[1] Véase J. M. Keynes, «Review of Mises’s Theorie des Geldes und der Umlaufsmittel», Economic Journal, vol. 14 (1914). El artículo aparece reproducido en las Obras Completas de Keynes, vol. 12, pp. 400-401. <<
[2] Véase Milton Friedman y Ana Schwartz, «Has Government Any Role in Money?» (1984), Money in Historical Perspective, The University of Chicago Press, 1987, p. 289. <<
[3] La obra de Böhm-Bawerk es prácticamente desconocida. Véase al respecto la reciente traducción de su Teoría Positiva del Capital en Biblioteca de Grandes Economistas del siglo XX, Ediciones Aosta. Sin conocer esta aportación de Böhm-Bawerk resultará difícil entender muchos pasajes de esta obra de Mises. <<
[4] Esta polémica no es muy conocida por los economistas españoles, que hoy tienen a su disposición para valorarla los elementos esenciales, que son el Tratado del dinero de Keynes y Precios y Producción de Hayek, publicados recientemente (1997) por Ediciones Aosta dentro de su colección Grandes Economistas del siglo XX, además del volumen IX de las Obras Completas de Hayek Contra Keynes y Cambridge (Unión Editorial, 1997). <<
[5] La expresión se debe a Axel Leijonhufvud. Recomiendo al lector la lectura de sus consecuencias para la gestión de la empresa. Véase Constitutional Economics, Levington Books, 1987. <<
[6] Carl Menger, «The Origins of Money», Economic Journal, 1892. <<
[7] F. Knapp, Staatliche Theorie des Geldes (1905). El dinero fiduciario sí es una creación artificiosa de la ley, y de ahí sus peligros. <<
[8] Véase Buchanan y Brennan, El poder fiscal, Unión Editorial, 1987, cap. 6. <<
[9] John Law, «Troisième Lettre sur le Nouveau Système des Finances», citado por Charles Rist en su Historia de las doctrinas relativas al crédito y la banca, Bosch, 1945, p. 61. <<
[10] «La moneda es como el vino, que no puede menos de parecer poco y escaso a todos aquéllos que no tienen con qué comprarlo, ni crédito para que se lo den fiado […]. Así, ese clamor general de un pueblo contra la escasez de moneda, en modo alguno prueba que no circulen en él más piezas que antes, sino que hay muchos que no tienen nada que dar para adquirirlas». Adam Smith, La riqueza de las naciones, Bosch, 1955, vol, II, Libro II, p. 23. <<
[11] La división en estas tres grandes escuelas se adapta bastante bien a lo que fue el debate monetario en Inglaterra hasta la promulgación de la Ley de Peel de 1844. A partir de entonces el tema de la libertad bancaria y el monopolio de emisión de billetes de banco perdió fuerza y todo se fue orientando hacia la consolidación del sistema, cosa que a finales de siglo y comienzos del actual se había logrado. El banco monopolista se configuró como banco de bancos, banco central, prestamista en última instancia de un sistema de generación de medios fiduciarios no ya en forma de billetes sino de depósitos. Pocos cuestionarán el banco central, incluso partidarios decididos de la libertad bancaria, como Otto Michaelis en Alemania, promovieron leyes para limitar la emisión de billetes cuando vieron que el modelo inglés se imponía en todas partes.
Ya en el siglo XX, Mises se opone al banco central y a los medios fiduciarios, por lo que cabría considerarle como defensor de la libertad bancaria y de los principios de la escuela monetaria inglesa, y así lo hace Vera C. Smith (Fundamentos de la banca central y de la libertad bancaria, versión española en Ediciones Aosta/Unión Editorial, Madrid 1993, p. 166). Pero de hecho, la escuela monetaria inglesa nunca fue tan lejos como Mises, aunque esto se debiera a su miopía a la hora de valorar el funcionamiento de los depósitos irregulares de dinero. <<
[12] Véase Vera Smith, op. cit. <<
[13] Keynes, Tract on Monetary Reform (1923), versión española en F. C. E., México 1992, pp. 179-80. <<
[14] Como ha resaltado Schumpeter en la semblanza que hace de 10 grandes economistas entre Marx y Keynes, Alianza Editorial, 1971. Böhm-Bawerk era un teórico, un teórico nacido para ver y explicar vastas relaciones, para experimentar el gozo íntimo del trabajo analítico y eso en Alemania no se perdonaba, no había allí ambiente para un teórico y por eso fue impopular. Su éxito tardó en llegar y logró imponerse únicamente mediante la fuerza de sus escritos, sin campaña y sin una política académica; es decir, sin ninguno de esos medios que, aunque a veces puedan resultar necesarios y justificables, tan inadecuados resultan a los más altos ideales intelectuales. <<
[15] Keynes, Teoría General, F. C. E., cap. 23. <<
[16] Una de las cosas que más han desorientado a los críticos de Böhm-Bawerk, Keynes entre ellos, es esta afirmación, probablemente mal expuesta por el autor. No todos los procesos productivos por ser más largos son más productivos. La prolongación de los procesos dará lugar a incrementos de producción cada vez más pequeños y sólo se aplicarán aquellos procesos que, siendo más largos, sean más productivos o, mejor, se piense que son más productivos. <<
