[1] Véase Meinecke, Weltbürgertum und Nationalstaat, Múnich, 3.ª ed. 1915, pp. 22 ss.; Kjellén, Der Staat als Lebensform, Leipzig 1917, pp. 102 ss. <<
[2] Kjellén, Der Staat, cit., pp. 105 ss. y la bibliografía allí citada. <<
[3] Véase Manouvrier, «L’indice céphalique et la pesudo-sociologie», en Revue de l’École d’Anthropologie de París, IX, 1899, p. 283. <<
[4] Véase Scherer, Vorträge und Aufsätze zur Geschichte des geistigen Lebens in Deutschland und Österreich, Berlín 1874, pp. 45 ss.; la concepción según la cual el criterio de la nación está en la lengua se remonta a Arndt y a Jacob Grimm. Para Grimm un pueblo es un «conjunto orgánico de individuos que hablan la misma lengua» (Kleinere Schriften, vol. 7, Berlín 1884, p. 557). Para una visión general sobre la historia del concepto de nación véase O. Bauer, Die Nationalitätenfrage und die Sozialdemokratie, Viena 1907, pp. 1 ss.; O. Spann, Kurzgefasstes System der Gesellschaftslehre, Berlín 1914, pp. 195 ss. <<
[5] Por lo demás, es oportuno observar explícitamente que en cualquier otra explicación de la esencia de la nación surgen dificultades aún más numerosas sin que se consiga eliminarlas. <<
[6] También Spann (Kurzgefasstes System, cit., p. 207) reconoce que el concepto de comunidad nacional es un concepto de grado; Bauer (Nationalitätenfrage, cit., pp. 70 ss.) sostiene que la misma comprende sólo las clases cultivadas. <<
[7] A. Menger, Neue Staatslehre, Jena, 2.ª ed. 1904, p. 213. <<
[8] Sucedía que los hijos de padres alemanes cuyos gastos de instrucción debían correr a cargo del municipio (los llamados internos) fueran enviados por el municipio de Viena al campo y confiados al cuidado de padres adoptivos checos; así pues, estos chicos crecían como checos. Por otra parte, sucedía que los hijos de padres no alemanes fueran a su vez germanizados por padres adoptivos alemanes. Una aristócrata polaca solía exonerar a la ciudad de Viena del cuidado de los niños de padres polacos para que estos niños crecieran como polacos. Nadie puede pensar que todos estos chicos no fueran buenos checos, alemanes o polacos con independencia de la nación de pertenencia de sus padres. <<
[9] Ibsen se burla de los defensores de una lengua «noruega» particular en la persona de Huhu en Peer Gynt (acto IV, escena del manicomio). <<
[10] Hay que distinguir entre lengua escrita y lengua de cultura. Desde que los idiomas tuvieron una poesía escrita, no puede negárseles el carácter de lengua escrita. Como lenguas de cultura deberían pues definirse aquellas lenguas que aspiran a expresar oralmente y por escrito todo aquello que el hombre piensa, y por tanto a ser también lenguas científicas y técnicas. Los límites entre ambas, claro está, no siempre pueden fijarse netamente. <<
[11] Podríamos aducir aún otros ejemplos: uno de ellos es la lengua eslovena. Particularmente interesantes son aquellos casos en que se hicieron intentos análogos a menor escala. Según informaciones que debo a la cortesía del eslavista vienés doctor Norbert Jokl, el gobierno húngaro ha intentado, con el comité Ung, conceder autonomía a los dialectos locales eslovacos y rutenos; permite la publicación de periódicos en estos dialectos, empleando para el dialecto ruteno los caracteres latinos y una ortografía magiarizante. A su vez, con el comité Zala se intentó hacer autónomo un dialecto esloveno, lo cual fue facilitado por la circunstancia de que la población, al contrario de los eslovenos austríacos, era protestante. Hubo una editorial escolar expresamente para estos libros. En Papa existía un colegio especial para la formación de profesores de esta lengua. <<
