Viganò, el incorruptible

Con el paso del tiempo, monseñor Viganò comenzó a labrarse una imagen de hombre recto e insobornable entre la curia de Roma, lo que le llevaría a ser nombrado por el papa Benedicto XVI secretario general de la Gobernación el 16 de julio de 2009. Durante los dos años y dos meses siguientes, su única misión encomendada por el Sumo Pontífice fue la de limpiar de corrupción del Vaticano. Viganò se puso manos a la obra con el convencimiento de que en esta ardua tarea estaría protegido no solo por el propio papa, sino, además, por los altos miembros de la curia. Pero esto no ocurrió así.

Del mismo modo que el papa dio órdenes de transparencia al IOR, Carlo Maria Viganò recibió la misma consigna respecto a la Gobernación del Vaticano y, por ejemplo, poco a poco fue descubriendo que eran siempre las mismas empresas las que trabajaban para la Santa Sede, a pesar de que sus precios duplicaban o triplicaban a otras. «Esto es posible debido a que no existe transparencia alguna en la gestión de las contratas de construcción e ingeniería que dan servicio al Vaticano», afirmó en un escrito el propio Viganò. Otra de las denuncias se dirigió contra la Fábrica de San Pedro, a la que acusó de haber gastado la astronómica cifra de 550 000 euros en la construcción del tradicional Portal de Belén de la Plaza de San Pedro. O contra el Comité de Finanzas y Gestión dependiente de la Gobernación, al que acusó de haber perdido en una operación financiera cerca de dos millones y medio de dólares sin dar cuentas a nadie ni del uso del dinero ni de la pérdida sufrida. «Jamás habría pensado encontrarme ante una situación tan desastrosa», afirmó Viganò en una carta enviada al cardenal secretario de Estado, Tarcisio Bertone.

Resulta llamativo el discurso de monseñor Carlo Maria Viganò durante la 79.ª Asamblea General de la Interpol, celebrada en la ciudad qatarí de Doha entre el 8 y el 11 de noviembre de 2010. Muchos vaticanistas advirtieron en el texto una denuncia velada a la corrupción reinante en el Vaticano. Como secretario general de la Gobernación, Viganò afirmó:

El tema que debe ser enfrentado es una estrecha relación con el proceso de globalización que está afectando a todos los aspectos de la vida de las naciones, los pueblos e individuos, y se acompaña de cambios políticos y económicos que son a menudo incontrolados e incontrolables, incluso, de hecho, esto es lo que toca más de cerca la vida de las naciones y los ciudadanos individuales.

Pero monseñor Viganò fue mucho más directo cuando afirmó ante 650 jefes de policía de 141 países:

Si bien es cierto que la globalización ofrece oportunidades para el desarrollo y enriquecimiento, también lo es que puede causar un aumento de la pobreza y el hambre, que, a su vez, pueden desencadenar reacciones en cadena que a menudo conducen a formas muy dispares de violencia y a la corrupción desmedida. […] La Santa Sede siempre ha recordado esta urgente necesidad, consciente del hecho de que el deseo por la paz, la búsqueda de la justicia, el respeto a la dignidad de la persona, la cooperación y la asistencia humanitaria son expresiones de las justas aspiraciones del espíritu humano y los ideales que deberían apuntalar las relaciones internacionales.

El secretario general de la Gobernación utilizaba de forma precisa sus palabras para lanzar un mensaje claro a todos aquellos que pretendían seguir con sus prácticas corruptas dentro de la Santa Sede. Pero las cosas, como todo lo que sucede en el interior de los muros vaticanos, no cambiaron tan rápidamente ante la desesperación de Viganò. El domingo 27 de marzo de 2011 y sin consultar con el secretario de Estado Bertone, Viganò decidió enviar directamente una misiva al Sumo Pontífice, haciéndole partícipe de los grandes escándalos de corrupción descubiertos durante su labor al frente de Gobernación.