[17] Este «fondo nacional de subsistencia» del que habla Böhm-Bawerk no es otra cosa que el fondo de bienes que permite mantener a la población trabajadora durante el periodo de producción. Muchos creyeron ver en este concepto una réplica de las viejas teorías del «fondo de salarios», pero el propio Böhm-Bawerk se encargó de desarticular esta interpretación. Véase su Teoría positiva del capital, cit., cap. III, Libro IV. <<
[18] Böhm-Bawerk dio tres razones por las que los bienes presentes gozan de una valoración subjetiva más alta que los bienes futuros de igual cantidad y calidad. En primer lugar, porque la persona considera que en el futuro su condición para satisfacer las necesidades que entonces se presenten sea mejor, o cuando no sea así, porque la posesión de bienes presentes, sobre todo en una economía monetaria, le permite ahorrar. Por todo ello el sujeto valorará como mínimo los bienes presentes igual que los futuros o un poco más. En segundo lugar, porque todos subestimamos el futuro, factor psicológico que unido a lo anterior, y aunque puedan darse casos de individuos que no actúan así, producirá en el mercado una mayor valoración de los bienes presentes.
La acción de estas dos primeras causas es acumulativa y a ellas añadió Böhm-Bawerk una tercera que dio lugar a una enorme polémica y a la que llamó «superioridad técnica» de los métodos indirectos de producción. No vale la pena entrar aquí en esta polémica, cuyo principal instigador fue Irving Fisher (véase su Teoría del interés, 1930. Versión española en Biblioteca de Grandes Economistas del Siglo XX, Ediciones Aosta, en prensa) porque, a la postre, ambas teorías, tanto la de Fisher como la de Böhm-Bawerk, no permiten deducir que el tipo de interés esté sometido, a corto plazo, a fluctuaciones de importancia.
Todo parece indicar que esas fluctuaciones derivan de la aleatoriedad que introduce la generación de medios fiduciarios. Aunque Böhm-Bawerk no se ocupó de este tema, así se deduce de un estudio de los factores determinantes que singulariza, y lo mismo se puede decir en el caso de Fisher, que sí se ocupó del tema y con extraordinaria brillantez. Keynes, a la postre, tuvo que desembarazarse de los dos para formular su teoría del interés, convirtiéndolo en algo convencional y puramente monetario. <<
[19] El nacionalismo monetario y la estabilidad internacional, Ediciones Aosta/Unión editorial, 1997, p. 98. <<
[20] Hayek, op. cit., p. 91. <<
[21] He analizado el estado de esta polémica en el Anexo a la versión española del libro de Vera Smith citado en la n.o 11: «La polémica banca central-banca libre de 1930 a nuestros días», pp. 215-82. <<
[22] Véase Jesús Huerta de Soto, «A Critical Note on Fractional-Reserve Free Banking», Review of Austrian Economics (en preparación). <<
[23] George A. Selgin, The Theory of Free Banking, Cato Institute. Rowman and Littlefield Publishers, 1988. En especial, cap. 3. Hasta el momento, constituye la formulación analítica más completa de los principios de la nueva escuela de banca libre. <<
[24] Charles Goodhart, The Evolution of Central Banks, The MIT Press, 1988. <<
[25] Véase n.o 21. <<
[26] Véase por ejemplo «Is Hayek’s Theory of Business Cycles an Austrian Theory?», incluido en el libro Hayek. Coordination and Evolution, editado por Jack Birner y Rudy van Zijp, Routledge, 1994. <<
[27] Keynes, Tratado del dinero, cit., p. 150. <<
[28] En efecto, aunque Fisher mantuvo una viva polémica con Böhm-Bawerk, ambos tenían en gran estima la obra del otro. En el homenaje que la. American Economic Review acaba de tributar a Fisher se destacan muchas de sus aportaciones que merecen ser tenidas en cuenta en el debate macroeconómico actual, Pero sobre todo se apunta la razón por la que la obra de Fisher, como la de otros muchos economistas destacados, quedó barrida por la avalancha keynesiana, y esta razón fue la teoría del ahorro que Fisher sostenía y que, claro está, chocaba frontalmente con la visión de Keynes. Creo que se han exagerado las discrepancias entre Fisher y Böhm-Bawerk. Es posible que esto sea un avispero, como creía Keynes, pero hay que entrar y hurgar en él. Esto es lo que hace una buena parte de la macroeconomía moderna. Véase American Economic Review, mayo de 1997. <<
[29] Para la teoría del capital de Böhm-Bawerk los conceptos macroeconómicos de «ahorro» e «inversión», manejados en el Tratado del Dinero de Keynes y que luego pasarían a la Teoría General, estaban formulados en base a un proceso de generación y asignación de la renta que no tiene nada que ver con lo que sucede en el proceso de producción capitalista. Esto es lo que Hayek pretendió que Keynes viera cuando hizo la crítica de su Tratado del Dinero de 1930 (véase nota anterior).
