Dino Boffo, nacido en Asolo el 19 de agosto de 1952, no sabía que iba a convertirse en el blanco de una guerra abierta en el interior de la Iglesia católica cuando, en 1994, decidió aceptar el cargo de director del Avvenire, el rotativo propiedad de la CEI. La biografía de Boffo está salpicada de lugares relacionados con el catolicismo, desde su paso por el Instituto Filippin de los Hermanos de la Escuela Cristiana, hasta la Universidad Católica de Padova, donde se licenció con todos los honores en Literatura Clásica.
Entre 1977 y 1980 ocupó el cargo de secretario general de Acción Católica. Tras la elección de Juan Pablo II en el cónclave de 1978, Boffo comenzó a abandonar sus posiciones cercanas al llamado «catolicismo democrático», heredado del Concilio Vaticano II y del papa Pablo VI, y a finales de 1980 fue elegido por unanimidad como presidente de Acción Católica. Pero fue en 1981 cuando el futuro director del Avvenire mantuvo un encuentro que sería fundamental para su carrera. Durante un retiro en Regio Emilia, Boffo conoció al futuro cardenal Camillo Ruini[90], a quien llamó la atención el discurso de aquel joven de veintinueve años, alejado de la Vulgata católica democrática que tan de moda estaba en aquella época.
El 26 de agosto de 1985 Boffo participó, por petición del ya obispo Ruini, como orador en nombre de Acción Católica en la reunión por la Amistad de los Pueblos de Comunión y Liberación. Su participación en la mesa redonda, que llevó por título «Tiempo de riesgo e iniciativa de la sociedad italiana», fue ciertamente polémica y acogida con no pocos silbidos[91]. El apoyo abierto de Boffo a Comunión y Liberación provocó una guerra interna, a finales de 1985, con Alberto Monticone, presidente nacional de Acción Católica, que le acusó de «neoprotestantismo». El conflicto, que duró casi dos años, quedó en tablas, hasta que el papa Juan Pablo II invitó a Boffo y a trescientos jóvenes católicos seguidores de Acción Católica a reunirse con él en Treviso. La fotografía del encuentro con el papa el 1 de julio de 1987 dejaba claro al resto de dirigentes católicos contrarios al pensamiento de Dino Boffo que para el Sumo Pontífice él era ya «uno de los nuestros». Durante los años siguientes ejerció como periodista local en el diario Vita del Popolo de Treviso, ocupando al poco tiempo las tareas de subdirector y, después, de director.
En 1978, cuando solo tenía veintiséis años, se había incorporado al diario Avvenire en calidad de consejero, cargo que ocupó durante once años, hasta que en 1991 fue nombrado subdirector. Dos acontecimientos fortuitos hicieron que, en enero de 1994, fuera designado director del periódico: el accidente en carretera que sufrió Lino Rizzi, el entonces director del Avvenire, y el nombramiento del ya cardenal Camillo Ruini como nuevo presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, propietaria del periódico.
Durante la dirección de Dino Boffo, el rotativo aumentó su difusión desde ochenta mil ejemplares a más de cien mil. Se abrió también la página web y se realizó un nuevo diseño en el que se daba más importancia a la parte gráfica. El Avvenire realizó una gran campaña en Italia durante el referéndum a favor de la llamada «Ley 40» sobre la inseminación artificial: Boffo pidió la abstención desde las páginas del periódico de la CEI. Al año siguiente firmó el despido de la columnista Gabriella Caramore por expresar su opinión a favor de la eutanasia en un programa de la RAI, lo que provocó una ola de apoyo a la periodista desde diversos sectores periodísticos y contra la censura impuesta por Boffo.
En 2003, y por voluntad del cardenal arzobispo de Milán, Dionigi Tettamanzi, como ya vimos, enemigo de Bertone, Boffo fue elegido para ocupar un asiento en el comité permanente del Instituto Giuseppe Toniolo de Estudios Superiores, ente fundador de la Universidad Católica del Sagrado Corazón en Milán. Aquello colocó a Dino Boffo en el punto de mira del poderoso cardenal Tarcisio Bertone.