[12] Véase Otto Bauer, «Die Bedingungen der Nationalen Assimilation», Der Kampf, vol. V, pp. 246 ss. <<
[13] Véase Socin, Schriftsprache und Dialekte im Deutschen nach Zeugnissen alter und neuer Zeit, Heilbronn 1888, p. 501. <<
[14] Véase G. Sorel, Nouveaux essais d’histoire et de critique, París 1898, pp. 99 ss. <<
[15] Véase R. Michels, «Zur historischen Analyse des Patriotismus», Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik, vol. 36, 1913, pp. 38 ss., 402 ss.; Pressensé, «L’idée de Patrie», Reme mensuelle de l’École d’Anthropologie de París, vol. 9, 1899, pp. 91 ss. <<
[16] Véase Robert Michels, «Elemente zur Entstehungsgeschichte des Imperialismus in Italien», Archiv für Sozialwissenschaft, vol. 34, 1912, p. 57. <<
[17] Véase Seipel, Nation und Staat, Viena 1916, pp. 11 ss., nota; Meinecke, op. cit., pp. 19 ss. <<
[18] Véase Michels, «Patriotismus», loc. cit., p. 403. <<
[19] Véase Schulze-Gaevernitz, Volkswirtschaftliche Studien aus Russland, Leipzig 1899, pp. 173 ss.; Bauer, Nationalitätenfrage, cit., pp. 138 ss. <<
[20] Piénsese en el Schleswig-Holstein, en la margen izquierda del Rin y otros casos análogos. <<
[21] Véase Kautsky, Nationalität und Internationalität, Stuttgart 1908, p. 19; también Paul Rohrbach, Der deutsche Gedanke in der Welt, Düsseldorf y Leipzig, 1912, p. 13. <<
[22] Podría objetarse que, aunque las condiciones de vida fueran en todas partes las mismas, las migraciones se producirían igualmente siempre que un pueblo tuviera un incremento demográfico mayor que los demás, ya que entonces se iniciaría una emigración desde los territorios más densamente poblados a los menos poblados. La ley malthusiana nos permite suponer que también el incremento demográfico depende de las condiciones de vida naturales, de modo que suponiendo iguales condiciones de vida externas, se seguiría también un incremento demográfico uniforme. <<
[23] Véase Bernatzik, Die Ausgestaltung des Nationalgefühls im 19. Jahrhundert, Hannover 1912, p. 24. <<
[24] Véase Bujarin, Das Programm der Kommunisten (Bolschewiki), Viena 1919, pp. 23 ss. <<
[25] Por esta razón también los escritores antidemocráticos y clericales apoyan la vuelta al absolutismo monárquico y papal como medio para eliminar los conflictos entre las nacionalidades. <<
[26] Por supuesto, con frecuencia la impotencia política puede dar origen a una falta de derechos civiles. <<
[27] Sobre el hecho de que el principio mayoritario parece que sólo es aplicable allí donde se trata de resolver conflictos de intereses de una masa homogénea, véase Simmel, Soziologie, Leipzig 1908, pp. 192 ss. <<
[28] Véase Renner, Das Selbstbestimmungsrecht der Nationen in seiner Anwendung auf Österreich, Viena 1918, y otros muchos escritos anteriores del mismo autor. <<
[29] Véase Bauer, Nationalitätenfrage, cit., pp. 324 ss. <<
[30] No consideramos aquí la violencia perpetrada en la zona de asentamiento homogénea de los alemanes en Bohemia; aquí la cuestión nacional podría resolverse, pero no hay voluntad de hacerlo. <<
[31] Véase Kjellén, op. cit., p. 131. <<
[32] Véase Wicksell, Vorlesungen über Nationalökonomie auf Grundlage des Marginalprinzipes, Jena 1913, vol. 1, p. 50. <<
[33] La asimilación se facilita si los inmigrantes no afluyen en masa sino gradualmente, de suerte que el proceso de asimilación de los primeros inmigrados ha concluido ya o se está realizando cuando llegan los nuevos. <<
