Escena II

(Dichos, Caperucita).

PEDRISCO. —¿Qué vais a hacer? (Pulgar se levanta). (Aparte). Esto revienta.

BARBARROJA. —¡Ven aquí, te digo, acércate! (Aparte). ¡Maldición! ¡No puedo! ¡Siempre me pasa lo mismo! ¡Se me cae el cuchillo de las manos! Si fuera un hombre… o si ella me provocara, me resistiera… o al menos, si huyera, si huyera de mí… por detrás… sin verle los ojos… ¡Pero así, como un corderito, con ese mirar de ojos!… ¡El demonio me ayude! Hay que acabar.

CAPERUCITA. —(Asustada). ¡Capitán, capitán!

BARBARROJA. —Sí, llama a tu papaíto. (Saca el puñal). ¡Tonta, esto te ha perdido! ¡Vas a morir!

PULGARCITO. —(Parándose delante, una piedra en la mano). No, señor. Deje a mi hermana.

BARBARROJA. —¡Hola, hola! ¿Con que es tu hermana? Y tú estabas aquí para… ¡Ah, traidores espías! ¡Cuánto me alegro! Pedrisco, corre a la cuadrilla y diles que vengan; y verán como Barbarroja acaba con el Lobo y su camada.

CAPERUCITA. —(Gritando). ¡Capitán, capitán!

PULGARCITO. —Si da un paso adelante le salto un ojo…

PEDRISCO. —A otro perro… En la cuadrilla hay todavía amigos del capitán y… ¡Muchas gracias! No me meto yo en líos. Primero veamos en qué para esto. El capitán no debe estar lejos… ¡Huye, chiquilla!

CAPERUCITA. —(Huye amenazada por el asesino). ¡Capitán!