Una estancia en el exterior del restaurante hacía las veces de cibercafé. Seis ordenadores ofrecían conexión a la red.
Un camionero estaba sentado frente a uno de ellos, afanándose con el teclado y el ratón, con la vista fija en la pantalla. Tal vez estaba controlando los horarios de carga de su compañía, o jugando a algún juego interactivo, o mirando una página porno.
El ordenador estaba atornillado a una mesa que dejaba espacio para la comida. Un agujero de la mesa sostuvo el Gran Disparo de Billy.
No sabía la dirección de la página web de Valis, de modo que comenzó con páginas de arte de representación en general y fue siguiendo enlaces hasta llegar a www.valisvalisvalis.com.
El artista mantenía una página elaborada y atractiva. Billy hizo reproducir un colorido vídeo del puente australiano en el que Valis había colocado veinte mil globos rojos. Vio cómo todos estallaban al unísono.
Leyó las declaraciones del artista acerca de sus proyectos individuales. Eran rimbombantes y coherentes a medias, salpicadas con la incomprensible jerga característica del arte moderno.
En un discurso muy pesado, Valis decía que todo gran artista era «un pescador de hombres» porque quería «tocar las almas, e incluso capturar las almas» de aquellos que contemplaran sus obras.
Valis ayudaba a los aficionados a comprender mejor la intención de cada uno de sus proyectos proporcionando tres líneas de «guía espiritual». Cada línea tenía tres palabras. Billy recorrió con la vista varias de ellas.
De su cartera extrajo el papel sobre el que estaban impresas las seis líneas contenidas en los tres documentos del disquete rojo que encontró entre las manos de Ralph Cottle. Lo desplegó y lo alisó sobre la superficie de la mesa.
La primera línea: Porque yo, también, soy un pescador de hombres.
La quinta línea: Mi último asesinato: medianoche del jueves.
La sexta línea: Tu suicidio: poco después.
La segunda, tercera y cuarta líneas eran escalofriantemente similares a la «guía espiritual» que Valis ofrecía para ayudar a sus admiradores a alcanzar una apreciación más profunda de sus obras.
La primera línea de estas guías siempre se refería al estilo del proyecto, a la representación. En ese caso, el estilo era crueldad, violencia, muerte.
La tercera línea resumía las técnicas mediante las cuales el artista pretendía ejecutar su obra de arte. Con Billy, la técnica era movimiento, velocidad, impacto.
La segunda línea describía el medio o los medios con los que Valis se proponía crear. En su actual representación, los medios eran carne, sangre, hueso.
A veces los asesinos en serie son vagabundos, nómadas libres que cubren mucho terreno entre sus actividades homicidas.
El psicópata no consideraba el asesinato como un juego. Sólo en parte lo veía como una representación. Para él, la esencia del arte residía en eso.
A través de páginas web sobre arte moderno, Billy se enteró de que su artista de la muerte siempre había sido tímido ante las cámaras. Valis pretendía creer que el arte debía ser más importante que el artista. Pocas veces le habían fotografiado.
Esa filosofía le proporcionaba fama y fortuna, y aun así cierto grado de anonimato.
www.valisvalisvalis.com ofrecía un retrato oficial del artista, que resultó ser no una fotografía, sino un dibujo a lápiz realista y detallado hecho por él mismo.
Quizá a propósito, el retrato no era del todo fiel a la apariencia real de Valis, pero Billy lo reconoció de inmediato. Era el bebedor de Heineken que, durante la tarde del lunes, estaba sentado divirtiéndose pacientemente mientras Ned Pearsall le entretenía con la historia de la muerte de Henry Friddle a manos del enano del jardín.
Eres un tipo interesante, Billy Barman.
Incluso entonces, el psicópata ya conocía el apellido de Billy, aunque había pretendido ignorarlo. Ya debía de saber casi todo sobre él. Por razones que sólo Valis comprendería, Billy Wiles había sido identificado, estudiado y elegido para esta representación.
Ahora, además de otros vínculos bajo el retrato, Billy advirtió uno titulado HOLA BILLY.
A pesar de que ya no le quedaba demasiado margen de sorpresa, se quedó mirándolo durante un minuto.
Por fin movió el ratón y pinchó.
El retrato se desvaneció y en la pantalla aparecieron las instrucciones: NIVEL PRIVADO INTRODUZCA CONTRASEÑA.
Billy bebió café. Luego escribió WILES y apretó ENTER.
De inmediato recibió una respuesta: ERES BUENO.
Esas dos palabras permanecieron ante él durante diez segundos y luego la pantalla se quedó en blanco.
Sólo eso y nada más.
Volvió a aparecer el retrato a lápiz. Los vínculos de debajo ya no incluían el HOLA BILLY.