RELIGIO MEDICI, 1643

Defiéndeme, Señor. (El vocativo

No implica a Nadie. Es sólo una palabra

De este ejercicio que el desgano labra

Y que en la tarde del temor escribo).

Defiéndeme de mí. Ya lo dijeron

Montaigne y Browne y un español que ignoro;

Algo me queda aún de todo ese oro

Que mis ojos de sombra recogieron.

Defiéndeme, Señor, del impaciente

Apetito de ser mármol y olvido;

Defiéndeme de ser el que ya he sido,

El que ya he sido irreparablemente.

No de la espada o de la roja lanza

Defiéndeme, sino de la esperanza.