[34] Véase Ricardo, Principles of Political Economy and Taxation, en The Works of D. Ricardo, editado por McCulloch, 2.ª ed., 1852, p. 76. <<
[35] Véase el decreto del ministro prusiano del Interior von Rochow de 15 de enero de 1838, reproducido en Prince-Smith, Gesammelte Schriften, Berlín 1880, vol. 3, p. 230. <<
[36] Para eliminar cualquier malentendido, digo explícitamente que no es mi intención tomar aquí posición sobre la cuestión de la que hoy tanto se discute en Alemania, es decir si habría sido preferible para la política alemana una orientación «occidental» o bien «oriental». Ambas se basaban en una premisa imperialista, y por tanto la verdadera cuestión era si Alemania tenía que atacar a Inglaterra o a Rusia. Alemania debía haberse aliado con Inglaterra para tenerla al lado en una guerra defensiva contra Rusia. Es evidente que entonces no se habría llegado a una guerra como la que hemos padecido. <<
[37] Pero conviene observar que Inglaterra hasta el estallido de la guerra mundial intentó repetidamente llegar a una negociación pacífica con Alemania y estaba dispuesta a conseguir la paz incluso a costa de cesiones territoriales. <<
[38] Cuando Lensch (Drei Jahre Weltrevolution, Berlín 1917, pp. 28 ss.) define el giro político-comercial de 1879 como una de las causas más profundas de la actual revolución mundial, evidentemente se puede estar de acuerdo con él, pero por motivos totalmente distintos de lo que él aduce. Por otra parte, a la vista de lo que ha sucedido mientras tanto, no merece la pena refutar sus argumentos ulteriores. <<
[39] Schüller, en Schutzzoll und Freihandel, Viena 1905, formula una teoría de la imposición de aranceles; sobre sus argumentos referentes al proteccionismo, véase Mises, «Vom Ziel der Handelspolitik», Archiv für Sozialwissenschaft und Sozialpolitik, vol. 42, 1916/1917, p. 562, y Philippovich, Grundriss der politischen Ökonomie, vol. 2, 1.ª parte, 7.ª ed., Tubinga 1914, pp. 359 ss. <<
[40] Véase, entre una amplia literatura, Wagner, Agror- und Industriestaat, 2.ª ed., Jena 1902. <<
[41] El hecho de que también Japón y China estuvieran contra nosotros se remonta a la desgraciada política que llevó a la ocupación de Chiao-chou. <<
[42] Véase Wagner, op. cit., p. 81. <<
[43] Véase Sprengel, Das Staatsbewusstsein in der deutschen Dichtung seit Heinrich von Kleist, Leipzig 1918, pp. 8 ss. <<
[44] Ya hemos visto cómo la aspiración a formar el Estado nacional unificado forma parte del deseo profundo de los pueblos. El imperialismo tiene una concepción totalmente distinta sobre esta cuestión. Para él la idea de un Estado unificado es un título jurídico para la anexión. Los pangermanistas querían anexionarse los cantones alemanes de Suiza e incluso los Países Bajos contra su voluntad. <<
[45] La respuesta del principio de nacionalidad a la teoría de los confines geográficos naturales la dio Arndt cuando explicó que «los únicos confines naturales los fija la lengua» (Der Rhein. Deutschlands Strom aber nicht Deutschlands Grenze, 1813, p. 7) y luego fue formulada de manera impecable por J. Grimm cuando habló de la «ley natural por la que ni los ríos ni las montañas crean las diferencias entre los pueblos; sólo la lengua puede establecer las fronteras de un pueblo que ha atravesado ríos y montañas» (op. cit., p. 557). Cómo se puede llegar a la exigencia de anexión de los territorios «de los pequeños pueblos incapaces de sostenerse y sobre todo de crear un Estado propio», puede verse en Hasse, Deutsche Politik, vol. 1, 3.ª parte, Múnich 1906, pp. 12 ss. <<
