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—Allí dentro ocurre algo —dijo uno de los técnicos de la sala de observación, con voz aguda y excitada—. La temperatura acaba de elevarse seis grados. La configuración de las ondas parece una jodida cordillera…

—¡Ya está! —exclamó Cap—. ¡Ya está! — En su voz vibraba la estridente modulación triunfal propia de un hombre que ha esperado durante diez años el momento que ahora tiene al alcance de la mano.