H. O.

En cierta calle hay cierta firme puerta

Con su timbre y su número preciso

Y un sabor a perdido paraíso,

Que en los atardeceres no está abierta

A mi paso. Cumplida la jornada,

Una esperada voz me esperaría

En la disgregación de cada día

Y en la paz de la noche enamorada.

Esas cosas no son. Otra es mi suerte:

Las vagas horas, la memoria impura,

El abuso de la literatura

Y en el confín la no gustada muerte.

Sólo esa piedra quiero. Sólo pido

Las dos abstractas fechas y el olvido.