Carta de Patrick Boyd a Edward McKinley.
Aranjuez.
Sábado, 8 de noviembre de 1873.
Mi querido Mac:
Me he escapado brevemente de Madrid, para poner en orden mis pensamientos. Y aquí me tienes en Aranjuez, a orillas del Tajo.
Estoy muy inquieto. López me ha escrito para decirme ¡qué han matado a un pariente suyo, uno de los riojanos, en el patio de la cárcel! ¡Para que no le dijera al juez todo lo que sabía! Me ruega que no le visite más porque él también está en peligro, le han amenazado. Está convencido de que detrás de todo está Pastor. En cuanto a mí, he recibido dos anónimos diciéndome que abandone mis pesquisas o me atenga a las consecuencias. Como te puedes imaginar, voy más que nunca con los ojos muy abiertos. Estoy contemplando la posibilidad de llevar una pistola, me lo ha recomendado Muñiz.
¿En qué punto estoy con la investigación? Tonto de mí, pensaba que iba a poder resolver este asunto en unos meses. ¡Qué locura! ¡Harían falta años y ni así estaría garantizado el resultado! He decidido poner como fecha tope finales de enero. Creía que H. P. iba a ser mis ojos donde tú sabes, y es cierto que me está ayudando mucho. Pero no es lo mismo que ver la documentación uno mismo. Estoy bastante desesperado, la verdad. Casi he llegado a la conclusión de que nunca se podrá demostrar quién tramó el asesinato de mi amigo.
¿O es que estoy cediendo ante la preocupación que me producen los anónimos? Es posible.
Al poco tiempo de escribirte la última vez me contestó Solís desde Castilleja de la Cuesta. Me ha dicho que me recibirá gustoso allí el 16 de noviembre, en el palacio de Montpensier. Es decir, justo antes de nuestra excursión a Doñana. No creo que me revele nada que no haya dicho o escrito ya, pero ¿quién sabe?, sin proponérselo podría darme alguna pista. De todas maneras mi trabajo quedaría cojo sin la entrevista con quien, al fin y al cabo, fue ayudante del duque y, no lo dudo, uno de los responsables del crimen. De modo que estoy contento.
Y estoy contento, más que contento, por otra razón. Y es que ella y yo ya somos amantes. Apenas me lo puedo creer pero es así. Quiere huir conmigo cuando termine aquí y le he dado mi palabra de no faltarle. Me dirás que es una locura pero no lo es, se trata de una mujer excepcional en todos los sentidos. Después de la muerte de Mary creía que nunca más encontraría el amor, que no sería nunca capaz de amar a otra. Incluso creía que tener otra relación sería una profanación. Y ahora ha pasado esto sin que yo lo buscara, y ya no hay vuelta atrás. Me dirás también que me estoy metiendo en aguas peligrosas al relacionarme con una mujer casada. Y tendrás razón. Pero no te preocupes, procederé con suma cautela.
Regresaré a Madrid dentro de dos o tres días. Luego otra vez a Sevilla y, después de hablar con Solís, el encuentro con los ánsares que tú tanto menosprecias, escocés inculto que eres. Ella nos va a acompañar con su marido. No va a ser fácil disfrazar mis sentimientos. Ya te contaré.
Un fuerte abrazo, Pat.