Beatísimo Padre:

Lamentablemente me veo obligado a dirigirme a Vuestra Santidad por una incomprensible y grave situación que atañe al gobierno de la Gobernación y a mí mismo.

El eminentísimo monseñor cardenal (Giovanni) Lajolo (presidente emérito de la Gobernación), que me reconforta con su estima y confianza, con su gran bondad de ánimo, parece no darse cuenta de la gravedad y me anima en seguir con serenidad mi trabajo.

En este momento mi traslado sería causa de profundo desconcierto y desaliento entre todos los que creyeron que era posible sanear las muchas situaciones de corrupción y abusos radicadas hace tiempo en la gestión de las diferentes Direcciones.

Los eminencias cardenales Velasio de Paolis, Paolo Sardi y Angelo Comastri conocen muy bien la situación y podrían informar a Vuestra Santidad con plena conciencia y rectitud.

Pongo en manos de Vuestra Santidad esta carta, que he dirigido al eminentísimo monseñor secretario de Estado, para que disponga según sus augustos deseos, siendo mi único deseo el bien de la Santa Iglesia de Cristo.

Con sinceros sentimientos de profunda veneración.

De Vuestra Santidad, su querido hijo, Carlo Maria Viganò.

En el momento de redactar esta carta, monseñor Viganò se ha hecho eco de los constantes rumores sobre su destitución al frente de la Gobernación y así se lo comunica a Benedicto XVI cuando escribe: «En este momento mi traslado sería causa de profundo desconcierto y desaliento entre todos los que creyeron que era posible sanear las muchas situaciones de corrupción y abusos radicadas hace tiempo en la gestión de las diferentes Direcciones». Viganò sabe que, debido a su lucha contra la corrupción reinante en los departamentos de la Santa Sede, tiene las horas contadas en su puesto, algo que realmente sucedió, seis meses después de esta misiva.

Los rumores sobre su destitución son cada vez mayores y vienen acompañados de una campaña de difamación en el interior de la Santa Sede. Ahora, monseñor Carlo Maria Viganò está solo. Ya nadie le apoya o, sencillamente, todos prefieren ignorarlo para no verse en el punto de mira del poderoso cardenal Bertone.

Por fin, el domingo 8 de mayo de 2011, seis semanas después de la carta enviada a Benedicto XVI y tras no haber recibido respuesta alguna desde la Secretaría privada del Sumo Pontífice, Carlo Maria Viganò comienza a redactar un amplio informe «reservado y confidencial», de cuatro páginas, que dirigirá esta vez al cardenal secretario de Estado Tarcisio Bertone. En él pondrá de manifiesto todas aquellas trabas y conspiraciones en las que se ha visto involucrado, incluso en muchas ocasiones afectado, a través de sectores ajenos a la Santa Sede. El documento llegará a la Secretaría de Estado al día siguiente, el lunes 9 de mayo de 2011:

En la carta reservada que le había enviado el 27 de marzo de 2011, y que confié personalmente al Santo Padre por la delicadeza de su contenido, afirmaba que el cambio de opinión tan repentino hacia mi persona que Vuestra Eminencia me había demostrado en la audiencia del 22 de marzo solo podía haber sido causado por calumnias sobre mí y mi obra. En mi opinión, de hecho, no podía encontrar otra justificación a la situación tan estremecedora en la que me encontraba, teniendo en cuenta que en muchos años de colaboración en la Secretaria de Estado, y luego cono secretario general de la Gobernación, Vuestra Eminencia me habéis siempre mostrado afectuosa estima y consideración para mi persona y mi trabajo.