[46] Por parte de los anglosajones el imperialismo respecto de los blancos sólo se manifiesta impidiendo la inmigración. <<
[47] Véase Naumann, Mitteleuropa, Berlín 1915, pp. 164 ss. Mitscherlich, Nationalstaat und Nationalwirtschaft und ihre Zukunft, Leipzig 1916, pp. 26 ss.; sobre otros escritores de la misma tendencia véase Zurlinden, Der Weltkrieg. Vorläufige Orientierung von einem schweizerischen Standpunkt aus, vol. 1, Zurich 1917, pp. 393 ss. <<
[48] K. Renner, Österreichs Erneuerung, vol. 3, Viena 1916, p. 65. <<
[49] Ibíd., p. 66. <<
[50] Véase también el discurso de Bismarck en la sesión de la Cámara de diputados prusiana de 11 de diciembre de 1867 sobre el tratado de anexión de Prusia con el principado de Waldeck-Pyrmont (Fürst Bismarcks Reden, ed. por Stein, vol. 3, pp. 235 ss.). <<
[51] Bentham, Grundsätze für ein zukünftiges Völkerrecht und für einen dauernden Frieden, traducido por Klatscher, Halle 1915, pp. 100 ss. <<
[52] Actualmente se ha llegado hasta el punto de atribuir la responsabilidad del estallido de la guerra al liberalismo. Véase, en cambio, Bernstein, Sozialdemokratische Völkerpolitik, Leipzig 1917, pp. 170 ss., donde se subraya el estrecho vínculo entre liberalismo y pacifismo. Spann, contrario al pacifismo, observa explícitamente «la indisponibilidad y el horror por la guerra que caracteriza al mundo capitalista actual» (op. cit., p. 137). <<
[53] Véase Hegel, Werke, 3.ª edition, vol. 9, Berlín 1848, p. 540. <<
[54] Se podría plantear la cuestión sobre dónde está en realidad la diferencia entre pacifismo y militarismo, dado que tampoco el pacifista es partidario del mantenimiento de la paz a toda costa, sino que en ciertas condiciones prefiere la guerra a una situación de paz insostenible, y viceversa tampoco el militarista es que quiera hacer eternamente la guerra, sino que sólo la quiere para crear una situación determinada que él considera deseable. Ambos, pues, en principio, serían contrarios a aquella pasividad absoluta y pesimista que predica el Evangelio y que algunas sectas cristianas practican; y la diferencia entre ellos sería por tanto sólo de grado. De hecho, sin embargo, la diferencia es tan grande que se convierte en una oposición de principio. Esta consiste, por una parte, en la valoración de la dimensión y de la dificultad de los obstáculos que nos separan de la paz, y por otra en la valoración de los inconvenientes conexos con la lucha. El pacifismo cree que de la paz perpetua nos separa tan sólo una sutil cortina que basta apartar para obtener inmediatamente la paz, mientras que el militarismo se fija objetivos tan amplios que no puede esperarse que puedan alcanzarse en un tiempo previsible, de modo que lo que nos espera es una larga era de guerras. El liberalismo creía que la paz perpetua podía instaurarse con la simple eliminación del absolutismo monárquico. El militarismo alemán, por el contrario, estaba completamente convencido de que la consecución y el mantenimiento de la supremacía alemana a la que aspiraba comportaría aún por mucho tiempo la guerra permanente. Además, mientras que el pacifismo ha tenido siempre en cuenta los perjuicios y desventajas de la guerra, el militarismo no se ha cuidado nunca mucho de ello. De donde se deriva, para el pacifismo, la preferencia explícita por la situación de paz, y la el militarismo en cambio la constante exaltación de la guerra y, en su versión socialista, de la revolución. Una ulterior separación de principio entre pacifismo y militarismo es posible desde el punto de vista de su respectiva posición frente a la teoría del poder, El militarismo ve en la potencia material la base del dominio (Lassalle, Lasson), mientras que el liberalismo la ve en el poder del espíritu (Hume). <<
