La caridad empieza en casa

Un sabio chino dijo en cierta ocasión: «Antes de intentar cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa». Es probable que el papa Benedicto XVI haya asumido esta frase como norma de actuación a través de la Fundación Ratzinger.

El Sumo Pontífice opera siempre desde una cuenta en el Instituto para las Obras de Religión, la número 39887, abierta el 10 de octubre de 2007 y desde la que lleva a cabo iniciativas humanitarias de diferente tipo. Bajo este número de cinco cifras se esconde la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI. La primera suma que llegó a esta cuenta en forma de transferencia, por 2,4 millones de euros, tiene fecha del 9 de marzo de 2010, procedente de otra cuenta corriente de la misma Fundación, pero esta vez abierta, en octubre de 2008, en el hermético banco Hauck & Aufhäuser, con sede en Luxemburgo, Suiza y Alemania. La cuenta de la Fundación Ratzinger se abrió en la ciudad de Munich.

El segundo ingreso en la cuenta del papa en el IOR fue de 290 000 euros, en su mayor parte para cubrir los gastos de antiguos estudiantes del cardenal Ratzinger que se ocupan de difundir el pensamiento de Benedicto XVI (los gastos de estos antiguos alumnos se realizan a través de una bolsa de estudios). Estos fondos procedían de la cuenta de la Fundación en Munich. Los fondos depositados en el IOR, procedentes en su mayor parte de los derechos de autor de los libros escritos por el papa y de los derechos de imagen de la cara del Sumo Pontífice en las monedas y sellos del Estado Vaticano, se utilizan solo para organizar convenciones, conferencias y congresos internacionales que promuevan el estudio de la teología.

La Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI está dirigida por un comité formado por los cardenales Tarcisio Bertone, Camillo Ruini y Angelo Amato y por un Consejo de Administración dirigido por monseñor Giuseppe Scotti, presidente de la Librería Editora Vaticana[112]. El único laico que se sienta en el Consejo de Administración de la Fundación, como vicepresidente, es el poderoso Paolo Cipriani, figura clave en las finanzas vaticanas desde que asumió el cargo, en octubre de 2007, de director general del IOR. Católico, romano, padre de dos niños y absolutamente fiel a Bertone y a Benedicto XVI, es el hombre clave y quien recibe los fondos de la Fundación Ratzinger en Munich a través del secretario Gänswein, y quien, tras depositar el dinero en la cuenta de la Fundación en el IOR, lo entrega a los receptores de los fondos.

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Orden de monseñor Gänswein al director general del IOR, Paolo Cipriani, para transferir fondos de la cuenta de la Fundación Ratzinger en el IOR a una cuenta de la misma Fundación en un banco de Munich. 9 de diciembre de 2011.

Un ejemplo de este tipo de operaciones lo encontramos en el documento en el que monseñor Georg Gänswein pide a Cipriani que transfiera la cantidad de 25 000 euros desde la cuenta de la Fundación en el Banco Vaticano a la cuenta de la misma Fundación, exactamente la Joseph Ratzinger Papst Benedikt XVI-Stiftung, en la Banca Hauck & Aufhäuser, de Munich. En el mismo documento se indica que los 25 000 euros sean destinados «a) como bolsa de estudios para dos estudiantes africanos (20 000 euros) y b) como ayuda a una señora de Irán (5000 euros)».

En 2012 Paolo Cipriani muestra a monseñor Georg Gänswein un avance de gastos para ese año. Entre «ingresos típicos», Cipriani calcula la cantidad de 1,5 millones de euros.

Según Paolo Cipriani, el papa Benedicto XVI moverá en 2012 la cantidad de 1033 000 euros.

Aunque, como hemos dicho, la Fundación es controlada directamente por Benedicto XVI a través de su secretario privado monseñor Georg Gänswein, sin que nadie en el Vaticano pueda interferir en modo alguno, lo cierto es que el premio anual concedido por la Fundación ha generado en más de una ocasión serias discusiones entre las congregaciones, en especial con la encargada de salvaguardar la Doctrina de la Fe. En 2011 la Fundación entregó un premio de 50 000 euros al profesor, filósofo y experto en cristianismo Manlio Simonetti por un polémico ensayo, publicado en 2010, en el que trataba el estudio de la composición de los Evangelios y el desarrollo teológico de los primeros siglos. El texto, que incluso chocaba con el libro del papa Jesús de Nazaret[113], provocó una encendida reacción por parte del prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, el conservador estadounidense cardenal William Levada. El cardenal Angelo Amato, prefecto de la Congregación para la Causa de los Santos, llegó a declarar al respecto: «Con este libro, Simonetti se ha metido en un campo que no es su especialidad y ha entrado en un terreno en el que no es competente». Al parecer, el papa Benedicto XVI, alejándose de las opiniones de Levada y Amato, se ha olvidado de que cuando él era prefecto de la misma Congregación, siendo aún el cardenal Joseph Ratzinger, tuvo que darle un toque de atención a Simonetti por su ensayo sobre interpretación bíblica en la temprana Iglesia[114].

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Avance de gastos para el año 2012 de la Fundación Vaticana Joseph Ratzinger-Benedicto XVI.

A pesar de todo este flujo de documentos filtrados, el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, aseguraba que «el papa conoce los problemas de la Iglesia, que son muchos. No se asusta por la situación creada con la filtración y la publicación de documentos reservados». Preguntado por si esperaban ver nuevos documentos publicados en los periódicos, Lombardi aseguró que «no me sorprendería. Está claro que quien ha recibido esa cantidad de documentos sigue con su estrategia para lograr sus objetivos». Lo cierto es que mientras siguen fluyendo documentos, cartas y notas vaticanas en los medios de comunicación, el aparato de la Santa Sede continúa con su política de matar al mensajero (la prensa) y no a quien ha transmitido el mensaje (los cuervos), o incluso a quien ha generado esos polémicos documentos (banqueros, secretarios, monseñores, nuncios, cardenales, gendarmes y así, un largo etcétera). La polémica continúa a día de hoy, así como la filtración de documentos. ¿Qué nuevas sorpresas nos depararán?