Haydee Lange

Las naves de alto bordo, las azules

espadas que partieron de Noruega,

de tu Noruega y depredaron mares

y dejaron al tiempo y a sus días

los epitafios de las piedras rúnicas,

el cristal de un espejo que te aguarda,

tus ojos que miraban otras cosas,

el marco de una imagen que no veo

las verjas de un jardín junto al ocaso,

un dejo de Inglaterra en tu palabra,

el hábito de Sandburg, unas bromas,

las batallas de Bancroft y de Kohler

en la pantalla silenciosa y lúcida,

los viernes compartidos. Esas cosas,

sin nombrarte te nombran.