Por esta misma convicción, en mi carta afirmaba mi derecho y mi firme intención de que se aclarara todo este asunto, para defender mi reputación, coherentemente con la transparencia de mi actuación a lo largo de mi servicio en la Santa Sede, y ahora, tras haber recibido unas informaciones, también como sincero y fiel apoyo a la obra de Vuestra Eminencia, que desempeña una tarea tan onerosa y expuesta a las presiones de personas no necesariamente bien intencionadas. […]

Personas dignas de fe han ofrecido espontáneamente a monseñor Corbellini, vicesecretario general de la Gobernación, pruebas y evidencias de lo siguientes hechos:

  1. Al acercarse los reemplazos de los cargos en la Gobernación, y según una estrategia puesta en marcha para destruir mi imagen a sus ojos, se publicaron también unos artículos en el periódico Il Giornale con juicios calumniosos e insinuaciones maliciosas. Ya en marzo pasado, fuentes independientes —el Dr. Giani, el Prof. Gotti Tedeschi, el Prof. Vian y el Dr. Andrea Tornielli, en aquella época vaticanista de Il Giornale— habían establecido con claridad un enlace entre estos artículos y el Dr. Marco Simeon, por lo menos como medio de las informaciones filtradas procedentes del Vaticano. Para confirmar, pero, sobre todo, para completar dicha noticia, a Mons. Corbellini y a mí nos han llegado el testimonio verbal y escrito del Dr. Egidio Maggioni, persona muy bien introducida en el mundo de los medios de comunicación, bien conocida y estimada en la curia, entre otros por el Dr. Gasbarri, monseñor Corbellini y por monseñor Zagnoli, encargado del Museo Etnológico-Misionero de los Museos Vaticanos. El Dr. Maggioni ha testificado que el autor de las filtraciones procedentes del Vaticano es monseñor Paolini, delegado por los sectores administrativos y de gestión de los Museos Vaticanos. Este testimonio tiene valor determinante teniendo en cuenta que Maggioni ha recibido esta información por el mismo director de Il Giornale, Alessandro Sallusti, íntimo amigo de Maggioni desde hace años.
  2. La implicación de monseñor Nicolini, particularmente y sobre todo por el hecho de ser cura y empleado de los Museos Vaticanos, está confirmada por el hecho de que monseñor Nicolini, el pasado 31 de marzo, con ocasión de un almuerzo, confió al Dr. Sabatino Napolitano, director de los Servicios Económicos de la Gobernación, durante una conversación entre seguidores de fútbol, que pronto, además de la victoria del Inter en el campeonato, se celebraría algo aún más importante, es decir, mi remoción del Gobernatorado. El Dr. Napolitano refirió esta estupefacta jactancia a uno de sus colaboradores de confianza, que también participaba en el almuerzo, agravada por la arrogancia con la que [Nicolini] aseguraba que él mismo iba a ser nombrado en mi lugar como secretario general de la Gobernación (véase agencia ANSA del 6 de mayo de 2011).
  3. Además, sobre monseñor Nicolini han aparecido graves y lamentables irregularidades en su gestión y administración, empezando por el periodo en la Pontificia Universidad Lateranense, donde, según el testimonio de Su Eminencia monseñor Rino Fisichella, resultaron a su cargo: falsificaciones de facturas y un agujero de, al menos, setenta mil euros. También resulta interesante del mismo monseñor su participación en la empresa SRI Group, perteneciente al Dr. Giulio Gallazzi, empresa que al día de hoy resulta incumplidora hacia la Gobernación por dos millones doscientos mil euros, por lo menos, y que anteriormente había defraudado a L’Osservatore Romano (me ha sido confirmado por don Elio Torreggiani) por más de noventa y siete mil euros, y a la APSA por otros ochenta y cinco mil (tal y como me aseguró Su Eminencia monseñor Calcagno). De todo esto tengo pruebas documentales, como también del hecho de que monseñor Nicolini ha resultado ser titular de una tarjeta de crédito a cargo a la empresa SRI Group, por la que tenía a su disposición dos mil quinientos euros al mes.