[55] Véase Bauer, op. cit., p. 515. <<
[56] Rodbertus, Schriften, ed. por Wirth, nueva edición, vol. 4, Berlín 1899, p. 282. <<
[57] Mehring, Aus dem literarischen Nachlass von Marx, Engels und Lassalle, vol. 3, Stuttgart 1902, pp. 255 ss. <<
[58] W. Humboldt, Ideen zu einem Versuch, die Grenzen der Wirksamkeit des Staats zu bestimmen (edition de la «Deutsche Bibliothek» de Berlín, p. 66). <<
[59] Max Weber ofrece una crítica radical de estas teorías en Parlament und Regierung im neugeordneten Deutschland, Múnich 1918. <<
[60] Véase Hintze en la obra colectiva Deutschland und der Weltkrieg, Leipzig 1915, p. 6. Una aguda crítica de estas opiniones, basada en una afirmación del historiador inglés Seeley, en Preuss, Obrigkeitsstaat und grossdeutscher Gedanke, Jena 1916, pp. 7 ss. <<
[61] La crítica que hace Mehring (Die Lessing-Legende, Stuttgart 1909, 3.ª ed, pp. 12 ss.) no resta capacidad de documentar cuáles fueron las ideas del último Goethe. <<
[62] Oppenheim, Benedikt Franz Leo Waldeck, Berlín 1880, pp. 41 ss. <<
[63] Bismarck, Gedanken und Erinnerungen, Stuttgart 1898, vol. 1, p. 56. <<
[64] Hume, Of the First Principles of Government (Essays, ed. por Frowde), pp. 29 ss. <<
[65] Una síntesis de las distintas tareas que se quería asignar a Austria en Seipel, op. cit., pp. 18 ss. <<
[66] Véase supra, p. 130; además, la crítica de Justus a esta teoría en «Sozialismus und Geographie», Der Kampf, vol. 11, pp. 469 ss. Hoy los checos utilizan esta teoría para justificar la anexión de la Bohemia alemana. <<
[67] Véase Renner, Österreichs Erneuerung; Marxismus, Krieg und Internationale, Stuttgart 1917; en contra, Mises, «Vom Ziel der Handelspolitik», op. cit., pp. 579 ss. (cuando escribí este ensayo pude disponer tan sólo del vol. 1, Österreichs Erneuerung); además, Justus, loc. cit.; Emil Lederer, «Zeitgemässe Wandlungen der sozialistischen Idee und Theorie», Archiv für Sozialwissenschaft, vol. 45, 1918/1919, pp. 261 ss. <<
[68] Sobre las causas del más rápido crecimiento demográfico de los eslavos, al que hay que atribuir el carácter prevalentemente eslavo del proceso de afincamiento urbano en Austria, véase Hainisch, Die Zukunft der Deutschösterreicher, Viena 1892, pp. 68 ss. <<
[69] «Die lang gedient, sie werden endlich herrschen» (quien más largamente ha servido acabará dominando), Libussa, acto V. <<
[70] Nótese que también Marx y Engels cayeron en el mismo error; al igual que los alemán-liberales austríacos, vieron en los movimientos nacionales de las naciones sin historia tan sólo una conducta reaccionaria y estaban convencidos de que con la inevitable victoria de la democracia habría triunfado el germanismo sobre estas nacionalidades en extinción. Véase Marx, Revolution und Kounterevolution in Deutschland, ed. alemana de Kautsky, 3.ª ed., Stuttgart 1913, pp. 61 ss.; Engels, en Mehring, op. cit., pp. 246 ss. Véase también Bauer, Die Nationalitätenfrage, cit., pp. 271 ss. <<
[71] Véase supra, pp. 91 ss. <<
[72] Las mismas causas que han mantenido alejada a Alemania de la democracia han influido también en Rusia, en Polonia y en Hungría. A estas causas hay que referirse si se quiere comprender el desarrollo de los Cadetes rusos o del Club polaco en el senado austríaco o del partido del 48 en Hungría. <<