A ISLANDIA

De las regiones de la hermosa tierra

Que mi carne y su sombra han fatigado

Eres la más remota y la más íntima,

Última Thule, Islandia de las naves,

Del terco arado y del constante remo,

De las tendidas redes marineras,

De esa curiosa luz de tarde inmóvil

Que efunde el vago cielo desde el alba

Y del viento que busca los perdidos

Velámenes del viking. Tierra sacra

Que fuiste la memoria de Germania

Y rescataste su mitología

De una selva de hierro y de su lobo

Y de la nave que los dioses temen,

Labrada con las uñas de los muertos.

Islandia, te he soñado largamente

Desde aquella mañana en que mi padre

Le dio al niño que he sido y que no ha muerto

Una versión de la Völsunga Saga

Que ahora está descifrando mi penumbra

Con la ayuda del lento diccionario.

Cuando el cuerpo se cansa de su hombre,

Cuando el fuego declina y ya es ceniza,

Bien está el resignado aprendizaje

De una empresa infinita; yo he elegido

El de tu lengua, ese latín del Norte

Que abarcó las estepas y los mares

De un hemisferio y resonó en Bizancio

Y en las márgenes vírgenes de América.

Sé que no lo sabré, pero me esperan

Los eventuales dones de la busca,

No el fruto sabiamente inalcanzable.

Lo mismo sentirán quienes indagan

Los astros o la serie de los números…

Sólo el amor, el ignorante amor, Islandia.