Y en eso llegó Roberto Calvi

En 1971 tienen lugar dos hechos que formarán parte de la concatenación de acontecimientos que llevarán al IOR a una de sus mayores quiebras financieras: la aparición de Roberto Calvi en escena y el nombramiento de Paul Marcinkus como presidente del IOR. Calvi conoce al poderoso obispo en una fiesta en la que es presentado por Sindona. La asociación Marcinkus-Calvi-Sindona comenzará a manipular la Bolsa de Milán a través de diferentes sociedades vaticanas[32]. En 1975 los protectores del IOR en Italia y de Michele Sindona en Estados Unidos han desaparecido; Richard Nixon ha dimitido el 8 de agosto de 1974 y la Democracia Cristiana ha perdido las elecciones de 1975.

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Certificado del IOR firmado por Paul Marcinkus en el que informa que son propietarios de varias sociedades en paraísos fiscales. 10 de junio de 1981.

Las pérdidas de las entidades financieras controladas por el IOR o por los amigos de Marcinkus alcanzan ya los 2382 millones de dólares, repartidos entre el Franklin National Bank, Banca Privata y Finabank. En septiembre de 1975, en una reunión con el papa Pablo VI, sin duda preocupado por los innumerables rumores sobre una posible quiebra bancaria vaticana, Marcinkus asegura: «El Vaticano no ha perdido ni un céntimo»[33]. Pablo VI se queda tranquilo, pero lo cierto es que hasta ese momento la Santa Sede lleva perdidos entre cincuenta y doscientos cincuenta millones de dólares. Muchos comienzan a preguntarse en los pasillos vaticanos cómo es posible que nadie sepa nada acerca de las actividades criminales de Sindona y cómo pudo el Vaticano hacer negocios con él. Y comienzan las detenciones: el primero en caer es Luigi Mennini, que es detenido por la policía italiana y a quien se le retira el pasaporte para impedir que huya.

En un último intento por salvar los muebles, Sindona es sustituido por Calvi. Desde la Secretaría de Estado se dan órdenes precisas de «abandonar» a su suerte a Sindona, cuya extradición ha pedido ya Italia a Estados Unidos. Pero este no va a morir sin patalear, así que, para vengarse de los que hasta entonces habían sido sus amigos, decide pedir al Banco de Italia que abra una investigación al Ambrosiano. La auditoría encuentra deudas millonarias, créditos a partidos y a políticos de todos los signos, sin ningún tipo de control o garantía, inversiones de altísimo riesgo, fraude en los planes de pensiones de los ahorradores, manipulación de documentos financieros, fraude fiscal, evasión de capitales, etc[34]. La situación para las cabezas del IOR se agrava cuando el 6 de agosto de 1978 muere Pablo VI de cáncer. El cónclave elige, tras tres votaciones, al patriarca de Venecia Albino Luciani, quien adoptará el nombre de Juan Pablo I.

El nuevo papa tiene como lema de su pontificado la expresión latina humilitas (humildad), algo que queda de manifiesto en su polémico rechazo a la coronación y a la imposición de la tiara papal en su ceremonia de entronización. Pero, además, se trata de un significativo mensaje a todos aquellos banqueros y usureros cercanos al IOR que han estado manipulando y malversando fondos en nombre del Vaticano[35].

El papa Luciani tiene un encontronazo serio con el dúo Calvi-Marcinkus cuando estos, a través del Banco Ambrosiano, asaltan la Banca Cattolica del Veneto sin consultar a la diócesis local que forma parte del accionariado. La situación se complica aún más cuando el periodista Mino Pecorelli hace pública la lista de 121 altos miembros del Vaticano que forman parte de la masonería[36]: Paul Marcinkus, Donato de Bonis, el cardenal Jean Villot, el cardenal Agostino Casaroli, el cardenal Ugo Poletti, y un largo etcétera.

En la noche del 28 de septiembre de 1978, durante la cena frugal que tiene con su secretario de Estado Villot, el papa anuncia que en los próximos días pretende llevar a cabo una auténtica limpieza dentro de la Santa Sede en general y en el IOR en particular. En la mañana del 29, el papa Juan Pablo I es encontrado muerto en su cama: o ha sido víctima de un asesinato o de un paro cardíaco. Las teorías de la conspiración quedan abiertas, pero lo cierto es que esa remodelación jamás se realizaría[37].

El 16 de octubre de 1978, tras dos días de cónclave, el cardenal polaco Karol Józef Wojtyla es elegido sucesor de Luciani, adoptando el nombre de Juan Pablo II. A sus cincuenta y ocho años de edad se convertía en el papa más joven del siglo XX y el primero no italiano desde el siglo XVI. Juan Pablo II no solo decide no investigar la situación financiera de la Santa Sede, sino que incluso ratifica en su cargo a Paul Marcinkus. Aunque se da la orden de que todo el mundo permanezca en sus puestos, la situación de Michele Sindona es cada vez más grave y las fichas de dominó están a punto de caer una tras otra.