El proceso de producción capitalista es, probablemente, la manifestación más clara de intercambio entre bienes presentes (fondo de subsistencia de Böhm-Bawerk) y bienes futuros (bienes que no están disponibles para ser consumidos o convertirse en renta, en el sentido de Fisher, hasta transcurrido un tiempo). La decisión de aplicar ese fondo a procesos productivos es «ahorro» en el sentido de Böhm-Bawerk. Así las cosas, siempre será «invertido» y no cabe hablar de diferencias entre ahorro e inversión agregados como hacía Keynes.
Para Hayek esas enigmáticas diferencias constituían una inapropiada forma de referirse a variaciones en la cantidad de dinero. No hay, pues, como decía Keynes, un tipo de interés que sirva para equilibrar el ahorro y la inversión, porque, desde la óptica del proceso de producción capitalista, el ahorro siempre está invertido, y tampoco tiene nada que ver ese tipo de interés con el tipo natural de Wicksell. Keynes no había entendido nada de lo que se había escrito en el continente sobre estas cuestiones (su gráfico de la Teoría General era un invento y una prueba de ello).
Si aumenta la oferta de bienes presentes para invertir en procesos productivos (ahorro) y los salarios no se elevan, bajará el tipo de interés natural y esto hará posible prolongar la duración de los procesos que se esperen más productivos. Esto será lo que aumente nuestro nivel de vida y no la generación de medios fiduciarios que tratan de sustituir un capital que no existe. <<
[30] Véase Schumpeter, Teoría del desenvolvimiento económico (1912), F. C. E., 1944. La teoría del crédito de Schumpeter es bastante distinta de la Mises y, curiosa coincidencia, se publica el mismo año que esta obra de Mises. <<
[31] Robert Barro, «Inflation and Economic Growth», Bank of England Bulletin, mayo de 1995. Véase también Inflation and Growth in Search of a Stable Relationship, de Michael Bruno y William Easterly, y el propio Robert Barro, «Inflation and Growth», incluido en la Revista del Federal Bank of St. Louis, n.o 3, mayo/junio de 1996. En este artículo, que es casi una reproducción del citado antes, Barro escribe: «Los resultados indican que no existe información suficiente en aquellos casos de inflación baja para aislar de un modo preciso los efectos de la inflación sobre el crecimiento, pero esto no indica necesariamente que este efecto sea pequeño» (p. 159). Sí hay pruebas claras de que la relación es negativa para tasas de inflación superiores al quince por ciento. En cualquier caso, las tasas de inflación vienen medidas por los índices de precios al consumo en una muestra de 100 países entre 1960 y 1990 o los deflactores del producto interior bruto cuando los índices de precios al consumo no estaban disponibles. <<
[32] Merece la pena reproducir la crítica del joven Keynes a la obra de Frank Knapp. Dice así: «El autor introduce setenta términos técnicos nuevos sin explicar su significado. Tal vez por ello los seguidores de Knapp tienden a considerarlo más un profeta que un economista. En realidad, hay algo de positivo en esta clase de estilo, porque hay pocos ejercicios más estimulantes para nuestras ideas que un estudio detenido y paciente de un trabajo en el que las palabras sólo pueden ser entendidas por referencia a un contexto y ese contexto sólo por referencia a las palabras». <<
[33] Mc Cormick, Hayek and the Keynesian Avalanche, Harvester, 1992, p. 173. <<
[34] Cantillon, Ensayo sobre la naturaleza del comercio en general (1755). M. Friedman, en su artículo del nuevo diccionario Palgrave sobre la teoría cuantitativa del dinero, minimiza la importancia de este enfoque e insiste en que basta con seguir la evolución de los niveles de precios. Hayek reconoció que cuando comenzó a trabajar en teoría monetaria, y siguiendo las enseñanzas de Mises, tendía a no dar demasiada importancia a la estabilidad del dinero en términos de un índice de precios, pero después se convenció de que esa estabilidad era lo mejor a lo que se podía aspirar. Véase Hayek, «The Future Unit of Value of Currency Competition and Monetary Union», incluido en P. Salin (ed.), Currency Competition and Monetary Union, Martinus Nijhoff, La Haya 1984. Ya hemos indicado que Mises, a efectos prácticos, no descartaba la utilización de los índices de precios. Su objeción a los planteamientos tipo Fisher, el de Friedman lo es, era de naturaleza teórica. <<