien sabes, ver los ánsares es uno de los más tenaces sueños de mi vida. Verlos contigo cerca será el súmmum, pase lo que pase después.

Si todo va bien llegaré a Sevilla el viernes por la tarde. Si quieres, me puedes dejar una nota en la fonda.

No te preocupes por lo nuestro. Yo me ocupo de todo.

Con un abrazo fervoroso, tu P.