A finales de 1980, cuando se cumplen dos años de pontificado del papa polaco, el Franklin National Bank, controlado por Sindona, presenta un expediente de quiebra, lo que obliga al banquero a cumplir una pena de veinticinco años de cárcel por fraude y malversación de fondos[38]. En marzo de 1981 la Fiscalía italiana inicia una investigación de todas aquellas empresas y personas físicas del país que hayan utilizado la «red Sindona» para evadir capitales. En efecto, casi medio millar de instituciones empresariales, financieras y personalidades de todos los sectores han usado a Michele Sindona, pero el problema se complica cuando los magistrados Gherardo Colombo y Giulio Turone descubren una segunda lista con los nombres de todos los afiliados a una organización llamada Logia Propaganda Due, la P2[39].

Poco después salta el escándalo del Banco Ambrosiano. Juan Pablo II, a través de su secretario de Estado, el poderoso cardenal Agostino Casaroli, ordena a Marcinkus que negocie con Calvi el retorno de fondos de la Santa Sede, con el fin de reducir al máximo las pérdidas económicas. Según cuenta el periodista Gianluigi Nuzzi en su libro Vaticano S. A., Marcinkus ofrece a Calvi un acuerdo secreto: la responsabilidad y todas las pérdidas por mala gestión en el Ambrosiano recaerán en el banquero; a cambio, el IOR ofrecerá cartas de patrocinio que permitan al Ambrosiano garantizar y negociar su deuda en el extranjero. Cuando las garantías vaticanas venzan, Roberto Calvi deberá ingresar en las cuentas del IOR una cantidad cercana a los trescientos millones de dólares.

Pero el tema no está tan claro. A pesar del acuerdo secreto IOR-Calvi, el Banco de Italia decide intervenir y denuncia un agujero cercano a los mil trescientos millones de dólares. Calvi es llamado nuevamente al Vaticano, pero no se presenta. El banquero ha huido a Londres para evitar su detención. Marcinkus debe asumir su responsabilidad ante los interventores del Banco de Italia, que exigen al Vaticano que inyecte los fondos necesarios para evitar la quiebra y la pérdida de dinero de los ahorradores. Marcinkus se niega, aduciendo que el IOR nada tiene que ver con el Ambrosiano. Pero las autoridades italianas ya han descubierto que la Santa Sede es la principal accionista de la entidad a través de las sociedades extranjeras del IOR[40].

El 18 de junio de 1982, a las siete y media de la mañana, Roberto Calvi es encontrado colgado bajo el puente londinense de Blackfriars. Para matar y colgar el cuerpo de Calvi se han utilizado a dos sicarios de la camorra napolitana, Vincenzo Casillo y Sergio Vaccari, que han tenido la ayuda de Silvano Vittor, el guardaespaldas del banquero. Años después, Giuseppe Pippo Calò y Flavio Carboni serían acusados formalmente por el Tribunal Penal de Roma de ser los instigadores del asesinato del «banquero de Dios». Calò, miembro de la «Comisión», el más alto consejo mafioso en Sicilia, es conocido por ser el «cajero» de la poderosa familia de Porta Nuova y el encargado de lavar su dinero. Además, el mafioso había apoyado a Salvatore Toto Riina y al clan de los Corleonesi durante la llamada «segunda guerra de la mafia», que acabó con el resto de clanes mafiosos contrarios a Riina. Flavio Carboni era un poderoso hombre de negocios sardo con estrechas conexiones con la Banda della Magliana, la organización mafiosa de Roma. El 6 de agosto de 1982, el Gobierno italiano, a través de su ministro del Tesoro, Beniamino Andreatta, ordena la liquidación total de activos, el cese de operaciones y el cierre del Banco Ambrosiano, creando una de las mayores crisis diplomáticas de toda la historia entre la Ciudad-Estado del Vaticano y la república de Italia.

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Extracto de la acusación contra Flavio Carboni y Giuseppe Calo por el asesinato de Roberto Calvi.

En julio de 2003, la Fiscalía de Roma concluyó que la mafia no había actuado en interés propio, sino en defensa de intereses de «importantes figuras políticas e institucionales de la masonería, la logia P2 y el IOR, que había invertido grandes sumas de dinero procedente de corporaciones públicas italianas y de la Cosa Nostra»[41]. El escritor estadounidense Philip Willan, que siguió de cerca el juicio contra Calò y Carboni en Roma, afirma en su libro The Last Supper: The Mafia, the Masons, and the Killing of Roberto Calvi, que Giuseppe Calò afirmó ante el juez que era «perfectamente plausible el que el Vaticano ordenase el asesinato de Roberto Calvi debido a sus conocimientos sobre las estrechas relaciones entre el Banco Ambrosiano, la mafia, la Propaganda 2 y el IOR». En otra página del libro de Willan se afirma que el Vaticano recibió órdenes precisas desde la «más alta instancia», posiblemente de Juan Pablo II, de no hacer nada a favor de Roberto Calvi. El banquero se había convertido en una incómoda y prescindible pieza del ajedrez debido a su amplio conocimiento del apoyo financiero que estaba prestando la Santa Sede, a través del IOR de Marcinkus, al sindicato polaco Solidaridad, liderado por Lech Walesa[42].