Extracto del diario de Patrick Boyd.
Madrid, Hotel de las Cuatro Naciones.
Jueves, 6 de noviembre de 1873.
Esta mañana carta inesperada de José López desde las prisiones de San Francisco. Me pregunto, antes de abrirla, qué me querrá decir el pícaro. Y leo:
Mi estimado amigo:
¡Han matado a mi pariente Ruperto Merino en el patio del Saladero, aprovechando mi ausencia! ¡Provocaron una revuelta, lo molieron a palos y luego alguien con una navaja acabó con él! El responsable, estoy convencido de ello, es Pastor. ¡Y es porque Ruperto, a diferencia de mis otros paisanos de La Rioja, no se quería vender, no se dejaba sobornar y se negaba a traicionarme, a cambiar su declaración! Ya mataron a Tomás García, nada más puesto en libertad. Ahora le ha tocado el turno al pobre Ruperto. Pronto lo intentarán conmigo. Le ruego que no me visite más porque pone en peligro mi vida, Pastor sabe que hemos hablado.
Su afmo., José Rodríguez López
¡Qué espanto! El segundo anónimo me preocupa hondamente, ¡y ahora esto!
He decidido que me voy a escapar unos días del manicomio en que se me está convirtiendo Madrid. Volví a ver a Muñiz esta tarde. Le conté lo del segundo anónimo y me dijo que debería llevar una pistola por si acaso. Claro, tendría que aprender a utilizarla. Me ha recomendado una pequeña fonda en Aranjuez, asegurándome que el espíritu bucólico del lugar me tranquilizará. Iré este fin de semana, pero no sin tomar antes mis precauciones. Entre ellas la de dar instrucciones al personal del hotel de que, si arreglan la habitación, no toquen para nada la mesa con mis papeles, que dispondré de tal forma que, al regresar, vea enseguida si alguien los ha estado mirando. Sospecho que podría ocurrir.