LA TENTACIÓN

El general Quiroga va a su entierro;

Lo invita el mercenario Santos Pérez

Y sobre Santos Pérez está Rosas,

La recóndita araña de Palermo.

Rosas, a fuer de buen cobarde, sabe

Que no hay entre los hombres uno solo

Más vulnerable y frágil que el valiente.

Juan Facundo Quiroga es temerario

Hasta la insensatez. El hecho puede

Merecer el examen de su odio.

Ha resuelto matarlo. Piensa y duda.

Al fin da con el arma que buscaba.

Será la sed y el hambre del peligro.

Quiroga parte al Norte. El mismo Rosas

Le advierte, casi al pie de la galera,

Que circula rumores de que López

Premedita su muerte. Le aconseja

No acometer la osada travesía

Sin una escolta. Él mismo se la ofrece.

Facundo ha sonreído. No precisa

Laderos. Él se basta. La crujiente

Galera deja atrás las poblaciones.

Leguas de larga lluvia la entorpecen.

Neblina y lodo y las crecidas aguas.

Al fin avistan Córdoba. Los miran

Como si fueran sus fantasmas. Todos

Los daban ya por muertos. Antenoche

Córdoba entera ha visto a Santos Pérez

Distribuir las espadas. La partida

Es de treinta jinetes de la sierra.

Nunca se ha urdido un crimen de manera

Más descarada, escribirá Sarmiento.

Juan Facundo Quiroga no se inmuta.

Sigue al Norte. En Santiago del Estero

Se da a los naipes y a su hermoso riesgo.

Entre el ocaso y la alborada pierde

O gana centenares de onzas de oro.

Arrecian las alarmas. Bruscamente

Resuelven regresar y da la orden.

Por esos descampados y esos montes

Retoman los caminos del peligro.

En un sitio llamado el Ojo de Agua

El maestro de posta le revela

Que por ahí ha pasado la partida

Que tiene por misión asesinarlo

Y que lo espera en un lugar que nombra.

Nadie debe escapar. Tal es la orden.

Así lo ha declarado Santos Pérez,

El capitán. Facundo no se arredra.

No ha nacido aún el hombre que se atreva

A matar a Quiroga, le responde.

Los otros palidecen y se callan.

Sobreviene la noche, en la que sólo

Duerme el fatal, el fuerte, que confía

En sus oscuros dioses. Amanece.

No volverán a ver otra mañana.

¿A qué concluir la historia que ya ha sido

Contada para siempre? La galera

Toma el camino de Barranca Yaco.