«Después de varios siglos de cómplice y cobarde silencio sobre el genocidio del pueblo oteka, exterminado por las hordas tártaras, con la connivencia del Celeste Imperio y otras potencias asiáticas, hemos decidido pasar a la acción».
«A partir de hoy ejecutaremos mensualmente a un pasajero berlinés, parisiense o madrileño hasta obtener la inclusión de aquel horrible drama en los manuales de historia, y la creación de un tribunal encargado de establecer ante el mundo la responsabilidad física y moral de los hechos».
«Nuestra decisión es irrevocable y estamos dispuestos a mantener el ritmo de nuestros actos mientras nuestras justas y legítimas reivindicaciones sean desatendidas».
«¡El recuerdo del pueblo oteka no morirá! ¡Temblad, criminales!»