¿Dimitirá Bertone en otoño?, se pregunta todo el mundo no solo en los pasillos vaticanos, sino entre la prensa especializada. El Corriere della Sera apunta ya a monseñor Dominique Mamberti, actual secretario para las Relaciones con los Estados de la Secretaría de Estado para sustituir a Bertone. La Repubblica apuesta por un «gobierno tecnócrata», formado por los nuncios en Francia y Canadá, monseñor Luigi Ventura y monseñor Pedro López Quintana, respectivamente.
El papa ha tomado la iniciativa para sacar a la Santa Sede del escándalo de las filtraciones de documentos secretos, y para ello se habla del posible relevo de Tarcisio Bertone al frente de la Secretaría de Estado en el mes de octubre o, a más tardar, en noviembre de 2012. En cierto sentido, la filtración de documentos ha venido a acusar directa o indirectamente al propio Bertone de mal gobierno ante los flagrantes casos de corrupción, abusos, mala gestión y escasa transparencia en sus órganos financieros.
Ante los escándalos por conspiraciones curiales organizadas por cardenales italianos, criticadas abiertamente por ciertos sectores del Colegio Cardenalicio, como, por ejemplo, hizo por el cardenal Vingt-Trois, el papa podría haber asumido la necesidad de que su nuevo número dos debía ser extranjero, para castigar así a los italianos del Sacro Colegio Cardenalicio y regresar a la larga tradición vaticana de la escuela diplomática, algo que satisfaría sobremanera a los seguidores de Angelo Sodano. La lista de sustitutos tiene un único perfil que los une a todos: son extranjeros o, mejor dicho, no italianos, diplomáticos con experiencia, ajenos a las luchas entre «bertonianos» y «diplomáticos» y con edades que van desde los cincuenta y nueve hasta los setenta y tres años.
El primero de los candidatos podría ser el español Pedro López Quintana. Nacido en Barbastro (Huesca) el 27 de julio de 1953, fue nombrado obispo el 6 de enero de 2003 por el papa Juan Pablo II. Hasta entonces, López Quintana se había convertido en una especie de «mensajero» papal bajo el cargo de asesor para Asuntos Generales de la Secretaría de Estado. El español fue, junto a Navarro-Valls y al cardenal Giovanni Battista Re, uno de los primeros en llegar al apartamento de Alois Estermann, comandante en jefe de la Guardia suiza, y su esposa, tras ser asesinados por el cabo Cedric Tornay en la noche del lunes 4 de mayo de 1998[116]. Monseñor López Quintana, diplomático de carrera, pertenecía a la Comisión Disciplinaria de la curia, aunque en el interior del Vaticano se rumoreaba que desde el 7 de marzo de 1998 habría sustituido al cardenal Luigi Poggi al mando de los Servicios de Inteligencia vaticanos. Desde febrero de 2003, asumió las nunciaturas en Delhi, Nepal y Canadá, y es en esta última donde está destinado actualmente. Entre los rasgos más positivos de López Quintana está el de ser un hombre absolutamente fiel al papa y carecer de preferencias en la lucha mantenida entre «bertonianos» y «diplomáticos», aunque se sienta más próximo al cardenal Sodano. Además, conoce muy bien los engranajes y «sótanos» de la Santa Sede. Entre los aspectos negativos estaría el hecho de que lleva demasiado tiempo alejado de Roma y que, por tanto, podría tener ciertos problemas a la hora de controlar la difícil y rebelde maquinaria curial. Si monseñor Pedro López Quintana fuera elegido trigésimo noveno secretario de Estado, se convertiría en el segundo español en ocupar tan importante cargo desde que fue creado en 1651 por el papa Inocencio X. El primero fue el cardenal Rafael Merry del Val y Zulueta[117], que asumió el puesto entre el 12 de noviembre de 1903 y el 20 de agosto de 1914, bajo el pontificado de Pío X.
