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Estaba sentado detrás de su escritorio, con un desbarajuste de cables y mensajes frente a él. Los había olvidado. Se había olvidado de todo menos de las serpientes, los palos de golf y lo que iba a hacer a la una menos cuarto. Bajaría a ver a Andy McGee. Tenía la fuerte impresión de que Andy le diría lo que debía hacer a continuación. Tenía la fuerte impresión de que Andy lo arreglaría todo.

Más allá de la una de esa tarde, toda su vida era un gran embudo de tinieblas.

No le importaba. Era una especie de alivio.