  4. Otro capitulo sobre monseñor Nicolini se refiere a su gestión de los Museos Vaticanos. Sobre este punto serían numerosas las cosas que decir y que afectan a distintos aspectos de su personalidad: comportamiento vulgar y de lenguaje, arrogancia y prepotencia hacia sus colaboradores que no han demostrado ningún tipo de servilismo hacia él, preferencias, ascensos y contrataciones arbitrarias para fines personales; innumerables quejas han llegado hasta sus superiores de la Gobernación, de quien dependen los Museos Vaticanos, por ser considerado una persona desaprensiva y carente de sentido del sacerdocio.
  5. Ya que la conducta del monseñor Nicolini, además de representar una grave violación de la justicia y de la caridad, son punibles como delitos, tanto en el ordenamiento canónico como en el ordenamiento civil, si contra él no se procede por vía administrativa, sería mi deber proceder por vía judicial.
  6. Por lo que se refiere al Dr. Simeon, a pesar de que para mí es más delicado hablar de él siendo, según lo que refieren los medios de comunicación, muy cercano a Vuestra Eminencia, no puedo evitar testificar que, según tengo conocimiento en calidad de delegado para las Representaciones Pontificias, el Dr. Simeon resulta ser un calumniador (en el caso específico a mi previo conocimiento por un sacerdote).
  7. A tales acciones de denigración y de calumnias a las que me enfrento ha contribuido el Dr. Saverio Petrillo, que se ha visto herido en su orgullo propio por una investigación de la Gendarmería Pontificia —investigación debida al robo ocurrido el año pasado en la Villa Pontificia y del que el mismísimo Dr. Petrillo no había informado a su superior de la Gobernación ni a la Gendarmería—. Su actitud hacia mí ha empeorado por una decisión del presidente cardenal Lajolo (y no de mí) de encargar la gestión de los invernaderos de las villas el Sr. Luciano Cecchetti, responsable de los Jardines Vaticanos, en un intento por crear sinergias entre los Jardines Vaticanos y los recursos de las villas, cuya deuda anual alcanza los tres millones y medio de euros. También de la lamentable actuación del Dr. Petrillo hay muchos testigos; además, lo ha afirmado públicamente («Monseñor Viganò se ha pasado de la raya, tiene que ser despedido de la Gobernación») delante de personas leales que me lo han testimoniado, desde el Apartamento Privado hasta los corredores de la Gobernación.
  8. No me sorprendería si algún otro director de la Gobernación hubiese podido realizar alguna crítica contra mí en base a mi incisiva acción de restructuración, de moderación de las pérdidas y de los gastos, según los criterios de buena administración, las indicaciones del cardenal presidente y los consejos de la empresa de consultores McKinsey. Pero de eso no tengo ninguna prueba, sino al revés. Solo puedo creer que todos se han portado lealmente hacia mí, teniendo en cuenta sus declaraciones de apoyo a mi actuación, repetidas veces en la reuniones con todos los directores. […]

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Monseñor Carlo Maria Viganò, secretario general de la Gobernación, escribe a Benedicto XVI denunciando graves irregularidades en la gestión financiera de la Santa Sede. 27 de marzo de 2011.

Monseñor Viganò tampoco encontró respuesta del secretario de Estado Bertone, pero casi cuatro meses después recibió la comunicación oficial de que el papa Benedicto XVI lo había nombrado nuncio papal en Estados Unidos. De esta forma el cardenal Bertone se sacaba de encima a un molesto e incómodo testigo de su cada vez mayor poder.

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Informe de monseñor Viganò al secretario de Estado Bertone denunciando hechos de corrupción y conspiración contra él. 8 de mayo de 2011.

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Pero en el texto enviado a Bertone llama poderosamente la atención el nombre del doctor Marco Simeon, que es citado por el secretario general de la Gobernación en los puntos 1 y 6, destacando incluso que para Viganò es harto incómodo hablar de Simeon debido a su proximidad con el cardenal Bertone. ¿Quién es este joven laico llamado Marco Simeon que ha conseguido escalar tan rápidamente en la cúpula vaticana?