El segundo candidato sería el obispo francés, aunque nacido en Marruecos, Dominique Mamberti, actual responsable de la sección de Relaciones con los Estados (Ministerio de Asuntos Exteriores) en la Secretaría de Estado. Nacido el 7 de marzo de 1952, Mamberti fue nombrado obispo por Juan Pablo II en 2002. Durante los dos años siguientes, asumió el cargo de nuncio en Sudán y Somalia y, finalmente, el de arzobispo de Eritrea, hasta que en septiembre de 2006 fue llamado por Roma para ocupar el cargo de responsable de Asuntos Exteriores de la Santa Sede. Entre sus facetas positivas está el hecho de que monseñor Mamberti conoce a la perfección el funcionamiento de la maquinaria vaticana, y entre las negativas, que lleva demasiado tiempo cerca de Bertone, aunque no pueda ser definido como un claro «bertoniano».
El tercer candidato sería el cardenal argentino Leonardo Sandri, nacido en Buenos Aires el 18 de noviembre de 1943. Al igual que López Quintana y Mamberti, Sandri pasó por diferentes nunciaturas, como las de Venezuela y México, hasta que en septiembre de 2000 fue nombrado sustituto de la Secretaría de Estado. Su estrecha relación con el actual papa, desde los tiempos en los que este era el poderoso prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, hizo que fuera nombrado, en junio de 2007, prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales. Debido a su buena gestión, fue elevado a cardenal, en el consistorio del 24 de noviembre del mismo año, por Benedicto XVI. Entre sus rasgos «a favor» estarían tanto su «proximidad» al papa como el profundo conocimiento del funcionamiento de la maquinaria vaticana. Además, el cardenal Sandri se ha definido a sí mismo públicamente —algo difícil en estos días— como «un claro y ferviente partidario del ratzingerismo», alejándose así de la confrontación entre «bertonianos» y «diplomáticos». Como elemento en su contra está el hecho de pertenecer al Colegio Cardenalicio, pues tanto el cardenal Angelo Sodano, decano de los cardenales, como el cardenal Bertone «exigirían» a Sandri un posicionamiento claro de cara a un posible y no muy lejano cónclave.
El cuarto y último candidato sería el suizo Jean-Claude Périsset, actual nuncio en Berlín. Nacido el 13 de abril de 1939 en la localidad helvética de Estavayer-le-Lac, Périsset es además un experto diplomático que pasó como nuncio apostólico por las embajadas de Rumanía, República de Moldavia y, finalmente, Alemania, cargo que ocupa en la actualidad. Entre sus facetas positivas están tanto el hecho de que Périsset cuenta con un gran apoyo por parte de los oficiales de la Secretaría de Estado como la confianza ciega que Benedicto XVI tiene puesta en él. Se cuenta que, aunque todos los cargos son aprobados y ratificados por el Sumo Pontífice, solo el nombramiento del nuncio papal en Berlín se lo reserva el Pontífice exclusivamente para sí, debido a que es su país de nacimiento. Como aspecto negativo estaría su edad, pues es el mayor de los cuatro candidatos, con setenta y tres años. Además, cuenta con la desventaja de haber sido un «protegido» del cardenal australiano Edward Cassidy, presidente del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad Cristiana, donde Pérriset estuvo destinado entre 1996 y 1997. El cardenal Cassidy era un hombre muy fiel a Angelo Sodano, lo que podría provocar un rechazo por parte del sector «bertoniano» al obispo suizo.
Si finalmente no se cumple la condición de un «no italiano» para cubrir el cargo de 39.º secretario de Estado, Benedicto XVI podría tener a cuatro candidatos más, dos de ellos expertos diplomáticos y otros dos grandes conocedores de la maquinaria vaticana. En la lista se encontrarían dos «diplomáticos» y dos «bertonianos». Entre los primeros estarían monseñor Renzo Fratini, nuncio papal en Madrid, y monseñor Luigi Ventura, nuncio papal en París. Entre los partidarios de Tarcisio Bertone se encontrarían el cardenal Mauro Piacenza, el poderoso prefecto de la Congregación para el Clero, y el cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos.